El huracán Helene dejó cientos de muertos y causó daños inenarrables, pero los funcionarios que lideran la recuperación han tenido que encarar un fenómeno muy distinto a las afectaciones materiales y humanas. En efecto, las falsedades y las teorías de conspiración esparcidas sobre la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) por los trumpistas más impenitentes se han difundido ampliamente vía Internet y redes sociales. Y siguen circulando. A Helene se vino a unir el impacto de Milton en menos de dos semanas, arrollador en la Bahía de Tampa y sus alrededores
Canalizada por la FEMA, la asistencia federal para las personas afectadas por el ciclón ha superado hasta ahora los 344 millones de dólares. Sin embargo, esos esfuerzos han sido torpedeados por falsedades en el sentido de que la agencia no tiene el dinero para ayudar a las personas golpeadas por el meteoro. O que solo proporciona 750 dólares en asistencia. O que confisca tierras. El problema ha llegado al punto de que la FEMA se ha visto en la necesidad de crear una página web para recoger las falsedades más extendidas.
Como era de esperarse, Trump ha sido el principal protagonista de la desinformación y la manipulación con el propósito de torpedear a la candidata demócrata con afirmaciones destinadas a ser validadas por el público; es decir, mentir a todo tren para ganar, incluida la mentira de que la FEMA no tiene dinero de ayuda para huracanes porque todo se ha gastado en inmigrantes ilegales. Kamala Harris lo calificó de una acción “extraordinariamente irresponsable”.
El fenómeno llegó a su paroxismo con la representante republicana Marjorie Taylor Greene, la típica MAGA, quien sugirió que ellos podían controlar la trayectoria del huracán Helene, aun cuando no exista ningún dispositivo técnico-científico que permita semejante cosa.
No hay que ser muy adelantado para desmontar esta mentira rampante y grosera. El representante republicano Carlos Giménez, de uno de los distritos del sur de Florida, respondió a esa manipulación escribiendo en su red social: “NUEVA NOTICIA: los humanos no pueden crear ni controlar huracanes”. Cualquiera que piense que puede hacerlo, necesita que le examinen la cabeza”, dijo.
Pero hay más. Siguiendo la rima, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, se ha negado incluso a recibir llamadas de la vicepresidenta Kamala Harris sobre la recuperación después de los estragos. El argumento esgrimido es una variación del mismo mantra: la acusación de hacer campaña electoral involucrándose en la respuesta de emergencia a los huracanes Helene y Milton. Kamala Harris, dijo Desantis, “no tiene ningún papel” en el proceso y agregó que nunca había intentado llamarlo durante los ciclones anteriores en Florida.
Estos y otros incidentes de semejante talante dan la medida de la temperatura vigente en Estados Unidos en la antesala misma de las elecciones presidenciales. Y es justamente lo que ha llevado a varios asesores demócratas a encender las luces rojas ante la avalancha desinformativa y sus posibles incidencias sobre los votantes.
Uno de ellos, el veterano estratega James Carville –el autor de la famosa frase “es la economía estúpido” para explicar la derrota de H. W. Bush frente a Bill Clinton en 1992–, acaba de estampar sus preocupaciones en el sentido de que a la campaña de Kamala Harris se le estaba acabando el tiempo para transmitir un contundfente mensaje inverso a los electores antes de las elecciones.
“Lo único que siento es que las elecciones serán el 5 de noviembre. Estoy muerto de miedo”, dijo. “Y muy, muy preocupado y muy asustado” porque Harris tiene menos de veinte días para transmitir ese mensaje a los votantes”. Les ha sugerido entonces pasar a la ofensiva. “Tienen que ser agudos. Tienen que ser agresivos. Tienen que dejar de responder preguntas y empezar a hacerlas”. Y les ha aconsejado emprender acciones como sacar al ruedo a los cuartos bates del partido. Es lo que acaba de hacer, tal vez para empezar, el ex presidente Barack Obama.
Y agrega: “Haría que el presidente Clinton hablara en estas estaciones de televisión locales acerca de cómo los aranceles destruirán la economía de Wisconsin o Michigan o de cualquier otro lugar porque nunca han funcionado”, subrayó.
La expresión “sorpresa de octubre” se codificó en 1980, cuando el demócrata James Carter no pudo lograr la liberación de los rehenes estadounidenses en Irán. Esa sorpresa iba a ser su éxito de último minuto para lograrlo –pero nunca ocurrió. Y fue una de las principales razones por las que perdió frente a Ronald Reagan.
Después de eso ha llovido bastante y el término se ha venido aplicando con más o menos fortuna a casi cualquier noticia importante de último momento que altere las elecciones presidenciales. Más recientemente, durante el evento de 2016, se documentó la última sorpresa de octubre, cuando Wilkileaks sacó los correos electrónicos de Hillary Clinton y el entonces director del FBI, James Comey, anunció que se iban a reexaminar.
Por otra parte, a principios de este mes la propia Hillary Clinton le advirtió a Kamala Harris que esperara su propia sorpresa de octubre. “Preveo que algo sucederá en octubre”, dijo en una entrevista con PBS. “Habrá esfuerzos concertados para distorsionar y pervertir a Kamala Harris, quién es, qué representa, qué ha hecho”.
La de Hillary Clinton es quizás la única sorpresa de octubre que ha tenido un impacto directo en el resultado de las elecciones de entonces a la fecha. En efecto, después de aquel anuncio su ventaja sobre Trump se redujo. Y al final, como sabemos, perdió. Esa fue, sin dudas, una de las causas.
Lo que está diciendo James Carville es que en esta ocasión esa sorpresa podía tomar por primera vez la forma no solo de dos violentos huracanes, sino también de una avalancha de manipulaciones y mentiras que siguen sonando y circulando por el Reino de Este Mundo. Veremos. Quedan apenas tres semanas para comprobarlo.