El hombre de las eras fabulosas –decía Frónesis sin ninguna exaltación, pues siempre rehusaba todo problematismo sexual, el sexo era para él, como la poesía, materia concluyente, no problemática- tendía a reproducirse en la hibernación, ganaba la sucesión precisamente en la hibernación del tiempo.
Lezama Lima
June Fernández, periodista vasca, vino a Cuba en 2012, y encontró en el baile de reguetón, en el perreo, otro modo de expresión feminista. Aplicó esa inteligente estrategia que consiste en apropiarte del discurso o del poder simbólico del contrario y reconfigurarlo a tu favor. En su espectacular artículo, Si no puedo perrear, no es mi revolución, June dice algo como esto: “Para muchas feministas, que una de las suyas disfrute restregando voluntariamente su culo contra el paquete del maromo de turno puede generar un cortocircuito interesante.”
Y aquí queda planteado el dilema. Muchas feministas, muchos activistas de género, lo único que hacen durante sus arduos y extenuantes años de lucha cívica es ir de cortocircuito en cortocircuito. O sea, ir de molestia en molestia, de denuncia en denuncia, lo cual les permite librarse de una delicada tarea. Ejercitar el pensamiento. Los activistas de género parecen muy cómodos detrás de un par de tópicos que ellos consideran infalibles, y desde allí disparan a ráfagas, como un pelotón en cuadro apretado, convencidos de su inmunidad.
Ahora, el caso de June Fernández, por ejemplo, sería un poco más difícil de batir, porque June Fernández es mujer, y es feminista, y uno de los principales rasgos por el que este tipo de activistas identifica a sus fieles, es precisamente por el género o por la condición sexual, y no por la veracidad o no de su propuesta. Es como un truco que tienen. Ya que el terreno de las ideas puede volverse pantanoso (un terreno donde quizás no tengan mucho que decir), para ellos resulta preferible activar otros filtros. Si June Fernández fuese hombre, y no fuese feminista (¿puede haber hombres feministas, verdad?), los activistas de género tomarían su idea del perreo como una herejía. El reguetón ha sido una música sexista y misógina por antonomasia, el blanco perfecto de sus críticas. Y aun cuando una tesis tan arriesgada les parezca sospechosa, lo cierto es que June Fernández cumple con todas los aptitudes que según los activistas debe tener alguien para decir sobre el tema algo que valga la pena. Por lo que no les queda otra que morderse la lengua.
La primera conclusión, por tanto, es simple. Si lo que los activistas buscan (sea cuales fueren estos activistas) es la igualdad, obviamente tendrá que llegar el momento en que no sostengan tanto su causa sobre la diferencia de géneros, o de razas, o de elección sexual; en suma, sobre la exclusión, porque pueden correr el riesgo de no ir hacia ningún lugar, y de creer, por otra parte, que sí lo están haciendo. Y esto, o es cinismo, o es candidez. Si lo que buscan es igualdad, tiene que haber determinados espacios donde los activistas comiencen a pensarse como iguales, no como víctimas, donde anulen, desde sí mismos, la disyuntiva ontológica, y donde comiencen a revascularizar sus anémicos y postrados argumentos. No hay, lo sabemos por experiencia nacional, mayor barricada que el lamento sostenido. Y si le tomamos el gusto, ya nunca querremos salir de ahí.
Del rol de víctima, los activistas pueden pasar fácilmente a detectives. Son como perros sabuesos que andan olisqueando todo lo que les parezca discriminatorio. Vienen con una hipótesis en la cabeza, y luego adaptan los hechos a esa hipótesis de tal manera que quedan convencidos de su intuición y su eficacia. Puede que no haya crimen, puede que el crimen resida ya, de antemano, en la cabeza de los activistas, solo ahí, y que estén todo el tiempo pecando de lo mismo que quieren culpar al resto. Pero esa es una posibilidad que nunca estarían dispuestos a contemplar porque, volvamos sobre el punto, estos activistas o son negros, o son mujeres, o son homosexuales. Es decir, son, según sus muy particulares parámetros, confiables, y están libres de error. Cuentan con todas las cualidades que consideran indispensables. Elemental paradoja: exigen y valoran desde el esquema que pretenden suprimir.
En realidad, los activistas desconocen la naturaleza de su función. Ignoran que surgen a partir de una atrofia. Existen porque el camino se ha torcido tanto que debemos luchar por cosas que no debiéramos estar luchando. Derechos que anteceden cualquier debate. Negro o blanco. Homosexual o heterosexual. Mujer u hombre. No hay un dilema de fondo, pero los activistas creen que sí. Una vez -bastante poco original, debo admitirlo- le dije a Guillén negro bembón y un lector –otro entre tantos- se insultó conmigo. Yo no había hecho más que decir de Guillén exactamente lo que era, y si alguien creyó que había en ello un acto de racismo, evidentemente lo creyó porque el racista era él.
Para los activistas, declararse heterosexual es, per se, un intento desesperado de declararse no homosexual. Se alimentan de la dicotomía y ansían sembrarla incluso allí donde no la hay. Reducen todo a un estereotipo que es, lógicamente, fácil de condenar, un estereotipo ante el que no lleva demasiado esfuerzo salir victorioso, pero lo reducen porque no saben boxear en otro frente que no sea el frente de la condena y la denuncia y la pancarta, ni ante un rival que no sea el blanco racista o el sujeto machista enfáticamente heterosexual. No saben moverse entre dos aguas. Su filosofía, su arma mortífera, su granada de mano es, simplemente, la queja. Salen a quejarse, adoloridos, por la humanidad prejuiciosa, aunque a veces, cuando no andan en papel de víctimas o de peritos, se asumen como curas benévolos, dispuestos a iluminarte para que te despojes de todos los prejuicios que tú no sabes que tienes, pero que ellos pueden ver en ti.
La pelea contra gobiernos, contra las élites, contra la policía represiva, contra la moral judeo cristiana, contra sociedades patriarcales, contra culturas homófobas, son siempre peleas coyunturales. Los activistas, pobres, quieren batirse en terrenos más complejos con las mismas armas con las que van a discutir a un parlamento. Pero el problema de focalizar tanto a un contrincante es que terminas ajustado a su medida. De ahí que ciertos activistas no sean más que enemigos íntimos de ciertos funcionarios políticos. Y de ahí que, si ciertos activistas te emplazan, debieras a toda costa evitar el duelo, porque no te estarías enfrentando más que a un funcionario, con toda la precariedad en el debate que ello implica.
Dice June Fernández: “Si hay un reparo ante el reguetón que me gusta rebatir es el de que resulta un baile machista porque la mujer se mueve para darle placer al hombre. Es curioso porque, bajo una premisa aparentemente feminista, una vez más se niega la sexualidad y el placer de las mujeres. ¿O sea que si yo me froto contra un tío es para darle gustito a él? ¿Acaso no creen que frotarme contra una pierna o un paquete me da gustito a mí?” Y luego agrega: “…un activismo desde el placer, y no solo desde el enojo.”
Imagino a los activistas cubanos, siempre tan seriotes, intentando digerir una tesis de este tipo. Pero ahí está la escena: reguetón a pulso, la jeva en cuatro, muy feliz, dando cintura, y ellos armando sus soporíferos discursos de denuncia, incapaces realmente de sacar partido. Los activistas contumaces deben recordar, por más que les desconcierte, que hay ciertas zonas de libertad donde nadie los ha invitado, porque no tienen razón de ser.
jajajajaja… cómo me he reído… yo no soy activista…. jajajaja… aunque sí creo en las libertades, en los derechos… en los que dictan las leyes naturales… y tengo amigos activistas… que no son como retratas, del tipo de los que buscan la pelusa de la contrapelusa… pero me he reído porque tienes razón… hay quienes ven una amenaza en todo… y se van al otro extremo… así pasó con una corriente del feminismo… Lo que pasa CMA es que hay gente para todo en este mundo… y que como tú dices quienes luchan porque no les marginen, terminan marginando… pero así es nuestro mundo…
Ya habia leido este trabajo de June… me parecio interesante, … como interesante y contundente me parece – claro, parto de cierta suspicacia propia (no tiene porque ser así, repito: me dio el olfato) que le has contestado con todas las de la ley a Paquito, …
El asunto del feminismo nunca ha despertado mi interes. La clasica mujer feminista que aspira a la
igualdad de sexos me la imagino como el personaje de una pelicula reciente de Eugenio Dervez
De pelo corto, delgada, vestida de gris, ejecutiva, intelectual que gastaba gafas
y por supuesto lesbiana.
uffff, me temo que algunos de los activistas seriotes que se indignaron y lanzaron improperios durante las pasadas columnas han sido víctimas de una clase magistral de boxeo, claro esta, con sus respectivos nocauts jajajajaja. Muchas veces sucede que los primeros excluyentes son ustedes, que van en plan “o eres como yo o estas contra mi”. Excelente Carlos.
Me gusta como escribe CMA, podría decir que soy su seguidora. No me siento identificada con la diatriba. Pero creo que a CMA se le fue la mano, porque esas personas pasan trabajo en la vida para hacer valer sus derechos, aunque a alguxs se les vaya la mano también. La solidaridad con estas causas de inclusión -en muchos casos ajenas- nos hace mejores personas. Por eso me quedo con este punto de vista: http://paquitoeldecuba.com/2014/09/11/lo-contrario-del-activismo-o-como-perdi-el-sentido-del-humor/
Cuando Lezama llama ¨monstruo luciferino¨ a la guagua porque decir ¨o-m-n-i-b-u-s¨ le parece insípido y ¨g-u-a-g-u-a¨ cacofónico y pesado, en mi opinión regala la imagen, la empobrece. Cuando Carlitos escribe un pequeño tratado sobre el pequeño-activista/pequeño-burgués/pequeño-proletario, también en mi opinión juega al enano montado sobre hombros de gigante. Porque Lezama debió decir: ¨yo no me monto en una guagua¨, y Carlitos: ¨me parecen muy estúpidos los comentarios de ciertos activistas¨.
Querido, se nota que nunca te ha hecho el amor una feminista, o sea, una mujer que conoce su placer, que se goza y sabe libre, que disfruta uno, dos, quince orgasmos… Difícil de entender para ti, según se te lee, buscando epatar con argumentos denigrantes sobre los otros para esconder tu pacatería provinciana… Jajja, citas a Lezama y a Rimbaud, pero no tienes la humildad de cerrar esta boca tuya ante lo que desconoces…
Es una pena que una publicación con tantos valores y excelentes profesionales en su nómina como es OnCuba carezca de tino al extender la misoginia, la homofobia y el racismo. Es una pena que algun@s piensen que el periodismo es aplastar al otro, que el pensamiento individual es suficiente aunque carezca del dato, de investigación, de conocimiento social de la realidad. Es una pena que ciertos colegas no se percaten que cuando se comenta sobre lo que no se sabe basándose en absolutos prejuicios el resultado final trasluce ignorancia. Es una pena saber de gente joven que irrespeta a quienes luchan por derechos elementales negados a algunos que no tienen piel blanca, genitales masculinos, deseos heterosexuales (como el autor de este texto)… El activismo, ese que pone pecho, cuerpo y vida en afán de justicia, es el que pudo lograr para nuestra generación algunas pequeñas libertades. Pero esos derechos, como siempre recuerda Zaida Capote y demuestra el reciente caso del aborto en España, pueden ser revocados si no se defienden, porque el pensamiento discriminador está más vivo de lo que se piensa, y los neomachismos pululan camuflados entre la palabrería y la cita hiperculta. Nada, que textos como este demuestran la vigencia y necesidad de un activismo consciente en esta Cuba cuyos oscurantismos todavía nos duelen a algun@s…
Realmente es una pena tanta banalidad escrita que destila ignorancia, pero sobre todo me preocupa el irrespeto por quienes se dan y trabajan tanto para eliminar las desigualdades en un mundo que evidentemente no quieres ver. Es una pena que escribas bien y hagas de tus palabras un juego peligroso lleno de discriminación. Me sumo a lo que dice Helen y siento mucho que un periodista joven hable con tanta falta de ética. Peor es que una publicación como esta avale los signos de homofobia,racismo y otros que están muy claros en este artículo. Creo en el respeto siempre como camino para el diálogo…te dejo el texto de Paquito…PODRÁS ENTENDER? http://paquitoeldecuba.com/2014/09/11/lo-contrario-del-activismo-o-como-perdi-el-sentido-del-humor/
Deja de mirarte al ombligo, no es en ese lugar de tu cuerpo donde hallarás el camino hacia el periodismo serio ni hacia la literatura. Vas sembrando la misma parcialidad y perfidia que tanto has criticado, y lo peor es que te crees inmune. Pobre de ti. Los que te leen solo están por cinco minutos conectados a ti, tú, sin embargo, no te puedes librar de ti miso.
Como de antemano se nos define a las/os activistas como perros sabuesos que reducen todo al estereotipo dicotómico porque no saben boxear en otro frente que no sea el frente de la condena y la denuncia y la pancarta no importa lo que aquí se comente, todo indica que la feministas no dejaremos de ser una secta de incendiarias castradoras.
La razón del comentario va entonces por la responsabilidad social de una publicación como On Cuba, un sitio que presume de hacer periodismo digital y que junto al autor es también firmante de lo que publica. ¿Qué razones pueden llevar a un sitio como este a apostar por esta estética peculiar y de amplio registro con muchas potencialidades para hacer carrera en los relatos de ficción?
La generalización extrema revela un desconocimiento profundo de la realidad del país y me preocupa, pues al no tener elementos y datos–imprescindibles para demostrar una hipótesis—subestima a quien lee. ¿Por qué no citar las experiencias que llevan a las afirmaciones y sanciones expuestas? Páginas, espacios y discursos sobran como posible material de análisis. Y créame que es bienvenida una crítica tajante, pero no basada en conjeturas.
El ataque al feminismo englobado en un saco estéril es una estrategia vieja. Como dice Toril Moi ese uso de «algunas» o «muchas» o «ciertas» feministas obtienen su fuerza ideológica precisamente de su vaguedad, que actúa como una pantalla en blanco para que los lectores proyecten sus peores miedos.
“…lesbianas a caballo que queman ajustadores, arpías castradoras que se comen hombres de desayuno, o gimientes feministas víctimas proclamando violaciones en citas y acosos sexuales sin haber sufrido la más mínima provocación pueden volverse fácilmente el trasfondo secreto de las referencias aparentemente inocuas a «algunas» o «muchas» o «ciertas» feministas”, afirma Moi.
Defender el derecho a decir lo que se piensa y disentir es una necesidad de la Cuba actual. Pero en esa libertad de expresión la ética y el compromiso humano son fundamentales, especialmente para quien ejerce la opinión pública como profesional y de antemano está en una posición de poder. Me preocupa cómo se pone de moda una cosmética del escándalo en el discurso que se acerca a temas de interés social.
Al activismo no le queda de otra que apostar por el encuentro frontal y dar la batalla hasta que el fantasma salte. Y eso se aplica en el ámbito individual y público ¿Por qué dejar pasar expresiones misóginas, homofóbicas, regionalistas y racistas? ¿Es el derecho a la libre expresión un salvo conducto para la discriminación?
Para mí el texto amerita un análisis ético profundo. No creo que el escritor pueda ser tan ingenuo y esencialista como para resumir la discriminación en atrofia e incluso llegar a afirmar que no hay dilema de fondo. Las feministas somos las que no pensamos, puede que el autor no sea marxista, pero ¿es a-histórico? Lo otro es que me quiera pasar gato por liebre y diciéndome que realmente no existe ningún conflicto de fondo esté naturalizando la discriminación.
Como de antemano se nos define a las/os activistas como perros sabuesos que reducen todo al estereotipo dicotómico porque no saben boxear en otro frente que no sea el frente de la condena y la denuncia y la pancarta no importa lo que aquí se comente, todo indica que la feministas no dejaremos de ser una secta de incendiarias castradoras.
La razón del comentario va entonces por la responsabilidad social de una publicación como On Cuba, un sitio que presume de hacer periodismo digital y que junto al autor es también firmante de lo que publica. ¿Qué razones pueden llevar a un sitio como este a apostar por esta estética peculiar y de amplio registro con muchas potencialidades para hacer carrera en los relatos de ficción?
La generalización extrema revela un desconocimiento profundo de la realidad del país y me preocupa, pues al no tener elementos y datos–imprescindibles para demostrar una hipótesis—subestima a quien lee. ¿Por qué no citar las experiencias que llevan a las afirmaciones y sanciones expuestas? Páginas, espacios y discursos sobran como posible material de análisis. Y créame que es bienvenida una crítica tajante, pero no basada en conjeturas.
El ataque al feminismo englobado en un saco estéril es una estrategia vieja. Como dice Toril Moi ese uso de «algunas» o «muchas» o «ciertas» feministas obtienen su fuerza ideológica precisamente de su vaguedad, que actúa como una pantalla en blanco para que los lectores proyecten sus peores miedos.
“…lesbianas a caballo que queman ajustadores, arpías castradoras que se comen hombres de desayuno, o gimientes feministas víctimas proclamando violaciones en citas y acosos sexuales sin haber sufrido la más mínima provocación pueden volverse fácilmente el trasfondo secreto de las referencias aparentemente inocuas a «algunas» o «muchas» o «ciertas» feministas”, afirma Moi.
Defender el derecho a decir lo que se piensa y disentir es una necesidad de la Cuba actual. Pero en esa libertad de expresión la ética y el compromiso humano son fundamentales, especialmente para quien ejerce la opinión pública como profesional y de antemano está en una posición de poder. Se va poniendo de moda una cosmética del escándalo en el discurso que se acerca a temas de interés social y eso es preocupante.
Al activismo no le queda de otra que apostar por el encuentro frontal y dar la batalla hasta que el fantasma salte. Y eso se aplica en el ámbito individual y público ¿Por qué dejar pasar expresiones misóginas, homofóbicas, regionalistas y racistas? ¿Es el derecho a la libre expresión un salvo conducto para la discriminación?
Para mí el texto amerita un análisis ético profundo. No creo que el escritor pueda ser tan ingenuo y esencialista como para resumir la discriminación en atrofia e incluso llegar a afirmar que no hay dilema de fondo. Las feministas somos las que no pensamos, puede que el autor no sea marxista, pero ¿es a-histórico? Lo otro es que me quiera pasar gato por liebre y diciéndome que realmente no existe ningún conflicto de fondo esté naturalizando la discriminación.
Al autor de estas páginas lamentamos informale que su necesidad urgente de atención no será posible socorrer, estamos ocupadas en buscar soluciones a problemas de las cubanas como: que su marido o familiar no le peque por ser lo que es; que a una pareja de mujeres/trans/gays no le quiten el trabajo porque salen del closet; que a las trans la dejen terminar la secundaria, el pre, llegar a la universidad para que por su talento tengan una columna como la suya; que la pobreza no tenga nombre de mujer ni de negra, en fin una lista larga que para nosotras son prioridad. Y TEN LA SEGURIDAD DE QUE CUMPLIREMOS NUESTRO OBJETIVO!!! Activistamente, te esperamos.
Charly papi que consideradas han sido mis compañeras, pero aquí estoy yo para que puedas sustentar tu teoría sobre nosotras “la legión de devoradoras feministas” y dejes de ser la nota de color de este sitio. Cary, ERES UN MACHISTA MISÓGINO Y HOMOFÓBICO POSTVANGUARDISTA DE MANUAL, de los que necesitan sacar su macho atropellador y decir que tiene un amigo maricón sin nombre. Te hace falta UNA CÓPULA INTELECTUAL urgente, con lo más avanzado de la teoría social y de la calle. Por eso te esperamos para tomar el té y bailar reguetón, ¡es que como nunca te hemos visto en ningún espacio de activismo! Por la fama que nos das y tu obsesión por la integridad del “alerón trasero” de seguro vendrás bien protegido. Tienes razón en preocuparte, las feministas no pellizcamos, MORDEMOS y NO ESTAMOS VACUNADAS!!!!!!
Ha sido una experiencia novedosa para mí que un artículo mío se utilice para atacar a las y los activistas. Uno de los motivos por los que me enganché a Cuba fue por mi admiración hacia activistas que defienden los derechos humanos en un contexto político adverso, en el que se obstaculiza la actividad de los movimientos sociales y se acusa a toda voz crítica de contrarrevolucionaria. Fue un placer y un honor conocer a gente tan valiosa como Paquito, Negra Cubana, Yasmin, Rogelio, Isbel, Danae, Helen, Lirians y tanta otra gente maravillosa que dedica su vida a la lucha contra el machismo, el racismo y la homolesbotransfobia. Me habría resultado interesante hablar de cierto riesgo de sectarismo en el que incurrimos, y de eso iba mi post. Pero utilizar esa autocrítica interna para barrer con todo y caricaturizar a quienes luchan contra las discriminaciones, me parece lamentable. Anda que no hay sectarismos más evidentes y peligrosos en tu país y en el mío.
Y yo que creia que este tipo era inteligente, me alegro que se descubra temprano como un ignorante y un patan al que hay que aboler.
Escuelita básica de feminismo (y no le miren solo pal culo que se desconcentran) http://www.youtube.com/watch?v=hg3umXU_qWc
No soy activista, y creo, que no soy feminista. El autor y OnCuba deberían primeramente, pedirle disculpas a las mujeres, a las personas negras, a las feministas, a los gays, lesbianas, transexuales, a la autora June Fernández, a las y los activistas. En segundo lugar OnCuba debería retirar este artículo. El texto es ridículo, atrevido en su ignorancia y extremadamente infantil y hasta peligroso. Por favor, si vas a ser crítico, por favor, ten fundamento. Por favor, si vas a usar las ideas y frases de otros, por favor no descontextualices. Por favor, si vas a criticar al activismo en Cuba, ya sea de cualquier índole, estudia, investiga primero. Por favor, si vas a hacer crítica, por favor, no ofendas. Evintemente estás muy lejos de todo esto aún. Lástima por OnCuba que publica esta porquería. No la leo más.
Soy lectora que disfruta mucho de OnCuba y su staff (sigo a mis colegas en su nómina) y no voy a dejar de visitar el sitio, pero creo que la publicación debe respetar la máxima de la responsabilidad en el Periodismo violentada con este material de CMA. No creo que deba retirarse el material, porque hay muchos comentarios de gente inteligente y esclarecedora. Pedir a CMA que se disculpe o rectifique o aprenda es pedirle mangos al olmo. Por eso, exijo que OnCuba comente y deje clara su posición al respecto porque -como dicen muchxs aquí- validar o dejar pasar criterios como este puede ser peligroso o echar por tierra algunas conquistas.
No conozco la política editorial de OnCuba. Quiero pensar que OnCuba no comparte estas ideas. Es un texto tan inmaduro como ofensivo. Por tanto, se trata de ser coherente. Sigo creyendo que el artículo debe ser quitado. A lo mejor es pedirle peras al olmo, yo no conozco al autor, pero tiene responsabilidad por todo lo que escribió. Tiene tanta o más responsabilidad como tiene OnCuba por permitir la salida de este artículo. Entonces, claro que hay que exigirle al autor también…aunque él no se disculpe.
Todo esto tiene nombre….”discriminación positiva”, y lo único lamentable es que, ni autor, ni activistas lo sepan. Hay artículos e investigaciones muy serias, como para venir a juzgar así a la ligera sobre lo que constituye el trabajo de muchas personas preparadas y comprometidas con ello. Como opinar es gratis (a veces hasta lucrativo) y perfectamente permisible, me parece bien que se diga lo que apetezca…pero hay que leer un poco antes de escribir, sobre todo por educación y seriedad con el propio oficio.
El rigor periodístico y la polémica intelectual no tienen que incluir en su receta la falta de ética, el irrespeto, la ignorancia y la arrogancia…
Soy hombre y feminista, como puede que sea otras muchas cosas. Lo soy simplemente porque me parece que defender, apoyar, acompañar las luchas, búsquedas y caminos que recorren las mujeres y los hombres que aspiran a un mundo donde la dignidad y la libertad humana no se constriñan bajo la hegemonía de las castas, la violencia, el racismo, la cosificación y mercantilización de la vida, las clases, etc… merece la pena y alegra la existencia; al contrario que prestar atención a escritos tan mediocres que solo parecen apostar por el irrespeto y la cobardía de quien quizás está muy preocupado por su ego y su vaporoso apostolado de hiel medieval. Si por algo me es afortunada su lectura en este momento, es porque me refuerza el deseo y la urgencia de parir obras o proyectos comprometidos o al menos enfocados con los espejuelos del género y el feminismo a contrapelo del sentido común de la dominación masculina.
Soy feminista y eso no quiere decir que haya dejado de reproducir en mi vida cotidiana muchos de los modelos en que el patriarcado nos educa, pero cada vez más consciente de mis embates machistas sobre otras personas y contra mí mismo por causa del ego y el machismo que reciclamos todos los días; me sumo sin pronunciar mea culpa al sueño de construir un nuevo horizonte de mayor igualdad y libertad verdaderas, donde el feminismo es una de las herramientas necesarias para multiplicar la felicidad entre todas y todos. Tal vez cuando sea irreversible el reino de la justicia y la libertad a escala planetaria, si nos alcanzara el tiempo y la esperanza, tal vez ese día sea absolutamente innecesario hablar de estas cosas y el feminismo quede efectivamente entre los recuerdos preciados del largo viaje; pero mientras quede un alfiler de injusticia y desidia sobre esta Tierra o un ápice del espejismo que nos proponen tus palabras, donde hay una libertad y un derecho humano que parecen un oasis en medio de la nada, que es lo único que se evaporará aquí, no nos cansaremos de gritar nuestras verdades, nuestras angustias y arar en desiertos u océanos de indiferencia e ignorancia. El feminismo, el antirracismo, las luchas más pequeñas y cotidianas por la democracia, la paz, la justicia y libertad son experiencias vivas y complejas en sus propuestas y acciones; lo que es consustancialmente antidemocrático, reduce el placer de todos y todas, limita libertades y ataca los derechos humanos es el machismo y el orden patriarcal que parece disfrazarse con tópicos de moda. Creo simplemente que deberías preocuparte más por asumir tu ignorancia antes de acercarte al tema como el buen intelectual y periodista que pretendes ser y menos por tu pose con que solo aparentas ser un narcisista borracho de superioridad y misoginia.
Me sumo con mucho cariño y admiración a lo ya dicho por las amigas Danae C. Diéguez, Helen Hernández Hormilla y otras.
De: Ernesto Pérez Zambrano.
Este si no es, sabe donde queda la laguna
Diez cuestiones no prescriptivas sobre el activismo contra las discriminaciones
1. Compromiso político y social, sin perder el sentido del humor.
2. Capacidad dialógica.
3. Empatía y solidaridad.
4. Liderazgo sin protagonismos ni ambiciones por el poder.
5. Correspondencia entre discurso y praxis.
6. Optimismo a toda prueba.
7. Ejercicio permanente de la crítica y disposición al mejoramiento personal constante.
8. Estudio permanente e interdisciplinar sobre: Historia, Feminismos, Racialidad, Antropología y Etnología, Sexualidad, Estudios post coloniales, Filosofía, Sociología, Teorías de Género, Religión, Ciencia Política, Pedagogía, Derechos Humanos, Demografía, Derecho, Bioética, Psicología, Medicina, Criminología, entre otras.
9. Perseverancia y mucha, mucha paciencia, sobre todo con funcionarios y algunos profesionales (tener especial cuidado cuando poder, oportunismo y manquedad intelectual se combinan en algunos profesionales que intervienen en el control social: médicos, juristas, pedagogos, psicólogos y sobre todo con los periodistas).
10. Autocontrol…
Vamos a ver. El querer llamar a atención sobre los errores que se pueden cometer desde las estrategias y acciones para conquistar la igualdad plena entre hombres y mujeres, donde quiera que se esté, no da derecho a despreciar el papel de quienes luchan por ello. El “artículo”, cuanto menos, es poco serio; destila machismo y arrogancia. El autor intenta luchar contra las etiquetas, poniendo etiqueta; por no hacer referencia a desconocimiento de la realidad de éstos movimientos, no solo en Cuba, sino en el mundo. En Cuba, por excelencia, somos machistas, sexistas, homófobos y creídos, sobre todo ésto último; los pseudoescritores se dan como el Marabú, y lejos de ayudar al crecimiento de la cultura colectiva, y a que nos dotemos de mejores criterios para configurar la convivencia, avivan el debate con comentarios bárbaros como los expresados en este “trabajo”. Aún así, defiendo que éstas cosas se publiquen, pues ayuda a desmontar el mito de la “unanimidad” en el pensamiento y pone negro sobre blanco el pensamiento conservador que muchas veces, por complejos personales, no se expresan. Debería saber el autor, que en muchos lugares del mundo, incluida Cuba, el machismo mata.
Tengo que agradecer los comentarios más que el artículo mismo.
Desde mi soledad de corredora de fondo, como imagino a cada mujer en su circunstancia, confieso que concuerdo con más de tres razones que el autor emplea para armar su artículo. Razones que no incluyen, es obvio, el imperativo femenino de subvertir un signo patriarcal impuesto por siglos. En contraste, cuesta bastante identificarse con buena parte de los discursos de las feministas cubanas de carrera, quienes habitualmente esgrimen que los otros son los ignorantes, faltos de instrucción básica sobre temas de género o de información avanzada sobre lo mismo y sus derivados. Incluso, cuando muchas disparan el mediocre texto de rigor en cualquier trinchera de convite, creyendo tener la llave sagrada del consenso femenino. Lo que da risa, por no decir que pena, o viceversa, dada el peso del conflicto. El autor de este artículo es un macho falocéntrico que no se diferencia mucho del común mortal que nos rodea, pero está diciendo cosas que no deberían perder de vista las foristas más apasionadas, ya que lo dice, además, con magnífico estilo. Lilasendón
Es hora de que veamos a los géneros como un conjunto en vez de como un juego de polos opuestos. Debemos parar de desafiarnos los unos a los otros. los hombres tampoco tienen los beneficios de la igualdad, luchar por los derechos de las mujeres no es sinónimo de odiar a los hombres. Y si de algo estoy segura es creer que tanto hombres como mujeres deben tener iguales derechos y oportunidades. Es la teoría política, económica y social de la igualdad de sexos.
La diferencia social se debe referir a que cada individuo es único e irrepetible, mientras que la desigualdad remite a cierta superioridad o inferioridad, en términos sociales, de algunos individuos sobre otros.
La igualdad admite diferencias, pero no como es obvio desigualdades. Mientras que la desigualdad supone discriminación y privilegio, la diferencia implica semejanza recíproca o diversidad entre cosas de una misma especie, lo cual permite distinguirlas unas de otras, sin que ello implique necesariamente discriminaciones ni privilegios de ningún tipo, ni ontológicas, ni políticos. Es decir, la diferencia puede ser, y de hecho, ha sido utilizada como punto de apoyo para la desigualdad pero esto es algo que carece de fundamento.
La igualdad se entiende como una relación de equivalencia, en el sentido de que los sujetos tienen el mismo valor, y precisamente por ello son iguales. Pero aunque tengan el mismo valor no quiere decir que tengan la misma identidad ni que sean uniformes.
Equidad de género. Se refiere a la justicia en el tratamiento de hombres y de mujeres, la cual implica la redistribución de recursos y oportunidades entre ambos, no significa que nos vistamos iguales, ni que utilicemos consignas.
Por eso hablemos de equidad de género y no de igualdad, pues justamente la no igualdad es la base biológica de la atracción entre los géneros para la constitución de la familia como célula básica de la sociedad.
Cada generación ha tenido sus iconos artísticos y pseudoartísticos y a las otras generaciones concomitantes siempre les ha sido difícil aceptar, y más aun entender, ciertas preferencias.
Sí, cuando llegue el momento de la reflexión y nuestros hijos sean capaces de reconocer con la inteligencia aquéllas grandes o pequeñas verdades que hayamos sabido transmitirles, no han aprendido a sentirlas y nadie les ha enseñado a aborrecer lo detestable y gustar lo amable, si sus sentimientos no han sido educados parejamente a su entendimiento, serán incapaces de admitir esas verdades porque, aunque quieran, no podrán ni sabrán vivirlas como propias.
Se ve que el autor de este texto es un niño bitongo que juega a ser profundo, que jamás tuvo “un padre alcohólico” que le pegaba a “una madre loca” Muy felices que son los normales y más aún si buscan la trasecendencia y esquivan, todo el tiempo, su anagnórisis.
Bahh, esto ya es el colmo, no paro de reirme, no porque me de gracia, simplemente el nerviosismo me da eso, y estoy nervioso porque quiero decir tantas cosas que no se si pueda. Este muchacho tiene algún Trauma, digo yo, o no se acaba de encontrar. Soy de los que opina que de lo que no se sabe, no se opina, y si de todas formas voy a opinar, entonces no excedas límites, de ningún tipo. Opino por todo lo que he leído, las 3 historias de Las Vegas y este de ahora, que lo que muchos han comentado es cierto, eres homófobo a más no poder, pero eso está bien, cada quien como quiere ser, simplemente, insisto, no transgredas. Soy activista igual (o al menos eso me creo) y me tocó de cerca, como persona al fin que siente, desde varios puntos de vista, afectación por varias de estas cosas que expones. En los otros artículos de Las Vegas, usas “el sexo” refiriéndote al genital (ya sea masculino o femenino) que es lo que realmente es, además de contar bastante ficción (y lo digo por aspectos propios del personaje Margot). Siento un poco de pena con el sitio como tal, On Cuba, cosas como estas no deberían ser publicadas, muy desacertado, demasiado para gusto de muchos. Me hago eco de uno de los comentarios, agradezco más los comentarios (y valga la redundancia) que el artículo en sí.
No, que no se retire el texto, ha habido tantas respuestas inteligentes que ya por ello vale la pena. No hay que insistir en su carácter reduccionista, ignorante y discriminador porque ya otros opinantes lo han hecho abundante e inteligentemente. Resulta que luchas que destilan sangre, sudor y lágrimas durante siglos son para el autor seres que “no saben moverse entre dos aguas. Su filosofía, su arma mortífera, su granada de mano es, simplemente, la queja. Salen a quejarse, adoloridos, por la humanidad prejuiciosa, aunque a veces, cuando no andan en papel de víctimas o de peritos, se asumen como curas benévolos, dispuestos a iluminarte para que te despojes de todos los prejuicios que…” bla bla bla…: da pena tanta injusticia, tanto irrespeto y tanta ignorancia. Pero como si todo esto fuera poco, hasta rebaja al propio hetero que dice ser: esa imagen , «reguetón a pulso, la jeva en cuatro, muy feliz, dando cintura», crea una imagen estereotipada y reductiva del heterosexual: como si eso, el dominó de barrio,el alarde de conquistador, el descuido en la imagen, etc fueran características “esenciales” y definitorias de tal identidad, con lo cual niega la sensibilidad, los gustos más elevados en materia artística y hasta lúdica y el rechazo a la vulgaridad que es anejo a cualquier persona, al margen de su orientación.
un leve cambio por un errorcito de redacción: donde dice “son para el autor seres” debe decir: “provienen …de seres”.