El primer tratado de la historia para prohibir las armas nucleares entró en vigor este viernes, hecho que ha sido aclamado como un paso histórico para librar al mundo del armamento más letal, aunque con la fuerte oposición de las naciones con capacidad para tenerlo.
El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares forma parte ahora del derecho internacional, culminando una campaña de varias décadas que busca evitar la repetición de los bombardeos atómicos de Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial.
Today, the Treaty on the Prohibition of Nuclear Weapons enters into force.
This is a major step toward a world free of nuclear weapons.
I call on all countries to work together to realize this vision, for our common security and collective safety. pic.twitter.com/ybDamSdCZs
— António Guterres (@antonioguterres) January 22, 2021
Pero, hacer que todas las naciones ratifiquen un documento que les exige que nunca posean este tipo de armas parece sino complicado, imposible en el actual escenario mundial.
Cuando la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el tratado, en julio de 2017, más de 120 países le dieron el visto bueno. Entre ellos no estaban ninguna de las nueve naciones que se cree poseen armas nucleares — Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, China, Francia, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel— ni las 30 que integran la OTAN.
Japón, el único país que ha sufrido ataques nucleares, tampoco lo respalda, aunque los ancianos sobrevivientes de los bombardeos de 1945 presionan para que esto ocurra. Japón renuncia por sí mismo al uso y posesión de armas nucleares, pero el gobierno dijo que un acuerdo de prohibición no es realista ante la profunda división entre estados nucleares y no nucleares.
El tratado requiere que todos los países que lo ratifiquen “nunca, bajo ninguna circunstancia, desarrollen, prueben, produzcan, manufacturen o adquieran, posean o almacenen armas nucleares u otro tipo de dispositivos explosivos nucleares”. Además prohíbe cualquier transferencia o uso de armas y dispositivos explosivos nucleares — y la amenaza de utilizarlos — y exige que las partes promuevan el texto a otros países.