A estas alturas debe ser la IA la única que se equivoca a veces a la hora de referenciar el lugar de nacimiento de Alejo Carpentier. Me intereso por este tema en los estrenos de 2025 porque en las postrimerías del año finiquitado los medios cubanos recalcaron sorpresivamente el dato de su tierra natal: Suiza.
Esa aclaración me produjo asombro. No por el hecho en sí, sino porque recordé la anécdota y el cariz folclórico que tuvo la información: por muchos años fue algo así como un “secreto de Estado”.
La revelación del lugar de nacimiento de Carpentier fue postergada por años desde la institucionalidad cubana. Como apuntó allá por 2004 el investigador Roberto González Echevarría, “fue Guillermo Cabrera Infante quien dio a la publicidad la partida de nacimiento suiza de Carpentier, y contó cómo el documento vino a caer fortuitamente en sus manos”.
En el libro Mea Cuba, publicado en 1992, Cabrera Infante refería que Carpentier había nacido en Lausana. En ese libro algunas veces se refiere a su colega, por quien seguramente sentía una íntima admiración, como “la rosa roja del ring” o el “el escritor favorito de Castro”. También lo llama el “cuarto jinete de la época lista”, al referirse a los escritores consolidados tras la Revolución, en 1959. Forman ese inventario José Lezama Lima, Nicolás Guillén y Virgilio Piñera. “Todos influidos por la literatura francesa”, escribió.
De la biografía de Carpentier, apunta Cabrera Infante: “Nacido en Lausana de padre francés y madre rusa”. También apunta que “amaba la isla, pero la isla no le correspondía”. Años después, el propio Echevarría se preguntaba si haber subrayado la nacionalidad de Carpentier era el resultado de la “inquina” de Cabrera Infante, resultante “en parte a diferencias políticas” o si sería verídica la información.
Al propio Echevarría, autor del estudio Alejo Carpentier, el peregrino en su patria, le resultaba “significativo” que a la viuda del autor de libros como El siglo de las luces o El reino de este mundo, Lilia Esteban Hierro, no hubiera hecho la verificación y guardara silencio respecto al esclarecimiento del lugar donde había nacido el escritor.
Otro dato es que a pesar de las diferencias políticas y de esta inquina sugerida, Cabrera Infante y Carpentier llegaron a tener una relación cercana desde los tiempos de la revista Carteles, adonde ambos habían llegado muy jóvenes para desarrollar su labor periodística. Cabrera Infante, que era 25 años menor, fue editor literario y Carpentier trabajó desde los 19 años como redactor jefe, según contaba. Ambos ganaron el Premio Cervantes y en una foto de los años cincuenta, tomada por Ernesto Fernández, se les puede ver platicando en un bar cercano a la revista.
Lo curioso en este asunto es que el propio Carpentier alegó hasta el final de sus días que había nacido en La Habana, y repetía una y otra vez que era “un cubano integral”, como afirmó al periodista José Soler Serrano en su programa A Fondo.
En diciembre, a propósito del 120 aniversario de Alejo Carpentier, se reconoció que el novelista había nacido en Lausana.
Graziella Pogolotti, que sigue siendo la presidenta de la Fundación Alejo Carpentier, abrió un artículo publicado por Cubadebate diciendo: “Hijo de francés y de rusa, nació en Lausana, Suiza, el 26 de diciembre de 1904. Contaba pocos años de edad cuando la familia decidió trasladarse a Cuba.”
En Granma José Luis Lobato, recalcaba el dato: “Alejo Carpentier, cubano nacido en Lausana, Suiza, el 26 de diciembre de 1904, hace hoy 120 años, es uno de los escritores más destacados de la literatura hispanoamericana del siglo XX”. Y hasta Miguel Díaz-Canel escribió en su cuenta de X: “Nació en Suiza, murió en Francia y hablaba con acento, pero fue y se sintió siempre cubano”.
El tema del acento fue una de las características que también le criticaron a Carpentier, y él mismo contó que tanto en su adolescencia como en su juventud había llegado a tener “un cierto complejo con ese acento”.
“Hasta que llegó un día en que, ya maduro, un especialista famoso en asunto de fonética me dijo que me quitaba ese acento en un par de meses; sobre todo, estas erres deficientes que tengo, que decían que se debían a un defecto de pronunciación. Yo decidí que francamente si cargaba con ese acento desde hacía casi medio siglo iba a seguir con él”, comentó a Soler Serrano.
Cortázar también tenía esas erres deficientes y había nacido en Bélgica, pero nadie pone en tela de juicio su nacionalidad argentina. Ítalo Calvino nació en La Habana y tampoco se cuestiona que sea uno de los grandes escritores italianos. Sobre la cubanidad, Ernest Hemingway no dudaba en exclamar que era “un cubano sato”, pero había nacido en Illinois, Estados Unidos.
También es cierto que estos nunca escondieron el dato de su origen, como Carpentier, quien hizo de su lugar de nacimiento el dato oculto de su biografía.
La revelación fue catalogada en su momento por Echevarría como “la noticia más perturbadora en los estudios carpenterianos”, ante lo cual advertía que “lo interesante” no era tanto que Carpentier hubiera nacido en Suiza, sino que hubiera dicho siempre que había nacido en Cuba. Para él, “la mentira”, más que “el dato en bruto de su lugar de nacimiento”, era lo más significativo de lo que también consideraba una fusión entre la literatura y la vida.
“Un mitómano es lo que era, me dijo un profesor una vez”. Y agregó: “como debe serlo todo escritor”.
Nota:
El texto “La nacionalidad de Alejo Carpentier: historia y ficción”, de Roberto González Echevarría, fue publicado en Foro hispánico, en 2004, número 25.