Como en los tiempos de la Guerra Fría, Estados Unidos y Rusia intercambiaron este miércoles a dos prisioneros. Pero, al contrario de lo normal en aquellos años, esta vez, al parecer, ninguno de los dos eran espías: uno es un ex infante de marina acusado de agredir a policías rusos mientras estaba de visita en ese país, mientras que el otro es un narcotraficante y aventurero.
El estadounidense que estaba arrestado en Moscú, Trevor R. Reed, es un exmilitar que fue condenado en Rusia por cargos que su familia siempre dijo que eran falsos. Fue liberado después de lo que funcionarios de ambas partes describieron como un avance diplomático inesperado, en medio del aumento de las tensiones bilaterales por la invasión rusa a Ucrania.
Reed, detenido inicialmente en agosto de 2019, fue liberado a cambio de Konstantin Yaroshenko, un piloto ruso sentenciado a una larga condena en los Estados Unidos por cargos de tráfico de cocaína.
“Trevor, un ex marine estadounidense, está libre de la detención rusa”, confirmó el presidente Joe Biden en un comunicado. “Escuché en las voces de los padres de Trevor cuánto se preocuparon por su salud y extrañaron su presencia. Y estaba encantado de poder compartir con ellos las buenas noticias sobre la libertad de Trevor”.
La familia de Reed había expresado cada vez más su preocupación por su salud mientras estuvo detenido, y las imágenes transmitidas el miércoles por la televisión estatal rusa mostraban lo que parecía ser un Reed visiblemente demacrado mientras era escoltado a un avión ruso en el aeropuerto de Vnukovo, en Moscú. El padre de Reed, Joey, dijo a CNN que su hijo había viajado en avión a Turquía, donde se llevó a cabo el intercambio.
Todavía hay otros estadounidenses detenidos en Rusia, incluido Paul Whelan, sentenciado en 2020 a 16 años de prisión por cargos de espionaje durante un juicio que estuvo cerrado al público, y Brittney Griner, una estrella del baloncesto arrestada a mediados de febrero por cargos de drogas que podrían conllevar una sentencia de hasta 10 años.
El acuerdo que involucra a Reed fue el resultado de “largas negociaciones”, según Maria Zakharova, vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia. En su declaración, el presidente Biden no se refirió explícitamente a un intercambio de prisioneros y dijo que “las negociaciones que nos permitieron traer a Trevor a casa requirieron decisiones difíciles que no tomo a la ligera”.
Reed, que nació en Texas hace 30 años, viajó a Rusia en mayo de 2019 para visitar a su novia rusa, a quien conoció en un sitio web de citas, y para tomar clases de idioma ruso. Una semana antes de su regreso planeado a los Estados Unidos, fue a una fiesta en un parque en las afueras de Moscú, donde bebió grandes cantidades de vodka y terminó siendo detenido y llevado a comisaría. Allí, al parecer hubo un altercado y Reed fue acusado de agredir y poner en peligro la vida de los dos policías que lo habían conducido hasta la estación.
Después de pasar más de 11 meses en una cárcel rusa, el texano fue sentenciado a nueve años de prisión, la primera vez que se aplica un castigo tan severo por ese tipo de delito, dijeron sus abogados. Durante una audiencia, Reed dijo que el caso en su contra era político y vinculó sus problemas en Rusia con su pasado militar.
Mientras estaba en una cárcel en la república rusa de Mordovia, Reed fue sometido a un trato degradante, incluido el tiempo en una celda solitaria, de acuerdo con las declaraciones de su familia a la CNN. Su salud se deterioró rápidamente, según sus familiares, y no se le permitió llamar a casa ni recibir libros o cartas, lo que lo llevó a iniciar una huelga de hambre en noviembre pasado.
A su vez, Yaroshenko, de 53 años, es un piloto ruso que tuvo trabajos ocasionales en África. En 2010, fue detenido y acusado de participar en un complot frustrado para enviar cocaína a Liberia y Ghana desde América del Sur. Las autoridades estadounidenses dijeron que lo hizo conciente de que parte de la droga terminaría en Estados Unidos.
Yaroshenko, quien nunca antes había puesto un pie en territorio estadounidense fue, sin embargo, deportado a ese país, donde fue juzgado en 2011 y sentenciado a 20 años de cárcel.
Este caso ha sido citado por políticos rusos y medios pro-Kremlin como un excelente ejemplo del uso arbitrario de poderes extraterritoriales por parte de Estados Unidos. Las autoridades rusas afirmaron que Yaroshenko había sido “secuestrado” por Estados Unidos, y su familia tambien se quejó de maltrato durante el encierro en una prisión de Connecticut.