“¿Qué te pareció Mijaín?”, le pregunto a Yolexis* por WhatsApp, apenas minutos después de que el legendario Gigante de Herradura lograse su quinto título olímpico, en París.
“Brutal, brother, sencillamente brutal”, me responde como un rayo mi amigo, fanático como yo de los deportes y seguidor incondicional de los atletas cubanos cualquiera sea su disciplina y dondequiera que compitan.
“Te voy a confesar una cosa —me dice—: tenía mis temores, porque llegar a una Olimpiada con su edad, sin haber competido prácticamente en los últimos años, y tener que fajarse con luchadores más jóvenes en plena forma, no es juego. Pero Mijaín es un extraterrestre”.
“Yo también tenía mis reservas —me sincero. Y más cuando vi que le tocó el iraní en el segundo combate. Mirzazadeh es un tren en el colchón y muchos especialistas lo daban como favorito en los Juegos. Cuando vi que el iraní no quiso llevarlo al piso, me dije: ‘Se embarcó’. Y así mismo fue”.
“Es que es tipo no sé de qué está hecho, brother. Es una mole; pasan los años y está igualito”, apunta mi exvecino habanero con la euforia latiéndole en la voz. “Ya cuando vi cómo le ganó al iraní sabía que el oro no se lo quitaba nadie”.
“¿Y tú no tenías que estar trabajando?”, le pregunto para picarlo.
“¿Trabajando? —contesta con una sonora carcajada. Yo creo que este martes por la tarde no debe haber trabajado nadie en Cuba”.
“Hoy era el día de Mijaín. Se lo dije claro a mi jefe el lunes: que al otro día me iba después de almuerzo para la casa a ver la pelea, que si quería que me descontara. Aunque supongo que tendría que descontarle a todos, hasta a él mismo, que seguro también se fue a ver ganar al monstruo”.
“Me imagino que toda la gente estaría viendo la pelea”, le comento con un dejo de nostalgia.
“A menos que hubiera apagón —dice Yolexis. Por suerte en La Habana dan más suave. Y hasta estaban poniendo las peleas de Mijaín en el Yara. Yo habría ido, pero tú sabes que prefiero disfrutar el deporte en la casa, en shorts y chancletas y si es con una cerveza, mejor que mejor”.
“Ayer me compré seis Hollandia y las puse a enfriar, y ahora estoy celebrando con ellas. Pensé comprar más y decirle a algún socio, pero la verdad es que las cosas no están para andar de botarate. Si estuvieras acá, sería distinto. Estuviéramos celebrando juntos”, me suelta el latigazo sentimental.
“Ya lo haremos —trato de esquivar con rapidez el golpe. Igual no te tomes todas las cervezas, no sea que Dania te hale las orejas por ponerte demasiado contento”.
“Na’, un día es un día —se repone Yolexis—, y por lo que veo, no voy a tener muchas más oportunidades de celebrar en lo que queda de Olimpiada. Andamos a rastras, aunque eso ya se veía venir. Menos mal que Mijaín sacó la cara”.
“Bueno, quedan chances en la lucha y el canotaje, y quizá hasta en el taekwondo si Rafael Alba anda inspirado. A Erislandy Álvarez sí lo veo más complicado en la final del boxeo. Aunque quién sabe”, acoto.
“Contra el francés, en su casa, tendría que darle con todo, y no creo, porque Oumiha es un hueso, sabe tirar y enredar las peleas. Así ya le ganó en el Mundial. Igual una medalla de plata para Erislandy creo que está bien”, considera mi amigo.
“Ahí los que se quedaron por debajo fueron Arlen y, sobre todo, La Cruz —apunta. Al ring uno no puede subir a esquivar golpes y esperar que los jueces te premien por tu historia… Al menos los otros dos muchachos perdieron, pero se batieron. Y lo del judo, bueno, ahí yo sí no veía chance de medalla y así fue”.
“El judo de Cuba tiene que reinventarse, y más ahora que Idalys (Ortiz) se retira y el equipo cubano se queda sin referentes históricos. Lástima que Idalys se despidiera sin una medalla. Hubiera sido bonito, pero realmente era muy difícil”, lo apoyo.
“Los años no pasan por gusto, brother, menos para Mijaín, que se retira siendo el mismo monstruo de siempre —bromea Yolexis. Frente a él hay que quitarse el sombrero una y mil veces. Es el más grande de Cuba: una leyenda”.
“Y aun así hay gente que anda hablando mal de él en las redes, por lo que pasó el año pasado en Chile y porque Mijaín siempre ha apoyado al Gobierno”, le comento.
“Qué va, brother. Cada quien es libre de pensar lo que quiera, pero no se puede confundir la gimnasia con la magnesia. Mijaín es el mejor de la historia, sin discusión, un verdadero ídolo en todo el mundo, y si el rencor, por las razones que sea, no te deja reconocerlo, creo que algo no está bien contigo”, reflexiona Yolexis.
“Conmigo no, que estoy cien por ciento de acuerdo contigo”, le respondo, realmente preocupado por lo que los comentarios extremos, polarizados, pueden significar para Cuba, para su presente y, sobre todo, su futuro. Como también me duelen otros ecos de la despedida olímpica y deportiva de Mijaín.
“A mí su victoria no me ha dado solo alegría: también tristeza”, le digo a mi amigo desde la distancia de Dubái. “Por él, que se retira, pero sobre todo por nosotros, los cubanos, que no vamos a volver a verlo sobre los colchones, haciendo volar a sus contrarios, y dándonos la seguridad de una medalla de oro que solo él transmite”.
“Ni me digas —asiente mi amigo—, que cuando vi que puso las zapatillas en el medio del colchón se me partió el alma. Si no es porque ya tengo un poco de contentura por las cervezas, creo que se me salen las lágrimas”.
“Él era el que nos quedaba en medio de tanta marcha atrás en el deporte. Él, Idalys, que también se retira, y algunos otros que, siendo honestos, no se les comparan. Hay algunos nuevos fuertes, pero esos tienen todavía que hacer lo suyo, si es que no se quedan antes por ahí y luego se ponen a competir por España o Turquía”, añade.
“El panorama pinta gris —reconozco. Pero siempre habrá algún cubano que dé la talla, aunque no sean tantos como antes. Ya verás. Y nos quedan las opciones de los cubanos que compiten por otros países, los de España, Turquía y hasta Chile, como Yasmani Acosta, que tuvo la mala suerte de coincidir con Mijaín”.
“Pues sí, me dio un poco de pena con él; pero es que tuvo que chocar con una muralla. Con el número uno. Al menos se va de París con la medalla de plata. Y otros se pueden ir incluso con la de oro, como el boxeador pinareño que le ganó a La Cruz”, asegura.
“Por cierto, ¿sabes cuándo es esa final? ¿Y también la del triple masculino? Porque en esa debe haber unos cuantos cubanos, de aquí y de fuera, y cuidado y todo el podio no lo copen los que no compiten por Cuba —me dice. Yo espero que esas finales las pongan acá por el televisor porque, a fin de cuentas, son cubanos igual. ¿Qué tú crees?”.
* Yolexis es un personaje ficticio, creado por el autor como recurso literario. Sus opiniones resumen comentarios de varios amigos que residen en Cuba, recibidos por el autor en conversaciones con ellos a través de WhatsApp.