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La libertad de creación, la nueva Constitución y el Decreto 349

La cultura no es un reservorio exclusivo de “virtudes” que deban protegerse frente a las “antivirtudes”. Tampoco es un pasado que solo debe protegerse: se recrea continuamente.

por
  • Julio César Guanche
diciembre 17, 2018
en La vida de Nosotros
8
Foto: Raúl Cañibano.

Foto: Raúl Cañibano.

Una relación problemática

El Anteproyecto constitucional propone dos contenidos a la vez: la libertad de creación artística y el respeto de esa creación a los valores de la “sociedad socialista cubana”.

La formulación contiene un cambio importante respecto al artículo 39 ch) de la vigente Ley de leyes, que establece: “es libre la creación artística siempre que su contenido no sea contrario a la Revolución. Las formas de expresión en el arte son libres”.

El Anteproyecto cambia la regulación, pero mantiene una cuestión preocupante: la creación artística supone aprobación por la moral socialista. Para empezar, no considera que la relación entre arte y moral siempre es conflictiva, y muchas veces dicotómica.

En los 1950, Aullido, de Allen Ginsberg y El amante de lady Chatterley, de D. H. Lawrence fueron sometidos a juicios por “obscenidad”. En cambio, Lolita no llegó a los tribunales. Para más de un crítico, el libro de Nabokov era el más “perverso”. En su juicio, Ginsberg declamó “versos pornográfico-fecales”, y aulló contra el establishment comprometido con la guerra de Viet Nam. El fallo, no obstante, fue favorable al libro, que invocó sus valores artísticos y la defensa de la libertad de expresión.

En la primera mitad del XX, un marxista cubano decía que el blues y el jazz “han rodado por el mundo de manera indigna, arrastrándose por todos los antros, pasando de mano en mano, alcoholizados y prostituidos, vendiendo su alma y su cuerpo por dinero”. Pérez Prado y Benny Moré fueron considerados “vulgares”. La moral “dominante” los criticaba, aunque ciertamente ninguna ley los prohibió. Para su suerte —y de nuestra cultura—, Arsenio Rodríguez no tuvo que privarse de darle su buena yuca a Catalina.

En los 1990, la timba también fue considerada vulgar. Hoy José Luis Cortés ha agradecido a los “muchachos del reguetón” porque, “comparados con ellos, [él] es Shakespeare”. El Tosco recibió el Premio Nacional de Música, pero se cumplió la profecía de Gente de Zona: “ustedes que decían que al reguetón le quedaba poco, ustedes están mal, ustedes están locos”.

En materia de arte y moral, se cumple el dicho: no escupas para arriba.

La relación entre el Derecho y la moral no es menos problemática. No existe una moral social. La moral socialista cubana incluye hoy versiones contradictorias sobre el artículo 68 del Anteproyecto. Una zona de socialistas combate la moralidad del matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras otra lo defiende como igualdad de derechos.

La moral y el Derecho no son lo mismo. La moral tiene una insoslayable dimensión individual. Que sea un ámbito “interior” no reduce su importancia: es clave en lo que somos. El Derecho se ocupa de las implicaciones de los comportamientos. La moral no impone otras obligaciones que las generadas por su aceptación. El Derecho es obligatorio.

Pongo un ejemplo sobre su diferencia. Respecto al sexo, la “posición del misionero” ha sido considerada sexista, porque afirma la moralidad del sometimiento femenino. Sin embargo, el Estado no puede regular las posiciones aceptables en la cama, como sí puede legislar sobre la violación dentro del matrimonio y sobre las condiciones del trabajo sexual.

Aún reconociendo la diferencia, están conectados: la lucha por incorporar criterios razonables de moralidad en el Derecho, y la crítica al Derecho existente desde criterios morales, generó una potente reflexión crítica de signo progresista a partir del siglo XX.

En ese sentido, la Constitución boliviana, reconocida como uno de los referentes del Anteproyecto cubano, proclama que los valores a defender son los propios de la Constitución, no los de la “sociedad”. También asigna valores al Estado. Se trata de un tipo de valores universales, no imponibles a una parte de la sociedad sobre otra. Conmina a su ejercicio y los hace exigibles por parte del Estado.

El Anteproyecto confunde estos temas y acoge una versión conservadora de la relación entre moral y Derecho.

El 349

El Decreto 349 se ha aprobado en medio del debate constitucional, sin esperar a la aprobación de la nueva Carta Magna. No es un asunto menor.  Se ha anunciado de modo oficial que se le añadirán normas complementarias. Aquí me limito al texto del Decreto, porque al momento de terminar este artículo no se han hecho públicas sus posibles adiciones y modificaciones.

En años recientes, periodistas han demandado una ley de prensa. En su lugar, fue aprobada una Política de Comunicación. Los cineastas demandaron una ley de cine que no fue aprobada, pero algunos de sus contenidos pasaron a formar parte de una nueva política hacia el sector. Ni el cuentapropismo ni las cooperativas han sido regulados por ley.

Así, se constata la preferencia por “políticas” —potestad de los decisores— antes que por leyes —con intención de transparencia y regularidad hacia todos. Tal preferencia no dignifica el papel de la ley y del Derecho, zonas esenciales del ecosistema constitucional.

Optar por un decreto sobre un tema alegadamente parcial —“la circulación del arte”— en lugar de una ley general en materia de cultura, hace parte del problema.

El Decreto 349, como es de desear, combate discriminaciones e invasiones del espacio público contra quienes “difundan música o realicen presentaciones artísticas en las que se genere violencia con lenguaje sexista, vulgar, discriminatorio y obsceno”. También busca proteger el ejercicio comercial de los artistas frente a los que se califican de “intrusos”.

Al mismo tiempo, contiene cuestiones problemáticas, ya ácidamente debatidas.

El Decreto otorga al funcionariado gran poder de definición sobre “lo correcto”: al papel de los inspectores que regula el Decreto se suma que solo concede como instancia administrativa de apelación al propio Ministerio de Cultura (art. 10.2), el mismo órgano institucional que ha tomado la medida apelada.

Los defensores del Decreto 349 afirman que solo regula el ámbito de la circulación de los productos culturales, y que no afecta la creación artística. En el análisis de Marx, partir del mercado —en lugar de la producción— es una forma de “mistificar la realidad”. Pensar que se puede “producir” arte, como algo separado de su “circulación”, es imaginar que la caña se convierte en azúcar por obra de la “inspiración”.

Es conflictivo el concepto de cultura que el 349 maneja. La cultura no es un reservorio exclusivo de “virtudes” que deban protegerse frente a las “antivirtudes”. Desde los 1930, Gramsci y Mariátegui elaboraron nociones complejas sobre la cultura popular, identificando en ella aspectos tanto progresivos como retardatarios.

Proteger un solo perfil de la cultura —un carácter fijo de ella, sea con intenciones “buenas” u “horribles”—  tiene a menudo bases clasistas y racializadas, junto a su enorme carga de subjetividades. En ello, ha hecho parte históricamente de políticas contrarias a la pluralidad cultural, que a su vez limitaron la diversidad social y política.

La cultura cubana no surgió en una escuela, aunque el sistema escolar le sea muy importante. Surgió en el barracón, en la manigua, en el “presidio de cañas amargas” del latifundio y en los campos, ciudades, repartos y solares abiertos al trabajo, al comercio y a las múltiples formas de luchar por la vida, construyendo en el proceso sentidos para ella.

Es una antigua discusión. En defensa de Chano Pozo, Amado Trinidad decía en 1945 que “aunque sea vetada por los aristócratas, la conga y la rumba; los Arsenio Rodríguez crearán su “Bruca maniguá”; los Ñico Saquito, su “Compay gallo”; los Miguel Matamoros, “El que siembra su maíz””.[1]

Tampoco es un pasado que solo debe protegerse: se recrea continuamente, se impugna a sí misma y se transforma en puja con su contexto. Necesita de las instituciones, pero su importancia la hace más compleja que las necesidades de su administración.

En el Decreto, lo vulgar e inaceptable —con todos los problemas que supone definir lo “vulgar”— queda representado como un “otro” de la sociedad cubana. No se trata de renunciar a los valores ni a defender el “todo vale”. El problema es quién, cómo y para qué se definen los valores “correctos”.

Moralizar la diferencia, y traducirla a una batalla entre valores correctos e incorrectos, abre la puerta a la exclusión de la discrepancia. Con ella, ganan los “buenos”. Los “malos” —los otros— no merecen. Así, la cultura milita a favor de la desigualdad, no en su contra. Pero el reguetón no crea “marginalidad”: la representa. Esta se crea por las desigualdades y la falta de oportunidades. Combatir el reguetón no es combatir la desigualdad.

El Decreto legitima la censura por criterios “morales”. La moral es el argumento más antiguo para la censura, pero siempre cumple funciones políticas, que involucran intereses y situaciones de poder.  Por supuesto, está lejos de ser un problema exclusivamente cubano.

Robert Darnton ha explicado cómo “los Estados dieran forma a la literatura” a través de la censura. Su libro termina con un alegato sobre el presente: “especialmente ahora, cuando el Estado puede estar viendo cada movimiento que hacemos”, necesitamos defender la libertad de expresión “incluso si puede ser tachada de fe devocional”.

Tengo razones para defender esa fe también para Cuba y verla plasmada en la nueva Constitución como un derecho fundamental.

Añado que los derechos son limitables: no son prerrogativas concedidas, digamos, a Leo Brouwer o a Chocolate para modelar el mundo a su exclusiva imagen y semejanza. Eso los convertiría meramente en déspotas. Pero los derechos de ambos, como los nuestros, no pueden depender de “la moral”, como tampoco se pueden plebiscitar.

 

 

[1] Amado Trinidad: “Con permiso de ‘La Cátedra’”, en Ecos de la RHC Cadena Azul, año 5, no. 40, La Habana, abril de 1945, p. 5. La cita aparece en Chano Pozo. La vida. (1915-1948), de Rosa Marquetti, libro que, a propósito, recomiendo enfáticamente.

Etiquetas: OnCuba SugierePolítica
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Julio César Guanche

Julio César Guanche

Profesor e investigador. Ha escrito varios libros y un número largo de ensayos y artículos. Hubiera querido ser trompetista, pero la vida es como es. Siente la misma pasión por el cine, la historia, la música y la cultura popular. Descree, en profundidad, de quien no sepa cocinar. Investiga temas de política, historia y derecho, pues cada cual se divierte como puede.

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Comentarios 8

  1. Giordan Rodriguez Milanes says:
    Hace 7 años

    La mera referencia constitucional a una moral “socialista” es una falacia. No hay una moral socialista, no puede haberla, si partimos del supuesto de que el socialismo en un sistema socio político en construción. Si la moral es la expresión axiológica concreta en una sociedad determinada del sistema de valores compartidos por la totalidad diversa de sus individuos, hay que entender que toda moral es una resultante cultural, es la resultante de las relaciones de producción, y de la distribución de la riqueza tanto como de los universos simbólicos y discursivos que los sujetos sociales comparten, no en el futuro, sino justamente en el presente… Y el presente cubano no es el de un sistema sicialista, si nos atenemos a aquel principio de “de cada cual segun su capacidad, a cada cual segun su trabajo”. Porque es sabido que aqui tenemos ingenieros de meseros en centros turísticos, maestros de directivos de una empresa agropecuaria, médicos de dirigentes políticos, doctores en ciencias “boteando”, y agrónomos de guías de turismo… Y gente muy capacitada trabajando por un salario que no alcanza para comprar un turrón. Entonces esto que vivimos -pudiera conceder- sería socialismo en construcción, en experimentación, pero no socialismo, y no se puede hablar de una moral de lo que aun no existe.

    Responder
  2. Ernesto Estevez Rams says:
    Hace 7 años

    Coincidiendo con varias de las cosas que Guanche expresa hay que acotar en lo concreto algunas. Que el Tosco sea premio de la musica no justifica ni ampara letras sexistas, lescivas a la dignidad de la mujer aun expresadas por el. El talento no salva, obliga. Hace mal el Tosco cuando en sus piezas musicales cosifica a la mujer, hace peor cuando fuera de su obra musical intenta justificarlo. Hay zonas del arte que no son de experimentacion, busqueda formal o avance estetico, hay zonas que sencillamente se usan para expresar o socializar posiciones deleznables en terminos de absolutos morales. La existencia de absolutos morales que transitan la historia humana ha sido y es motivo de debate. Algunos arguyen que es el propio proceso evolutivo el que ha creado esos absolutos como pudiera ser la preservacion de la vida entre iguales. Tales absolutos se han ido profundizando y ampliando con el tiempo y no lo contrario (en tiempos anteriores la preservacion de la vida se circunscribia a un concepto mas estrecho de que son los iguales, o sea tenia una determinante componente tribal, clasista etc, y con el tiempo ha ido ampliandose para incluir al genero humano e incluso los otros animales). Resulta dificil pensar que en el futuro tendremos una sociedad cuya moralidad prevaleciente los haya revertido ( una sociedad futura donde asesinar al projimo sea “moral”). En ese mismo saco caben otros valores como el de la igualdad y dignificacion entre los diferentes componentes de la sociedad, ya sea la mujer, las diferentes razas, las diferentes opciones de genero etc. Cuando en el arte hablamos de la relacion dificil con lo moral, lo hacemos sobre espacios de ambiguedad, en no pocos casos reafirmando el absoluto moral y buscandole un avance en terminos inclusivos, no lo contrario. EN otros casos se trata de aspectos que no tocan directamente tales valores. Los amantes de Lady Chatterley fue escandaloso para la moral victoriana porque era esta ultima la que se oponia al valor de la igualdad de la mujer en la sociedad y en funcion de ello le imponia a la mujer una “moralidad” asfixiante. EL arte escandaloso lo que hacia precisamnete era avanzar ese absoluto moral. Lo mismo podemos decir de las exploraciones esteticas de los decadentes como por ejemplo el escandalo de Baudelaire y sus Flores del Mal o las prostitutas de Schiele, Klimt o luego los temas de Picasso etc.

    Luego si partimos de la existencia de esos valores universales entonces si hay zonas que pueden y deben ser reguladas por atentar contra ellas. No se trata en todo caso de moral “socialista” o “capitalista” y de hecho en el capitalismo se regulan cada vez mas. Ni el 349 ni ninguna otra legislacion se arremete contra generos musicales o tendencia artistica y aqui esa distincion es importante. EL regueton puede ser musicalmente pobre pero eso no lo hace mereceder de ser excluido. Ahora la vulgaridad vista como por ejemplo, como la cosificacion de la mujer, su reduccion a un objeto sexual extirpada de los otros atributos que la hacen humana no puede ampararse en busqueda formales o expresion artistica valida. Poco importa si tal cosificacion se hace en una timba, una rumba, el regueton, un vals o una pieza de jazz. Del mismo modo que una pieza que glorifica al asesinato o al racismo es reprobable con independecia de la calidad formal de la misma. Otra cosa es como se regula y si es correcto hacerlo desde un decreto, o a golpe de inspectores pero es importante separar ambas cosas. Defendiendo la dignidad de la mujer o la igualdad de las razas como razon moral no solo nunca sera escupir hacia arriba sino que cada vez lo sera menos. Sobre esa base hay ciertamente expresiones publicas que son regulables y censurables y su amparo en ser “arte” no puede usarse como escudo para evitar su reprobacion. Otra cosa es el demoniaco ejercicio de delimitar tales expresiones en forma de ley, decreto, en fin regulacion escrita, sin que en el saco se metan otras como reflejo de segundas intenciones.

    Por otro lado, hay que cuidarse repetir frases de manuales de un pseudomarxismo ya superado. El tema de que la formula del socialismo es “de cada cual segun su capacidad y a cada cual segun su trabajo” no salio de Marx que solo apunto de manera generica a que en el socialismo se debia retribuir de acuerdo al trabajo de cada cual. Puede parecer una tonteria pero el socialismo no esta en condiciones de hacer cumplir la formula de marras sencillamente porque no ha desarrollado las fuerzas productivas y las relaciones sociales que permitan pedirle a cada cual segun sus capacidades y mucho menos dar de acuerdo al trabajo. Que no puede pedirle a cada cual segun su capacidad lo vemos no solo porque personas con determinada especializacion optan por labores ajenas a la misma, sino ademas, porque aun cuando esa persona trabaje en su area de experticia se tropieza con el problema de que el entorno economico objetivo puede limitar la realizacion de su capacidad. Como consecuencia, si el primero como premisa no puede ser satisfecho, la segunda parte de la formula es irrealizable como sabemos a diario. Luego tratar de definir el socialismo en terminos de una formula conceptualmente fallida es absurdo. Hay que buscar la moral socialista, no en terminos de una definicion de socialismo, sino en terminos de una aspiracion humana donde los absolutos morales vayan adquiriendo cada vez mas una amplitid y profundidad que rebasen los encadenamisntos que le imponen una sociedad dividad en clases antagonicas, donde unas clases se imponen sobre las demas. SI hacemos ese ejercicio partiendo de esa premisa entonces es posible definir determinada moral “socilaista” enterminos muy amplios y genericos pero no por ello menos util y efectivo en terminos de alcanzar la redencion humana.

    Responder
  3. Emelina says:
    Hace 7 años

    Cuando el Arte se politiza, deja de serlo.
    Mily buen artículo!!!
    También recomiendo el libro sobre Chano Pozo, de Rosa Marquetti!!!

    Responder
    • Ernesto Estevez Rams says:
      Hace 7 años

      El arte, aun en sus extremos mas remotos, es siempre politico. Lo que no debe ser es planfetario no vaya a ser, parafraseando a Stendhal, que termine sonando como un pistoletazo en una funcion de teatro.

      Responder
  4. Ernesto Estevez Rams says:
    Hace 7 años

    Coincidiendo con varias de las cosas que Guanche expresa hay que acotar en lo concreto algunas. Que el Tosco sea premio de la musica no justifica ni ampara letras sexistas, lescivas a la dignidad de la mujer aun expresadas por el. El talento no salva, obliga. Hace mal el Tosco cuando en sus piezas musicales cosifica a la mujer, hace peor cuando fuera de su obra musical intenta justificarlo. Hay zonas del arte que no son de experimentacion, busqueda formal o avance estetico, hay zonas que sencillamente se usan para expresar o socializar posiciones deleznables en terminos de absolutos morales. La existencia de absolutos morales que transitan la historia humana ha sido y es motivo de debate. Algunos arguyen que es el propio proceso evolutivo el que ha creado esos absolutos como pudiera ser la preservacion de la vida entre iguales. Tales absolutos se han ido profundizando y ampliando con el tiempo y no lo contrario (en tiempos anteriores la preservacion de la vida se circunscribia a un concepto mas estrecho de que son los iguales, o sea tenia una determinante componente tribal, clasista etc, y con el tiempo ha ido ampliandose para incluir al genero humano e incluso los otros animales). Resulta dificil pensar que en el futuro tendremos una sociedad cuya moralidad prevaleciente los haya revertido ( una sociedad futura donde asesinar al projimo sea “moral”). En ese mismo saco caben otros valores como el de la igualdad y dignificacion entre los diferentes componentes de la sociedad, ya sea la mujer, las diferentes razas, las diferentes opciones de genero etc. Cuando en el arte hablamos de la relacion dificil con lo moral, lo hacemos sobre espacios de ambiguedad, en no pocos casos reafirmando el absoluto moral y buscandole un avance en terminos inclusivos, no lo contrario. EN otros casos se trata de aspectos que no tocan directamente tales valores. Los amantes de Lady Chatterley fue escandaloso para la moral victoriana porque era esta ultima la que se oponia al valor de la igualdad de la mujer en la sociedad y en funcion de ello le imponia a la mujer una “moralidad” asfixiante. EL arte escandaloso lo que hacia precisamnete era avanzar ese absoluto moral. Lo mismo podemos decir de las exploraciones esteticas de los decadentes como por ejemplo el escandalo de Baudelaire y sus Flores del Mal o las prostitutas de Schiele, Klimt o luego los temas de Picasso etc.

    Luego si partimos de la existencia de esos valores universales entonces si hay zonas que pueden y deben ser reguladas por atentar contra ellas. No se trata en todo caso de moral “socialista” o “capitalista” y de hecho en el capitalismo se regulan cada vez mas. Ni el 349 ni ninguna otra legislacion se arremete contra generos musicales o tendencia artistica y aqui esa distincion es importante. EL regueton puede ser musicalmente pobre pero eso no lo hace mereceder de ser excluido. Ahora la vulgaridad vista, por ejemplo, como la cosificacion de la mujer, su reduccion a un objeto sexual extirpada de los otros atributos que la hacen humana no puede ampararse en busqueda formales o expresion artistica valida. Poco importa si tal cosificacion se hace en una timba, una rumba, el regueton, un vals o una pieza de jazz. Del mismo modo que una pieza que glorifica al asesinato o al racismo es reprobable con independecia de la calidad formal de la misma. Otra cosa es como se regula y si es correcto hacerlo desde un decreto, o a golpe de inspectores pero es importante separar ambas cosas. Defendiendo la dignidad de la mujer o la igualdad de las razas como razon moral no solo nunca sera escupir hacia arriba sino que cada vez lo sera menos. Sobre esa base hay ciertamente expresiones publicas que son regulables y censurables y su amparo en ser “arte” no puede usarse como escudo para evitar su reprobacion. Otra cosa es el demoniaco ejercicio de delimitar tales expresiones en forma de ley, decreto, en fin regulacion escrita, sin que en el saco se metan otras como reflejo de segundas intenciones.

    Por otro lado, hay que cuidarse de repetir frases de manuales de un pseudomarxismo ya superado. El tema de que la formula del socialismo es “de cada cual segun su capacidad y a cada cual segun su trabajo” no salio de Marx que solo apunto de manera generica a que en el socialismo se debia retribuir de acuerdo al trabajo de cada cual. Puede parecer una tonteria pero el socialismo no esta en condiciones de hacer cumplir la formula de marras sencillamente porque no ha desarrollado las fuerzas productivas y las relaciones sociales que permitan pedirle a cada cual segun sus capacidades y mucho menos dar de acuerdo al trabajo. Que no puede pedirle a cada cual segun su capacidad lo vemos no solo porque personas con determinada especializacion optan por labores ajenas a la misma, sino ademas, porque aun cuando esa persona trabaje en su area de experticia se tropieza con el problema de que el entorno economico objetivo puede limitar la realizacion de su capacidad. Como consecuencia, si el primero como premisa no puede ser satisfecho, la segunda parte de la formula es irrealizable como sabemos a diario. Luego tratar de definir el socialismo en terminos de una formula conceptualmente fallida es absurdo. Hay que buscar la moral socialista, no en terminos de una definicion de socialismo, sino en terminos de una aspiracion humana donde los absolutos morales vayan adquiriendo cada vez mas una amplitid y profundidad que rebasen los encadenamisntos que le imponen una sociedad dividad en clases antagonicas, donde unas clases se imponen sobre las demas. SI hacemos ese ejercicio partiendo de esa premisa entonces es posible definir determinada moral “socilaista” en terminos muy amplios y genericos pero no por ello menos util y efectivo para alcanzar la redencion humana.

    Responder
  5. Rosa says:
    Hace 7 años

    El arte no puede regularse con Decretos. Es el consumidor, el publico, la gente, quienes decidirán si lo consumen, si lo escuchan o si lo cuelgan en la pared de su casa. La cultura de un país se fabrica sola, espontáneamente. Ya Cuba ha sufrido bastante culturalmente por tantas y tantas censuras, persecuciones, plan pillamas, UMAP, musicas prohibidas, libros prohibidos, etc.. Nunca debimos dejar que esto sucediera. Pero ya no, 60 años han sido suficientes para que un grupo pequeño de personas experimentara a crear una sociedad a pepe coj…. con un pueblo entero. No podemos permitir la imposición de un Decreto 349 o de una Constitución que no garantice nuestros derechos fundamentales.

    Responder
  6. iso says:
    Hace 7 años

    “Hay que buscar la moral socialista, no en terminos de una definicion de socialismo, sino en terminos de una aspiracion humana donde los absolutos morales vayan adquiriendo cada vez mas una amplitid y profundidad que rebasen los encadenamisntos que le imponen una sociedad dividad en clases antagonicas, donde unas clases se imponen sobre las demas. SI hacemos ese ejercicio partiendo de esa premisa entonces es posible definir determinada moral “socilaista” enterminos muy amplios y genericos pero no por ello menos util y efectivo en terminos de alcanzar la redencion humana.”
    Jejé, retruécanos. Y pa qué teorizar tanto partiendo de una “premisa”, de una supuesta aspiación humana, que al fn y al cabo es aspiración , mero material filosófico, pero que a nivel práctico se desmorona, se viene abajo en el vivir de esas construcciones, todas palabreras, discursivas. El hombre es demasiado complejo, las masas desgraciadamente bastante manipulables e impredecibles.
    Me quedo con el artículo Guanche.

    Responder
  7. Andrés says:
    Hace 7 años

    Excelente comentario Guanche. Coincido 100%.

    Responder

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