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Conocido indistintamente como Jake Angeli o el Lobo de Yellowstone, hasta sus 33 años Jacob Anthony Chansley era un personaje bastante anodino y sin perfil nacional.
Nacido en 1988 en Phoenix, la capital de Arizona, luego de graduarse de secundaria estuvo un breve tiempo en la Marina. En marzo de 2006 fue asignado al portaaviones USS Kitty Hawk. En algún momento se negó a vacunarse contra el ántrax y el mando decidió darle de baja. Fue enviado a una Unidad de Personal Transitorio en Washington DC, hasta que finalmente se le dio baja en octubre de 2007.
Desde entonces pasó a desempeñarse en empleos ocasionales. Según The Washington Post, trabajó en un hogar para jóvenes con problemas y estudió Religión, Filosofía, Psicología y Cerámica en Glendale Community College.
En 2019 se le vio asistiendo a manifestaciones en Phoenix en apoyo a Trump y contra el movimiento Black Lives Matter. El periódico Arizona Central lo describió entonces como “una figura habitual en los mítines políticos de la derecha en Arizona”.
El 6 de enero fue “un día de amor”, dice Donald Trump en foro de Univisión
A finales de 2020 produjo y narró varios videos que defendían diversas teorías conspirativas y los subió a la plataforma Rumble. Y se hizo un perfil en el sitio web Backstage buscando trabajo como actor.
Pero el 6 de enero de 2021, Chansley empezó a ser familiar para los estadounidenses cuando, instigadas por el propio presidente, las turbas trumpistas asaltaron el Capitolio en Washington DC.
A partir de ese momento, se le conocería más comúnmente con otro nombre: el Chamán de QAnon.
El Chamán de QAnon
En 2017, el movimiento QAnon emerge desde lo profundo de Internet en foros de la ultra como 4chan y 8kun. Mezcla sui generis de desinformación, fanatismo político y teorías estrambóticas, una de sus bases son los mensajes enigmáticos de un supuesto informante anónimo al que bautizaron “Q”.
Sus seguidores postularon la existencia de una élite global satánica y pedófila infiltrada en las instituciones y compuesta por demócratas y liberales. Aseguraban, entre otras cosas, que el expresidente Donald Trump estaba librando una guerra secreta contra sus miembros.
Se trata de una forma de creación/socialización de teorías conspirativas, lo que implica que se sitúan más allá de toda evidencia, sustentadas en la irracionalidad social característica del trumpismo como fenómeno sociocultural.
Chansley avaló ese imaginario sin reservas. En manifestaciones varias solía difundir mensajes en los que mezclaba un “patriotismo” peculiar, espiritualidad esotérica y retórica apocalíptica. Y aseguraba, como otros, que Estados Unidos estaba librando una batalla cósmica entre el bien y el mal. Y que Donald Trump era un líder mesiánico.
Este es el individuo que entra en el Capitolio aquel 6 de enero, cuando se convirtió en uno de los rostros más reconocibles del asalto. Fotos y filmaciones socializadas por los medios a partir de entonces daban fe de un hombre bastante raro con el torso desnudo, tatuado y pintado con los colores de la bandera estadounidense. Con cuernos de bisonte en la cabeza. Y llevando una lanza a cuestas con la bandera de las barras y las estrellas.
Había viajado desde Arizona hasta el DC para asistir al mitin en el que Trump volvió a repetir que las elecciones de noviembre de 2020 le habían sido “robadas”.
El Chamán estuvo entre los primeros asaltantes en entrar al Capitolio. Una vez marcado por los medios, las imágenes circulantes lo mostraban en sitios tales como el estrado del Senado, levantando los brazos. O aullando como un lobo. También se le vio escribiendo y dejándole una nota en el escritorio de Mike Pence. El mensaje fue el siguiente: “Es solo cuestión de tiempo, la justicia está llegando”.
El vicepresidente, gritaba la multitud, era un traidor al que había que colgar por no hacer lo que Trump le había pedido: declarar ilegítimas las elecciones. El intento era de golpe de Estado.
Condena e indulto
El 9 de enero de 2021 el FBI identificó y arrestó a Chansley en su ciudad natal. Se le acusó, básicamente, de alterar el orden público en un edificio restringido, y además de conducta violenta y desobediencia civil.
En noviembre de 2021 fue condenado a 41 meses de prisión. Una de las penas más largas entre los procesados del 6 de enero. Cumplió parte en el Correccional Federal Safford, en Arizona, pero a fines de marzo de 2023 fue trasladado por buena conducta a un centro de reinserción social del que fue liberado en mayo de ese mismo año.
Chansley se dirigió al tribunal antes de que dictara su sentencia. “Lo admito ante el mundo, estaba equivocado. Punto. No tengo excusas. Mi comportamiento fue indefendible”. Pero insistió en que no era un criminal peligroso: “No soy un hombre violento ni un supremacista blanco. Estoy verdaderamente arrepentido”.
Condenan al Shaman de QAnon a 41 meses de cárcel por asalto al Capitolio
Y también: “Los hombres de honor admiten sus errores. No solo públicamente, sino también ante sí mismos. Me equivoqué al entrar en el Capitolio. No tengo excusa. Ninguna excusa en absoluto. Ese comportamiento es indefendible”.
Durante su proceso judicial, sus defensores intentaron presentarlo como una persona con problemas de salud mental y como un “creyente ingenuo” de teorías conspirativas. Su abogado, Al Watkins, le pidió a Trump indultar a su cliente, argumentando que durante el asalto estaba desarmado y no había protagonizado hechos violentos ni destructivos.
La movida no procedió. Pero el 20 de enero de 2025, el mismo primer día de su segundo mandato, el presidente Trump indultó a Chansley y a unas 1 500 personas acusadas de delitos relacionados con la ignominia de aquel 6 de enero.
El Chamán fue uno de los primeros en celebrarlo: “¡GRACIAS, PRESIDENTE TRUMP! Los manifestantes están siendo liberados y se ha hecho justicia…”. Y dijo, de paso, que compraría “unas cuantas armas de mierda” para celebrar el indulto.
El 8 de marzo de 2021 el juez federal Royce Lamberth había dictaminado que Chansley no debía ser liberado de la cárcel. Dijo que los argumentos de su abogado eran “tan frívolos que insultaban la inteligencia del tribunal”.
El viraje
En varias entrevistas declaró que se había “distanciado” del extremismo y que comprendía que muchas de sus creencias anteriores habían sido “ilusiones manipuladas”.
Pero poco tiempo después de su indulto, se produjo un viraje. Chansley pasó de ser uno de los seguidores más mediáticos de Trump a un crítico bastante ácido suyo.
El pasado 23 de julio compartió una serie de mensajes en redes sociales con abundantes insultos dirigidos al presidente, sobre todo por su relación con Jeffrey Epstein. “¡Que jodan a esta estúpida mierda!”. “¡Qué fraude…”! “¡Ah, sí, y que jodan a Israel! ¡Y que jodan a Donald Trump!”, escribió.
No es para nada atípico. Jacob Anthony Chansley es uno de los partidarios de MAGA que se han distanciado de su mesías por su manejo del caso Epstein. Pero sobre todo sugiere la fragilidad del populismo, incapaz de generar una verdadera contracultura y dependiente de puestas en escena a medio camino entre lo inconsistente, lo demencial y lo grotesco.
No hay dualidad posible. Eso mismo es el Chamán de QAnon.