La Serie del Caribe se pierde del modo más bochornoso en que haya perdido un equipo cubano porque una semana después arriban a La Habana Barry Larkin y Ken Griffey Jr. y a nadie le importa un bledo. Larkin y Griffey Jr. son estadounidenses, pero no iban a invadir la capital, no iban a tomar por asalto los astilleros del puerto o las oficinas del INDER, y menos aún, por Dios, iban a sabotear nuestra pintiparada Feria del Libro.
No eran mensajeros de un complot siniestro, sino legendarios ex Big Leaguers, cargados de nobles propósitos, a los cuales las autoridades deportivas del país, con un invencible gesto de desidia, menospreciaron olímpicamente. La intención de ambos era dialogar de a igual (es eso a lo que aspiramos con los estadounidenses, ¿no?), pero ninguno de los dos fue lo suficientemente efusivo como para que se les tomara en cuenta. Aun así, asistieron a estadios e impartieron sus clínicas de bateo.
Cuando le preguntaron a Griffey Jr. por qué había escogido a Cuba, el hombre respondió que por qué no. Mal paso. Nadie le advirtió a “The Natural” que no bastaba con su disposición para donar implementos, confraternizar, brindar algún que otro consejo. Tal vez si él o Larkin hubieran declarado que Obama ha sido un fracaso, o que el bloqueo económico ya no tiene sentido, no sé, algo que nos sonara a música en los oídos, tal vez así los mandamases del deporte nuestro se habrían desperezado y no hubieran salido con un ridículo y penoso “no nos interesa”, cuando le propusieron que al menos respondieran con una mínima deferencia, con una breve bienvenida a la generosa visita de ambos jugadores.
Pero ni siquiera así. Hace tres años cayeron en La Habana Fernando Signorini, preparador físico de varias selecciones argentinas de fútbol, entre ellas la de México 86, y Mauro Navas, ex volante de clubes europeos de primera división, como Lazio y Racing. Yo los entrevisté, y el grado de utopía para con la realidad cubana era tal, que me dejaron pasmados. Ambos pensaban que aquí podrían llevar a cabo sus proyectos. Ambos creían ver en Cuba un paraíso libre del neoliberalismo, un terreno virgen, ajeno a las leyes despiadadas del mercado del fútbol, del frenético ritmo del canje y la mercancía.
Tenían razón. Cuba estaba libre de todo eso, lo que nadie les explicó es que estos campos sin cultivar habían sido invadidos por el marabuzal de la decrepitud y la burocracia, por tipos de corbata que hablan de movimiento deportivo como si se estuvieran refiriendo a algo más inclusivo, democrático, sensato, y no a sus virulentas y hasta torpes actitudes de terratenientes rusos. Pero déjenlos que corran, ya les llegará la hora impetuosa de la revolución a esos pavones del deporte, que van a envejecer en el exilio de un portal habanero sin pintar ni dar color, mirando cómo se pierden los carriles y la sarcástica espiral de la historia, a su vez, les saca una pista de ventaja.
Mientras, Signorini y Navas lanzaron su mensaje incluso por la Mesa Redonda. Se fueron de Cuba, esperando una respuesta, pero el rancho no les dio entrada. Al día de hoy no sabemos nada de ellos. El fútbol cubano sigue siendo una broma pesada, y aun así, sin haberse movido un ápice de sitio, sin haber aumentado siquiera un córner o un gol de calidad, podemos decir que el fútbol cubano nunca ha estado más cerca del beisbol.
Por suerte, ni Larkin ni Griffey Jr. siguieron el acontecer de la Serie del Caribe. Ambos llegaron con la idea de inmiscuirse, de empaparse de la mística del beisbol cubano. Pero eso, Sr. Griffey Jr., Mr. Larkin, fue exactamente lo que nos robaron. Los cubanos no saben a lo que juegan, no tienen un objetivo. No se divierten, no se entregan. Carecen de agilidad y de compromiso. Son aburridos y predecibles. Son guapos de esquina.
Vladimir García no se cansa de lanzarle pelotazos a Ramón Lunar, luego se agarra los testículos, afuera pide la bola contra Holanda y entonces no pone los pies en el montículo de la cantidad de líneas que recibe. Igual, puede que se retire en Ciego de Ávila, convencido de que hizo historia. Tanto la mencionan que esta generación de peloteros ha terminado creyendo que la historia es cuestión de ganar un play off, o un Torneo Interpuertos en Rotterdam. Han perdido la perspectiva del mérito, del rigor.
Los han educado en la medianía y la satisfacción barata. La vara con la que se conforman -miren si no a Yuliesky Gourriel- mide lo mismo que lo que dura una ovación en algunos de nuestros estadios nacionales. El salto más grande que dará Gourriel en su vida -y no estoy sugiriendo que emigre, por favor, que a ustedes hay que aclarárselo todo- es haberse mudado para este Industriales descafeinado, y aún hay algunos que lo califican como un acto de riesgo. Lo peor es que el muchacho, de tanto PlayStation, todavía se lo cree.
Gourriel posee un talento inmensurable. Gourriel al menos no es aburrido (Despaigne, por ejemplo, se parece al esposo de Emma Bovary), derrocha estilo, yo me deleito viéndolo jugar, pero ya es un símbolo de la época. Le extirparon la mística, la pizca de ambición. No sabe lo que es eso, no tiene un centro que lo fije, una víctima entre ceja y ceja, un verso que perseguir. Con los dividendos de la venta del alma de Gourriel a Mefistófeles, la Federación Cubana de Beisbol solventa su asfixiante rectorado.
Va a seguir por siempre, atontado, casi sin explicárselo, poseído por el dios de la antesala, fallando sobre rolatas inofensivas en el noveno inning, porque en el mundo del deporte a veces suele haber justicia y los designios supremos no van a permitir que ganemos, ni que la estética de Gourriel, sus cinco herramientas, disfracen los escombros, maquillen la demagogia y las medias tintas de nuestros opíparos dirigentes.
Cuba perdió en Isla Margarita más apabullante de lo que realmente su calidad merecía. Podíamos haber caído con mayor dignidad, somos mejores, con infinitamente más potencial del que mostramos, pero el juego nos está llevando al límite de la evidencia, al borde del ridículo, después de habernos lanzado más de un aviso.
Nos hemos vuelto nosotros, el grueso de los aficionados, una ralea chillona y desenfocada. Los habaneros piensan que Industriales hubiera jugado un papel más protagónico. Algunos pobres villaclareños, presuntos caudillos en la Guerra del 68, creen que Yeniet Pérez, un tercera base de segunda fila, habría cumplido una actuación más decente que Gourriel, o que Andy Sarduy, peloterillo de relleno, demostraba con un fildeo merecer la regularidad por encima de José Miguel Fernández.
Algunos pobres villaclareños creían que el equipo les pertenecía, una tesis ingenua que solo se explica por el provincianismo de nuestra filosofía, la falta de acero en el carácter de nuestro beisbol actual, y nuestras sensibilidades aferradas a una falsa representatividad que no es más que miedo al cambio, minoría de edad, todo lo cual, si creemos que el beisbol todavía nos define, nos arrima más al Zanjón que a Baraguá.
Los villaclareños más naranjas, los más patriotas, no tenían razón, pero incluso si la tuvieran, ya deberían haber aprendido que nada nos pertenece. Que hasta lo que te corresponde pende de un hilo. Estábamos prestos a sacrificar nuestro placer, llegamos a pedir que Cuba perdiera de una vez, como una inmolación en nombre del futuro. Pero no es del resultado de lo que debemos prescindir. Creer que la actuación en el I Clásico Mundial, algo que produjo tanta desbocada felicidad, nos envaneció y nos perjudicó a la larga, es una opinión cobarde, la justificación de un país malcriado que no sabe discernir entre método y talento, entre causa y azar, y que, no sin maniqueísmo, ignora cómo sacar partido de los errores que pueblan cada título y de los aciertos que hay en el desliz.
El éxito de una ideología –además de que la ideología nunca es fin- depende de mil cosas antes que de un doble play. Y esto le sirve tanto a los que enarbolaban la actuación de Lazo y Yadel Martí como una garantía del triunfo socialista como a los falsos profetas que ahora ven en Isla Margarita una confirmación de su fracaso. Nada se parece más a los tirios que los troyanos.
Yo no estoy dispuesto a sacrificar mi deleite para que supuestamente unos ciegos abran los ojos. Yo quería pasar a semifinales hasta último momento, ningún federativo ni ningún locutor engolado ha conseguido, hasta ahora, arrebatarme el furor, ese milímetro de irracionalidad, ese pesar ante la derrota. Gane Cuba, o pierda Cuba, nuestra pelota agoniza, y ya ha habido suficientes pruebas de ello como para pensar que el fracaso de la Serie del Caribe demuestra algo que no supiéramos con antelación.
Culpamos a Moré, culpamos a Víctor Mesa, culpamos la elección de los refuerzos, culpamos el prearranque (toda una delicia el temita de un prearranque durante cuatro días). Estos tiros al aire de la afición, me temo, son igualmente dañinos. Quizás ni nosotros mismos tengamos ya razón, apuntando a deportistas o a directores que nada pueden hacer, porque no es un problema ni de atletas ni de managers. Condenamos a Odelín con más ensañamiento que a nadie y es justamente Odelín quien nos devuelve la honra y nos propina, de paso, una soberana bofetada. ¿Conclusión? Nuestros supuestos referentes no lo son: ni Freddy Asiel Álvarez, ni Vladimir García, ni el fallecido Yadier Pedroso, ni el emergente Norge Luis Ruiz, a quien le queda en Cuba, apuesto, poco más de uno o dos años.
Los millones que vale es algo con lo que el país no puede competir, pero nuestros métodos le suman velocidad a los abandonos. La figura de Higinio Vélez me resulta francamente incómoda, me provoca corizas, pero Vélez es un peón, más vale que no lo olvidemos. Su culpa sería, en cualquier caso, no haber dimitido ya, no haber puesto a salvo el decoro personal, o no asumir alguna que otra provechosa iniciativa, pero no abanderar durante años una política que no pasa por sus manos ni depende de su persona.
Vélez bien pudo recibir a Griffey Jr., a quien sus 630 jonrones le alcanzan, si así lo quisiera, hasta para una alcaldía en su país. Pero Griffey Jr. no pretendía usurparle el puesto a Vélez. Griffey Jr. no iba a disputarle el micrófono a Rodolfo García o a cualquier otro hábil embaucador de la palabra. Griffey Jr. nos estaba haciendo un favor, y no nosotros a él. En apenas dos días, según ha trascendido, encontró un par de defectos en la mecánica de bateo de Yuliesky Gourriel, y corrigió la posición del pie en un niño de doce años, quien después del consejo comenzó a soltar soberanas líneas por el centro del terreno.
Quizás sea ese el pelotero que nos salve de aquí a diez años, pero si no lo es, igual ya Griffey Jr. y Barry Larkin, sin haberse esforzado demasiado, hicieron más por la pelota cubana que sus directivos y narradores. A su vez, el diario Granma del pasado 12 de febrero insinúa que la debacle actual del voleibol femenino cubano, nueve derrotas consecutivas en el Grand Prix, se debe a la falta de responsabilidad de las muchachas.
soberano artículo!..
gracias por escribir Carlos, agradezco el trabajo que haces…
estoy 100% de acuerdo en todo lo que comentas y quiero que sepas que si las cosas siguen como van en la Serie Nacional de Beisbol dentro de unos años hablar de pelota en Cuba será como hablar de la Liga Nacional de Fútbol; lo que sería mas o menos lo mismo que hablar de un equipo hecho de gente de la calle como dijo el propio Técnico del equipo de Sancti Spíritus el otro día por la televisión cubana cuando daba su criterio acerca del empate que se les fue de las manos en el último minuto por un error del portero… que nadie se sorprenda para ese entonces!
Esto es sencillamente lo mejor que se ha escrito sobre este tema hasta el día de hoy. De aquí en adelante no hace falta agragr ni decir nada más. Felicidades
Genial,no lleva mas comentario
Muy buen articulo,la pelota en cuba es un bochorno
Excelente tu comentario.. Intentare si me permites copiar algún fragmento y ver si lo publican en el foro de JR. Desgraciadamente no todos tienen acceso a este artículo.. Gracias por tu sinceridad…
Giovanni: publiquelo donde desee. Ojalá tenga suerte y no se lo censuren.
Es lo mejor que he leido sobre el despelote en mucho tiempo…
Interesante. Debes publicar seguido, Carlos.
Genial el artículo. Mas claro… Y felicidades por el Calendario
WOW!!!!!!!!!!, es todo lo que puedo decir de este artículo, de lo mejor que he leído en los últimos tiempo haciendo la justa crítica de nuestro baseball………..FELICITACIONES AL PERIODISTA…….algún día volveremos a tener el mejor baseball del Caribe, estoy seguro, ya empezó el conteo regresivo…….paciencia y fé….
Cierto lo que dices,pero que debemos hacer? una critica debe llevar adjunta una propuesta,en pocas palabras mi idea:de una manera o de otra siempre miramos al norte,o cualquier otro lugar para resolver nuestros problemas y no nos miramos a nosotros mismos.Somos intrisecamentePELOTEROS,el nivel ha disminuido con respecto a equipos foraneos pero no es hora de ahogarnos en comparaciones, DEMOSLE un buen espectaculo a nuestro pueblo,PROFESIONALICEMOS los equipos de verdad,menos equipos mas calidad, que los atletas ganen un salario decoroso acorde a su desempeño a travez de contratos libres y voluntarios,COBRAR la entrada a los estadios adecuadamente es la unica manera de obtener los fondos necesarios para todo esto, ya comienzan a vislumbrarse empresarios CUBANOS que tal vez inviertan en la industria del deporte , no se mas no soy experto en el tema pero por alli anda la cosa y muy importante NOSOTROS PRIMERO,NOSOTROS DESPUES, NOSOTROS SIEMPRE, despues vendra lo demas sin querer queriendo, gracias Carlos por la oportunidad de expresarme por aqui saludos
Gracias por tanta franquesa y palabra clara, la verdad nuestro beisbol a perdido su encanto ya no es el mismo de antaño y duele tener que recordar y hablar en pasado para enumerar sus glorias, pero eso tiene final y cada dia esta mas cerca, o por lo menos eso espero por el bien de todos los cubanos que si algo amamos es nuestro beisbol.
Lo único que puedo decirle es que de todos los comentarios que he leído este es el más completo y más cercano a la realidad en que viven nuestros deportistas. Gracias hermano por su artículo.
gran articulo, mejor la letra. Cuando publiques una novela me la envias en pdf. Tienes buena lirica. Pones al lector a cabalgar sobre una ola de letras factactica.
saludos
Carli, y la falta de disciplina y rigor de los atletas se soluciona incorporandolos a las filas de la UJC. Esto, segun trascendio ayer en http://www.cubadebate.cu/noticias/2014/02/20/peloteros-departen-sobre-indisciplinas-sociales/#.Uwatd4UwCX0. No puedo decir mas.
En una nueva versión de teatro de la obra Blancanieve y los siete enanitos, Carlos M. Álvarez aprovecha que la reina mala sale de su habitación para ponerse delante del espejo. Se aprieta las manos, lloriqueando, y le pregunta: “Dime Espejito mágico, ¿quién escribe mejor: Juan Orlando o yo?”
^_^
De acuerdo con todo excepto conque es caudillismo haber querido que fuera el equipo de Villa Clara y no una semi-selección nacional. Si el Athletic llega a la Champion, no se refuerza con los del Villareal o del Osasuna que no llegaron. La Serie del Caribe es para probar la calidad de los equipos campeones de cada liga, no de los mejores atletas de esta. SI los nuestros no ganan, pues eso es lo que tenemos, de nada vale engañar a otros o peor, a nosotros mismo.
Gracias por este artículo. Es un vivo retrato de la realidad del béisbol en Cuba.
El artículo es bueno, pero agrego: si se trata de criticar comencemos por nosotros mismos.
Pq nuestros periodistas no publican mas a menudo artículos como este?
Higinio culpable? Donde está la prensa que con su crítica diaria pone en su justo lugar a todos?
El mal es de fondo señores, no tiremos piedras al tejado del vecino siendo el nuestro de vidrio.
Excelente artículo para una triste realidad. De pequeño mi padre me inculcó el amor por el béisbol pero los años en Cuba me fueron arrancando el interés por algo que hasta los menos deportivos como yo, amamos como parte intrínseca de nuestra nacionalidad.
Es increíble que he tenido que salir de mi propio país para tener una conversación en la que no surjan temas como este o “la cosa está mala”, “tomamos una decisión errónea” (de varias décadas) y, sigan tomando los mismos las decisiones.
Que distinta es la vida cuando no se habla de eso, cuando no hay tiempo o interés, porque “la cosa” la decide uno mismo como ente individual. Cómo quisiera que mi pueblo explorara esa calma que la historia no ha dado chance a experimentar.
Un profesor notable de la Universidad de La Habana en una de sus clases comentaba que el país estaba en crisis y yo harto de dicha palabra pregunté:
-Profesor, desde que nací estamos en crisis, primero el Período Especial, después Elián, luego los Cinco ¿Cuándo nuestro país va a salir de la crisis?
A lo que el Doctor respondió:
-Tu pregunta es una pregunta muy lógica, pero desafortunadamente en Cuba no funciona la lógica.
Desde entonces aquella desesperanzadora respuesta respondió mis mudas preguntas.
Chama se te fue la mano con el comentario. Lástima muy pocos puedan leerlo…
Tremendo articulo Carlos! Y que te parece mas recientemente la vergüenza de la bronca entre peloteros de los equipos de Matanzas y Villa Clara?? El beisbol cubano esta patetico.
Bueno,el articulo trata una buena parte de la poca o ninguna atencion a las estrellas de MLB Larkin y Griffin,pero en Cuba hay excelentes entrenadores tanto de bateo como en Pitcheo,falta mas el apoyo a su labor,por algo hay entrenadores cubanos de Beisbol en varios Paises,asi como Manager trabajando en otras ligas,de todos modos haber organizado una clinica con los Big Leager hubiese sido muy provechoso,en verdad tenemos Dinosaurios y Gelidos federativos que no salen de la rutina del buro y la corbata.SOS al Beisbol cubano,ojala y este articulo sea mas que una simple critica y nos llame a la reflexion,pues estamos empantanados y con la marcha atras puesta.
de donde dices q eres?? villaclareno? realmente? Algunos pobres villaclareños, presuntos caudillos en la Guerra del 68…hmmm y asi sucesivamente todos los villaclarenos son pobres…q humilde eres Carlos…q articulo tan pobre. No has descubierto el agua fria. Eres pesimo
Este es uno de los mejores comentarios que me he leído en los últimos años sobre Cuba. Al menos desde el punto de vista de la elaboración, del discurso, de la novedad semñantica. No me gusta la pelota, la veía sólo cuando era un partido cumbre, y sin embargo, me he leído el artículo completo, por su dinamismo, por su frescura, por su intertextualidad, por ir más allá del ambiente cerrado, de la sensación de oficina. En un Mundial en Edmonton, Candá, en 1990, creo, a Wilfrido Barrios, un couch, de grandes ligas, le hizo una valoración parecida sobre cada uno de los jugadores del equipo Cuba, en aquel entonces, andaban por allí por el equipo, Linares, Mesa, Gurriel, etc. Los codos, las rodillas, los hombros. Y de aquello, hasta hoy, ha llovido muchoooooooo. Los defectos tienen que haber crecido, proporcionalmente a lo que se ha deteriorado el país, no van independientes ambas cosas.
Ojala, la pluma, o los dedos de Carlos M. Álvarez, sigan tecléandole las letras a los lectores en un orden tan sabroso. Ojala, a los lectores les ayude, a darse cuenta, que: Si en un país con uno de los mayores índices de instrucción escolar, el reggeton es la música que más se escucha, y lo mismo te roba si te quedas dormido en una parada, el médico que el arquitecto, entonces los peloteros, no tienen por qué jugar bien a la pelota. Ni esforzarse por dar un espectáculo del cual la realidad los hace ajenos. Como mismo los médicos se han vuelto usureros, para atenderte bien en las consultas. Como mismo el presidente creyó que niños de 17 y 18 años, podían dar clases en las escuelas, como si fuera el año 1959 y les tocara alfabatizar. Como mismo, cree que la cultura es sólo leer un poco, ir al cine y escuchar música. Y no sabe que elaborar un Ipod, un televisor, un auto Puegeot, un reloj, un sistema operativo, ESO TAMBIÉN ES CULTURA.
Pero leo a Carlos, y Veo que no todo está perdido.
Hola Carlos….o como te llames.
Ya desde tu entrevista con VM32, donde practicamente le arrancaste las palabras de su boca, te vengo siguiendo….hummmmm!!!
Tus escritos, los de beisbol y los que no, me parecen muy buenos; este….genial.
Soy cubano como tú, patriota como tú, amante del beisbol como tú y quizás, pelotero frustrado como tú y me duele en la vida tanto abandono, conformismo y simulación de todos y en tantas cosas. Quienes deben ser látigo, son guantes de terciopelo, quienes debían ser bocina o megáfono, son susurradores adulones de lo mal hecho. Todos estos son malos cubanos, creo que de algo como esto hablaba algún prócer nuestro.
Nuestro hermoso país (este árbol de nuevo siglo) está necesitando una sacudida como las de los ’60. Ojalá llegue pronto para bien de todos.
Siga así, comprometido con usted, haciendo honra a un oficio digno y verdadero. Los buenos cubanos se lo agradecerán siempre.
Desde mi insapiencia no entendí el primer párrafo, pero con lo demás superastes la incomprensión mía y la de varios colegas que han quedado estupefactos ante tan colosal análisis, no le faltó nada, lástima que tampoco servirá de mucho para corregir los horrores, disculpa, los errores que a diario se cometen en nuestro deporte cubano, pues no es solo aplicable al pasatiemponacional.
de acuerdo 90 %, creo que, más allá de lo muy bien escrito del texto, deberías respetar a jugadores que, puede que no sean estrellas, pero lo dan todo en el terreno, y criterios como de “segunda”, o “peloterillo de relleno”, no deberían salir de la pluma de un periodista, polemista, o lo que quiera que seas… un poco de respeto y humildad, no te vendrían mal…
un holguinero (con un equipo repleto de “peloterillos de relleno”)