Una frase en la Mesa Redonda del jueves 9 de enero ha motivado este artículo: “No necesitamos directores de empresas, necesitamos empresarios”. Me pregunté de inmediato. ¿Entonces todas esas miles o millones de horas y recursos dedicados a formar directores de empresas en todos estos años [1], dónde quedan?
Los homo sapiens compartimos buena parte de nuestro código genético (esa combinación de cadenas de proteínas que se llama ADN) con el resto de los seres vivos del planeta, incluso con los más elementales unicelulares. Solo algunas de esas combinaciones de proteínas son específicas. De igual forma, en el universo homo sapiens la similitud de nuestros códigos genéticos es impresionante, apenas unas pocas combinaciones nos diferencian a unos de otros.
Los avances científicos han permitido manipular esos códigos y hoy estamos muy cerca de poder “producir bebés de diseño” lo cual ha generado serios cuestionamientos éticos. No sé si es posible esperar que un día esa manipulación produzca bebés que nazcan ya con las características de empresarios(2)[2] y/o emprendedores, lo cual provocaría un tremendo ahorro en carreras universitarias y cursos de formación, así como provocaría un repunte del desempleo entre los que se ganan la vida con ello. Algo no muy bueno para alguien como yo, por ejemplo. Pero aún estamos lejos de tan innovador suceso.
¡No, no se nace empresario!, aunque indudablemente la vocación, la habilidad innata, ciertas actitudes, aptitudes y patrones de comportamiento “no adquiridos”, el ambiente familiar y algunos otros aderezos de la personalidad, juegan su papel.
Hay también otros factores del entorno que ayudan, inducen, provocan, propician, facilitan, la transformación del homo sapiens común en homo sapiens empresarius.
Obviamente existe la subespecie homo sapiens empresarius cubanus, de la cual se han escrito desde tesis de doctorado y maestría, manuales y metodologías para la formación de empresarios en Cuba, pasando por novelas, hasta programas de humor…, a veces humorísticos.
Ahora que tenemos 3G y hasta 4G es muy fácil constatar la cantidad infinita de definiciones sobre cuáles son los atributos y qué es lo que hacen los empresarios. Cada profesor que se dedica a este asunto tiene su propia definición o comparte alguna enriqueciéndola o empobreciéndola con sus propias adecuaciones.
Sobreabunda también la literatura acerca de la diferenciación entre empresario y emprendedor. A diferencia de la palabra empresario, cuando se habla del emprendedor casi automáticamente las personas lo asocian a la pequeña y mediana empresa, y en Cuba al sector por cuenta propia.
Sin embargo, en la Universidad de la Habana, quien lidera la Red de Innovación y Emprendimiento, una muy querida colega mía, compañera de trabajo en el Centro de Estudios de la Economía Cubana, con muchos años de labor in situ con empresas cubanas, se desgasta sosteniendo la idea de que los emprendedores no son exclusivos de un sector o una forma de propiedad y constantemente repite que hay emprendedores en el sector estatal de la misma forma que los hay en el sector no estatal. A veces logra que la entiendan y acepten su punto de vista.
La obsesión por encontrar oportunidades y la capacidad para identificarlas es algo muy propio del espíritu emprendedor, quizás su rasgo distintivo más definitorio y ello va de la mano de la disposición a tomar riesgos y de la actitud para sobreponerse al fracaso. Convertir esas oportunidades en un buen negocio es lo que convierte al emprendedor en un buen empresario[3]. Generar un ambiente de negocios que facilite ese propósito es tarea de los gobiernos y posiblemente una de las más importantes.
También es cierto que no todos los directores de empresas (en Cuba y en el mundo) son “empresarios” y también lo es que no todos los empresarios son emprendedores, de la misma manera que no todos los emprendedores son empresarios. De igual forma sería falso pensar que carecemos absolutamente de empresarios dentro de nuestros directores de empresas, o peor aún, que no existen emprendedores dentro de las empresas estatales cubanas.
De hecho, la propia realidad que vivimos hoy lo demuestra casi a diario. Hay verdaderos empresarios en nuestro sector estatal, hombres y mujeres con ese olfato para la oportunidad que han sabido saltar muchos obstáculos, luchar y convencer a la burocracia, sobreponerse a prejuicios y sospechas, aun a riesgo de su puesto y de la consideración de sus superiores.
También es una verdad irrefutable que una buena parte de los empresarios y empresarias cooperativistas y privados exitosos que tenemos como parte del sector no estatal fueron antes directores o directivos de empresas estatales. Ocurre que en algún momento de sus vidas ocurrió la metamorfosis, un pedacito de la cadena de proteínas de su ADN fue sustituido por otro y además encontraron un entorno diferente al que tenían en el sector estatal.
El empresario como agente de cambio es una figura que aparece de forma muy clara en la obra de Joseph Schumpeter. Es esa persona que busca oportunidades para obtener beneficios a partir de generar nuevas combinaciones de procesos, productos o servicios y con ello obtiene una ventaja momentánea que le permite incrementar su participación en el mercado y obtener ganancias extraordinarias. Nada tiene que ver esa cualidad, la de ser empresario, con la forma de propiedad de la empresa. Puede ser dueño y empresario o puede ser un asalariado del dueño. En esa versión, la versión de Schumpeter, el empresario es PRINCIPALMENTE un AGENTE DE CAMBIO.
Vaya coincidencia. Hoy desde la dirección del gobierno se les está pidiendo a los empresarios cubanos eso mismo, que sean agentes de cambio, que identifiquen las oportunidades (para exportar, para sustituir importaciones, para incrementar la participación de sus productos en el mercado nacional) y las aprovechen. Claro está que para ello hay que dejar que el empresario sea empresario.
Pero volvamos a la frase que cité al principio. Ella en sí misma encierra una dicotomía entre lo que en Cuba conocemos como un “director de empresa” (estatal) y un “empresario”.
Sin dudas tenemos muchos directores de empresas que no son empresarios estrictamente hablando, que se enfocan más en el manejo y control de los procesos que en la identificación de oportunidades y generación de nuevas metas. Una buena parte de ellos son, sin dudas, el producto de las circunstancias en las cuales se formaron como personas y como directivos, caracterizadas por un excesivo verticalismo en la toma de decisiones, escasa libertad de acción de las empresas, manejos altamente centralizados de los recursos desde los niveles centrales, participación formal en la toma de decisiones estratégica, subordinación de la estratégica de la empresa a lo operativo determinado por el plan, carácter pasivo del sistema financiero y bancario, elevados controles, exceso de normas y normatividad positiva (esto es: solo se puede hacer lo que ha sido orientado) incentivos desincentivadores, etc. Así pues, nuestros empresarios y nuestros directivos de empresa tienen que transitar por el más difícil de todos los senderos, el de desaprender.
Lo harán, sobre todo si se logra crear ese “ambiente de negocios” que a la vez que propicie y obligue a armarse de nuevas actitudes y aptitudes, pasa también por el aprendizaje y la mejora del sistema de los incentivos [4].
Hay, pues, obstáculos de diferentes órdenes: aquellos que se generan dentro de cada subsistema y son de alguna manera específicos de ellos. Por ejemplo, cuántas circulares emitidas por una Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) o una empresa obstaculizan el trabajo de ellos mismos o de una Unidad Empresarial de Base.
Hay otros que afectan a todos los subsistemas, como es el caso de leyes, decretos leyes o decretos (o partes de los mismos) procedentes de las organizaciones reguladoras nacionales y que obstaculizan los propósitos de alcanzar nuevos mercados, mejorar la productividad, etc.
Así, existen dos enfoques, uno vertical, que sería el primero descrito y el otro transversal, que permitiría hallar ese mínimo común que multiplica las dificultades y que está presente en los tres subsistemas pues no basta con destrabar las trabas que traban a nuestras empresas estatales. En realidad hay que lograr destrabar aquellas lo que afecta al sistema empresarial cubano en su conjunto, pues es la única forma de lograr de manera efectiva esos encadenamientos que todos los decisores están pidiendo hoy.
Identificar cuáles son los obstáculos comunes a todos ellos y eliminarlos [5] podría facilitar esa aspiración que una y otra vez el Presidente del país ha repetido en los últimos meses.
Cuba necesita empresarios y empresarias y también verdaderas empresas, no solo en el sector estatal, pero también necesita buenos directores y directivos. Lograr implantar ese pedacito nuevo de ADN que conduzca a la mutación necesaria, ahí está el asunto.
[1] En los años ochenta llegamos a tener un Instituto Superior de Dirección de la Economía que formaba directivos de empresas con filiales en cada una de las catorce provincias del país.
[2] El concepto de empresario y el empresario mismo han transitado por más de cuatrocientos años. Encarna la separación entre la propiedad de la empresa y quien está encargado de conducirla sin ser su dueño y en su versión moderna es el producto de una innovación financiera hecha en Holanda allá por el siglo XVII por un escocés llamado John Low, padre de la sociedad por acciones.
[3] Intrigado por el éxito de un buen amigo, le pregunté una vez como había llegado a ser un empresario tan exitoso, su respuesta fue toda una revelación; “Juan, me dijo, antes de tener éxito en este negocio que ahora manejo fracasé 11 veces y perdí dos matrimonios”. Vaya combinación de obsesión y voluntad. Claro, en la cultura en la que se desarrolló, el fracaso es parte del camino natural hacia el éxito y tomar riesgo no está prohibido.
[4] El exceso de normas ha caracterizado y condicionado el desempeño de nuestro universo empresarial; leyes, decretos-leyes, decretos, circulares, memorándums, y otro grupo de ellas no escritas. Solo en el caso del trabajo por cuenta propia del año 2010 a la fecha se han emitido más de 600 regulaciones de diversa categoría. Sería bueno conocer cuántas padecen nuestras empresas estatales.
[5] ¿Debe adaptarse el sistema que produce la riqueza del país a la norma o debe la norma adaptarse a los propósitos de aquel sistema? Quizás está resulte una pregunta retórica para algunos, pero a mi juicio debía presidir la definición de cualquier nueva norma (ley, decreto –ley, decreto, etc.) que afecte a nuestro universo empresarial en su conjunto.
Muy interesante!
La tarea es dificil,hacen falta empresarios,empresarios que generen riquezas,pero que no la acumules,que se las entregue al estado,que trabajen como mulos pero que vivan modestamente.
Articulo fantastico!
Magnífico análisis.
Creo que lo que realmente falta son empresas. No habrá empresarios mientras no existan empresas. No hay sistema empresarial cuando lo que existe es un conglomerado de entidades con una producción mayoritaria de papeles impresos, que supera el volumen de producción de objetos y de servicios.
No es empresario aquel individuo impuesto, a su vez controlado doblemente por un sistema militar y por un sistema partidista, que llegó al cargo por su participación fervorosa en la repetición de consignas y actos de contricción desde muy jóven, pero sin ninguna cualidad como emprendedor.
No hay productores cuando lo que existe es una masa de personas con salarios insuficientes, que pasa la jornada laboral tratando de evadir responsabilidades y afanes, que busca prioritariamente como conseguir algun bien o valor utilitario que permita llevar a su casa para intercambio o para nutrir a su gente.
No hay salario cuando la moneda en que retribuyen por asistir a un lugar a “trabajar” solo sirve para hacer trueque por cosillas de muy mala calidad o para cambiarla por otra moneda con mayor valor, pero que ninguna de las dos tiene valor de atesoramiento real para acumularla en función de garantizar una vejez mejorcita.
No hay tiempo, no queda tiempo cuando este se convierte en el unico recurso verdaderamente valioso en la unica vida que tenemos.
Que mentira lo del ¨espiritu emprendedor¨… no existe tal cosa… el que tiene dinero no quiere producir nada, presta el dinero para que otros produzcan… ese es el famoso emprendedor… una persona endeudada que a penas podra pagar la deuda antes de ir a la quiebra… Asi funciona… Y bueno en Cuba a lo que llaman emprendedores son solo pequenos mafiosos, especuladorcillos y “vivos” de varios tipos…
Saludos Magdiel: Mi nombre es Yarbredy Vázquez López. Soy cubano, economista, investigador y docente en Cuba sobre estos temas. Ud. hace unas afirmaciones muy, pero muy categóricas. Voy a asumir que Ud. es todo un ilustrado y que, obviamente como, habla con toda esa seguridad, pasándole por encima a Low, a Marshall, a Schumpeter y a todos a los que en los últimos dos siglos (al menos) han estado indagando sobre la natuaraleza del empresario, Ud. tiene una teoría muy propia sobre el asunto. A ver, ilústrenos. Y si tiene un aparecer o algo así puede decirnos sin pena (no se puede tener pena), que es un prejuicio suyo.
Y para Cuba ni le digo, hay de todo. Pero tenemos emprendedores y empresarios relamente buenos. Además de los vivos. Como también hay vivos en otras esferas.
Un poquito menos de veneno y un poquito más de aporte y debate constructivo es lo que le recomiendo para la segunda mitad de enero de este año. Saludos a Ud. y a OnCuba.
Quizás mucho estudio, y miles de paginas escritas y gran cantidad de conferencias etc, no convierte a una catedrática en experta en el tema, yo Ingeniero y exdirector de una Empresa con 3 mil trabajadores, no de los mejores Directores, puedo afirmarle que dele a un Director autonomía, facultades y Financiamiento y tendrá un Empresario, hágalo socio y dele participación de los resultados es decir de las utilidades y existe un 50 % de probabilidades que tenga un Emprendedor. En el mundo existen Directores de Empresas, esos son unos asalariados bien pagados y de confianza, existen Empresarios y esos son mejores pagados y poseen todas las facultades de la entidad que administran, pero cuando son socios, son parte de la junta directiva de esa Empresa junto con los propietarios y mayores accionistas y como mínimo tendrá un empresario emprendedor. En Cuba existe todo el material humano que necesitamos o son fáciles de convertir, de lo que carecemos es de autonomía, facultades y salarios acorde a su trabajo.
Excelente artículo.leo todos y cada uno de los trabajos del autor.
Compartí este artículo en un comentario a un trabajo en Cubadebate, pero no me publicaron.
¿Cuanta falta hay de que estos trabajos se publiquen en Cubadebate, para que llegue a más cubanos.
Aprendí de Juan Diego Gómez que el emprendedor es la nueva carrera universitaria que lamentablemente no la enséñan ni imparten en ninguna universidad del mundo, el 90% de la población mundial recibe el salario de manos del 10% y están obligados programados mentalmente a entregar de su vida 40 años a trabajar para otro 8 horas diarias por 300 días al año average 2400 horas anuales por 40 años 96,000 horas average y hay quien después de los 65 sigue sin desprogramarse, solo tenemos una vida y esas 96,000 horas prefiero disfrutarlas como emprendedor y no haciendo millonario a otro. Recuerden que el médico no es el dueño del hospital, el piloto no es el dueño del avión, el guagüero no es el dueño del ómnibus, el ingeniero no es dueño de la fábrica y el basurero no es el dueño del camión, quiero decirles que mi economía cambió positivamente cuando me desprograme y aprendí educación financiera, saludos. jorgeartiles@nauta.com
Considero un error separar la Inversión extranjera y sus formas de asociase del sector no estatal y luego del sistema empresarial, poniendo el apellido estatal. El sistema empresarial es uno solo, con diversas formas de propiedad, estatal o privada (si hay capital extranjero). Y las emp. Mixtas o de capital 100% extranjero son no estatales igual q lo son las sociedades de capital 100% cubano, porque son privados de capital publico. Mucho trabajo se pasa para operar cdo los OACE y OSDE emiten normas y no queda claro quien puede y quien no puede aplicarlas. Y muy grave desconocer los limites cdo se llega a un conflicto en tribunales.