Lo leí en uno de los comentarios a la noticia de que se habían habilitado cuentas destinadas a que los cubanos residentes en el archipiélago podamos hacer donaciones en efectivo para paliar los daños de Irma. Antes se había dado a conocer que quienes no residen dentro de nuestras fronteras tenían a su disposición otra cuenta para hacer sus aportes.
El comentario en cuestión dice: “Qué bueno esto para los cuentapropistas patriotas. Los jubilados y trabajadores estatales, ¿qué dinero podemos dar? Habiliten para la entrega de ropa de uso y otros enseres”.
Ya en distintos espacios había escuchado voces que reclamaban lo mismo, o que se extrañaban de que, como en ocasiones anteriores, no se hubiese puesto en marcha un movimiento popular de donaciones. “Hay quienes hoy no tienen ni un caldero o un jabón”, le oí decir a una señora.
Una vez sucedido el devastador terremoto de México, el contraste entre ambas maneras de enfrentar el rescate de víctimas y la restauración de los efectos de los fenómenos naturales entre uno y otro país llamó la atención de muchos. Mientras que en la Ciudad de México y en otras zonas afectadas por el sismo la acción espontánea de los ciudadanos alcanzó un protagonismo admirable, aquí las personas han trabajado infatigablemente bajo la dirección de los organismos estatales, los gobiernos locales y el Estado, que han puesto en marcha recursos y labores que, en pocos días, han hecho visible la recuperación.
A propósito de las reacciones en la capital mexicana, el escritor Juan Villoro ha observado que “La polis, la ciudad, era guiada por los ciudadanos, por los que tomaron las riendas y comenzaron a tomar la iniciativa. Y eso fue muy importante. Hay que decir que las autoridades lograron acoplarse a esto. Vi escenas en las que los soldados estaban obedeciendo a los brigadistas porque ellos ya sabían qué hacer”.
No descarto que en algunos barrios cubanos la electricidad u otros servicios básicos demoraran en regresar injustificadamente (se conoce de reclamos masivos de la ciudadanía en Santos Suárez), o que personas sin escrúpulos aprovecharon para cobrar servicios que son del Estado y de los que nadie puede disponer como si fuesen privados. Pero, al igual que en otros momentos de crisis, la eficiencia ha caracterizado la mayoría de los trabajos que aún están realizándose. “Lo nuestro es la presión”, me comentó un amigo: “En los períodos de calma, somos un desastre, pero cuando sucede algo como esto, nos ponemos para las cosas”. Y frente a los constructores que ya el domingo pasado estaban levantando el destruido malecón de Cojímar, oí decir a un señor: “Yo pensé que nunca lo iban a volver a hacer”.
La eficiencia y la energía desplegada por personas que ocupan responsabilidades políticas ponen más al desnudo las carencias demostradas en el ejercicio mismo de la política. Lo advierto al menos en dos direcciones complementarias. La primera ha sido evidente en la forma como se ha extrañado a Fidel, se ha recordado su presencia constante en las zonas de desastre, o sus visitas que, más que para inspeccionar, eran para alentar a las víctimas, para acompañarlos.
La otra tiene que ver con las vías para encauzar la solidaridad. No es solo dar techo a vecinos, a conocidos, a gente del barrio (lo que demuestra, siempre, un altruismo ejemplar), o sumarse a los que llegan, con equipos, a recoger escombros y basura. Es mucho más que eso.
Mi memoria registra momentos en que en mi casa de Manzanillo se reunía todo aquello de lo que podíamos desprendernos para enviar a quienes habían padecido terremotos en Chile o en Perú, o para los que habían podido salvar solo sus vidas en las inundaciones ocasionadas por el ciclón Flora. Me enorgullezco de que sea una costumbre que mi familia ha prologado siempre que ha sido necesario.
Alguien me comentó que las donaciones de objetos, las que “sí podemos” dar la enorme mayoría de los cubanos, apenas se han convocado porque eran susceptibles de provocar actos de delincuencia o de corrupción. Si es así, sería otro niño más echado a la calle junto con el agua sucia de la palangana.
En México, la ciudadanía se admira hoy de la actitud de los milennials, una generación considerada hasta ahora como apática, desasida del más elemental compromiso social. Los milennials salieron a la calle, entregaron todo cuanto podían, rescataron personas, exigieron responsabilidad a las agencias oficiales, organizaron vastas cadenas de donaciones que se extendieron a los estados más desprotegidos. Cito de nuevo a Villoro: “ellos encontraron una ciudad que los necesitaba y ejercieron un nuevo liderazgo”.
En Cuba, convocar o abrir espacios a acciones semejantes, auténticamente populares, hubiera sido otra manera de ejercer la política. La solidaridad, la generosidad expresada en hechos concretos, es un camino de ida y vuelta: no solo aporta algo, ya sea lo mínimo, al que poco o nada le ha quedado, sino que, ante todo, nos acerca, nos une como país, y permite que tanto quien recibe como quien entrega actúen como mejores personas. Reafirma nuestra condición humana porque demuestra cuánto necesitamos a los demás, y cuánto nos necesitan.
Me llama la atención, también, que ese posible movimiento de donaciones no haya ocurrido de forma espontánea. Tengo la impresión de que una parte de las personas que podían haberlo desencadenado ha sido ganada por la inercia y ya no actúa por iniciativa propia. Y que en la otra parte pensemos que no nos corresponde, que es asunto de quienes tienen responsabilidades, sobre todo en las organizaciones de masas.
Lo uno y lo otro estaría demostrando la manera como la centralización está dañando el ejercicio político, y ayudando a sembrar entre nosotros la indiferencia, la indolencia, el individualismo.
El paso de Irma ha sacado a la luz virtudes que hay que celebrar, y carencias que nos ponen en situación de riesgo. Estas que tienen que ver con las formas en que nos relacionamos son tan cruciales como los árboles que no son podados a tiempo.
Me preocupa el individualismo descarnado presente en las consecuencias de Irma. Pudientes que esperaron que les limpiaran las aceras sin apoyar. (y luego criticar). Otros que en barrios pobres se dedicaron a jugar dominó y tomar ron mientras otros que habían dejado a sus familias con problemas, abnegadamente trabajaban por todos.
Concuerdo en muchos aspectos con el articulista. La solidaridad de los cubanos es una de nuestras grandes virtudes, algo consustancial con nuestra idiosincracia desde tiempos pretéritos, que no creada por la revolucion, como a veces se pretende divulgar. Que sí la desarrolló pero a la vez la sobreexplotó y la hizo formar parte de su imagen mediática, con una pátina política que en ocasiones la desvirtúa y la deforma. Claro que nadie puede cuestionar la permanente preocupación del Estado por asistir al damnificado, al desprotegido, pero tampoco puede ignorar que se reserva el derecho de ser el único decisor y el monopolizador de la ayuda y la asistencia, que a veces no puede concretar por estructuras burocráticas o limitaciones financieras. La iniciativa popular no puede ser limitada ni esperarse a que las instancias gubernamentales impongan su acción a través de sus estructuras, a partir de criterios políticos o de imagen internacional. Episodios de prohibiciones a ayudas provenientes de algunos países y organizaciones por motivos políticos o religiosos no pueden repetirse ni admitirse por la sociedad.
A mi realmente me conmovió el accionar del pueblo mexicano, que sin esperar órdenes ni convocatorias, ajena a orientaciones políticas, protagonizó una de las acciones más enaltecedoras y solidarias que puedan existir, a riesgo de repetirse los movimientos telúricos. En un país acosado por hostilidades de un vecino poderoso, de sangrientas estructuras de la mafias del narco, de profundas divergencias políticas, ese pueblo, con su juventud a la cabeza, nos ha dado una lección de solidaridad, valentía y amor por el prójimo que debemos aprender con la humildad y la honestidad que nos permita hacernos mejores.
pq etecsa no pone un # para donar? saldo ahora q hay tanto despues d la recarga?
Totalmente de acuerdo, sobre todo con los elementos relacionados con nuestro país, en el sentido de que la centralización está dañando el ejercicio político, y ayudando a sembrar entre nosotros la indiferencia, la indolencia, el individualismo, esto pasa en todo. En cuanto a la comparación con la actitud de la población ante el desastre, son dos casos diferentes. En el libro Nada, nadie. Las voces del temblor, de Elena Poniatowska, se relata cómo se movilizaron las personas después de ocurrido el terremoto del 19-11-1985 en el DF, México, para no perder tiempo y salvar con vida a los que estaban sepultados bajo los escombros, ante la incapacidad de las fuerzas del ejército que en muchos casos robaban y nada conocían del edificio o barrio afectado. Para evitar esta situación la población se movilizó de inmediato despues de ocurrido el terremoto del 19-11-2017. En Cuba, después del impacto de un huracán de gran intensidad, como en el caso de Sandy en Santiago de Cuba, el ejército con sus medios fue el encargado de ocuparse de la mayor parte de recogida de escombros y árboles derribados, para que posteriormente pudieran entrar las brigadas de rehabilitación de las redes eléctricas y de comunicaciones.
La otra parte de esta historia que no se dice por la prensa oficial, solo por otros medios, como es Periodismo de barrio, está relacionada con la vulnerabilidad existente, con la reconstrucción de las vulnerabilidades luego de un desastre de este tipo y con la mentalidad emergencial que sigue prevaleciendo en nuestro país, esto significa que actuamos cuando ocurre el desastre, mientras tanto convivimos con las vulnerabilidades, vemos los techos endebles, los edificios cayéndose en los cascos históricos de nuestras ciudades y no actuamos para evitar daños posteriores, ya sea ante intensas lluvias, fuertes vientos o sismos.
Me dejas pensando. Más bien evaluando. Es cierto. No he visto campañas de “valijas” (donaciones) esta vez. Pero no será porque TODO el país está bastante jo…robado? Cuando Mathews lo hicimos. Esta vez, los periodistas de las zonas menos afectadas, también lo hicieron. Se hizo puntualmente en los centros de trabajo. Donaciones, digo. De cubano a cubano. Sí estoy pidiendo más transparencia con las donaciones extranjeras. Aprovecho desde aquí para pedirlo. Agradezco el informe del CDN http://www.granma.cu/cuba/2017-09-28/informacion-del-consejo-de-defensa-nacional-28-09-2017-23-09-44. Si por tu casa no pasó “lo duro” pierdes la perspectiva de cuán difícil es recuperarse. Yo no quiero que me digan “les dieron los colchones que mandó Japón a Pedro y a Susana”, pero sí que un barco venezolano de donaciones fue destinado íntegramente a Las Tunas. No es tan difícil y restablece la confianza.
Ahora resulta, según este artículo, que todas esas carencias y faltas de inciativa se manifiestan ahora que Fidel Castro no está presente porque, como dice el articulista, él salia a consolar a los desvalidos, actitud bien hipócrita cuando +el es el principal causaante de la miseria que hoy se vive en Cuba. en lugar de ocuparse de andar regando subversión por el mundo entero, debió atender a las necesidades de una población cada vez más carente de lo esencial. El de qué pueblo cubano no tiene iniciativa porque se la han cortado desde el inicio. La gente sabe que lo mejor es quedarse tranquila y dejar que el régimen, mal que bien, resuelva. Ahí está el canadiense que quiso llevar alivio a los pobladores de caibarién, por estar casado con una mujer de ese pueblo, fue detenido e interrogado por la policía en cuanto empezó a repartir lo que había comprado de sus propios ahorros. Después del casi 60 años el cubano lo sabe bien, aparte que en Cuba no son tantos los que tienen algo para donar si práctiamente todo el mundo sobrevive con lo mínimo. recuerdo cuando me fui, como mi madre me contó que amigos míos fueron por casa a llevarse los pocos harapos que tenía colgaados en el closet. Entonces cómo puedes ser solidario matierialmente cuando ni para ti mismo alcanza? Méjico, con todos los problemas que tiene de corrpción es una sociedad infinitamente más libre que la cubana y la gene actúa porr su decisión. La cubana es una sociedad atomizada en la que solo se actúa si el régimen así lo ordena. Este artículo es pueril.
Cubanón, Regusanón Remaric…si los EEUU o Mexico hubieran tenido un gobernante con Fidel, con sus defectos incluidos, no hubiera tanta miseria en el mundo, ni tanta violencia en Mexico, en estos dos paises hay millones de pobres y miseria de todo tipo, con tantos recursos que tienen…los EEUU solo reparten bombas y guerras por todo el mundo mientras que Cuba reparte medicos y maestros…mira a Trump ahora en Puerto Rico, pena…puedes estar seguro que Cuba se restablecerá mas rapido que PR de los efectos de Irma, siendo PR una colonia del pais mas poderoso del mundo, que por cierto, ahora le tiene miedo a Cuba, tienen miedo que sus habitantes conozcan Cuba y su realidad. Mexico es infinitamente mas libre, pero para matar a estudiantes, periodistas y ciudadanos..las fosas comunes de asesinatos abundan en ese pais,como en Honduras, Colombia, etc.
Coincido totalmente. En Cuba no existe una sociedad civil que pueda hacer funcionar el pais conjuntamente con el gobierno. Pero como el PCC decide todo, asume entonces la responsabilidad tambien por todo. Si algo sale de la mejor manera es su exito, si salen mal el desastre tambien va a la cuenta del gobierno. El ciudadano es un simple espectador, ni sus opiniones valen ni interviene en nada. Por tanto no se siente parte de la obra. Se acata lo que diga el PCC pero se ve como ajeno. Mucha papelera, mucha actualizacion y proyectos que si acaso se leen y finalmente van al cesto de la basura y nadie se acuerda, ni quienes los escribieron. Saludos.
Cuando el Pueblo de Cuba va a recibir los beneficios prometidos desde 1959 Triunfo de la Revolución???????
O es que los Beneficios estas Bloqueados?????