Getting your Trinity Audio player ready...
|
La relación entre el presidente Donald Trump y el magnate Elon Musk, uno de sus más influyentes aliados y arquitectos de la reforma administrativa federal, ha sufrido una fractura pública y significativamente demoledora.
Elon Musk ha dado por terminado su papel dentro del gobierno, a través de un post en X, la red social de la que es dueño: “Al finalizar mi mandato como Empleado Especial del Gobierno, quiero agradecer al presidente @realDonaldTrump la oportunidad de reducir el gasto innecesario. La misión del @DOGE se fortalecerá con el tiempo a medida que se convierta en una forma de vida en todo el gobierno.”
Musk, quien lideró el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) y fue pieza clave en la campaña de reelección de Trump, abrió fuego contra el megaproyecto fiscal y presupuestario impulsado por la Casa Blanca, calificándolo de “decepcionante” y advirtiendo que “socava” los esfuerzos para reducir el despilfarro y el déficit federal.
La polémica surge en un momento decisivo para la agenda republicana, con el proyecto de ley fiscal —aprobado por la Cámara de Representantes por un estrecho margen y ahora en manos del Senado— como eje central de la estrategia política de Trump para consolidar su segundo mandato.
Del entusiasmo a la decepción: el timonazo de Musk
Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX, fue nombrado a principios de año por Trump como asesor especial y jefe del recién creado DOGE, un departamento encargado de racionalizar el gasto público y recortar la burocracia federal.
Durante meses, Musk fue uno de los rostros más visibles y mimados de la administración, participando en mítines, defendiendo la reforma gubernamental y aportando más de 250 millones de dólares a la campaña republicana.
Sin embargo, la aprobación del llamado “gran y hermoso proyecto de ley” marcó un punto de inflexión.
En una entrevista con CBS Sunday Morning, Musk no ocultó su frustración: “Francamente, me decepcionó ver el enorme proyecto de ley de gastos, que aumenta el déficit presupuestario, no solo no lo reduce, y socava el trabajo que está realizando el equipo de DOGE”.
“Creo que un proyecto de ley puede ser grande o puede ser hermoso, pero no sé si puede ser ambas cosas”, ironizó Musk, en declaraciones que rápidamente se viralizaron en redes sociales y medios nacionales.
Un polémico proyecto de ley
La legislación, que extiende las exenciones fiscales de la primera administración Trump y añade nuevas rebajas impositivas, también incrementa el gasto en seguridad fronteriza y endurece la política migratoria. Para compensar, mueve las tijeras contra programas sociales y ayudas federales.
La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) estimó que la ley sumará unos tres billones de dólares a la deuda nacional en la próxima década, actualmente situada en más de 36 billones.
Por su parte, el Comité para un Presupuesto Federal Responsable calcula incluso que la cifra podría superar los 3,8 billones, considerando los intereses.
Los líderes republicanos defienden el proyecto argumentando que el crecimiento económico compensará el aumento del déficit. Sin embargo, la crítica de Musk ha dado alas a los sectores más conservadores del partido, que exigen recortes aún mayores y una tramitación más ágil.
La fractura en la alianza Trump-Musk y el descalabro de Tesla
Durante la campaña y los primeros meses de gobierno, Musk fue uno de los principales defensores de Trump. “Cuanto más he llegado a conocer al presidente Trump, más me gusta el tipo”, llegó a declarar en febrero.
Trump, por su parte, lo describió como “un verdadero gran estadounidense” y llegó a convertir la entrada de la Casa Blanca en una sala de exhibición improvisada para los autos eléctricos de Tesla.
Pero la realidad del aparato federal y las dificultades para implementar recortes drásticos han minado el entusiasmo de Musk. “La situación de la burocracia federal es mucho peor de lo que vi”, confesó al Washington Post. “Pensé que había problemas, pero seguro que es una batalla cuesta arriba tratar de mejorar las cosas en D.C., por decir lo menos”.
En abril, Musk anunció que reduciría “a un día o dos” sus responsabilidades como asesor de la Administración, tras una caída del 71 % en los beneficios netos de Tesla en el primer trimestre.
Desde entonces, ha retomado el control operativo de Tesla y SpaceX, y ha declarado que reducirá su gasto en política porque considera “que ya hizo suficiente”.
Reacciones en el Congreso y el Partido Republicano
La crítica de Musk ha generado un terremoto político en Washington. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, pidió al Senado que haga el menor número de cambios posible a la legislación, advirtiendo que cualquier alteración podría desestabilizar el “equilibrio delicado” alcanzado en la Cámara.
No obstante, senadores como Mike Lee de Utah han recogido el guante lanzado por Musk y prometen una versión “más agresiva” del proyecto de ley. “Puede, debe y lo será. O no pasará”, declaró Lee en redes sociales, mientras otros republicanos como Warren Davidson y Thomas Massie votaron en contra del texto en la Cámara.
La oposición demócrata, por su parte, ha aprovechado la fractura para cuestionar la viabilidad de la agenda fiscal de Trump y denunciar el impacto negativo de los recortes sociales.
DOGE: ¿Maquinaria contra la burocracia o desmoche del gobierno?
El Departamento de Eficiencia Gubernamental, liderado por Musk hasta ahora, ha impulsado miles de despidos de empleados federales y recomendado la reducción de operaciones en numerosas agencias.
La Casa Blanca prevé enviar al Capitolio un paquete de rescisión para formalizar los recortes, incluyendo 1 100 millones de dólares de la Corporación de Radiodifusión Pública y 8 300 millones en asistencia extranjera.
Sin embargo, la eficacia de DOGE ha sido puesta en duda. Musk esperaba generar un billón de dólares en recortes, pero la cifra real ha quedado muy por debajo de ese objetivo. “La burocracia es más resistente de lo que imaginé”, admitió el hombre más rico del mundo.