Miles de milicianos y otros simpatizantes que coreaban “Estados Unidos es el gran Satanás” marcharon el sábado en una procesión fúnebre en Bagdad en honor del principal general de Irán, después de que murió en un ataque aéreo estadounidense, mientras la región se preparaba a que la República Islámica cumpla sus promesas de venganza.
El general Qassem Soleimani, jefe del grupo élite iraní Fuerza Quds y artífice de la estrategia de seguridad de la República Islámica en el extranjero, murió en la madrugada del viernes en un ataque perpetrado en las inmediaciones del aeropuerto de la capital iraquí, junto con líderes insurgentes iraquíes.
El ataque aéreo, ordenado por el presidente Donald Trump, elevó las tensiones regionales y puso a prueba la alianza de Estados Unidos con Iraq.
Irán prometió responder al ataque con dureza, lo que elevó el temor a una posible guerra total, pero no está claro cómo o cuándo podría hacerlo. Es probable que haya represalias después de tres días de duelo declarado por el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
Todos los ojos estaban puestos en Iraq, donde Estados Unidos e Irán han competido por tener influencia desde la invasión liderada por Estados Unidos en 2003.
Trump dijo que ordenó la operación –una decisión de alto riesgo que tomó sin consultar al Congreso ni a los aliados de Estados Unidos– para evitar un conflicto. La Casa Blanca aseguró que Soleimani estaba preparando una serie de ataques que ponían en peligro a funcionarios y soldados estadounidenses, pero no ofreció pruebas.
Soleimani era el arquitecto de la política regional iraní de movilización de milicias en Iraq, Siria y Líbano, incluso en la lucha contra el grupo extremista Estado Islámico. Se le acusa de ataques contra tropas estadounidenses y aliadas desde la invasión de Iraq de 2003.
En Bagdad, miles de personas, en su mayoría hombres con uniforme militar negro, portaban banderas de Iraq y de las milicias respaldadas por Teherán, que eran extremadamente leales a Soleimani. También lloraban la muerte de Abu Mahdi al-Muhandis, un destacado comandante miliciano iraquí que fue víctima del mismo operativo.
Los participantes, muchos de ellos llorando, gritaban: “No, no, Estados Unidos” y “Muerte a Estados Unidos, muerte a Israel”. Mohammed Fadl, uno de los que iban de luto, apuntó que el funeral es una muestra de lealtad a los líderes caídos: “Este es un golpe doloroso, pero no nos sacudirá”.
Dos helicópteros volaron por encima de la procesión, a la que asistieron el primer ministro de Iraq, Adel Abdul-Mahdi y líderes de guerrillas auspiciadas por Irán.
Las puertas de la Zona Verde de Bagdad, donde hay edificios gubernamentales y embajadas, incluyendo la estadounidense, estaban cerradas.
Un funcionario de seguridad iraquí dijo que un cohete Katyusha fue lanzado el domingo por la noche y cayó en una plaza dentro de la Zona Verde, a menos de un kilómetro de la embajada norteamericana. El funcionario dijo que no hubo heridos. El funcionario habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a hablar con los periodistas.
El gobierno de Iraq, un aliado próximo tanto a Washington como a Teherán, condenó el ataque que mató a Soleimani y añadió que era una violación de su soberanía. Está previsto que el Parlamento celebre una sesión extraordinaria el domingo. El gobierno estaba bajo una creciente presión para expulsar a los 5.200 soldados estadounidenses asentados en la nación para ayudar a evitar la reaparición de Estado Islámico.
Estados Unidos ordenó a todos sus ciudadanos abandonar Irán y cerró su embajada en Bagdad, que a principios de semana fue asaltada por milicianos patrocinados por Irán y sus seguidores en dos jornadas de protestas. Gran Bretaña y Francia han advertido a sus ciudadanos que eviten o limiten estrictamente los viajes en Iraq.
Nadie resultó herido en las protestas, una respuesta a los ataques aéreos estadounidenses que mataron a 25 milicianos proiraníes en Iraq y Siria. Washington explicó que ese operativo era la réplica a un ataque con cohetes que mató a un contratista estadounidense en el norte del Irán, del que culpan a las milicias.
El atentado a Soleimani se produjo tras meses de crecientes tensiones entre las dos naciones luego de la decisión de Trump de retirarse unilateralmente del pacto nuclear de 2015 y reanudar unas paralizantes sanciones económicas.
La campaña de “máxima presión” llevó a Irán a abandonar abiertamente los compromisos contemplados en el acuerdo. Estados Unidos culpa a Irán de una oleada de ataques en la región, incluyendo sabotajes a buques cisterna en el Golfo Pérsico y un ataque contra la industria petrolera de Arabia Saudí en septiembre que provocó la reducción temporal de su producción a la mitad.
En la vecina Irán, los principales diarios y la televisora estatal se centraban el sábado en la muerte del general, e incluso periódicos reformistas como Aftab-e Yazd advirtieron que la “venganza está en camino”.
En las principales calles aparecieron carteles con la imagen de Soleimani, muchos con la advertencia del líder supremo, el ayatola Ali Jamenei, de que una “fuerte venganza” espera a Estados Unidos.
El presidente de Irán, Hassan Rouhani, un político relativamente moderado, visitó la casa de Soleimani en Teherán para presentar sus condolencias.
“Los estadounidenses no se dan cuenta del gran error que han cometido”, dijo el mandatario. “Verán los efectos de este acto criminal, no solo hoy sino en los próximos años”.