En un nuevo libro escrito durante el encierro por el coronavirus, el papa Francisco apoya las demandas de justicia racial tras la muerte de George Floyd a manos de la policía y fustiga a los escépticos de la COVID-19, así como a los medios de comunicación que difunden teorías conspirativas.
En Let Us Dream (Soñemos juntos) Francisco critica a los políticos populistas que movilizan a sus seguidores en actos multitudinarios como en los años 30, así como apunta a la hipocresía de los católicos “rígidos” y conservadores que los apoyan. Pero, también opina sobre el retiro de estatuas históricas, algo que considera un intento desviado de “purificar el pasado”.
El libro de 150 páginas sale a la venta el 1 de diciembre. Fue coescrito por su biógrafo en lengua inglesa, Austen Ivereigh, quien dijo lunes que espera que un papa con un inglés más coloquial resuene entre los lectores y creyentes de habla inglesa.
Let Us Dream busca presentar la visión de Francisco de un mundo poscoronavirus más justo en lo económico y ambiental, donde los pobres, los viejos y los débiles no queden al margen y los ricos no sean consumidos sólo por las ganancias.
Para Francisco, la pandemia ofrece una oportunidad sin precedentes para imaginar y planear un mundo con más justicia social.
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Al pedir al mundo que use la pandemia como una oportunidad para un nuevo comienzo, Francisco menciona tres momentos cruciales o crisis personales de su vida que le dieron la oportunidad de parar, reflexionar y cambiar de rumbo.
El primero fue una infección respiratoria que casi lo mata cuando tenía 21 años y estaba en su segundo año de seminario en Buenos Aires. Luego que lo salvaron, Francisco decidió unirse a la orden religiosa jesuita. “Puedo entender cómo se siente la gente con coronavirus mientras lucha por respirar con ventiladores”, escribió Francisco.
El segundo “momento COVID-19” fue cuando se mudó a Alemania en 1986 para trabajar en esa tesis y se sintió tan solo y aislado que regresó a Argentina sin terminarla.
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El tercero ocurrió durante los casi dos años que pasó en Córdoba, en el norte de Argentina, como penitencia por su mando autoritario de la orden jesuita en el país. “Estoy seguro de que hice algunas cosas buenas, pero puedo ser muy duro. En Córdoba, me hicieron pagar y tuvieron razón al hacerlo”, escribió.
Francisco volvió a pedir que exista un salario mínimo universal, que los inmigrantes sean bien recibidos y lo que llama “tres T”: tierra, techo y trabajo. Pero, al mismo tiempo, a sus 83 años ofrece una mirada más personal del mundo que le reodea.
AP/OnCuba