Es verdad y lo es desde hace mucho: en economía, casi siempre hemos mirado hacia fuera antes que buscar adentro. No es nuevo, es parte y producto de nuestra historia, de nuestra condición de archipiélago, de nuestro relativamente pequeño tamaño, de nuestra posición geográfica. Es, de alguna manera, una rémora heredada del colonialismo, del neocolonialismo y luego de nuestra relación tan especial con la URSS, que nos permitió hacer grandes cosas y disponer de una fuente inagotable de recursos casi con independencia de nuestra capacidad para pagarlos.
Pero todo lo anterior es solo una parte de la explicación de la alta “propensión” a importar de la economía cubana.
Aunque pasa por la subjetividad, por aquello de que solo estamos a 90 millas del más grande mercado del mundo, de que en ese mercado cada vez viven más cubanos, que internet, WhatsApp y todas las otras tecnologías nos ponen delante de los ojos productos de “allá” que queremos tener “aquí” —muchos sin duda muy buenos—, lo cierto es que hay razones objetivas, asociadas a las características estructurales de la economía cubana, que de alguna manera convierten en casi incurable la propensión a importar. Volveremos a esto más adelante.
Sustituir importaciones fue uno de los “instrumentos, propósitos, objetivos” de la concepción estructuralista de desarrollo liderada por la CEPAL desde los años 50. No lo logró del todo América Latina, tampoco nosotros.
De la misma forma, tener una “política de sustitución de importaciones” ha sido una necesidad reconocida por muchos economistas cubanos, incluso antes de 1959; en parte inspirados en las concepciones cepalistas y en parte porque la realidad del país lo hacía evidente. El recorte de la cuota azucarera primero y su eliminación después, la reducción del comercio con Cuba y el bloqueo después, sin duda reforzaron las razones que, desde la teoría, se esgrimían sobre lo estratégico de lograr una efectiva sustitución de importaciones. Sustituir importaciones era una parte esencial en el empeño de reducir la dependencia económica de nuestro país.
Por eso, desde 1959 la sustitución de importaciones como un propósito / meta / objetivo ha estado presente en la estrategia de desarrollo de Cuba en sus diferentes etapas, y en los planes quinquenales desde 1975. Todavía hoy lo está, lo cual, lamentablemente, es una señal inobjetable de que no hemos alcanzado, ni medianamente tal propósito, y no porque no se haya intentado.
¿Qué dicen los datos?
En la década de 1950 a 1959, Cuba exportó 6 700,3 millones de pesos e importó 6 200,1 millones de pesos, obteniendo en esa década un balance comercial positivo de 500 millones de pesos cubanos. Dos años, 1957 y 1958 exhibieron balance comercial negativo.
En la década de 1960 a 1969, las exportaciones alcanzaron los 6 327,9 millones mientras las importaciones se elevaron a 8 978,8 millones, dejando un saldo negativo de 2 651 millones de pesos. En esta década, excepto el año 1960 —que tuvo un balance positivo de 28 millones de pesos—, todos los otros tuvieron un balance comercial negativo.
Entre 1970 y 1979 el comportamiento fue como sigue: exportaciones por valor de 21 592,5 millones y las exportaciones se elevaron a 24 605 millones, lo cual arrojo un saldo negativo de 3012,6 millones. En esa década todos los años tuvieron un balance negativo, excepto 1974 —fue positivo con 11 millones de pesos.
De 1980 a 1989, las exportaciones fueron 51 795,3 y las importaciones 67 684,3, para un saldo negativo de 15 889 millones. De esta década en adelante y hasta la fecha no se ha logrado un saldo positivo en el balance de bienes en ningún año.
En la década del 90, exportaciones por 20 867,4, importaciones, 37 467,8 un saldo negativo de 17 600,4.
En la primera década del siglo XXI, exportaciones por valor de 24 036,9 millones e importaciones por 74 492,2 y un saldo negativo de 50 455,3 millones.
De 2010 a 2019, las exportaciones fueron 38 640,3 y las importaciones 119 670,8, para un saldo negativo de 81 030,5 millones.
Ni siquiera en los momentos en que Cuba disfrutaba de acuerdos beneficiosos con la URSS que incluían precios justos para nuestras exportaciones a ese país, pudo hacerse efectiva una política de sustitución de importaciones que cambiara esa tendencia/padecimiento/ de la economía cubana. Tampoco se materializó el propósito de la sustitución de importaciones en esos años de este siglo en que disfrutamos de una relación beneficiosa con Venezuela. En ambos períodos, el monopolio estatal sobre las importaciones era prácticamente absoluto y la planificación, altamente centralizada, abarcaba prácticamente toda nuestra economía.
Otro aspecto que resulta interesante es el hecho de que en esos años en que nuestra integración al CAME modeló desde la industrialización hasta el comercio exterior en Cuba, la isla experimentó un desarrollo industrial poderoso, creando capacidades —mismas que hoy no tenemos— que, al menos teóricamente, permitían aquel propósito de sustituir importaciones y ganar independencia —no autarquía— económica.
Sin embargo, a pesar de tener financiamiento barato, precios justos y acceso relativamente privilegiado a mercados prácticamente cautivos, aquel propósito de sustituir importaciones no se alcanzó.
A continuación tres hipótesis muy elementales sobre el porqué.
Hipótesis 1:
El rol asignado a Cuba dentro de la división internacional socialista del trabajo no favorecía la estrategia de sustitución de importaciones.
Sin duda hubo sesgo hacia la especialización en bienes primarios, no obstante, si se revisan los convenios firmados por nuestro país es posible comprobar las oportunidades significativas que dicha relación brindó.
En 1976, Cuba y la URSS firmaron un nuevo convenio de colaboración económica y científico-técnica, que abarcó el período de 1976 a 1980. En dicho convenio se estableció la cooperación mutua en las ramas de la energética, la metalurgia no ferrosa, la refinación de petróleo, industria ligera, riego, drenaje y suelos, prospección geológica y otros rubros igualmente importantes. Se estableció, asimismo, el inicio de los trabajos de una planta siderúrgica y otra átomo-energética y además se fijó un precio de compra mínimo para el azúcar de 30,40 centavos por libra, cuyo precio se estableció sobre bases resbalantes, o sea, de acuerdo a los precios de las mercancías de la URSS, que debíamos comprar.
Hipótesis 2:
Las estrategias de sustitución de importaciones no alcanzaron sus objetivos porque faltó consistencia entre las políticas implementadas y los instrumentos utilizados.
Una revisión de la política arancelaria y la política cambiaria podría arrojar luz al respecto. Es cierto que una tasa de cambio sobrevaluada y el acceso “fácil” a productos elaborados hace difícil lograr una sustitución de importaciones efectiva.
Hipótesis 3:
El bloqueo de EE. UU. constituyó un factor negativo en el propósito de lograr un proceso de eficiente de sustitución de importaciones.
Tener acceso limitado a determinados mercados y productos que pudieron haber contribuido con la sustitución de importaciones es una realidad difícil de cuantificar. Sin embargo, el mismo bloqueo impuesto por el mayor mercado del mundo, a solo 90 millas, sirvió de “barrera protectora” para el naciente sector productivo cubano. Esa oportunidad es también difícil de cuantificar.
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En resumen, en aquella época tuvimos una relación comercial muy favorable para algunos de nuestros productos, créditos en condiciones inmejorables y protección respecto de las empresas más eficientes y productivas extranjeras, una aceptable capacidad productiva y energía barata, y aun así no logramos una sustitución de importaciones efectiva.
Es probable que una de las tareas más difíciles que de nuevo haya que asumir en algún momento sea la de diseñar una política de sustitución de importaciones que permita avanzar hacia un grado mayor de independencia económica.
Esta vez no tendremos una relación comercial favorable, ni créditos blandos con períodos de gracia que nos den un respiro, ni energía barata y estaremos dentro de un mundo muy competitivo, dominado por grandes compañías capitalistas transnacionales. Esta vez no tenemos esa capacidad de respuesta que un día nuestro sistema productivo alcanzó y aún estamos sumergidos en desequilibrios que hacen mas compleja esa arquitectura.
Solo para poner un ejemplo, la debilidad de nuestro sistema productivo requiere de insumos casi masivos, la devaluación de la moneda nacional —la misma que favorece las exportaciones y beneficia a un grupo de empresas nacionales que exportan— encarece aquellos insumos necesarios para reactivar / relanzar/ modernizar nuestro sistema productivo. ¿Qué hacer?
Pero, si queremos avanzar, junto a la promoción eficiente de exportaciones y la sustitución de exportaciones, necesitaremos una política de sustitución de importaciones que aproveche aquellas fortalezas que aún nos quedan, que sume e incentive a todos los agentes / actores en el propósito, que genere y respete compromisos y produzca la confianza imprescindible. Por eso me aventuro a decir que la política de sustitución de importaciones solo tiene sentido si es parte esencial de una política de desarrollo productivo del país.
Sustitución de importaciones???? No se pudo antes y menos se podrá ahora con el nivel de destrucción q tiene la base productiva del país…. Creo q las reservas de eficiencia están agotadas y no queda otra q inyectar capital para al menos garantizar la reproducción simple del capital….pasarán muchos años antes de q se vea una transformación sistémica q ponga a la economía cubana en la senda del crecimiento…entonces se podrán implementar esas políticas
Profesor, si la agricultura que es la rama productiva hoy super critica para todos los cubanos por la escases de alimento que trae precios de espanto, un cartón de huevo 3500 pesos, el doble del salario de un jubilado, en donde el sector privado fue y sigue siendo el más productivo y eficiente, exceptuando los cultivos extensivos que ya hoy tienen muy baja ocurrencia, en donde algunas “zonas de interés” como el cultivo del Tabaco nunca se ha intentado colectivizar la actividad y por ello sigue siendo de las mas privilegiadas, y que sería fácilmente entendible que se reinvirtiera esos casi 2 mil millones de dólares que se compra en el exterior de alimentos, y los decisores siguen sin entenderlo e imponerlo para bien suyo y de toda Cuba, la sustitución de importaciones hace años viene forzada por la ausencia de moneda dura, pero simplemente no se sustituya nada, desaparece.
Curioso que en este artículo no se menciona a las ahijadas y bien ponderadas FGNE? No sé , pero cualquier tiempo pasado fue mejor, el problema es el ahora, no el ayer o lo que va a ser la política en el futuro. Me quedé esperando por un llamado a las FGNE a producir que casi ninguno lo hace, sigue pendiente el análisis de productividad estás.
Profesor, no mencionó que las FGNE importaron el pasado año más de mil millones de dólares y en lo que va de este casi llegan a esa cifra.
Importaciones que hacen en su gran mayoría con pagos desde el exterior, a travez de mecanismos alternativos a las instituciones financieras cubanas.
Mecanismos creados por la permisibilidad al no ofrecerce vias legales para acceder a un mercado de divisas de manera ordenada.
Que más allá del bloqueo y del toque, la razón de la inflación que estamos padeciendo parte por no reconocer esta problemática y buscar una alternativa a su solución.
Que si no invierten las FGNE en las empresas estatales. Se debe en gran medida a las malas experiencias de aquellas que luego no han podido acceder a sus fondos.
Que no se debe disponer de los fondos de las empresas privadas que se bancarizan para emplearlos en otros destinos sin consultar a sus propietarios.
Que la importación debe ser un mecanismo que se ordene de forma intersectorial y teniendo en cuenta a los proveedores nacionales, si la intensión es sustituir Importaciones.
Que hay casos en la situación actual de empresas nacionales que producen y compiten con empresas privadas mientras los hoteles y las tiendas importan los mismos productos.
Que si la importación se hará para potenciar la producción nacional es contradictorio que no le permitan a empresas estatales pagar a privados en divisas y a extranjeros si.
Que tenemos un sinfín de contradicciones, problemas estructurales y políticas económicas que cambiar ahora, para rescatar los logros de esta revolución y continuar con un modelo económico realmente prospero y sostenible hecho por los cubanos y para los cubanos que creemos en este.
Que nuestro futuro económico y social corre hoy peligro y no es por el imperialismos solamente, en gran medida se debe a nuestra incapacidad al hablar de la historia económica de Cuba y no ponerle nombre a los problemas actuales, permitiendo diferenciaciones entre los diferentes actores de la economía y diluyendonos en análisis y controles de los resultados sin terminar de enfrentar con acciones las causas de estos problemas.
Considero que todo parte de respetar los compromisos como bien mencionó.
Solo el respeto generará certidumbre y motivación para invertir en el desarrollo de las producciones nacionales.
Profesor muy atinado como siempre. Pero a estas alturas dudo mucho que haya un cambio económico sin haber primero uno político. Perdón por la desesperanza.
Estimado Triana, pregunto si existe la posibilidad de que una cuarta falla en la sustitucion de importaciones en tiempos del CAME, haya sido porque el desarrollo industrial se sostuvo con importaciones de insumos para las nuevas industrias y no en desarrollar industrias que proveyeran parte de las necesidades de las nuevas fábricas de bienes terminados.
En esta ocasión no coincidimos plenamente con el artículo de este economista acerca de las importaciones. Por supuesto que hay y siempre han habido menos ahora intercambios comerciales es decir se exporta e importa y de ahí la balance comercial pero Cuba nunca fue importador de alimentos . Con alimentos y otros productos del agro y minería pagabamos el desarrollo del transporte, la generación de electricidad de electricidad y lo que comida prácticamente toda era de producción nacional . Por eso creo que es importante diferenciar entre las importaciones y las exportaciones.. Pienso que Cuba nunca fue un país importador de alimentos , de productos agrícolas. En eso éramos sustentables.