La escalada más grave en décadas entre India y Pakistán ha dejado al menos 31 civiles muertos y 57 heridos en territorio paquistaní, según cifras actualizadas por las autoridades de Islamabad.
Los ataques indios son una respuesta al atentado del 22 de abril en la región india de Cachemira, donde fallecieron 26 turistas, incluidos 25 indios y un nepalí.
El primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, condenó el ataque y advirtió que “no quedará sin respuesta”, mientras que el gobierno indio justifica la ofensiva como parte de la “Operación Sindoor” para “hacer responsables” a los autores del atentado.
Persiste la tensión en Cachemira: India y Pakistán reanudan el fuego cruzado
Un día después de los choques más intensos en 20 años entre ambas potencias nucleares, #India y #Pakistán vuelven a intercambiar fuego de artillería a lo largo de la frontera en la disputada región de… pic.twitter.com/kXRuktJpHL
— DW Español (@dw_espanol) May 8, 2025
Este jueves, la India afirmó haber atacado “radares y sistemas de defensa aérea en varios puntos de Pakistán” en represalia por los supuestos intentos de Pakistán, finalmente neutralizados, de atacar varios objetivos militares en el norte y oeste de la India durante la noche, según reporte de EFE.
Un ataque sin precedentes en dos décadas
El conflicto, que marca el peor episodio de violencia entre ambas potencias nucleares desde principios del siglo XXI, comenzó con el atentado en Pahalgam, una localidad turística de la Cachemira bajo administración india.
La acción terrorista fue atribuida por Nueva Delhi al grupo insurgente Frente de Resistencia, presuntamente vinculado al grupo islamista armado Lashkar-e-Taiba y, según India, apoyado por Pakistán.
Por su parte, Islamabad niega cualquier implicación en el ataque, pero la represalia india ha reavivado el temor a una espiral de violencia de consecuencias impredecibles en una región marcada por ocho décadas de disputa territorial y confesional.
Víctimas civiles y destrucción
El ejército paquistaní denunció que los ataques indios impactaron en instalaciones civiles, incluidas mezquitas y centrales hidroeléctricas.
El teniente general Ahmad Sharif, portavoz militar, calificó los bombardeos como “cobardes y decepcionantes” y atribuyó el aumento de las víctimas a los “continuos disparos no provocados en la Línea de Control y a las violaciones del alto el fuego por parte de India”.
Por su parte, el gobierno indio sostiene que la ofensiva estuvo dirigida exclusivamente contra “infraestructura terrorista” en nueve lugares de la provincia de Punjab y la Cachemira administrada por Pakistán, y que no se atacaron objetivos civiles, económicos ni militares paquistaníes.
Sin embargo, testigos y autoridades en Pakistán contradicen esta versión, mostrando imágenes de destrucción y escenas de pánico en ciudades como Muzaffarabad, donde se reportaron cortes de luz y hospitales en máxima alerta.
Reacciones internacionales y temor a una escalada
La comunidad internacional ha reaccionado con preocupación ante la posibilidad de una escalada entre dos potencias nucleares.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, calificó la situación de “una pena” y expresó su deseo de que “termine muy pronto”.
Por su parte, Naciones Unidas llamó al “máximo nivel de contención”, mientras que el Ministerio ruso de Exteriores pidió a ambas partes que actúen con responsabilidad y condenó todas las formas de terrorismo.
China, principal aliado de Pakistán, expresó su pesar por la ofensiva india y subrayó la importancia de la estabilidad regional. Según la agencia española, Irán intenta mediar entre las dos potencias nucleares.
Un pasado de violencia y rivalidades
El actual episodio de violencia revive el fantasma de los enfrentamientos de 2001 y 2019, cuando la región de Cachemira fue escenario de ataques y represalias que pusieron al mundo en vilo ante la posibilidad de un conflicto nuclear.
Cachemira, de mayoría musulmana, está dividida entre India y Pakistán desde la independencia de ambos países en 1947, y ha sido el detonante de tres guerras y numerosos enfrentamientos armados.
La ofensiva india de esta semana supone una redefinición de los límites tácitos que ambos países habían respetado desde el alto el fuego de 2003, y ha llevado a la declaración del estado de emergencia en la provincia paquistaní de Punjab, así como a la máxima alerta en hospitales y fuerzas de seguridad.
En la India, se realizaron simulacros nacionales de defensa civil en ciudades como Nueva Delhi y Bombay, ante el temor de una posible represalia paquistaní.
Mientras tanto, la población civil de ambos países vive con miedo y en incertidumbre, atrapada en medio de un conflicto que parece lejos de resolverse y cuando el número de víctimas podría aumentar en las próximas horas, a medida que se restablecen las comunicaciones y se evalúan los daños en las zonas afectadas por el fuego indio.