Gabriela anda por París. Visita museos, acopia informaciones relacionadas con sus intereses artísticos, conoce gente interesante, “maquina” nuevas obras, respira la ciudad. Vive. Es una artista versátil que va de la pintura al performance, y de ahí a la instalación y al video. Pertenece a esa generación de cubanas que han decidido tomarse el arte por su mano, sin prejuicios de ningún tipo. Agarra lo que necesita para decir lo suyo, se nutre de la tradición y, al mismo tiempo, la examina, la pone en solfa, la desmenuza conceptualmente.
La obra de esta habanera (1991) es autorreferencial, aunque no se queda ahí. Habla desde sí y para sí, con la inteligencia de que contribuye en su medida a la visualización y el empoderamiento de la mujer dentro de una sociedad que aún no ha dejado de ser patriarcal. Pero no sólo. El arte no conoce de reduccionismos ni etiquetas, y sus piezas van a más. Para mí uno de sus aciertos es plantearse la esfera íntima como campo donde han de dirimirse todas las batallas. La intimidad, querámoslo o no, tiene también una implicación política. Y Gabriela lo sabe.
Profesora de escultura, diseñadora escénica y de vestuario, hasta el momento ha realizado seis exposiciones personales, todas en La Habana. Como parte de exhibiciones colectivas, sus obras se han visto en Israel, Francia, Portugal, España y México.
Transcribo aquí su declaración de artista:
“…el vestido, un lugar habitado, un espacio vivido…Vístete con mi fuerza, con mi fragilidad, con mi incomodidad, con mi serenidad, con mi preocupación, con mi intimidación, con mi lucha, con mi naturaleza, con esto que somos todas.”
“Me interesa abordar conceptos sobre la mujer en su práctica como ser social, cultural y político. Desde la propia intimidad femenina explorar nociones como la moda, la indumentaria y toda relación que se establece entre el cuerpo y su apariencia.”
Este año obtuviste la beca Espuela de Plata, de la Fundación Mariano Rodríguez, que, en la presente edición, cuenta con el apoyo de la Fundación Braownstone. ¿Qué proyecto presentaste para concursar? ¿En qué consiste la beca?
Es una beca de formación para artistas cubanos residentes en Cuba. Consiste en un seguimiento al artista becado de acuerdo a su proceso creativo, para fomentar su carrera. Te ofrece mentorías con artistas, profesores o personalidades de otros medios que necesites para el desarrollo de tu trabajo, de acuerdo con tus intereses. En esta edición unió fuerzas con la Fundación Brownstone para ofrecer una estancia de un mes en París, donde estoy ahora.
Para mi sorpresa, fui nominada a la beca. El jurado de selección estuvo integrado por cinco curadores cubanos. Cada uno postula a tres artistas. Se comunican contigo para informarte de la nominación y te solicitan la presentación de un dossier de trabajo, que ponen a consideración de los directivos de las fundaciones respectivas, quienes toman la decisión final.
Antes has tenido residencias en Chile (2017) y Argentina (2018). ¿En estas ocasiones estuviste trabajando también con la metáfora del vestido desde una perspectiva de género, “con la relación que se establece entre el cuerpo y su apariencia”? ¿Cuándo comenzaste a investigar esta temática?
En la Academia San Alejandro, estudiando la especialidad de escultura en tercer año, en las clases del profesor Rolando Vázquez, justamente en el ejercicio de performance, ahí comenzó todo.
Supongo que tu paso por San Alejandro y el ISA no te haya servido para adiestrarte propiamente como performer. ¿Cómo emprendiste este camino?
El performance tiene algo hermoso, y es que el adiestrarse en él solo depende de ti, al menos cuando decides hacerlo parte de tu vida. Esto lo aprendí en uno de los talleres más importantes que he realizado sobre esta disciplina, de la mano de la artista e investigadora brasileña Eleonora Fabeao. Fueron tres días maravillosos conociendo qué es un programa de performance.
Pero sí le debo mucho a mis años de estudios, tanto en la Academia de San Alejandro como en el ISA, instituciones que fueron pilares fundamentales para mi desarrollo en este medio. En San Alejandro descubrí qué era el performance y en qué consistía, desde las artes visuales. Fue todo un reto enfrentarme a ello, aún lo sigue siendo, pero eso me enamora. No fue hasta mis estudios en el ISA, con un poco de más madurez en mi trabajo y un camino en el que me sentía a gusto para investigar, que cobré consciencia de que una parte de mi obra también la podía desarrollar en performance.
¿Quiénes son tus paradigmas cubanos y extranjeros en esta disciplina?
De Cuba te pudiera nombrar a Ana Mendieta, Carlos Martiel, Adonis Ferro, algunas obras performativas de Tatiana Mesa y Cirenaica Moreira.
Fuera de la isla, Rebeca Horn, Tehching Hsieh, María Teresa Hincapié, Regina José Galindo, Ligya Clark y Marina Abramovich.
El performance es un género que se desarrolla en un plano espacio temporal. De ahí su vínculo con las artes escénicas. Si se documenta, queda, además, una traza visual, en videos o fotos. Si por alguna razón no pudieras documentar tus performances, ¿los realizarías igualmente?
Sin duda alguna los realizaría, es su naturaleza; el performance tiene un margen de error que amo. Cuando realicé los primeros no era tan consciente de la importancia de una buena documentación y del registro de este, pero también queda esa otra parte oral, esa vivencia contada por el espectador, que es encantadora.
Esta pregunta me hizo recordar una pieza que realicé en 2014, Almanaque. El que la observa encuentra doce pequeños lienzos vírgenes manchados de maquillaje. Lo que queda es el rastro de ese año en que fui desmaquillando mi rostro mes tras mes, para crear mis propios lienzos abstractos. Sin embargo, considero que esta pieza fue un performance, un íntimo performance que solo presenciaron las personas que compartieron el ritual de una mujer desmaquillándose el rostro. De esa pieza no tengo una sola foto del proceso, solo quedan lienzos “manchados” de maquillaje y crema.
Describe brevemente el proceso de concepción y montaje de un performance. ¿Recibes las vibraciones del público durante su ejecución o estás tan absorta en la obra que apenas notas que eres observada?
Sé cuando una pieza nace para realizarse en performance. Últimamente me ha sorprendido que puede mutar su visualidad, quizás porque al trabajar con la indumentaria como material físico y conceptual se hace más orgánico; lo que horas atrás vistió mi cuerpo, luego va a dar a pared o un pedestal. Yo no ensayo la acción, cuando aparece en mi mente la estudio, investigo todo, la raíz y razón de cada uno de los elementos a utilizar. Una vez que ya estoy segura, comienzo a confeccionar las piezas necesarias que conformarán la acción. Es como realizar un ajuar. Y entonces espero para cuando tenga la oportunidad, presentarlo ante el público. Luego está ese margen de error que suscita cada segundo que transcurre el performance, y en el cual el espectador es imprescindible.
¿Recibes las vibraciones del público durante su ejecución o estás tan absorta en la obra que apenas notas que eres observada?
No busco la interacción directa con el público. Me gusta más el silencio, la contemplación, ejecutar acciones “simples” en donde solo soy observada. Eso a veces es mucho más aterrador que gritar o conversar con el espectador. Y sí, una mirada puede ser transversal. La fuerte presencia de ser observada la siento, es lo que me mantiene firme para no rendirme en la acción.
Fuera del aspecto profesional, ¿qué relación tienes con la ropa? ¿Crees, como muchos, que la ropa nos expresa?
La ropa me seduce. A veces esto no tiene explicación. El vestir es una búsqueda de expresión, es identidad, y huella del desarrollo de la mente, el cuerpo y su historia. Gracias a la beca Espuela de Plata pude confirmar esto con la mentoría de la investigadora y profesora Silvia Llanes y su curso La imagen del hombre, concepto dado por la diseñadora de vestuario Marielena Molinet.
¿Puede el hábito cambiar al monje?
Es indiscutible la importancia del vestir en la sociedad; y sí, puede el hábito cambiar al monje.
¿Confeccionas tus atuendos?
Siempre quise coser, pero, por mucho que mi abuela me ayudara, mis ideas necesitaban una materia que no tenía en mi historial: el patronaje. Nuevamente la beca es protagonista porque me brindó la posibilidad de pasar un curso con la diseñadora de vestuario Rosa Díaz y espero que ahora sí pueda armar mis ropas, pues empiezo a conocer todo eso de tomar medidas, cortar al hilo y al bies…
¿A quién está dirigido tu arte? ¿Tiene un@ destinatari@ expres@? ¿Cómo participa en la lucha contra los rezagos patriarcales en nuestra sociedad?
Es hermoso estar de pie observando un cuadro de Matisse que tantas veces soñé ver en físico. Eso lo viví hoy en el Pompidou. Se siente increíble ver una obra de arte y que genere tanto, por eso no tengo un público meta, o un destinatario específico para mi trabajo. Por ser artista no soy más o menos que nadie. Millones de veces la persona que menos imaginas te dice algo que cambia el rumbo de tu obra. Si bien en mi trabajo la mujer es un eje fundamental, me importa el vínculo sin discriminar géneros e identidades. Desde ese lugar me interesa expresar mi experiencia como hembra en esta sociedad, desde lo femenino, un universo que indiscutiblemente es diferente, se siente diferente, se vive diferente; un universo que respeta y materna. La mujer ha cambiado el curso de la historia de muchas maneras. Es de una fuerza abrasadora ser mujer y todo lo que potencia serlo. Nosotras hacemos territorios, y ese es el campo de batalla en el que lucho.
¿Te consideras feminista?
Soy feminista. Cuando entendí que no existe el feminismo, sino los feminismos, me sentí aliviada. No me gustan los extremos, ni las injusticias. La historia de las feministas es un diapasón gigantesco de posibilidades. Las primeras olas del feminismo estaban encausadas a aspectos en concreto, pero entonces faltaban muchas de las cosas que ya hoy logramos alcanzar.
¿Qué tipo de feminismo practicas?
Aún no sé si etiquetar el tipo de feminismo que practico. Me queda claro que la mujer, su integridad, su libertad, su vulnerabilidad, su seguridad, sus derechos, sus deseos, su identidad, su cuerpo, tienen que ser respetados y valorados, nunca invisibilizados, mucho menos masacrados. El feminismo es el movimiento crítico, social, político y cultural que ha logrado cambiar el rumbo de la historia con menos violencia que ningún otro. Gracias a la actitud obstinada y abnegada de la mujer de ser escuchada y vista, contamos con los avances sociales que hoy festejamos.
En lo adelante, ¿seguirás alternando tu obra personal con el diseño escénico, si es que una y otro pudieran separarse?
Sin duda alguna. El mundo del diseño escénico me apasiona, me nutre su forma de accionar y ser visible. Tener el poder de otorgarle una imagen visual a las ideas de un dramaturgo, un coreógrafo o un director es alucinante. Cada día vamos en pos de un arte más transdisciplinario; amo a los clásicos de la escena y su manera tan hermosa de trabajar en equipo. Un vestuario no sobrevive en escena sin las luces, sin un cuerpo que le dé voz y movimiento.
Comenta para los lectores tres de tus obras. En cada caso lanzaré algunas palabras a modo de provocación. No tienes que ser amable ni aquiescente.
LA MUSA INQUIETA: ¿Quién decide qué parte de mi rostro pintar? ¿Por qué sólo resaltar los labios? La tradición no debe asumirse ciegamente, su permanencia por siglos no la valida como una práctica que deba repetirse acríticamente.
La musa inquieta es un performance de 2014, y su primer contexto fueron los muros de ladrillos del ISA. Luego lo volví a realizar en Tijuana, México, en 2020. Quiero hacer hincapié en las fechas y sus contextos porque he experimentado cómo cambia una misma acción en diferentes territorios. Esta pieza habla un poco de la soledad y su inercia, pintarse los labios como metáfora de lo que hemos cargado las mujeres históricamente en materia de imagen, de canon de belleza. Al mismo tiempo, es la idea de la mujer como musa y, por supuesto, la mujer artista siendo su propia musa.
Esa fue mi motivación principal, pero a veces los sitios donde ejecutas las acciones abren un abanico de nuevas miradas. Así fue en Tijuana; allí la pieza obtuvo otro significado, aún más vulnerable. Allí, gracias al margen de error, incorporé dos acciones nuevas a la pieza: utilicé pañuelos para cada vez que terminaba de pasar el pintalabios por mi rostro limpiarme y volver a la acción con otro pintalabios; los pañuelos los dejaba caer al suelo, e invité a una amiga tijuanense, música, cantante lírica, Michelle Rivas, para que prestara su voz. Fue muy conmovedor, porque ella improvisó de acuerdo a lo que sentía con mi acción. Cantó un llanto, un grito en luto por todas esas mujeres muertas, desaparecidas en México, por las que ya no están y por las que siguen su lucha. Y yo mantuve el espejo, el pedestal y el vestido negro.
CUBA: Tiempo empozado, futuro que se aplaza, bomba de relojería.
Cuba, un vestido de relojes de pulsera rotos, recopilados desde 2017 hasta 2022. Para mí eso es Cuba, un tiempo a destiempo, una mujer, es la historia de una isla que debe ser contada.
COSAS DE HEMBRA: Desmitificación del retrato femenino. Apropiación de referentes reconocibles para reproducirlos con los pigmentos que se usan para maquillar (¿enmascarar?) el rostro. Varios pasos más allá de la belleza convencional de las modelos. Cuestionamiento de la esencia cosificada de seres que no trascienden la imagen que se codifica.
Cosas de Hembra comenzó por el deseo de pintar. Enfrentarse a uno de los temas más tradicionales de las Bellas Artes: el retrato.
Me tomó entre siete y nueve años pintar todos estos cuadros, que son apropiaciones de retratos de mujeres realizados por artistas masculinos a través de la historia del arte. Esta serie no solo me ha permitido explorar diversas técnicas de pintura y conocer mucho más acerca del universo pictórico en las artes visuales, sino también me ha relacionado con nuevos materiales y soportes para pintar; en este caso particular, el maquillaje y las toallas desmaquillantes.
Uno de los ejercicios académicos para aprender es la ardua tarea de reproducir y aprender la técnica de pintura de los grandes maestros en la historia del arte. Me parecía demasiado coincidente que muchas de las pinturas de referencia para la historia del arte, donde la protagonista era mujer, fueran pintadas por hombres. En todo este estudio me sedujo el retrato, siendo un fuerte exponente de la pintura; representa una crónica social por excelencia; y, por supuesto, detrás de cada uno de estos retratos están esas mujeres que he ido descubriendo. Sin ellas, la historia del arte sería otra.
¿Qué esperar de Gabriela Reyna en los próximos meses?
Para mi retorno a La Habana, tendré una exposición bipersonal junto a mi hermana gemela Greta Reyna. Es una exposición en la que venimos trabajando hace aproximadamente un año con las curadoras Nayr López García y Flavia Valladares. Será en el Centro Hispanoamericano de Cultura, y la fecha está aún por precisar. Luego, para inicios de año, ocurrirá la etapa final de la Beca Espuela de Plata, que es el resultado de la misma en una exposición personal.
Nunca paro de trabajar, el arte es mi refugio y mi libertad.