Alfredo Rodríguez cruzó la frontera desde México hacia Estados Unidos con solo 22 años, en 2009. Quincy Jones había percibido en él un gran futuro como músico y le propuso ficharlo en su compañía. Le prometió un contrato y acompañarlo en el desarrollo de su carrera. Actualmente es uno de los jazzistas cubanos de mayor empuje a nivel mundial y se presenta habitualmente en los circuitos de más relumbre dentro de ese género. Ha compartido escenario con un rosario de instrumentistas que han hecho historia dentro del jazz y ha publicado más de cuatro discos ponderados por prestigiosos críticos y revistas de música. Incluso, uno de sus álbumes, The invasion parade, resultó nominado a un premio Grammy en 2015.
Alfredo arribó esta semana a los 35 años. Publicó una foto de una parte de la celebración, que fue compartida por cientos de cubanos en las redes sociales. En la imagen se veía al joven pianista, hijo del popular cantante cubano Alfredo Rodríguez, junto a astros como Paul McCartney, Joe Walsh, Jeff Lyne y el propio Quincy Jones. “Compartir con gente así siempre es increíble. No solo porque sean celebridades, sino porque admiro mucho a esos artistas. Los Beatles son algo increíble y Paul también. Haber tocado esa noche para ellos fue muy gratificante. Les escuché hablar sobre historias y situaciones que han vivido juntos. Quincy con Paul y ambos con Los Beatles. Escuchar todas esas historias es increíble. Ellos oyeron un poco de mi música. Son gente muy normal. Muchas veces idolatramos a los artistas y los ponemos en un pedestal, pero todos somos seres humanos con nuestros rasgos buenos y malos”, me cuenta Alfredo sobre esa foto, de la que mucho se ha hablado entre los melómanos cubanos.
El músico asegura que su vida, desde que salió de Cuba en el 2009, ha sido un aprendizaje. Me lo dice vía Whatsapp, mientras recordamos la entrevista que le realicé hace varios años en el apartamento de su abuela, en un edificio de Centro Habana, cerca del malecón habanero. “Miro atrás y realmente estoy muy agradecido de haber podido aprender un poco de todos esos grandes músicos a mis 35 años”, me dice.
¿Cómo fue el encuentro con estas leyendas? ¿Hablaron sobre Cuba?
No mucho, la verdad. No estuve toda la noche con ellos, pues tenía que irme porque tenía una grabación. Toqué para ellos y hablamos un poco de Cuba. Paul sabe de Cuba y Quincy también, aunque no la conocen tanto como nosotros. Hablamos de músicos cubanos. Quincy siempre menciona la época de Celia Cruz, de Machito, de Chano Pozo. Siempre habla de esos músicos con todo el mundo. Paul fue muy receptivo y sabía muchas cosas de Cuba.
Es interesante que muchas personas en el mundo, con tantos logros, conozcan de nuestra cultura, a pesar de que somos un país muy pequeño. Nuestra cultura es muy rica y se siente así en cualquier parte. Yo mismo lo he notado en el mundo del jazz. Un músico cubano siempre es aceptado en cualquier parte. Creo que es por la tradición de tantos años, en que los músicos cubanos han puesto el listón tan alto. Pienso que es por eso. Hay mucha gente que escucha tu propuesta si eres cubano. Para otros músicos de otras partes no es así y les resulta muy difícil simplemente. Los cubanos se han conectado muy fuerte en el mundo del jazz y de la world music. Es algo muy hermoso, la verdad.
Durante una entrevista anterior, me dijiste que era muy difícil para los músicos cubanos fuera de Cuba presentarse en la Isla. ¿Esa realidad ha cambiado?
En mi caso ha sido complicado. Me ha sido muy difícil tocar en Cuba de la manera que lo quiero hacer. Estoy loco por ir a Cuba porque es mi país, la nación donde nací y explica lo que soy en muchos aspectos. Pero quiero hacer las cosas a mi manera. No quiero que nadie me diga dónde tengo que tocar, con quién tengo que tocar y que me pongan restricciones y restricciones. Realmente esa fue una de las razones por las que no estoy físicamente en Cuba. Es por las restricciones, por las trabas que usualmente nos ponen a algunos artistas.
Lo que me pasó en el Día Internacional del Jazz fue una experiencia muy desagradable para mí. Tengo una personalidad muy positiva y las cosas feas no me entran, pero ese tipo de vivencias dañan a mucha gente. A ese concierto iba mi manager, mi mentor, Quincy Jones, y un montón de amigos como Richard Bona y Esperanza Espalding. Mi nombre estaba escrito en el programa de participantes y de pronto percibí que no era bienvenido en un concierto como ese. Por eso no fui.
Todas las cosas en Cuba están organizadas por las mismas personas usualmente y es complicado para mí ceder y creer. ¿Cómo voy a creer que pueda hacer un concierto grandísimo y tenga que pasar por ese mismo filtro que todos conocemos? Estoy cansado de escuchar historias de esa manera. Me encantaría tocar para el pueblo cubano. Mi bandera está conmigo en todos los lugares donde toco y los cubanos van a verme. Pero siento que en mi país es donde más trabajo me cuesta tocar. Por eso prefiero pasar la página y seguir, hasta que vea que existe una apertura de verdad y una oportunidad para mí.
Veo que hay otros artistas que van, pero cada persona es un mundo. No conozco las relaciones que tiene cada cual con Cuba, con el gobierno cubano, no tengo idea. Por eso prefiero hablar de mi situación. Lo que te puedo decir es que los cubanos siempre están conmigo. Cuba está conmigo y es una pena para mí y para los cubanos que están en Cuba, que no podamos disfrutar juntos en el aspecto musical. Mi misión es ser quien soy y yo soy Cuba en muchos aspectos. Quiero llevar el nombre de mi país, de mis raíces y el mío a lo más alto. Espero que en un futuro cercano mi música llegue a Cuba de la manera que yo quiero que llegue: yo tocando ahí en un concierto para mi pueblo.
¿Sabes qué impidió realmente tu presencia en la celebración del Día Internacional del Jazz en Cuba?
Lo que yo sé es que todo lo hicieron a través de mi compañía. Si contactaron a Quincy, contactaron a mi manager, que es el mismo. Lo hicieron todo con el instituto Thelonious Monk y Herbie Hancock, que es el promotor de esa celebración. Entonces me invitaron a mí porque era algo normal que, si iban todos esos grandes músicos, fuera con ellos. Participo en todos los conciertos que hacemos en este tipo de celebraciones. Voy con Quincy a todos lugares donde hace conciertos grandes.
En este caso, iban a Cuba los músicos con los que toco habitualmente. De pronto, vi que mi nombre estaba en el programa, pero en Cuba no se mencionaba en los preparativos. En mi país nunca se sabe quién es el que te dice que no. Son genios en eso. No hay claridad ni nadie saca la cara diciendo “Alfredo no puede venir a Cuba”, pero me di cuenta de que mi nombre era cada vez más eliminado. Entonces me entero de situaciones en las que se dice, por ejemplo, que Alfredo no puede tocar en la gala grande que saldrá por televisión o en la que estarán los cubanos que viven en Cuba, junto a los norteamericanos.
Entonces decido no ir porque, si yo no me acoplo a esas regulaciones fuera de Cuba, cómo lo voy a hacer en mi país. No lo puedo hacer cuando el gobierno cubano me dice dónde puedo tocar y dónde no, especialmente cuando se trató de los lugares en que lo harían mis compatriotas y mis mentores. En Cuba te hacen irte en todos los aspectos. Me fui físicamente porque una persona como Quincy Jones me ofreció tocar en un montón de festivales, hacerme un contrato. ¿Qué joven de cualquier parte del mundo desecharía una oferta como esa? Pero no me botes de Cuba de esa manera.
No tengo necesidad de vivir de la política para ganar dinero. No tengo necesidad de andar por ahí diciendo lo malo y lo bueno que tiene Cuba para hacer mi carrera y ser trending en las redes sociales. Cuando he dicho algo, lo he hecho de corazón y no para obtener ningún dinero. Lo que más le gusta a la gente es cuando pongo mi música. Me incomoda mucho que mi país sea el único que me rechace.
No le he hecho daño a nadie. Soy un tipo transparente y puro y no hablo mal de las personas. Las situaciones que son malas, las evito completamente. No entiendo cómo nadie tiene la curiosidad ni ningún periódico o televisora en Cuba se interese en entrevistarme. Me gustaría que algún programa en Cuba me dijera que tengo las puertas abiertas para mostrar mi música. No entiendo cómo la gente que está en la Isla no menciona a su compatriota. He creado para Cuba; cuando me presento en cualquier lugar, el programa dice “pianista cubano”. No me siento norteamericano. Le estoy agradecido a esta nación por todas las oportunidades que me ha dado, pero soy cubano. Mi nombre está así en todas partes. Es ilógico que esto siga pasando en Cuba conmigo.
¿Formalmente no has recibido invitación de alguna institución cubana para presentarte en Cuba?
Recibo invitaciones de amigos, que son jóvenes que hacen mucho por la cultura cubana, aunque a veces no los dejan. Tratan de llevar músicos cubanos radicados fuera de la Isla para hacer proyectos. Muchos me han dicho que van a averiguar por mí para llevarme a Cuba y en esa conversación se queda todo. Algo está pasando conmigo que no conozco. Me imagino que todo se caiga cuando alguien recibe una llamada o un correo, porque así es como funciona. Ahora mismo, si recibo una invitación, me costará creer que tenga detrás buenas intenciones, por la desconfianza que ya tengo. Si en algún momento vuelvo a Cuba a tocar, me gustaría hacer algo bien hecho. No llegar y tocar en cualquier lado y sentirme mal y denigrado.
Desde que Quincy Jones te “descubrió”, has mantenido una estrecha relación con él, incluso has dicho que son amigos. ¿Cómo se ha forjado ese vínculo?
Ha sido increíble. Desde el principio, Quincy yo y tuvimos una química y una gran energía. Muy bonita y natural. Nuestra relación ha sido muy orgánica y espontánea. No sé muy bien describir cómo nació esa amistad. Él sintió una afinidad por lo que yo estaba tocando y, desde ese momento, he sido uno sus músicos elegidos. No sé por qué. Debe ser porque le gusta mi música. Me siento muy afortunado. Llevo más de diez años trabajando con su compañía. Fui el primer artista que firmó su empresa después de un montón de años durante los que Quincy no firmaba a nadie. Ahora hay un montón de artistas increíbles en la compañía. Creo que fui un impulso para que eso empezara. El mánager de Quincy es un muchacho joven, mi amigo.
Llegué con 22 años a los Estados Unidos. A esa edad uno siempre tiene un hambre de éxito, necesidad de que la gente escuche lo que uno hace. Entonces los dos empezamos a crear con tremenda energía. Si tengo la suerte de vivir 40 0 50 años, va a ser una experiencia muy linda recordar ese tiempo. Estoy tratando de disfrutarlo lo más que pueda y absorber todas las enseñanzas de ese gran genio que es Quincy. Soy el único cubano en su compañía.
¿Ha peligrado alguna vez tu amistad con Quincy? Varios músicos me han asegurado que es un hombre con una personalidad muy fuerte.
Es una persona que se guía por sus principios y su honestidad hacia la música. Él siempre ha creado música buena en todos los géneros y lo ha logrado con éxito. Eso ya es algo increíble. Hay mucha gente que crea música buena y le cuesta trabajo tener éxito. Hay muchos factores que tienen que alinearse para tener un producto bueno, con energía positiva, y que triunfe. Él se rige por su honestidad hacia la música, y el rigor. En mi humilde experiencia de diez años trabajando y conviviendo con él, pues nos pasamos horas y horas en el estudio y viajando, te puedo decir que es una persona extremadamente humilde.
De todas las celebridades que he conocido, es el artista que más le dedica tiempo a la gente que no conoce, a la gente de la que sabe que solo va a obtener admiración y respeto. Eso para mí vale mucho porque mis padres me lo inculcaron. La música es extremadamente importante, pero tu humanidad tiene que estar ligada a esa música, pues es un reflejo de lo que eres como persona. Quincy es tal vez un poco fuerte cuando se enfrenta a las grabaciones, pero es muy amable. Es la persona más amable, entre todas las celebridades que he conocido, que son bastantes. Ciertamente es una persona increíble”.
¿Cuál es el mejor consejo que te ha dado para la música y la vida?
No sé si consciente o inconscientemente, pero lo que más he aprendido de él es que, cada vez que me acuesto, debo hacerlo con la certeza de que estoy haciendo lo que quiero hacer. Es importante entender que tenemos una sola vida y es corta. Hay que disfrutar sin herir a los demás, echar palante sin quitar a los demás y forjarse un camino individual a través del sacrificio, la pasión, la alegría y no de las tristezas. Hay gente que desafortunadamente hace carrera a través de lo negativo, lo triste.
Quincy me ha enseñado que en la unión está la fuerza. Quincy ha luchado mucho por la unión de los países, de las razas. Ahí está bien patentado en proyectos como “We are the world”. El único que podía hablar logrado algo como eso era él. Logró unir a tantas estrellas y tantos egos en medio de tantas cosas que los artistas tienen por dentro. Los artistas viven muchas situaciones complicadas en su carrera, que influyen su personalidad. Por eso creo que hay que entenderlos. Ese proyecto habla mucho de lo que es Quincy. He tratado humildemente de seguir sus pasos en el nivel que me corresponde y brindar amor a las personas a través de la música y de lo que hago.
¿Crees que dentro de tu repertorio haya un disco que resuma mejor tu personalidad?
Todos han tenido una historia diferente. El primer disco fue con música que grabé en el Amadeo Roldán y en el ISA. Además, hice 3 o 4 canciones en Estados Unidos. Hay una, llamada “Cruzando la frontera”, que fue lo que hice para ingresar a este país. Hay un poco de la mezcla de lo que aprendí en Cuba y mis primeros meses en Estados Unidos. El segundo disco es un reencuentro con mis raíces. En ese álbum, todas las canciones tienen una influencia fuerte de la música cubana. Hay música relacionada con la santería. Precisamente en ese disco conocí a Pedrito Martínez, quien cantó en dos temas que escribí. Hay son, timba, boleros, changüí, muchos géneros de Cuba que ya comenzaba a extrañar. Llevaba como cinco años en Estados Unidos y extrañaba mucho a Cuba. Buscaba mucha información de la música cubana que no pude conocer allá. Tocororo es ya una apertura al mundo. Ahí está el Alfredo que había conocido muchos países y artistas diferentes. En ese momento, estaba viviendo un proceso de transculturación increíble. En ese disco aparecen músicos de India, España, Líbano, Estados Unidos y Bulgaria.
The Little dream, por su lado, es una confirmación de la obra con mi trío, con el que toqué durante casi diez años. Actualmente lo seguimos haciendo, aunque he parado un poco ese trabajo, debido a las exigencias de otros proyectos.
Es muy interesante el resultado del disco Duologue, junto a Pedrito Martínez.
Es el resultado de haber tocado varios años con Pedrito. Me encantan su obra, su música y su esencia como ser humano. Este disco a dúo me pareció bastante atrevido. Me parecía un reto grande. Él venía de un cuarteto y yo de un trío. En este disco, Pedrito canta y yo también lo hago. Escribió la mayoría de las letras y yo compuse toda la música.
¿Qué repercusión ha tenido en tu obra la pandemia por el coronavirus, que según conozco, te obligó a cancelar el resto de los conciertos que tenías programados en Europa?
En el momento más grande de la pandemia, estuve por Europa. Ahora, con la tecnología, uno puede hacer colaboraciones con distintos amigos alrededor del mundo. Esa es una las cosas que más me he dedicado a hacer, además de reunirme con amigos, respetando siempre las medidas sanitarias de seguridad. Ahora la salud es más importante.
No toco en vivo desde marzo. He pospuesto muchas fechas. Tenía una gira en abril y otra grandísima en julio y agosto. Ahora mismo debería estar tocando en Europa y Estados Unidos. En Estados Unidos, el asunto para tocar está un poco más difícil. Ahora supuestamente debería tener una gira por Europa con Richard Bona, con quien tengo un dúo. Vamos a hacer conciertos en noviembre en Francia y Polonia, entre otros países. Vamos a ver si se concreta y no tenemos que posponerlo.
La parte más linda de esta etapa es que he pasado mucho tiempo con mi niña de un año. Mi vida es viajar constantemente y me iba a perder mucho de su crecimiento inicial. Ha sido muy lindo estar con ella durante este tiempo. Ha sido mi refugio para seguir adelante, porque esto ha sido muy difícil para todos. Pero para los músicos, estar encerrados en una casa, sin tocar, es bien complicado. Los niños siempre dan energía y cosas muy lindas. Para mí ha sido muy gratificante estar con ella durante estos meses y no tener que estar fuera de mi casa.
Tengo dos proyectos para el año que viene, quiero sacar dos discos diferentes. En este mismo momento, estoy en conversaciones con la disquera porque ya tengo la música muy avanzada. Me gustaría grabar pronto. Tengo la idea de hacerlo a fines de este año o a principios del que viene. Me tienen realmente ilusionado estos dos proyectos. Aparte de eso, siempre estoy inventando cosas para mis redes sociales. Cuelgo canciones para entretenerme y para entretener a mi público también.
¿Podremos escuchar en estos nuevos discos la misma línea creativa que has seguido desde tus inicios o habrá un punto de ruptura con tu trabajo anterior?
Lo que he hecho con mi carrera es un seguimiento de todo lo que he ido aprendiendo en Cuba y fuera de Cuba. Mi música al final refleja lo que soy yo. Ahora mismo soy un montón de cosas diferentes. Mis principios siempre van a estar en mi música; Cuba también siempre estará ahí, y todo lo que estoy viviendo. Todo depende de lo que cada persona considere que es Cuba o el mundo y la música. Creo que esos discos serán un seguimiento a mi vida, a mi carrera, a la pandemia, que también ha impactado en mi carrera de manera muy fuerte. Nunca dejaré mis raíces atrás, eso es lo que yo soy. Llevo a Cuba siempre en mi sangre, donde quiera que vaya. Esa pertenencia está reflejada en toda la música que hago. El jazz siempre ha impactado en mi música rotundamente, y en mí. De ahí que el carácter de improvisación siempre estará presente en mi música.
Dicho esto, hay muchos géneros que me gustan. Desde pequeño, he incursionado en varios frentes, incluyendo la música que hacía con mi papá, con quien toqué varias veces en Cuba. La música popular me encanta. Llevo varios años publicando temas de timba en mis redes sociales. Me gusta, como te dije, toda la música. No la separo en jazz, timba o música clásica. De hecho, en los videos de timba que hago llevo un poco las canciones hacia la música clásica. Otras canciones como “Balada para Richard Clayderman” también las he llevado a la timba y mis amigos me han dicho que estoy loco. Realmente me divierto haciendo eso.
También mi experiencia viene dada por los músicos con que toco. Trato de rodearme de artistas a los que admiro y considero estrellas increíbles en lo que hacen. No soy de los que les dicen a los demás lo que tienen que hacer en un disco o en un escenario. Si llamo a un músico, es para que traiga lo especial de su mundo al mío. Siempre que hago un disco, es con la expectativa de ver lo que aportan los músicos, aparte de que ya tenga una idea de lo que quiera hacer.
¿Has notado grandes cambios en tu personalidad desde que saliste de Cuba?
He cambiado mucho, porque iba a cambiar, y porque también la vida me ha hecho cambiar. La música y la persona van de la mano. Del muchacho que era cuando estaba en el Amadeo y el ISA conservo la misma esencia, las mismas ganas. Siempre me acuerdo de una anécdota. Estaba con Gastón Joya y Michael Olivera (con quienes tenía mi trío en Cuba) en el Gato Tuerto de La Habana. Solo había una persona y nosotros tocábamos como si estuviéramos tocando el último concierto de nuestras vidas. Es uno de los recuerdos más lindos que tengo. Estábamos sudando como locos y éramos súper jóvenes. Esas ganas las tengo todavía, hermano. Cuando subo al escenario, lo hago como si fuera mi último día ahí. Ojalá pueda mantenerme así.
Es difícil porque uno se va haciendo más viejo y el físico se lo siente. Pero hoy sigo tocando con la misma energía de siempre. Ese Alfredo Rodríguez nunca ha desaparecido, aunque ha cambiado. Mi vida ha cambiado y he incorporado cosas nuevas a mi música. Creo que estando en Cuba no lo iba a lograr. Simplemente porque es otro lugar y tiene otra forma de vida y de ver las cosas, sobre todo en el momento en que yo lo viví.
Veo mucha gente que me escribe desde Cuba para decirme que les gusta mi música. Cuando estaba en Cuba, era bien difícil saber lo que pasaba en el mundo. Espero que los jóvenes que están en Cuba se estén nutriendo de lo que pasa en el mundo. No voy a pensar cómo sería yo si estuviera en Cuba, porque es una imagen que no existe. Mi vida ha cambiado, pero la parte con la que me quedé es que todo lo que he hecho ha sido bajo mi convicción y la influencia de lo que soy, musicalmente, y en toda la vida. Todas mis decisiones las he tomado para lograr lo que soy. Espero conservar eso toda mi vida. Pienso mantenerme sin sacrificar mis principios ni mi honestidad, por dinero o cosas materiales y banales.
¿Alguna vez te has sentido asfixiado por las exigencias de tantas giras?
Nunca he sentido que ha sido demasiado. Soy bastante trabajador y muy emprendedor. Al contrario: me encanta el escenario y estoy loco por subirme de nuevo. Siento que mi misión en el mundo es hacerlo y darle a la gente lo que soy. Me siento muy gratificado cuando las personas vienen hacia mí riéndose o llorando. Hay mucha gente que se me ha acercado llorando, porque se emocionan con mi música. Eso me llena de energía para seguir.
¿Consideras que hay algo que frene una mayor expansión de la música en Cuba?
Situaciones como las que me han pasado a mí les han pasado a muchos otras artistas. Eso no hace crecer la cultura. En dependencia de lo que tú eres, la gente será contigo. Lo que me cuesta trabajo es ver cómo a veces se frena lo positivo. Eso pasa en cuestiones de música y arte en general. Hemos estado muchos años sin poder decir lo que queremos. Nos merecemos elegir lo que queremos y no lo que nos dicen otras personas. Es una tarea de los músicos y artistas poner su granito de arena y hablar sobre lo que no están de acuerdo. Creo que juntos se pueden lograr cosas mejores de las que se están logrando.
La escena cubana del jazz y de la música cubana en general tiene un amplio reconocimiento internacional. ¿Cómo valoras la creación musical en Cuba, a pesar de la consabida falta de recursos que la afectan?
Los músicos contemporáneos conmigo son increíbles, tanto en Cuba como fuera de Cuba. El piano ha sido por muchos años líder en el jazz y en otras vertientes de la música. Los pianistas tienen más carrera fuera y dentro de Cuba que otros instrumentistas. Veo videos de amistades mías y de otros muchachos que tocan muy bien. En Cuba la gente respira música. Eso es algo que no se le puede quitar al cubano. La gente toca de forma natural. No tienes que ir a la escuela para ser un buen músico. Es decir, para informarte sobre lo que es la música clásica y aprender a leer, sí, pero para llevar la música adentro e interpretarla no hay que ir a la escuela. En las calles están los rumberos, el folclor, y no han ido a la escuela. Eso no pasa en muchos países. Cuba nunca dejará de convivir con la música. Lo que se difunde depende de los medios, del gobierno, del pueblo. Estoy convencido de que seguirán saliendo músicos increíbles desde Cuba.
Hace varios años, hablamos de las relaciones culturales entre Cuba y Estados Unidos, en el contexto del mandato de Obama. ¿Cómo percibes el actual clima político y cultural entre ambos países?
Cuando Obama era presidente de Estados Unidos, hubo una apertura muy grande. Los músicos venían para acá y los norteamericanos iban para Cuba. En ese momento, también te comenté sobre mi situación, la cual no ha cambiado. Los cubanos que viven en Cuba podían venir y tocar y hacer un contrato, pero yo no podía ir a Cuba a hacer lo mismo. Por eso para mí, como te dije, el contexto no ha cambiado mucho. En otro sentido sí ha cambiado, porque antes venían muchos músicos cubanos para Estados Unidos, a los cuales veía constantemente. Y estaba muy bien que los norteamericanos fueran a tocar a Cuba. Había mucho más intercambio y los cubanos tenían más posibilidades de ver lo que estaba pasando fuera.
¿Cómo observas Cuba desde Estados Unidos?
Veo que muchos amigos músicos están compartiendo su música. Ahora puedo ver más lo que pasa allá musicalmente. Muchos amigos están conectados en Facebook e Instagram y me entero de lo que está pasando. Antes tenía que ir a Cuba para enterarme, pero ahora desde aquí escucho lo que sucede.
En los últimos tiempos, se ha notado un mayor nivel de beligerancia entre los cubanos, por opiniones cruzadas en las redes sociales. ¿De qué forma has percibido esa situación?
Me parece muy bien que las personas tengan una voz y que digan sus opiniones en cuanto a música, política, cualquier cosa. Creo que es bueno para la humanidad. Como en todos los aspectos, existe lo negativo y lo positivo. Lo negativo tiene más facilidades de llegar a la gente porque, desafortunadamente, el mundo funciona así desde siempre. Si hay una explosión en la calle, todo el mundo estará centrado en eso, pero si sale una persona pidiendo un abrazo, es muy difícil que alguien se lo dé. Muchas personas se aprovechan de esto para tener más audiencia porque solo les importa eso. Mucha gente se aprovecha del contenido negativo para ser famosa. Hay gente que juega a ese juego…. Y muchos les contestan luego y se forma un caos. Pero esto es solo mi opinión.
Estoy de acuerdo totalmente con la libertad de expresión, pero me gustaría más respeto y que la gente tuviera intenciones buenas y que no se dejara guiar solo por el dinero.
¿Cómo es tu relación con tu padre?
Hablo todos los días con mis padres y con mi hermano. Mi papá nunca quiso irse de Cuba, pertenece a una generación diferente. Salí de Cuba jovencito, sin una carrera grande y sin ser una persona famosa.
Mi papá es una persona extremadamente popular entre el público cubano. Para él, fue muy difícil irse de Cuba. Cuando vine para Estados Unidos, él tenía un contrato en México porque escribía para un periódico y tenía un contrato de televisión en ese país. Entonces, cuando me fui para Estados Unidos, él también decidió irse. Él sentía que, por las leyes en ese momento, iba a ser casi imposible vernos si se quedaba en Cuba con mi mamá. Entonces se queda en México como dos años y después decidió venir para Estados Unidos. Mi hermano vino antes que mis padres. Ellos ya no tenían ningún hijo en Cuba. Mi papá tiene una familia muy pequeña. Mis abuelos fallecieron cuando yo era un niño de cinco o seis años. Él no tiene hermanos y somos una familia muy reducida. Nada más que nos tiene a mi hermano y a mí, y algunos primos lejanos. Por eso decidió salir.
¿Has sentido nostalgia por lo que dejaste en Cuba?
En Cuba era un mataperro. Me sentaba en mi piano durante cuatro horas, pero cuando terminaba, me iba para la calle a jugar fútbol en el parque, me subía en los árboles. No era un niño bitongo. Viví mi infancia muy intensamente, jugué mucho con mis amiguitos. Esas son cosas que nunca vuelven. Cuando regreso a Cuba, trato de buscar a mis amigos, pero ya no están. Siento que vuelvo a mi origen, pero ese ya no es mi lugar. No está mi gente, ni mis amigos y tampoco es la misma Cuba. Eso también le pasa a mi papá. Siempre me habla de la Cuba de los años 50 y 60, cuando él era niño. Sabe que eso tampoco va a volver. En cualquier país, una década marca una diferencia abismal. La gente cambia, y la tecnología y la información también. Mientras mayor edad tenemos, más nos cuesta adaptarnos a los cambios.
En Estados Unidos pasa igual. A las personas mayores les cuesta trabajo entender qué es un IPhone 10, pero los niños saben andar en la computadora perfectamente. Hay que tratar de vivir con eso y no quedarse en el pasado. Siento nostalgia por la Cuba que viví, por mis años en la escuela Manuel Saumell, por mis amigos. Tuve una infancia muy feliz. Mis padres siempre nos trataron de guiar por el camino de la honestidad y la alegría. Siento que fuimos muy afortunados. Mi hermano quiso en un momento seguir mis pasos, pero lo “plancharon” en las pruebas de música. Tenía unas aptitudes manuales increíbles para la pintura y otras artes, pero no las aprovechó. Ahora es un hombre de negocios muy exitoso en Estados Unidos y estoy muy orgulloso de él.
¿Cómo te gustaría que fuera el futuro de Cuba?
Me gustaría que las personas tuvieran una voz y un voto en cuanto a todos los aspectos. Como seres humanos libres, cada persona necesita una voz y decir lo que quiera. Me gustaría que Cuba fuese un país que, sin perder nuestra cultura, nuestras raíces, estuviera mucho más abierto a lo que pasa en el mundo entero. Cuba es una isla hermosa, llena de gente linda, que necesita cambios, y nuevos problemas. Hemos vivido con los mismos problemas durante muchos años y ya necesitamos nuevos problemas. Siempre digo lo mismo. En todos lados hay problemas, pero nosotros necesitamos uno nuevo. Me gustaría que Cuba fuera para adelante, con nuestras propias decisiones, que fuera un país donde yo pueda organizar mi propio concierto, como hago en todo el mundo y no tenga que enfrentar mil trabas para hacerlo. Realmente tengo muchas ganas de tocar en Cuba y que todos nos demos un abrazo.
Exelente entrevista. Y exelente músico. Demuestra que para decir lo que uno piensa no hay que ofender ni decir palabras vulgares ni dejarse llevar por intereses. Muchas gracias y ojalá puedas dar tu concierto en Cuba y yo pueda ser de los primeros en estar.
Muy buena esta entrevista hecha por Michel. Me parecieron muy sinceras y diáfanas las cosas que dice Alfredo Rodríguez. Por eso me gustó más la entrevista. Opiniones, criterios, respeto, ética… esa es la cosa, como diría Guillermo Rodríguez Rivera.
Excelente entrevista, coincido con los criterios de Alfredo y en especial su manera de plantearlos. La decencia, la mesura y la honradez con que habla son las mismas que conocí de su padre desde 1962, cuando estudiábamos en la secundaria básica “José Antonio Echeverría”.
Tendremos que trabajar juntos todos para que vengan, los dos, a ofrecer su música en nuestra Patria común.
Y gracias, Michel, por la entrevista.
Abrazos