Hay una evidente pero aún así extrañísima conexión entre el tiempo y los lugares en que ese tiempo, para nosotros, transcurre. De niño, cuando tenía que viajar de Cárdenas a Colón, en una máquina de alquiler, padecía un incomodísimo asombro al comprobar que en solo 45 minutos podía cambiar de un sitio a otro y que ese cambio traía, consigo, nuevas personas, nuevas fachadas, nuevas voces y esquinas. Asistir a esos trueques abruptos, lo juro, me provocaba una soledad tan injustificada –y tan inmerecida, pues yo era un niño extremadamente básico y feliz–, que nunca he sabido interpretar el por qué.
Sin embargo, una de las características de la soledad, para que sea soledad, es que resulta imposible explicarla. Es el más corrosivo de los contrincantes. Si intentamos combatirla con el arma menos endeble posible, la palabra, rápidamente caemos en el ridículo. Pero si no la retamos, no existimos. Vencer la soledad, es desaparecer. Pero desaparecer es fracasar. Dylan lo sintetiza mejor que nadie: “Ella sabe que no hay éxito como el fracaso, y que el fracaso no es ningún éxito.”
Bartleby, el arquetipo de Melville que rechaza con firme cortesía cada tarea extra que le encarga su jefe, que luego se niega incluso a realizar su trabajo (era copista o mecanógrafo), que no profiere una palabra y que finalmente se deja morir de hambre, es el héroe indiscutido de muchos, incluyéndome, pero nadie tiene la valentía de ser Bartleby. De hecho, si Melville hubiera tenido la valentía de ser Bartleby, no hubiera escrito su relato. Simplemente se habría callado la boca.
Digo todo esto porque cuando volé de Miami a La Habana, 40 o 45 minutos de trayecto, me envolvió la misma sensación de desconcierto que solía aparecer en mis viajes entre Colón y Cárdenas. Dos lugares que, como toda Cuba, no pueden ser más parecidos, y que, justo por eso, reafirman mi tesis.
O sea, cero nostalgias, cero desengaños o ilusiones, cero diferencias entre Primer y Tercer Mundo, cero personas que abandono o que me esperan. Me refiero a una ruptura, digamos, metafísica. Con solo un brinco, podemos estar en otro lugar, y ese lugar es, más que todo, otro tiempo. Se puede, en muy breve tiempo (tres cuartos de hora, por ejemplo), pasar de un tiempo a otro. No me imagino, ya que estamos, lo que podría sentir alguien que viaja al espacio o al fondo marino y asiste, de modo simultáneo y también sucesivo, a muy semejantes y a la vez distintas edades biológicas y físicas.
Lo que los viajes entre Cárdenas y Colón o entre Miami y La Habana me han enseñado, aún desde la nada absoluta que son, es que lo lejano está tan terriblemente cerca, que habría que crear una especie de poderosa conciencia para asimilarlo.
La velocidad del mundo moderno es conscientemente irracional porque sigue resultando demasiado fuerte despertarse en Shangai y acostarse en Chicago. Exactamente el mismo abismo –tan fácil, sin embargo, de cubrir– que hay entre usar la palabra y permanecer en silencio.
Mi columna de la semana pasada, que no fue ninguna, es idéntica letra por letra a esta columna (si mi editor fuese Borges, estoy seguro que también me pagaría el texto en que decidí callar). El mejor Bartleby que conozco, Lezama, habló hasta por los codos, pero no se movió, literalmente, de su sitio. Hay, no obstante, un alarido impertinente en su quietud; un puño mudo en su catarata verbal.
Uno va a seguir pasando de una ciudad a otra, o va a seguir sobreviviendo un día y otro, y va a seguir pensando lo mismo de siempre: que no había nada, ni religión, ni sujetos, ni país antes de nuestra llegada, que todo ha sido dispuesto como una coartada para nuestro minúsculo y poco importante despliegue, y que ese privilegio lo pagamos con que también somos la coartada de los otros.
En Boyhood, impresionante película, el muchacho dice en la escena final: “Es como si siempre fuera ahora mismo, ¿sabes?”
La gran distancia entre La Habana y Miami no es mas que un espejismo. ( destinado a desaparecer).
Ja ja ja y miami es el 1er mundo??mejor denominarlo el 3er mundo de los Estados Unidos.
Tremenda metatranca mi brother, te encanta leerte.
Sin comentarios… el escrito fue para ti, saber que ibas de Cárdenas a Colón y que ahora estuviste en EEUU?? na’ que contar eh?? “Es como si no te hubiera leído, ¿¿sabes??”
machete,por favor,cuando despiertes de tu sueno de hombre Nuevo,dime: si Miami no es el primer mundo,en que mundo es donde se encuentra cuba??Tu le ves mucho parecido a la Habana y Miami?? de verdad??Te aconsejo vayas a un buen psicoanalista,pues aunque hayan personas hablando cubano y todo lo demas,en verdad no se parecen en nada!! si se parecieran,aqui hubiera un millon de cubanos y alla otro millon de Americanos-cubanos,pues todos,hasta el autor no creo que se confundan!!!Todos saben donde esta Miami y donde esta la Habana.Dejate de boberas…lo que hace que sete parezca quizas es el contacto con tanto cubano de nueva generacion que pululan y que tenemos la esperanza que si triunfa Donald trump,los envie de vuelta a la escuela nico lopez, su picadillo de soya con ensalada de moringa!!!
Jajajaj…te hicieron daño las hamburguesas, y creo la Coca Cola. X cierto, si Borges fuese tu editor, no te hubiese publicado la mayoría, esta sin dudas no, horrible. Asere tanto q no se puede leer. Alégrate q tienes lectores q aunque sea para reír contigo, o de ti, te siguen. Saludos.
…Y cuando resucito Cantinflas?
crei que era yo el equivocado pero ahora veo que te falto mendo no seas tan complciente…puedes contar mejores historias, mas aun de cardenas y colon.
El yuma te puso fiolosófico , asere. Suelta toda esa carga que te vas a fundir.
Socio estas escribiendo en geroglificos. Comparar La Habana – Miami es irracional, si de viajes hablas, volar en avion desde Cuba hacia El norte o Europa incluso hacia algunas regiones del sur si hay que ponerle nombre sería algo así como “Escape al Futuro” y el regreso es “Retorno al pasado” porque un avión es una maquina del tiempo que deja ver la marcada diferencia entre desarrollo, mundo, 1er, 2do, 3er, 4to mundo y nosotros en nuestro terruño.
Recomendación no escibas cosas metafísicas sino conoces las física, hablar de espacio tiempo en cuanto a viajes a o desde cuba es sencillamente tema pra ir a un Psiquiatra con o sin la P delante. saludos
Compadre, sin ánimos de ofender, creo que no vuelvo a leer tu columna, Internet está muy cara aquí en Cuba y la vida muy complicada y dura para estar leyendo tus sin sentidos y tu seudo-filosofía. Aún me pregunto si necesito pasar un curso para saber lo que escribiste aquí.
Saludos.
Cartlitos, revísate que estás ponchao.
bueno ok alvarez. el avion entre miami y la habana es 45 minutos, pero entre cardenas y colon no hay 45 minutos probablemente de ninguna manera. a menos que fuera una matafora para tu articulo. me debes tus impresiones de la isla del encanto. me quede en fort laudardale y aun no has regresado. que pluma caray.
buen texto Carlos, a ratos hermético, pero en definitiva te obliga a mover el pensamiento.Felicitaciones.
Muy bueno, chama. Mis respetos.
beunisimo.Sublime como siempre.Hay una cantidad de ignorantes calumniando la gran pluma de CMA aqui…Que envidia madre mia
Si tu editor fuera Borges probablemente sabría que Lezama sí se movió, literalmente, de su sitio. Lo sabrías tú también si no persistieras en tu ignorancia porque varias personas te advirtimos hace más de un año que tu afirmación de que Lezama nunca había viajado era un disparate que incluso con un mínimo de Wikipedia se corregía. No sé si persistes en el error por tozudez o si no verificas las cosas por esa arrogancia invencible que sólo otorga la ignoracia en gran escala. No me sorprende, por otro lado, más allá de tus alardes de lector de Arquíloco y tu pasión por invocar a Bloom hasta en la pelota, siempre has dejado claro que tu erudición es mínima y que Periodismo no fue la carrera para corregir esa deficiencia. Sí me llama la atención que quien edite no verifique la realidad de las afirmaciones que haces. Igual la edición de un sitio como este va a una velocidad que no permite esas “exquisiteces”, pero entonces se vuelve imprescindible tener a alguien a mano que tenga un mínimo de cultura (porque saber que Lezama viajó a México y Jamaica es como elemental si uno sabe algo de literatura cubana).
Ultimamente uno viene aqui a leer, a enterarse de cosas que pasan editorialmente desapercibidas en la línea común y se topa con esto, o con lo otro, hazte un blog compadre jaja
Los programadores tenemos una característica de la personalidad que es la de “calificar”. En el estudio de esa ciencia (lo es y punto) aprendemos que dos objetos/lugares/personas pueden ser iguales o totalmente diferentes. Si tomas una uva y una manzana, podrías clarificarlas como frutas, pero a medida que profundices en sus características (amplíes el espectro de análisis) entonces terminarías diciendo que son completamente distintas. Me parece que tu análisis esta un poco SIMPLÓN, mejor dicho, MEDIOCRE. Es que incluso llegar a decir que una ciudad costera y una ciudad del campo son iguales (y no digo que no se parezcan) es una simplicidad de análisis. Pero donde George Boole convulsionó (busca en Google que hubo un sismo en su tumba) fue cuando se te ocurrió decir que Cuba y Miami son lo mismo. Socio, yo se que te gusta buscarle la lengua a las personas, pero eso ha sido un ultraje al pensamiento racional y a la historia de esta nación.
El artículo es una delicia. Comparto el mismo asombro del autor por los espacios distintos en que transcurre la misma temporalidad, como en instantes dejas de ver toda una realidad para adentrarte en otra. Un excelente trabajom una prosa finísima, quien lo reduzca a una “calificación” matemática es un necio. Hay que ver las capacidades reales de quien se atribuya el ejercicio de la “calificación”
reverencias!!! sin palabras. No hay loas en palabras para el autor…Reverencias a esa pluma