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Termina el cuarto mes de 2025; un mes abundante en hechos interesantes. En lo doméstico:
- la posposición de la aplicación de una resolución muy cuestionada (la 56 del Mincin);
- la divulgación de otra que teóricamente persigue regular, controlar y fomentar la exportación de carbón creándole un esquema cerrado de divisas que priva al productor del 63 % de los ingresos que el produce, cuando el carbón no necesitó de ninguna hasta ahora mismo y se ganó por sí mismo y sin resolución alguna ser considerado un bien de exportación importante;
- la divulgación de un proyecto de ley sobre la propiedad sobre la tierra que excluye una parte de las empresas nacionales de poder arrendar, invertir y poner a producir la tierra, esa misma que ha permanecido años sin ser cultivada;
- la propuesta de un esquema de negocios a algunas compañías radicadas en el Mariel, que le permite operar con una tasa de cambio de 120 CUP por USD, ahorrándole al inversionista un monto importante de egresos en USD para el pago de salarios y mejorando los ingresos de los trabajadores de forma sustancial; pero a la vez, limitando a esas mismas compañías el uso de sus cuentas en MLC para operaciones domésticas;
- un creciente proceso de dolarización que tiene su expresión mas palpable en el incremento de la cantidad de tiendas que venden en dólares físicos o en tarjetas con respaldo en liquidez “real”;
- el incremento salarial para ciertas profesiones en el sector de la salud y de la educación en las escuelas ramales, indiscutiblemente merecido. Tiene como uno de sus propósitos frenar/detener/reducir, aunque sea un poco, la pérdida de personal calificado en esos sectores, aun cuando en el caso del sector médico crea diferencias entre profesiones que se necesitan una a otras (¿qué es más importante: un anestesista o un cirujano?) y, aunque parezca una paradoja, es el sector de la salud el más redituable de todos nuestros sectores “productivos”, el que más ingresos por exportaciones produce y el que requiere de menos insumos importados para hacerlo. Alejado con mucha ventaja del turismo, del níquel, del azúcar, del ron y del tabaco. Por eso que me cuesta entender por qué nuestros médicos tienen que desarrollar su trabajo en tan duras condiciones aquí en el “mercado doméstico” y por qué sus salarios no son los mayores de todos. El sector de la salud sigue siendo nuestra vaca lechera, deberíamos alimentarla mejor;
- la repetida posposición, debido a su complejidad, de la adopción de un régimen cambiario que permita crear un mínimo de confianza en los negocios, transparencia en las cuentas y señalas adecuadas para la asignación de recursos;
- el descubrimiento de que tenemos fallas importantes en aquellas compañías que manejan nuestro comercio exterior, por lo cual el país paga y pierde mucho dinero y las empresas que exportan o importan también;
- la confirmación de que el proceso de aprobación de mipymes se ha ralentizado tanto, que apenas poco más de una docena se han aprobado en los últimos meses, hecho que induce a pensar que aquella afirmación de que no existe ninguna guerra contra las mipymes es confrontada por los hechos, mientras la organización creada como su interlocutora apenas si emite algún criterio al respecto;
- la constatación de que la zafra no alcanzó la meta prevista de 299.8 miles de toneladas, lo cual hace peligrar las 22 mil toneladas de azúcar refino previstas y compromete las 30 mil toneladas para la exportación. En un reportaje de la Televisión cubana a finales de marzo se describían algunas de las causas que comprometían el propósito. En el momento del reportaje se producía el 32 % de la azúcar prevista y se había molido el 41 % de la caña comprometida;
- se confirma el mal desempeño del sector turístico que para los primeros tres meses de 2025. Cuba recibió un 30 % menos de visitantes internacionales;
- hemos tenido la buena noticia de la firma de un grupo importante de convenios y proyectos del sector de la salud con empresas y Gobierno de la República Popular China.

Estos primeros cuatro meses confirman, además, que lo que se ha hecho aún está lejos de lo que hace falta hacer. Nos hemos llenado de medidas y normas, de leyes y decretos leyes, de resoluciones ministeriales, de circulares, de orientaciones… Hemos dedicado más cerebro, tiempo, esfuerzo a regular/limitar, acorralar el crecimiento de las mipymes (solo el 15 % del PIB y ampliamente menos de un 10 % de los ingresos por exportaciones) que a la empresa estatal, lo cual es sin duda una de las más grandes distorsiones que se pasea entre nosotros, a la vista de todos.
Deseamos que la economía se recupere, pero hacemos casi todo lo necesario para que una parte de esa economía, la que más o menos tiene alguna dinámica, la pierda (regresa el déjà vu del carbón), mientras seguimos posponiendo ad infinitum aquello que nos ayudaría a revertir de a poco la multicrisis que nuestro país enfrenta.
Dinero. Cuba necesita dinero si quiere emprender el camino del crecimiento sostenible. Tiene hoy muy poca capacidad para producirlo únicamente con el esfuerzo interno. Nuestra economía necesita grandes flujos de inversión extranjera, y también de los cubanos de ultramar. Hace ya muchos años se estimó que se requerían unos 2 500 millones de dólares todos los años. Hoy, estoy convencido, esa necesidad se ha duplicado, cuando menos. Con las normas que tenemos hoy, con el reglamento de la ley que tenemos, con el tratamiento tan alejado de los estándares internacionales que tenemos, será muy difícil que los inversionistas extranjeros tomen el riesgo de enfrentarse a la amenaza de persecución de Mr. Trump y su equipo.
Pero tenemos otros inversionistas: los nacionales, a los cuales tampoco les facilitamos las cosas y hasta, sencillamente, los excluimos de posibles sectores de inversión, como propone hacer el Anteproyecto de Ley de la Propiedad, Posesión y Uso de la Tierra (artículo 39.1, numeral 4).
Cuba necesita de todos, cubanos y extranjeros con ganas de hacer y recursos para hacerlo. Nuestras normas deberían ayudar en ese propósito, deberían ser como los zapatos, suficientemente ajustados al pie que los calza, para que permitan andar ligero, pero no tanto que dañe ni tan holgado que entorpezca el paso.