La extrema derecha italiana aplasta en elecciones parlamentarias

El partido de raíces neofascistas, de Giorgia Meloni, encabeza la coalición extremista de derecha, 100 años después de que Mussolini llegara al poder.

La nueva primer ministra italiana Georgia Meloni agradece tras la elección en un acto callejero el lunes 26 de septiembre. | Foto: AFP.

Exactamente 100 años después de que en 1922 el dictador Benito Mussolini impusiera el fascismo a los italianos, este domingo un partido con raíces neofascistas, los Hermanos de Italia, obtuvo la mayor cantidad de votos en las elecciones nacionales de Italia y ha colocado en el Palazzo Chigui a la nueva primera ministra Giorgia Meloni, la primera mujer en ocupar el cargo en el país.

Meloni, prácticamente sin experiencia política pero bien articulada y popular, principalmente entre la clase media y trabajadora según un comentario de la cadena televisiva RAI, logró en el marco de una coalición de extrema derecha el 47% de los votos. En Italia, el sistema político electoral es mixto, algunos diputados son electos por mayoría frente a otros; o sea, el candidato con mas votos se lleva todos los demás, aunque sean de otros partidos. Y en otras circunscripciones el voto es nominal, cada candidato se queda con lo suyo.

La sacudida

Esta sacudida de Italia por la extrema derecha cambia de inmediato la geopolítica de Europa, colocando a un partido “euroescéptico” en posición de liderar un miembro fundador de la Unión Europea y su tercera economía.

Es así como la clase política derechista europea elogió de inmediato la victoria de Meloni y ha visto el ascenso meteórico de su partido como un mensaje histórico a Bruselas, mientras que la izquierda italiana pronosticó “días oscuros” y prometió mantener el país en el corazón de Europa.

Los resultados casi finales, este lunes queda menos de 10% de votos por contar, mostraron que la coalición de centroderecha obtuvo alrededor del 47% de los sufragios, con Hermanos de Italia de Meloni arrebatando alrededor del 26%. Sus socios de coalición se repartieron el resto. La Liga Antiinmigrante de Matteo Salvini logró el 9% y, la más moderada, Forza Italia del exprimer ministro Silvio Berlusconi, el 8%.

Del otro lado del espectro, el Partido Demócrata de centro-izquierda, heredero del célebre Partido Comunista Italiano, y sus aliados, obtuvieron alrededor del 26% mientras que el Movimiento 5 Estrellas, que había sido el que más votos obtuvo en las elecciones parlamentarias de 2018, vio reducido a la mitad su porcentaje de votos, alrededor del 15%.

A su vez, la participación electoral fue un mínimo histórico del 64%. Varios sondeos a boca de urna sugirieron que los electores se habían quedado en casa como protesta, desencantados por los tratos clandestinos entre la clases política, apadrinados por los últimos tres gobiernos.

Meloni, cuyo partido tiene sus orígenes en el Movimiento Social Italiano, neofascista de posguerra, trató de proyectar un tono unificador en su discurso el lunes por la mañana, y señaló que los italianos finalmente habían podido determinar a sus líderes con precisión.

“Si estamos llamados a gobernar esta nación, lo haremos por todos, lo haremos para todos los italianos y lo haremos con el objetivo de unir al pueblo”, dijo Meloni. “Italia nos eligió. No lo traicionaremos como nunca lo hemos hecho”.

Si bien la centro-derecha fue claramente ganadora, la formación de un gobierno aún está a semanas de concretarse e implicará consultas entre los líderes del partido con el presidente Sergio Mattarella. Mientras tanto, el primer ministro saliente, Mario Draghi, sigue desempeñando un papel interino.

Las elecciones, que se llevaron a cabo unos seis meses tras la caída del gobierno de Draghi, se produjeron en un momento crucial para Europa, que enfrenta la invasión rusa a Ucrania y los elevados costos de la energía relacionados con esa situación, hecho que ha afectado el bolsillo de los europeos, italianos incluidos.

Se espera en gran medida que un gobierno liderado por Meloni siga la política exterior actual de Italia, incluida su postura a favor de la OTAN y su fuerte apoyo para suministrar armas a Ucrania en su defensa ante la invasión de Rusia, incluso cuando sus aliados de la coalición adoptan un tono ligeramente diferente, más suave.

Ahora, tanto Berlusconi como Salvini tienen vínculos con el presidente ruso Vladimir Putin. Si bien ambos se han distanciado de la invasión, Salvini ha advertido que las sanciones contra Moscú están perjudicando a la industria italiana, e incluso Berlusconi se ha referido a la invasión de Putin, justificándola como algo impuesto por los separatistas pro-Moscú en el Donbas.

Cambios

Es probable que se produzca un cambio mayor y que tal vez cause fricciones con las potencias europeas debido a la migración. Meloni ha pedido un bloqueo naval para evitar que los barcos de inmigrantes abandonen las costas del norte de África y ha propuesto examinar a los posibles solicitantes de asilo en África antes de que partan en los barcos de los traficantes hacia Europa.

Salvini dejó claro que quiere que la Liga, de Salvini, vuelva al Ministerio del Interior, (estuvo en el gobierno de Draghi) donde impuso una dura política antimigrante. Pero puede enfrentar un desafío de liderazgo interno después que sufriera un resultado abismal de menos del 10%, con el partido de Meloni superándolo en su bastión del noreste. La formación del nuevo gobierno tendrá que ser negociada entre los partidos de la coalición.

Salvini reconoció que la Liga fue castigada por sus alianzas de gobierno con el 5 Estrellas y, luego, con Draghi, pero dijo: “Es un buen día para Italia porque tenemos cinco años de estabilidad por delante”.

Sobre las relaciones con la Unión Europea, los analistas señalan que a pesar de toda su retórica “euroescéptica”, Meloni moderó su mensaje durante la campaña y tiene poco margen de maniobra dada la ganancia económica inesperada que Italia está recibiendo de Bruselas en los fondos de recuperación de la pandemia del COVID-19. Italia aseguró unos 191 000 millones de dólares, la mayor parte del paquete de recuperación de 750 000 millones de la UE, y está sujeta a ciertos hitos de reforma e inversión que debe alcanzar para recibirlo todo.

Reacciones de la extrema derecha europea

Meloni ha criticado la reciente recomendación de la UE de suspender 7 500 millones en fondos para Hungría por preocupaciones sobre un retroceso democrático, pero defendiendo a Viktor Orban como líder electo en un sistema democrático.

El director político de Orban, Balazs Orban, fue uno de los primeros en felicitar a Meloni. “En estos tiempos difíciles, necesitamos más que nunca amigos que compartan una visión común y un enfoque de los desafíos de Europa”, tuiteó.

La líder de extrema derecha francesa, Marine Le Pen, elogió a Meloni por haber “resistido las amenazas de una Unión Europea antidemocrática y arrogante”.

A su vez, Santiago Abascal, el líder del partido opositor Vox, de extrema derecha de España, escribió en su cuenta de twitter que Meloni “ha mostrado el camino hacia una Europa orgullosa y libre de naciones soberanas que pueden cooperar en nombre de la seguridad y la prosperidad de todos”.

Meloni tambien es presidente del grupo derechista Conservador y Reformista Europeo en el Parlamento Europeo, que reúne a Hermanos de Italia, el Partido Ley y Justicia de Polonia, Vox de España y los Demócratas de Suecia, que acaban de ganar a lo grande las elecciones allí en una plataforma de ruptura, reducir el crimen y limitar la inmigración.

“La tendencia que surgió hace dos semanas en Suecia se confirmó en Italia”, reconoció el líder del Partido Demócrata, Enrico Letta, y calificó el lunes de “día triste para Italia, (y) para Europa”.

“Esperamos días oscuros. Luchamos por todos los medios para evitar este resultado”, dijo Letta en una sombría conferencia de prensa. Si bien reconoció que el futuro del partido y su propio futuro requerían reflexión, prometió: “El PD no permitirá que Italia abandone el corazón de Europa”.

Thomas Christiansen, profesor de ciencias políticas en la Universidad Luiss, de Roma, y editor ejecutivo del Journal of European Integration, señaló que Italia tiene una tradición de seguir una política exterior y europea consistente que es, en cierto modo, más grande que los intereses de los partidos individuales.

“Sea lo que sea que Meloni esté tramando, tendrá que ser moderado por sus socios de coalición y, de hecho, con el consenso establecido de la política exterior italiana”, dijo Christiansen en una entrevista, con la agencia AP.

Meloni promociona con orgullo sus raíces como militante del Movimiento Social Italiano neofascista, o MSI, que se formó después de la Segunda Guerra Mundial con los restos de los partidarios fascistas de Mussolini. Se unió en 1992, cuando tenía 15 años.

Durante la campaña, Meloni se vio obligada a responder después de que los demócratas usaran los orígenes de su partido para pintarla como un peligro para la democracia.

“La derecha italiana ha entregado el fascismo a la historia desde hace décadas, condenando sin ambigüedades la supresión de la democracia y las ignominiosas leyes antijudías”, dijo en un video de campaña.

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