Ibeyi

Primorosamente artesanales, como dos impecables muñecas armadas con viejos recortes de tela, las Ibeyi despiertan una extraña seducción. Es decir, son hermosas, talentosas y tiernas, cualidades todas de ejemplar transparencia, pero emiten, además, una fuerza que las antecede, un pulso misterioso.

Tal vez –justamente– porque la columna vertebral de su fusión es un amasijo de cosas antiguas –raíces, conjuros, ramas, tierra, cantos fugitivos. Son dos diablillos errantes, genéticamente del monte, educadas, fraguadas y moldeadas en el frenético, cosmopolita y, si se quiere, magnánimo París.

Los bríos de una cultura no se miden tanto por los dos o tres tópicos férreos que dicen distinguirla, sino por las posibilidades que ofrece de mezclarse, confundirse y aparearse con otras culturas. En Ibeyi, Cuba demuestra cuán dúctil puede ser, cuán generosa.

En el clip River, la belleza de estas gemelas nos recuerda un cuento de Lydia Cabrera, donde la protagonista se ahoga en el Almendares y su cabello se convierte en el limo que eternamente se mece sobre los bordes del río.

Las Ibeyi, franco-cubanas, –hijas del gran percusionista cubano Miguel Díaz (Angá) y de la cantante franco-venezolana Maya Dagnino–, han conquistado grandes escenarios, y arrancado vehementes elogios a los críticos más exigentes. Cantan con la noble intimidad de los ancestros.

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Los ibeyis son deidades del panteón Yoruba, jimaguas –como ustedes– quienes salvaron a los hombres del Diablo con el repicar de sus tambores. ¿A quién salvaron ustedes, o a quién les gustaría salvar?

No pretendemos salvar a nadie, sería muy presumido. Pero el hecho de que los ibeyis vencieran gracias a los tambores y al baile sí resuena mucho en nosotras. La música es lo que tenemos las dos para comunicarnos con nuestros compañeros del mundo entero. Para comunicar fraternidad y tolerancia. Para dar esperanza, placer, alegría, sentirnos unidos. En estos momentos de violencia extrema en el planeta, necesitamos más que nunca la música, el arte, la libertad de expresar otra cosa que odio, desunión, separación…

Cuando les llegó la posibilidad en el 2015, con XL Recordings, de grabar Ibeyi, el primer Álbum, decidieron el camino musical casi sobre la marcha. “Algo intimista y orgánico, sencillo y con poca producción”, dice El País. ¿Por qué sabían que ese era el camino? ¿Por un pulso interior?

Queríamos un disco que se pareciera a lo que somos. Somos dos, queríamos un disco, un sonido, que se pudiera tocar sin más músicos que nosotras mismas. Somos negras y blancas, cubanas y francesas, somos una mezcla de culturas afro-europeas, en el disco están todas nuestras influencias, lo que escuchamos creciendo, del yoruba afrocubano al hip hop, pasando por el jazz, el pop o la música electrónica.

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Lisa-Kainde dice que la música es una forma de aliviarse y sentirse en paz. ¿Qué pasó, qué sintieron, cuando la música ya no fue solo para ustedes, sino que podía aliviar o perturbar a otras personas? ¿Cómo es el tránsito de lo íntimo a lo mediático o conocido?

Lo importante es hacer una música que se parezca a ti. Si no la asumes al ciento por ciento, ¿cómo puedes girar y tocarla más de dos años seguidos? Lo increíble es que haces una canción que habla de ti y te das cuenta que resuena en el corazón de gente que no conoces. Eso es mágico. A nosotras nos han ayudado muchísimo los artistas en momentos difíciles de nuestras vidas. Ciertas canciones, ciertas novelas, ciertas películas, ciertos cuadros, ciertos poemas, nos han ayudado a vivir. Y eso no tiene fronteras, el arte es un puente entre los seres humanos. Puedes sentir lo mismo que un chino, un nigeriano, un inglés o un brasileño.

¿Cantarán en español alguna vez?

Nos encantaría. Igual que en francés. Son nuestros idiomas de nacimiento. Hasta ahora las canciones surgieron en inglés pero creemos que vamos a lograrlo.

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¿Cuál canción prefiera Lisa, entre todas las de su disco, y cuál prefiere Naomi? ¿Por qué?

Lisa-Kainde: no tengo una canción preferida pero sí me gusta mucho cantar Think of you, todas la noches.

Naomi: A mí me gusta todo el álbum, no puedo elegir… Veo el álbum como una sola canción.

¿Cuál de las dos se parece más a Angá? ¿Por qué? ¿Cuál de las dos se parece más a Cuba?

Las dos nos parecemos a Angá, de maneras diferentes. Aunque las dos tenemos el mismo amor infinito por la música y el arte, que él y nuestra madre nos trasmitieron.

Naomi: A mí me tocó el ritmo y una necesidad física de estar en Cuba lo más posible. Cuando no voy por un tiempo me duele. Igual que le sucedía a él.

Lisa-Kainde: A mí me tocó su pelo (jajaja), y la capacidad de estar feliz con cosas sencillas. También el dolor frente a las injusticias del mundo. Angá siempre soñó crear una escuela de percusión para niños pobres; yo siempre he querido enseñar música a los niños.

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