De 156 a 61. Así disminuyeron los centrales durante el “reordenamiento de la agroindustria azucarera cubana”. La superficie cultivada de caña pasó de los dos millones de hectáreas a unas 750 mil. Quedó todo bien contado, existe registro de todos esos números. Lo que no cupo -no podría caber- nunca en las estadísticas fue la amputación en toda la vida que giraba en torno al central.
La reconversión le quitó olores a la atmósfera de pueblos, les quitó ruidos cotidianos, se llevó mecanismos tocados, conocidos, borró visiones de siglos de edad. Ahora se habla de reanimar la industria azucarera, a diez años del plan, a diez años de ininterrumpido tiempo muerto.
Así vivió el CAI Paraguay, hace una década, su demolición:
Lea también la serie Ingenio, cinco historias de personas que trabajaron por años en el central Habana Libre, hasta que, de una vez, el central cerró.
Fotos de la serie deMOLER. Desmontaje de central azucarero.Usted puede ver también el testimonio de los obreros azucareros y pobladores de un batey al enfrentar el desmonte de su más importante patrimonio de vida: el central azucarero, en el documental deMOLER, de Alejandro Ramírez Anderson, de cuyo proceso salieron estas imágenes.
Ya no es lo mismo.
Podrán hacer el intento, pero no es igual. ¿Quién será el “puntista”? ¿Y quién va a limpiar las “novias”?
Ya esa cultura de la caña, el ingenio, el batey, las tolvas, las muestras, el pito del ingenio, el casco, la guagua de los trabajadores… Ya todo eso es pasado.
Yo felicito a los que están tocando estos temas. Hay tiempo aún para un buen trabajo antropológico que rememore esa cultura.