Tras el discurso de Donald Trump en Miami el pasado viernes, importantes voces del Partido Republicano en el Congreso mostraron su desacuerdo con el endurecimiento de las regulaciones sobre los viajes y el comercio con Cuba.
En declaraciones a la prensa y en sus perfiles oficiales y personales en Internet, Senadores y Representantes de la propia organización política del presidente Trump argumentaron su oposición a los cambios anunciados en la política estadounidense hacia la Isla.
Uno de los primeros en pronunciarse fue Jeff Flake, Senador por el estado de Arizona y miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Flake, quien promueve junto al demócrata Patrick Leahy (Vermont) un proyecto de ley para liberar los viajes a la Isla, llamó “arcaicas” a las restricciones anunciadas y señaló que “cualquier cambio de política que disminuya la capacidad de los estadounidenses para viajar libremente a Cuba no es en el mejor interés de los Estados Unidos ni del pueblo cubano”.
Por su parte, el Senador Jerry Moran (Kansas) emitió una declaración en la que asegura que “poner a los Estados Unidos primero significa exportar lo que producimos a países de todo el mundo”.
Moran, promotor de un proyecto de ley para para establecer la libertad de comercio con Cuba, defendió a la Isla como un mercado natural para los agricultores estadounidense y señaló que “cuando no vendemos a Cuba, otro país lo hace”. Además, comentó que “un mayor compromiso con los Estados Unidos fortalece al pueblo cubano” y reconoció el potencial de las relaciones bilaterales para “crear nuevos puestos de trabajo, generar ingresos e impulsar nuestra economía nacional”.
Para Rand Paul, Senador por Kentucky y uno de los candidatos a la presidencia en las últimas primarias republicanas, “ya los cubanos están experimentando un aumento en su nivel de vida por sus relaciones con los Estados Unidos. Creo que es un error retroceder”.
En un artículo publicado en el sitio reason.com, Paul reconoció que “el embargo no hizo nada” para cambiar al gobierno de La Habana y señaló que aumentar el comercio y el intercambio con los cubanos era “la mejor elección” para los intereses estadounidenses.
El también Senador John Boozman (Arkansas) reconoció compartir “el deseo del presidente de ver la democracia en Cuba”. Sin embargo, en su criterio “el regreso a las políticas del embargo es el enfoque equivocado. Dirigimos este juego una y otra vez durante cincuenta años y los resultados no han cambiado”, señaló.
“Al revertir las reformas que han beneficiado a los ciudadanos estadounidenses, a los cubanos, y a nuestra economía, estamos dando un paso atrás, no hacia adelante –apuntó en su perfil oficial. Sería más eficaz mantener una línea abierta de comunicación y relación de trabajo con un gobierno que necesite asistencia democrática, en lugar de cerrarlo”.
By rolling back reforms that have benefited U.S. citizens, everyday Cubans and our economy, we are taking a step backward, not forward.
— Senator John Boozman (@JohnBoozman) 16 de junio de 2017
El Representante por Minnesota Tom Emmer dijo estar “extremadamente decepcionado” con el anuncio del presidente Trump que “perjudicará económicamente a los Estados Unidos, haciendo más difícil para los agricultores de nuestra nación acceder a nuevos mercados” e invitará a otros países a “llenar un vacío” creado por la nueva política hacia Cuba.
“Las voces de nuestros políticos deben representar las voces de la abrumadora mayoría de los estadounidenses que están a favor de mejorar nuestra relación con Cuba –comentó. Estaremos en el lado derecho de la historia y levantaremos este embargo fallido.”
El también Representante Rick Crawford lamentó la decisión del presidente Trump “de restablecer una postura fracasada, anticuada y aislacionista hacia Cuba” y señaló que el retroceso es “una oportunidad perdida para la América rural, que se beneficiaría enormemente de un mayor acceso al mercado de importaciones agrícolas de la Isla”.
Crawford, promotor de mayores facilidades para la exportación de productos agrícolas a la Isla, señaló también que “restringir los viajes y el comercio y limitar nuestra capacidad de exportar la democracia y los valores estadounidenses dificultará los esfuerzos por mejorar los derechos humanos y las libertades religiosas en Cuba”.
Aunque reconoce que “fue tranquilizador” que se mantuviera abierta la embajada estadounidense en La Habana y los vuelos directos a Cuba, el Representante Ted Poe (Texas) piensa que los cambios propuestos por la administración Trump “perjudican a los estadounidenses, la empresa estadounidense y los valores estadounidenses”.
“Prohibiendo los viajes educativos individuales y las empresas estadounidenses de involucrarse con entidades gubernamentales cubanas, estamos ahogando el crecimiento económico potencial y restringiendo la difusión de los valores americanos”, comentó.
Más sintética y fulminante fue la apreciación del Representante Justin Amash (Michigan). En un solo tweet “destruyó completamente el razonamiento defectuoso detrás de la inversión de la política del presidente Trump hacia Cuba”, según un comentario del periodista estadounidense J. Wilson.
Amash tuiteó que la política de Trump hacia Cuba “no se trata de los derechos humanos o la seguridad” de los Estados Unidos. “Si lo fuera –se pregunta, entonces ¿por qué está bailando con los saudíes y vendiéndoles armas?”
.@POTUS‘s Cuba policy is not about human rights or security. If it were, then why is he dancing with the Saudis and selling them weapons?
— Justin Amash (@justinamash) 16 de junio de 2017
Mientras, el Representante Mark Sanford (Carolina del Sur) criticó que Cuba sea el único lugar restringido para los viajes de los estadounidenses. “No somos la Unión Soviética –dijo sobre el tema a la cadena televisiva CNN. No tenemos que tener ‘documentos de viaje’ para que el gobierno decida si puede viajar o no”.
Y en otra entrevista, esta al canal FOX, el Representante republicano Rodney Davis (Illinois) también rechazó la postura anunciada en Miami. “Tenemos millones de cubanos a 90 millas de la costa que necesitan acceso a nuestra comida que se cultiva aquí en el centro de Illinois –comentó. Por eso me opongo a la nueva política del presidente Trump sobre Cuba”.
Davis, quien apoyó la política de apertura a la Isla promovida Obama, desea crear un ambiente que estimule el comercio bilateral, lo que en su criterio sería beneficioso para los dos países.
Al igual que los congresistas, diversas organizaciones, medios de prensa y figuras de la sociedad estadounidense de filiación republicana han manifestado su oposición a las restricciones promulgadas por Donald Trump y su deseo de mantener las relaciones con la Isla.
Días antes del anuncio, la coalición Engage Cuba publicó una encuesta de Morning Consult que indica que 6 de cada 10 votantes del llamado Grand Old Party apoyan la expansión de los viajes y el comercio con Cuba, mientras el 55 por ciento favorece la eliminación del bloqueo económico.
“La base republicana del presidente Trump no apoya restricciones más estrictas a los viajes y el comercio con Cuba”, comentó el presidente de Engage Cuba, James Williams, quien aconsejó a las agencias federales que deben implementar la nueva política “trabajar con los líderes republicanos que han visitado Cuba y tienen un fuerte entendimiento de la economía cubana para elaborar una política que apoye a las empresas estadounidenses y al pueblo cubano”.
“Esta política, que agregará regulaciones que matan a los negocios estadounidenses y limitará los derechos de los estadounidenses a viajar libremente, es contraria a los ideales de la propia campaña presidencial de Donal Trump”, agregó Williams.
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Contradictoriamente, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer aseguró en una conferencia de prensa que el cambio de política hacia Cuba anunciado por el presidente Trump, está siendo “ampliamente alabado como un paso en la dirección correcta”, y que allana el terreno “para empoderar al pueblo cubano para que desarrolle una mayor libertad económica y política”.
Interrogado por si Trump planea imponer más sanciones a la Isla para presionar en temas como los derechos humanos o la entrega de fugitivos de la justicia estadounidense, Spicer dijo que es necesario “darle tiempo” a la política recién anunciada por el mandatario y no adelantar acontecimientos.
Los cambios fueron calificados por el gobierno cubano como “un retroceso en las relaciones bilaterales” y una vuelta a la retórica de la Guerra Fría, y ha dicho que “no negociará sus principios ni aceptará condicionamientos”.
El canciller de la Isla, Bruno Rodríguez Parrilla, describió como “impopulares” las disposiciones que “ignoran el apoyo mayoritario al levantamiento del bloqueo y la normalización de las relaciones con Cuba, por parte de miembros del congreso norteamericano, muchos de ellos republicanos; del sector empresarial; de las organizaciones diversas de la sociedad civil, de la emigración cubana, y en general la opinión pública”.
Dentro de la Isla también han mostrado su desacuerdo diversas organizaciones estudiantiles y sindicales, así como emprendedores y otros miembros del creciente sector privado supuestamente beneficiado por la nueva política y que, según estimados, pudieran dejar de ganar hasta 21 millones de dólares en el segundo semestre de 2017.