Julio Mitjans Cabrera nació en Santa Clara, en 1965. En esa ciudad fundó, junto con otros colegas, la editorial Sed de Belleza, que este año arriba a su 31 aniversario. Es graduado de Psicología por la Universidad de La Habana. Desde hace 25 años se desempeña como Metodólogo Inspector de Literatura en el Consejo Nacional de Casas de Cultura, institución para la cual ha creado la revista A las Raíces (2006) y el sello editorial Manos (2024). En estos momentos completa la Maestría en Estudios Interdisciplinarios en la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana.
Ha publicado los siguientes volúmenes de poesía: Venía diciendo una fábula (Editorial Sed de Belleza, 1994); Dime si te sobrepones (Letras Cubanas, 2018. Premio Dador de poesía del Instituto Cubano del Libro en el año 2000); Alejándose del resto (Premio Calendario, 2001). Su conjunto de poemas Torcíamos tabaco obtuvo el Premio de la Gaceta de Cuba en 2010.
He aquí nuestro intercambio.
¿Cómo fue tu encuentro con la poesía? ¿A qué edad ocurrió? ¿Hubo algún conocido, familiar o maestro que contribuyera en tu orientación vocacional hacia la creación poética?
Puedo decir a estas alturas de la vida que mi encuentro con la poesía no tiene fecha de partida, porque yo debería ser músico y no poeta; pero aquel niño intranquilo encontró en los libros consuelo a las reprimendas y castigos que le sobrevenían. Sí, me castigaban y me dejaban entre los libros de mi abuelo Guido, y allí aprendí a leer solo. Leía poesía, mucha poesía; ya después, Emilio Salgari, Los Miserables, Leyendas cubanas.
Otros encuentros fueron importantísimos: mis maestras en la primaria Lidia Valle Rojas, en especial la de primer grado. Por ella supe que podía ser amado fuera de mi familia. Se llamaba Pilar Banguela Noriega, y nos enseñó a caminar por lo desconocido. Nos decía: “Ya dijiste lo que sabes, ahora explica lo que no sabes”. Y en el Preuniversitario fui alumno de Mercedes Sallent, que siempre supo que sería poeta.
Pero fue la lectura del “El cuervo”, el poema de Poe, al parecer en una buena traducción, lo que me convenció de que en las palabras hay mucha música. Tendría por entonces 13 años. No más.

¿Dónde y cuándo diste tus primeros pasos como escritor?
Yo quería escribir desde siempre, pero mis primeros pasos en los Talleres Literarios no los di en Santa Clara. Comencé en el taller que tenían Chely Lima y Alberto Serret en el Centro de Arte de Boyeros, en el año 1983. Ahí conocí a María Elena Hernández, Roberto Zurbano e Ismael González Castañer, y nos hicimos amigos. Hoy podemos decir que somos familia. También llegaron al taller Damaris Calderón, Sigfredo Ariel… Por esa época conocimos María Elena Hernández, Zurbano y yo a Walterio Carbonell. Walterio me cambió la visión de la literatura, y me clarificó el sentido de varios conflictos que yo viviría por siempre.

¿Qué lecturas han sido fundamentales en tu proceso de formación? ¿Algunas de esas continúan en tu preferencia?
Hay lecturas que nunca he abandonado. Las jarchas, me fascina ese pasado del idioma nuestro, ese proto español; Quevedo, Lópe de Vega, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Cernuda, Lorca, Emilio Prados, Seferis, Kavafis, Elliot, Pavese, Montale, Ungaretti, Guillén el antillano, Aimeé Cesaire, Glissant, Marcel Proust, Derek Walcott, Ezra Pound, Eliseo Diego, Lezama, Sor Juana, Huidobro, Vallejo, Dino Campana, Toni Morrison, Gastón Baquero… Uno es el resultado de múltiples interacciones.
¿Posees una definición propia de poesía? Caso que no, ¿hay alguna definición de otro autor con la que te identifiques?
Hay múltiples formas de definir la poesía, yo lo haré desde mi relación con ella:
Un gesto de mi madre; una complicidad con mi hermana; la forma en que mis primos y mis hermanos nos buscamos, nos encontramos a través de la memoria y la vida; el primer amor, vivencia que sigue dándole sentido a todos los amores que vinieron después y a los que están por llegar; sentarme en el Parque Leoncio Vidal; ir hasta la costa norte en el centro de la isla; pensar Cuba en mis palabras y en las palabras de otros; encender el fogón para cocinar; ir a un agromercado a comprar, regatear, tocar las frutas, la vianda, dejar que los granos caigan de mis manos devueltos al saco en una acción de aprobación; atisbar el sentido de todo lo que no se dice pero va definiendo lo que se vive y lo que muere.
Así es la poesía, como un imperio: está en todos los caminos de la vida.
¿Cómo era el poeta que escribió Venía diciendo una fábula? ¿Qué ha variado, qué permanece en el poeta de Dime si te sobrepones?
Julio Mitjans, en 1994, era un joven ávido de seres humanos. Es decir, de mundo, de literatura; un muchacho que escribía versos por necesidad. Del Julio Mitjans aquel me quedan muchas cosas: aún escucho el sonido de la palabra, pervive el hábito de la lectura; todavía me desvela la guerra que tengo con el tiempo, contienda en la que el tiempo me lleva ventaja, pero yo me sobrepongo.
Define tu poesía. ¿Te adscribes a alguna tendencia estética? ¿Te reconoces dentro de un grupo generacional? ¿Te identificas particularmente con algún poeta de cualquier época?
Me complace hablar de poesía cuando leo y me sorprende algo, y me permite construir un sentido otro. Pero hablar de mi poesía es demasiada vanidad. Aun así, te puedo decir algo: muchas veces estoy conversando con alguien cuando escribo versos.
En lo de las generaciones, pertenezco a los que no estamos en Retrato de grupo1; o sea, la generación de los 80. En realidad, no me siento parte alguna de nada. La ausencia de crítica, de debates alrededor de la literatura en general, hace bastante opaco el panorama literario cubano contemporáneo. La crítica ahonda en el siglo XIX, como si el siglo XX y, sobre todo, su segunda mitad, estuviesen en otra dimensión. Esa no circulación de ideas no esboza ni define al campo literario cubano. Mi pertenencia tiene que ver con el rigor con que se asume el oficio, no con tal o cual partido estético. Hoy, cuando las redes sociales han puesto en jaque todas las intimidades, cómo me declararía yo un poeta puro.
La pertenencia más sonada ha sido a El Palenque, núcleo poético que se visibilizó gracias a la discriminación racial. Todos somo negros y poetas. En un inicio estuvimos hasta en la blogosfera: “De El Palenque y para el mundo”. Relaciono los miembros iniciales: Dolores Labarcena, Julio Moracen, Antonio Armenteros, Ismael González Castañer, Rito Ramón Aroche, Caridad Atencio, y un servidor. En 2017 hicimos una lectura concurridísima en Casa de las Américas.
En cuanto a la identificación con otros poetas, son cinco los que admiro por lo que lograron: Lorca, Cesaire, Elliot, Baquero y Cernuda.
¿Reconoces en ti influencias de otros poetas, cubanos o extranjeros?
Podrían ser San Juan de la Cruz y Luis Cernuda.

Vamos a otro asunto. Participaste en la fundación de la editorial territorial Sed de Belleza (1994). ¿Bajo cuáles presupuestos se creó? ¿Por qué, siendo un proyecto de la Asociación Hermanos Saíz, la primera obra de su catálogo es Siempre es bueno recordar a Tebas, de Carlos Galindo, un autor consagrado?
Año 1994. Parecía que todo se iba a acabar. La máxima expresión de la Opción Cero. Norge Espinosa me propone hacer una revista que se llamaría Sed de Belleza. Hablé con Juan René González Coyra y con Noel Castillo. Andando los días los llevé a la imprenta de Cultura y allí ocurrió el milagro: Pedro, el cajista, dobla en cuatro una hoja de 8 ½ por 11, y nos dice que, en lugar de una revista, deberíamos hacer libros, que era más económico, pues se aprovecharía mejor el papel. Decidí dejar la idea de la revista, pero el nombre nos gustaba mucho y lo asumimos para el nuevo propósito.
Comenzamos con Carlos Galindo Lena porque era necesario que ese poeta volviese a las editoriales cubanas, Su magisterio había sido extenso; además, en el año 94 se cumplían treinta años de Ser en el tiempo, su primer libro de poesía. Fui a su casa y le hice la propuesta, que él aceptó.

¿Cuándo y por qué te trasladas a La Habana?
Como dije, comencé mi vida literaria en La Habana. Amanecer hoy aquí sucede en mi segunda estadía. Vine porque nunca apareció una asignación de plazas para los fundadores de Sed de Belleza. Mirando desde hoy, creo que hubo mucho miedo. Éramos tres jóvenes abiertamente homosexuales, y ahí gravitó el temor por la historia previa de El Puente2. Además, el machismo de aquellos años no iba a perdonarnos que tres gays declarados le sacaran las castañas del fuego al Instituto Cubano del Libro. En el año 95 publicamos 35 títulos. Uno de ellos fue Premio de la Crítica, El ojo milenario, de Lina de Feria, otra recién recuperada de la Parametración. Pusimos en el panorama literario a más de una veintena de escritores jóvenes. Demasiado atrevimiento. Aquel patriarcado aún no había sido estremecido por el Código de las Familias.

Entiendo que tienes una Licenciatura en Psicología. ¿Ejerciste la profesión? ¿Dentro de esa ciencia, hiciste alguna especialidad?
Estudié Psicología porque me gusta, pero dedicarme a ella implica un esfuerzo sobrehumano. El psicólogo es el profesional de la salud que menos salario devenga, pues lo consideran un profesional no propio del sistema de salud; o sea, una aberración del calificador de cargos. Me interesa la Psicología Clínica, y dentro de ella, la Orientación Psicológica.
Tu hoja de vida consigna que trabajas como “metodólogo inspector de literatura”. ¿Es un cargo burocrático? ¿Cuál es tu contenido de trabajo?
Para nada es un cargo burocrático. Desde el Consejo Nacional de Casas de Cultura me ocupo de los Talleres Literarios y del trabajo literario en las comunidades; además, en esta institución he diseñado las becas de creación Sigifredo Álvarez Conesa —para miembros de los Talleres Literarios— y La enorme hoguera —para especialistas de literatura, que en su mayoría son escritores—. No soy un directivo, soy un especialista que ha puesto su saber en función de una causa ennoblecedora.

¿Sigue siendo Santa Clara tu lugar en el mundo? ¿Qué edificaciones o barrios de La Habana tienen para ti una significación especial?
En Santa Clara está la mayor parte de mi familia, mi línea ancestral; en Santa Clara me enamoré perdidamente y comencé a comprender lo que significa ser gay, negro y poeta; a sumirme sin miedo, y exigir respeto por ello. Eso lo aprendí en mi familia. Ellos saben bien que la gente mediocre no acepta la plenitud de las cosas y de las personas.
La Habana es la velocidad de la poesía. Tiene tres barrios que son puro misterio, y van como dibujándole al mar una trama: Cayo Hueso, San Leopoldo y Colón.
Comparte con nuestros lectores cinco poemas que consideres te representen, en donde sea detectable el Mitjans esencial.
Ahí te van:
Memoria del otro
Para Luis
—Todo parece real —dices—
y ruedas por mi cuerpo
agua insomne sin llegar a la noche.
No tuvimos lenguaje de mudos, era una llama
igual al frío de un sable, que no se espera
y termina refugiándose en uno.
Dos cuerpos abandonados en los escombros,
rápidos los días, premuras de la concordia,
vidas que casi hilvanan la confianza.
Tras otro aire fuimos a repasar las calles de ayer,
las distancias que aún nos quedan,
la frágil edad del reencuentro, la encrucijada
y como en el cinematógrafo
vamos en la memoria del otro, que nos acusa
diciendo:
—Parece real.
Ladrón del mercado
Hermoso, los brazos largos y firmes
de quien ha recibido suficiente de la vida,
nada perturba el abandono que lo envuelve;
a su paso unos gritan: mercancía fresca y barata,
se confunden las manos durante el regateo;
mientras él, en un descuido alcanza la guayaba
y muerde, definitivamente.
Un anciano que lo ha estado mirando
toma al joven del brazo, y no se sabe si es el aroma de la fruta
o el ámbito del mancebo lo que el señor respira;
ya se alejan; el viejo deja oír de sus labios expertos y cansados:
—Siempre se puede más y más barato.
Los negros galantes
El tumulto solitario, lo que ves
son los negros galantes
esa puñalada arde y no sabemos dónde.
La vida más breve que ellos
es una garra que los atraviesa:
negros del puerto, lumbres en la noche,
negros en la esquina miran y lo saben todo.
El gesto infinito de sus músculos
enhebra, acecha el deseo de cada quien,
velan los sueños de su amante, desesperados
como si no encontraran la madre o lago remoto
esa es el arma, la impudicia.
En el mercado, en la fe, en la autopista
bajo el sol: negros, el jornal les ocupa, dan la espalda
queda un espacio escurridizo.
Árbol perenne, negros
juntos caen de sus ramas, sombras y pensamiento,
acaso no puedes o no quieres entenderlos
cuida que no te falte ese fuego
aunque solo sea la encrucijada
no hay más remedio
Tema y variación para Marta Valdés
Donde dije distancia
pon un río de amor
y una barcaza dejando su estela
por el Cauto imprescindible
mientras mis ojos se abisman en los tuyos.
Escribe mi nombre en la tierra
al conjuro de los nacimientos,
deja que el ala del crepúsculo
pase limpiando la huella del día.
Yo, que me negaba a todo convencimiento
ahora voy de tu mano hacia el secreto
de las cosas que nacen.
Donde dije encuentro, no temas
es el gotear de las horas, el cerco de los días
el peso de la eternidad.
Un lugar
Gloria Cabrera, mami Cuba.
Un ademán amenazante, un silencio entre voces, carcajadas sobre carcajadas, y el presentimiento de una fiesta, una cena conseguida con denuedo, servilletas y licor para la sobremesa, un sendero hecho por niños y sacos de carbón que avanzaban en hilera sobre la espalda, unas vidas que comienzan y acaban en el pregón. Por sobre todos los títulos una dignidad a veces corroe y otras retarda. Un patio lleno de maleza, un patio como si una selva lejana hubiese dejado el secreto de todas sus semillas en la tierra nuestra. Un paso sereno y próximo a la hora de la orquesta, una confianza al paso de los días, un escalofrío y el corazón como caña salida del trapiche. Vidas, cenizas aventadas según voluntad, o unos huesos para la memoria cuando solo queda la sabiduría de una palabra. Donde aún se escucha el eco de nuestros tropiezos, ahora respiran los días cercados por extraños. Una playa siempre esperando por nuestro encuentro, un estruendo, un mar que arrasa, un lugar para recordar la felicidad. Una tisana, un ensalmo, la voz de un eggun abriéndose paso entre los aciertos, una consagración, una fe para el camino. Un país inexorable como la empalizada que la creciente arrastra cauce abajo, un orégano, unos claveles, un girasol, una mariposa, una flor sin secretos solo su fragancia, y un río sin orillas que desemboca en la sangre. Un jagüey para que los muertos tengan abrigo, una conversación infinita, una onza de café para compartir. Y también en la época de la intemperie. Madre, tú siempre como una lengüeta de fuego. Madre de mis anhelos, para ti mi palabra más alta, mi voz sin temores, y la noche sagrada donde pugnan todos los nacimientos.
-
Antología curada y prologada por Víctor Fowler y Antonio José Ponte. Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1989.
-
Grupo literario que devino editorial. Fue fundado por José Mario y Ana María Simo meses después del triunfo revolucionario de 1959. A él pertenecieron, entre otros, los entonces noveles Nancy Morejón, Miguel Barnet y Gerardo Fulleda León. Se disolvió en 1966, luego de recibir ácidas críticas de Jesús Díaz, que estaba a la cabeza de El Caimán Barbudo, suplemento cultural de Juventud Rebelde. Los miembros fueron acusados de propagar la homosexualidad y el Poder Negro.