Si alguien roba comida y después da la vida no sabremos qué hacer, cómo juzgarlo, hasta dónde practicar en ese caso nuestras verdades. Pero si la cosa no es tan trascendental o tan baladí (como usted crea) y se trata de alguien que ejerce su presunto derecho a expresarse políticamente o a fijar determinada postura política, pues entonces ya ahí sí sabremos muy bien qué hacer. Y a ese alguien, si no es uno de Nosotros, seguramente no le va a gustar.
Para los animales políticos que somos resulta fácil reconocer al enemigo. A menudo solo hay dos bandos. Patéticas encarnaciones del Bien y del Mal. Dios y el Diablo. No hay tercera vía.
En términos generales, así funciona el discurso político de batalla: auto presentación positiva de Nosotros y representación peyorativa o, al menos acidulada, del Otro. Dicho modelo, en sus expresiones más viscerales, menos elaboradas y felices, reproduce una lógica maniquea, simplista, acomodaticia: está el día y está la noche, basta; mientras tanto, dejamos escapar tranquilamente la belleza frágil, decadente del ocaso.
No es casual que los más rancios guardianes ideológicos de cualquier época se empeñaran tanto en desterrar la poesía, la imaginación. Cuando estas irrumpen en el ámbito político las consecuencias suelen ser impredecibles.
Después de la explosión imaginativa de 1959, y a medida que se agotaba buena parte de su combustible original, el rasgo más profundo de la cuestión política cubana terminó siendo la intolerancia. Una marca en la cara y un signo de debilidad. Enquistados en los extremos del espectro ideológico insular, centrifugados en una espiral de “violencia mimética” (simbólica y física) de más de medio siglo, no hay nada más parecido en sus gestos, en sus actos reflejos, en sus discursos descalificadores, cerriles, totalitarios que un cubano militantemente “revolucionario” y un cubano militantemente “contrarrevolucionario”. Eso, claro, con sus excepciones.
El último Congreso del Partido Comunista fue un nuevo anticonceptivo para la nación y, por tanto, un espaldarazo temporal para los que de un lado u otro medran engordando dogmas y atizando con invectivas, consignas precocidas e infundios contumaces no solo a sus tradicionales enemigos íntimos sino a cualquiera que se atreva ahora a saltar las bardas normativas de la polarización.
Para los sacerdotizos del gobierno cubano y del fundamentalismo opositor, cualquier postura diferente a la suya es ilegítima y cualquier sitio fuera de las dos parcelas es, por definición, el limbo.
Hemos visto últimamente cómo desde ciertas cavernas –o simplemente desde ciertas (in)sensibilidades esclerotizadas– se agita el fantasma del centrismo político para, supuestamente, descalificar a determinados actores o voces que, articuladas o individualmente, intentan participar en la “cosa pública” cubana. Primero habría que decir que ubicarse en el centro del espacio político no tendría por qué, necesariamente, ser motivo de denuesto.
Si hay, por ejemplo, una legítima tradición cubana de la revolución y la “intransigencia…”, también la hay para la conciliación de intereses y la búsqueda de una convivencia más amplia e inclusiva. Ambas corrientes, cuyo factor común ha sido la independendecia y la soberanía, alcanzan su cenit en José Martí, quien organizó una guerra para conquistar la república “con todos y para el bien de todos”.
Se dice “centrismo”. Pero qué debemos leer en dicho término. ¿Acaso una etiqueta para quienes buscan un entendimiento entre “cubanos de aquí y de allá” o para quienes aceptan la legitimidad del poder en Cuba y sus “logros” pero disienten en muchos otros sentidos y así lo expresan… o para quienes creen que las nuevas condiciones históricas exigen prácticas políticas nuevas y una renovación-multiplicación en el (los) horizonte(s) de sentido compartido(s) socialmente o para quien simplemente decidió manifestar sus opiniones con la mayor cuota de libertad a su alcance y, para ello, desembarazarse de las represiones al uso dentro y, también, fuera de Cuba?
La ofensiva –o los meros disparos de francotirador– contra el “centrismo” acude a expedientes como la sospecha de traición u oportunismo, a acusaciones tan insolventes como el equilibrismo y la indefinición política (porque solo parece estar definido el “conmigo o contra mí”). La metáfora más socorrida en estas escaramuzas apunta a que los presuntos centristas mezclan siempre en sus visiones “una de cal y otra de arena”. Quienes disparan, con frecuencia, no se desgastan en analizar la trabazón de los razonamientos y la coherencia de las propuestas pues les basta con comprobar, y luego gritar a los cuatro vientos, que tales argumentos incluyen materiales de construcción que, según nuestra tradición bipolar, son “de aquí” o “de allá” y que no deben juntarse. Esos vocingleros agazapados en los extremos del arco ideológico cubano pasan por alto, claro, los probables elementos novedosos que también conforman esas posturas y la novedad misma que consiste en poner a dialogar experiencias, ideas y esperanzas provenientes de diversas zonas de una comunidad nacional ya bastante escindida.
A la sombra, o bien lejos, del edificio multifacético, barroco de la Revolución cubana, los puristas de hoy parecen absurdamente convencidos de que se puede (re)construir algo solo con cal, o solo con arena.
En realidad, los fundamentalistas de cualquier parte están persuadidos de que no existe tal “centrismo” y de que todos aquellos a quienes rotulan con esa marca no son otra cosa que los enemigos de siempre –de izquierda o derecha, pros o antis, revolucionarios o contra…, comunistas o filo-imperialistas, del G-2 o de la CIA– disfrazados con la mejor piel de cordero que permiten estos tiempos de urgentes remodelaciones interiores, de recambio inminente (?) en el poder y de agua al dominó con Estados Unidos.
Pero, obviamente, el binarismo político está en crisis, tanto en la Isla (señaladamente tras el 17D) como en el mundo entero. El eje “izquierda-derecha” resulta cada vez más inoperante para describir la complejidad de realidades políticas surgidas en una época cada vez más díscola e interconectada.
Ahora, si aparte de decir lo anterior, alguien se pronuncia a favor de que se desaten en Cuba las amarras a la expresión, la creatividad económica y la participación directa, la gestión y el control de los asuntos públicos por parte de los ciudadanos (porque, OJO, no solo se corre el riesgo de expropiación de la soberanía nacional en manos extranjeras); si ese alguien sostiene la centralidad de la justicia social dentro del proyecto de nación cubana y apuesta por mecanismos eficientes de redistristribución de la riqueza; si cree en el valor de las utopías para caminar tanto como en el camino de la duda; si se opone a quemar otra generación en los hornos del voluntarismo, el capricho político, el dogma ideológico y el pensamiento único insular; si admira la fe ajena y le fascinan las religiones pero se guarece en la intemperie del escepticismo y es muy probable que sea ateo; si maldice el totalitarismo provinciano del trópico tanto como el imperialismo global; si reconoce la meticulosa insostenibilidad de los socialismos hasta ahora reales como la del capitalismo presuntamente exitoso e inexpugnable… ¿dónde, entonces, ubicar a ese alguien? ¿Qué punto ocuparía en la imaginaria línea que va desde la izquierda a la derecha cubanas?
El facilismo interesado que abunda en nuestra manigua virtual, seguramente, lanzaría sin más a “ese alguien” a un lugar indeterminado del “centro”. Y desde cada punta –dereeeecha, izquieeeerda– se le abriría fuego porque, como tal, es imposible que exista ese sujeto centrista.
Los fundamentalistas no imaginan que además de legítimas posiciones de centro –definidas programáticamente o no– suele haber por ahí tipos ciertamente descentrados, inaprensibles dentro sus reumáticos esquemas, que prefieren pensar las cosas lo mejor que pueden con su propia cabeza y luego, simplemente, ponerlas a debate. Gente comprometida con Cuba, pero que extrañamente cree en el derecho al error y, sobre todo, en la falibilidad esencial de las ideas políticas.
A veces, con suerte, uno tiene la impresión de leer sobre el tema cubano a algún que otro autor con vocación de “intelectual laico”, como pedía el palestino Edward Said.
Pero los monjes y los zombies ideológicos hacen mucha más bulla. Eso sí.
Enrevesado y aburrido,no termine de leerlo aunque el tema prometia
Excelente artículo!! Me sentí profundamente identificado. Es injusto que para las personas de centro como yo no existan oportunidades en la Cuba de hoy para hacer política, aunque pienso que la mayoría de las personas son de este bando. Entoces, si somos tantos, deberíamos unirnos para empezar a transformar a Cuba hacia un futuro verdaderamente próspero y sostenible.
Quién queires ser o qué? Ah ya, la 3ra vía. Otro más q quiere una tajada del pastel
Wow como he disfrutado leer este articulo. Gracias!
Tu texto me puso a pensar varias cosas. Aureliano Buendía después de tantas guerras se encerró en el cuarto de inventos de su padre y se puso a hacer pescaditos de oro mientras el fantasma de Melquiades rondaba por algún lugar…no quiso que le hablaran más de la guerra…liberales o conservadores eran lo mismo.
Pura ira y despotismo personal lo hizo ir a la guerra…no compartía un proyecto…no era parte de la construcción de nada. En el medio de ambas posiciones se produce una opacidad. “Centrismo” es la definición de los que no tienen hegemonía…y la utilizan los que sí la tienen y hacen un uso desmedido de ella…en ese ejercicio crítico contra aquellos que se pondrían en el “centro” sin definiciones, se produce lo contrahegemónico: o sea una nueva hegemonía.
Asistimos a una guerra de posiciones en el territorio ideológico de la Cuba de hoy, sin duda alguna. No podemos saber qué pasará con el que muestre o intente mostrar una posición con respecto a ello, lo que sí está claro es que cada vez hace más falta en Cuba la posibilidad de que esas posiciones sean cada vez más visibles.
Yo no creo que sea un problema recibir ataques en un debate, porque el atacante siempre tiene las de perder si no se atiene a discutir las ideas de fondo. Ustedes mismos qué resolverían con atacarlos si pueden ahora hacer un estornudo y nadie puede taparles la nariz. El asunto que ronda en estas discusiones y que es fundamental es que no forman parte de una cultura de hacer política en el presente de Cuba hoy. El otro día veía un artículo en el Estornudo donde hablaban de “la nación fallida” sobre ello depende de lo que se entienda por nación o lo que se entienda por estado…no es lo mismo reaccionar contra una manera particular de entender la nación o contra una determinada práctica de estado…que decir que el estado está conservado y la nación está fallida…en verdad si el estado es cada vez más socialista la nación está cada vez más salvada o funcional…cómo podemos ser con todos y para el bien de todos sin un socialismo desde abajo, comunitario, participativo y profundamente democrático.
Más que la supuesta nación fallida lo importante es poner en discusión que nación deberíamos construir para que quepamos todos…ahora el todos es un asunto complicado porque parece por ejemplo que en el espacio en el que estaba Channel no cabemos todos…en la iniciativa privada no cabemos todos, entonces no nos engañemos no siempre cabemos todos, pienso que tenemos que cuidarnos de los esencialismos…también los pretendidamente martianos.
En Cuba no podemos encerrarnos en un cuarto para hacer pescaditos de oro…porque nuestra necesidad de definición no es entre liberalismo y conservadurismo…sino entre Capitalismo transnacional, prácticas socialistas dogmáticas o socialismo comunitario, popular y libertario. En este último no sé si cabemos todos pero puede ser que sí las mayorías después que se liberen a sí mismas construyéndolo.
Una manera muy original de describir el aspectro ideológico cubano de las últimas décadas, por suerte artículos como este avisoran que las cosas tienen leves cambios, yo soy de los que a veces tengo que hablar con la luna, pues en la comunidad donde vivo el que no es de un bando es del otro. Esta intolerancia mata al país, enajena a las personas, impide el desarrollo de la crítica, pues siempre te vaz a topar con unos sujetos con discursos prefabricados listos para taparte la boca y lo dificil de esto es que esta intolerancia llega a existir hasta en la vida intima de las familias, generando inemistades. Es lo de nunca acabar.
Adonis, cuando encuentren a “ese alguien” de difícil clasificación (¿centrista?), yo estoy con él.
“Socialismo o Barbarie”..dijo una señora llamada Rosa Luxemburgo hace casi un siglo. Lo pagó con su vida. No existen los “centrismos”. Y la etiquetica de “fundamentalistas” me recuerda a las campañas antisocialistas de “conservadores” y “reformistas” en los años previos a la caída de la URSS.
Y el eje “derecha-izquierda”…está presente en la humanidad desde que un tipo inventó algo llamado “propiedad privada”. O quizás deberías volver a la escuela y tomar la lección de la lucha de clases como motor de la histora, mijito ?
Idea sencilla, pero mal comunicada por el uso de un lenguaje super rebuscado. Periodista (y editor), no soy periodista, pero me parece que la magia del buen periodismo, está en saber llegar a todos. Este artículo es un GRAN ejemplo de mal periodismo. Aterricen!
Sergio, aunque enrevesado debió terminar de leer, parece que hablaba de usted.
Muy bueno colega!
…”alguien se pronuncia a favor de que se desaten en Cuba las amarras a la expresión, la creatividad económica y la participación directa, la gestión y el control de los asuntos públicos por parte de los ciudadanos (porque, OJO, no solo se corre el riesgo de expropiación de la soberanía nacional en manos extranjeras); si ese alguien sostiene la centralidad de la justicia social dentro del proyecto de nación cubana y apuesta por mecanismos eficientes de redistristribución de la riqueza; si cree en el valor de las utopías para caminar tanto como en el camino de la duda; si se opone a quemar otra generación en los hornos del voluntarismo, el capricho político, el dogma ideológico y el pensamiento único insular; si admira la fe ajena y le fascinan las religiones pero se guarece en la intemperie del escepticismo y es muy probable que sea ateo; si maldice el totalitarismo provinciano del trópico tanto como el imperialismo global; si reconoce la meticulosa insostenibilidad de los socialismos hasta ahora reales como la del capitalismo presuntamente exitoso e inexpugnable…” Ese alguien no existe, pues cada postura que dices tiene mil matices e intenciones. Te podría preguntar si no ha sido acaso tras la utopía que ha ido el pueblo y gobierno cubano, los revolucionarios pues, hasta hoy. Una utopía que es el sueño de una sociedad justa y con bienestar social….No hay mecanismos eficientes de redistribución de la riqueza en el socialismo que no pasen por la justicia social…qué más justo que distribuir a todos equitativamente sin tener en cuenta sexo, raza, ideología y creencias religiosas, postura política y demás y aún tener en cuenta no solo lo equitativo sino lo justo? No se puede hacer un gallo gallina pues de lo que se trata es de crear a partir de la realidad, no en base solo a lo que queremos que sea. Poner los pies sobre la tierra y seguir viendo a la bestia voraz que quiere comernos. Esa es la realidad y no otra hasta hoy.
Creo que el artículo toca una cuestión esencial en la Cuba de hoy, que es la Cuba desde 1959. Aquella idea de con la Revolución todo y fuera de la Revolución nada, aunque respondió a un momento histórico que exigía un posicionamiento radical, se enraizó hasta nuestros días y ha terminado por hacernos mucho daño. Ha relegado iniciativas de crecimiento en la nación por miedo al disentimiento, y porque si no estabas de acuerdo con algo de lo que un bando planteaba, pasabas a pertenecer irremediablemente al bando contrario. Nadie pudo, por ejemplo, decir al funcionario que compró las barredoras de nieve que en Cuba no iba a caer nieve jamás, porque ni el más sagaz meteorólogo se hubiese atrevido a contradecir una idea que viniera “de arriba”; y así podríamos referir cientos de ejemplos en otros temas más trasendentales para el país. Lo triste es que no aprendimos nada de esas lecciones. Hoy, cuando la realidad cubana exige de un análisis crítico a profundidad, continúan apareciendo censores apoltronados en un sistema que les da ventaja solo por hacer el rol de censor. Miro con preocupación algunos blogs y comentarios que solo buscan poner el dedo sobre quienes no se consideran de uno u otro bando porque su único compromiso, moral, ético… es con el futuro de su país, al que quieren más transparente y próspero sin abandonar las conquistas de los últimos 57 años. Personas que considero irresponsables, como un señor que conocí en Fb, Iroel Sánchez, que al parecer saca mucha ventaja al señalar y denostar, cual dios absoluto dueño de la verdad, a los que aportan algo al debate político sin esperar nada material a cambio, pero sí que este país asuma su camino con responsabilidad sobre ese pueblo que a veces no sabe en qué creer. Hay otros muchos censores en la red, y a ellos no los considero ni de la derecha ni de la izquierda ni del centro. Están, simplemente, debajo del tiburón, comiendo las sobras del pez, porque poco les importa la isla, pero gracias a eso consiguen internet en sus casas y celulares conectados con el mundo, algo a lo que no tienen acceso la mayoría de los cubanos. O personas como Sergio y Taíno que se niegan a enfrentarse a una idea que está escrita no para que ellos estén de acuerdo, sino para hacerlos reflexionar sobre otros puntos de vista, porque para ellos son incomprensibles las palabras del autor. Ojalá Cuba y sus líderes pierdan el miedo a la diversidad de opiniones y eliminen el mal hábito de calificar en un extremo u otro a los ciudadanos que desde su casa y con la nevera muchas veces vacía, imaginan un país diferente que sea realmente revolucionario desde su concepción hasta su praxis. Ojalá que los de un lado u otro aprendan a leer a los que escriben desde otros ángulos sin denostarlos ante las palabras altisonantes, descontextualizando ideas y manipulándolas a su antojo por caer bien a una cúpula. Ojalá no sean esos los que decidan nuestros destinos, ni lo que debe decir la gente, la gente que no es de izquierda ni de derecha, sino que es simplemente cubana.
Muy buen artículo, Adonis. Especialmente lúcido cuando expresas: “Pero, obviamente, el binarismo político está en crisis, tanto en la Isla (señaladamente tras el 17D) como en el mundo entero. El eje “izquierda-derecha” resulta cada vez más inoperante para describir la complejidad de realidades políticas surgidas en una época cada vez más díscola e interconectada.”
Estoy con Josué: socialismo comunitario, popular y libertario.
Demasiado lenguaje rebuscado que quiere intentar demostrar una profesionalidad frustrada. Un buen periodismo tiene que llegar a todos los niveles. La idea parece interesante, pero los obstáculos impuestos por el lenguaje no me dejaron terminar. OnCuba, con artículos así pierden reputación.
Bien, aunque hay varios extremistas entre los que me han antecedido en el foro, lo bueno es que ninguno de ellos fue capaz de comprender el artículo, felicidades Jesús Adonis.
en cuba hace mucho tiempo que no existe un politico puro ni de derecha ni de izquierda y mucho menos centristas un pais como el nuestro detenido en el tiempo sin ideas nuevas donde todos aparentemente estamos de acuerdo(ejemplo mas reciente el congreso del partido;mas de lo mismo) .
lo que si tenemos, muchos vivebien que a costilla de la necesidad del cubano de a pie viven ellos con su seudo politica y repito lo mismo de derecha que de izquierda .el centro solo dejadez ,fatiga politica obstinacion gente solo eso……
Chinchudo, lamento que no te guste la verdad (que además veo que otros comparten conmigo): El lenguaje empleado es demasiado rebuscado y eso denota mal gusto. Entiendo que se use en algún tipo de periodismo especializado, pero no me parece la mejor idea si se quiere llegar a la mayoría. No es que me “niegue a enfrentarme a la idea” de lo que que autor quiera expresar. Imagine por un momento que todos los cubanos tienen acceso a OnCuba y pueden leer el artículo. ¿Cuantos cree ud que terminarían de leerlo después de los 2 primeros párrafos? Me parece que para comunicar ideas hay que saber ponerse en los zapatos de aquellos a quiénes queremos llegar. No le temo a la diversidad de ideas. Al contrario, me gusta el debate!
Su comentario por ejemplo me pareció muy bien, pero también me parece que la buena crítica nos hace mejores.
Magnífico el mensaje que lleva, pero lamentable la forma en que está escrito.
Fue con mucho esfuerzo y voluntad que llegué al final del artículo. Demasiado extenso y snob para mi gusto. Todos los pseudointelectuales hacen lo mismo: aprovechan cada oportunidad para resaltar lo supuestamente literatos y pico de oro que son.
En fin, la idea del artículo está buena, pero la forma de escribir de este muchacho suena a cascajo y dolor de tripas.
Acertado el tema y las ideas de este artículo, Jesús Adonis es un joven dando cuenta de una realidad que vive todos los días. Alguien que a medida que continúe ejerciendo la creación y comunicación podrá ser más universal, pero sus ideas, sus verdades ya son maduras y habla de ellas con fundamento. Concuerdo con él en cuanto a la necesidad, la alegría de ajercer la opinión, la crítica, la réplica, el aprender una lección de otros que nos dejan vivos para contar con la experiencia. También, en mi caso, valoro otros tiempos en que fuimos más participativos, tanto en número de pueblo como en cantidad de organizaciones desde las cuáles decidíamos sobre nuestra vida y futuro. No me considero ni quisiera llegar a ser de centro, tal y como esta definido hoy, comparto mejor la diverisdad en la izquierda. Claro, en mi opinión Adonis habla de algo así, ni remotamente creo que hable de una mezcla “revolucionario + mercenario” (mitad y mitad), pero uso el término centrista con un significado político muy fuerte hoy. Creo que lo interprete en su propio sentido cuando digo que el enfrentamiento en discurso y práctica de los extremos “muy revolucionario” y “todo contrarrevolucionario” pasa por encima de las creencias y los deseos de mucha, muchísima gente. Para mi no quiero centrismo, sino prácticas participativas, revolucionarias, patrióticas, colectivistas, democratizadoras y siempre en la izquierda. Son injustos los improperios de quienes desean descalificarlo por joven, al escritor, estoy seguro que además de teoría hace mucha práctica revolucionaria.
Es curioso como casi todas las opiniones vertidas al respecto reproducen, precisamente, el conflicto existencial del que habla el artículo. A favor o en contra, pero nunca medias tintas ni equilibrio a la hora de analizar objetivamente un determinado fenómeno. Es el sino filosófico de los cubanos. El artículo, como buena parte del periodismo firmado en Cuba por los más jóvenes, una generación, la de los nacidos a partir de 1980, que apuesta por la crítica ácida, arrastra, depende de cómo se enfoque, una carga retórica que emplaza los paradigmas del periodismo convencional, una denigración injusta que me parece por demás ociosa, pues lo importante es la esencia implícita del mensaje. ¿Por qué exigirle al periodista que module el tono del discurso? ¿Por qué no le demandamos al lector que haga un pequeño esfuerzo intelectual, de leer entre líneas, hasta el final, pacientemente? ¿No sería subestimar al lector potencial del artículo decir que resulta enrevesada su lectura aunque sea verdad? La forma en todo caso no hace al contenido, aunque algunos piensen lo contrario. Más allá de la cuestión estilística, y de la noción de centrismo, que ahora mismo se me torna algo obsoleta, mejor sería hablar de diversidad o pluralidad, pero esta es ya una cuestión semántica, el artículo expone una problemática de repercusiones sistémicas. ¿Qué tan aptos estamos para el diálogo político consensuado? ¿Son dinosaurios los que rigen los destinos de la nación pero también los que desde el exilio exigen una purga que lleve a la muerte a miles y miles de cubanos? Pues si. Son dinosaurios en peligro de extinción. Eso no los hace menos temibles, pues intentarán preservar sus intereses y privilegios hasta el final, incluso, una vez muertos, traspasarlos a sus descendientes. Al final la política es una práctica nepotista. Sino que pregunten en Corea del Norte y Cuba. Por lo demás es muy bueno que el periodista traiga a colación el tema de la polarización económica e ideológica de la isla. Quizás aún no estamos listos para asumir el cambio pero es peor no intentarlo siquiera.
Aunque concuerdo que está demasiado ‘florido’, más que una opinión unánime (o al menos mayoritaria) me parece una ‘brecha’ que están aprovechando los detractores para, una vez más, como reza el mismo texto, hacer campaña y restarle valor a lo dicho.
Si la forma es barroca y el autor se excede… entonces es una p… mental, pseudo filosófica y burguesa. Por ende: una falsedad del diablo…
Obvio, que eso distancia. Más a este pueblo ‘proletarizado’, que mira con recelo todo que no tenga pinta chavacana.
Es un reflejo condicionado. Altamente. ¿Por quién? Por todos los que se esforzaron por nivelar por bajo.
Hay también un toque de machismo: ¡compadre! (asere para ser preciso) habla más claro, como los hombres…
‘Haciendo análisis de discurso’ daría mis consideraciones del autor, mas no es la idea…
Pero hay que estar claro: la ‘masa’ no tiene esas inquietudes y aunque lo diga todo en ‘letra’e molde’, la gente no se va a meter en esa ‘talla’.
La gente opera más sencillo: ok, existe una pila de problemas, todo está caro y no siempre se encuentra comida en los estantes, pero eso es resultado de lo ‘abstracto’. Cuando más, le ponen un apellido u otro. Y de ahí no pasa.
La reflexión o la decantación política, se suple con montarse en una valsa… Y que la luz la apague el último que salga. Pa’ eso los formaron. Para no pensar en nada.
Entonces, dejen al muchacho en paz. Si tienen paciencia y repertorio, lo leen. Si no escriban sus propias diatribas. En ‘cubano de la calle’, pa’ que los aseres no se pierdan.
A Adonis, decirle apenas: sé más sencillo. Todos pasamos por eso. Menos excibicionismo. Más letras.
PS. Confieso que también me salté pedazos, más por mi trastorno de concentración web que por el lenguaje.
Buen tema que lamentablemente pudo estar mejor escrito…
Mira tú q salto en las opiniones, de un artículo q solo comentaron 3 a otro q solo comentaron 4, todos familiares tuyos, a este q ya tiene 24, solo q de ellos muchísimo más de la mitad son para criticar, tu forma de escribir, tus enrevesados argumentos, y de como un buen tema, con mucha tela por donde cortar, con mucho trigo, con muchas potencialidades, como lo echas a perder con tu barroco hablar, nada, neoperiodismo criticón del viejo periodismo oficialista y q se toca al final con el otro extremo, o sea, con el Granma, exhuberante forma de escribir, arrogante, snobista…
hay una frase que no recuerso bien, trataré de ponerla lo más exacta posible: “En fortaleza citiada, cualquier voz disidentes es considerada una traición”. ¿Cómo pretender entregarnos sin luchar a pesar de tantas vidas y sangre que ha costado tener lo poco o mucho que ya nos parece muy normal y que muchos no tienen. hay que valorar las cosas en su justa medida.
Este artículo me impuso el reto de superarme como lector, fui al diccionario varias veces, ya estamos muy desacostumbrados a algunos términos (Cuba que siempre ha tenido tanta inventiva y sagacidad con el idioma) y muy acostumbrados a un periodismo mediocre y carente de análisis. Se agradece Jesús Adonis. No creo que se cometa una traición al hacer una crítica a uno de los peores males del país, el argumento de la plaza sitiada nos ha mantenido sedados durante medio siglo, debemos rescatar el derecho a opinar sobre cualquier tema sin que se nos pongan calificativos.
“Señal”, he visto comentarios como el suyo en otros textos de autores que sigo, aunque bajo otros seudónimos… acaso es tendencia arremeter contra los articulistas que escriben sobre determinados temas o forma parte de algún macabro plan? usted destila odio, debe cuidar su hígado y su karma.
Muy bueno el artículo, interesante tu punto de vista y tu forma de contarnos.
PD: el comentario de abajo, Señal, me causó un poco de repulsión. Parece que arrastras un asunto personal con el autor… ¿acaso te comió el pan de la merienda en el colegio?
Ramiro y la matancera (acaso Adonys), mis comentarios son los míos, los mismos de siempre, si hay otros q comentan sobre el asunto pues por algo será, pero yo comento poco y hasta ahora solo sobre este periodista, (acaso sobre ti), y más bien no sobre el peridista en cuestión sino sobre una forma de escribir q se la da de gan periodismos y no pasa de sr lo mismo q el periodismo oficialista pero en el otro extremo, q se la pasa criticanco al Granma y JR y demás, q ya no leo casi por estar bien lejos, pero esto es peor q aquello y se la da de buen periodismo, si no le gusta q lo critiquen, 1ro, q no critique entocnes a lso demás, 2do, q escriba mejor, q aprenda y sea humilde a las sugerencias y 3ro, todo autor, político o figura pública, está sujeta a escrutinio, nadie se pued emlestar, de lo contrario, q se suman al anonimato de donde no debieron salir jamás. Ese es el precio de hacer este trabajo, y esa, es la democracia.
Mi hígado está en perfectas condiciones, acabo de hacerme un TGP, y solo bebo agua de botella, por favor, censores de siempre, familia y amiguitos de Adonys q tanto escriben aquí, uds lo conocen, no era capaz ni de levantar la vista del piso, la merienda se la quitaba a los demás en su imaginación de niño agitado.
Esta bueno pero….medran engordando dogmas ? atizando con invectivas? infundios contumaces? bardas normativas? …hay necesidad de forzar tanto el rebuscamiento? se lee forzado.
Leí la recomendación de este artículo en el blog de Silvio Rodríguez, me encanta la canción que citas al inicio, es de mis preferidas y me recuerda una época de mi vida en que pensábamos que podíamos cambiar al mundo. Antes también fuimos zombies, pero éramos felices, porque en algo creíamos entonces. Hoy ya se me fue la energía y se me fueron mis hijos. Aborrezco a los zombies ideológicos porque no sé si creen. De las señales que envían otros zombies roñosas/os pasemos de largo.