Sábado 11 de diciembre, mediodía, parada de ómnibus en el reparto Camilo Cienfuegos. Una señora de unos cincuenta años, dos muchachas que apenas llegarían a los veinte, una guagua que demoraba, yo sentado en un quicio, escuchando la conversación.
—Mami, no insistas más, hay mucho sol. Quédate en la casa…
—No, Niurka, yo quiero ir al concierto. ¿Cuántas veces una puede ver en vivo a una cantante famosa?
—Pero mami, si ese concierto lo van a poner por la televisión. Lo puedes ver en la casa, sentada en el sofá…
—Niurka, no es lo mismo. Tú sabes que no es lo mismo.
—Eso que tú vas a hacer es una locura. ¿Tú crees que la vas a ver de cerquita? Ahí debe haber un millón de gente, no vas poder ver nada.
—Tú me conoces, tú sabes que yo me voy abriendo paso. ¡Te juro que yo estaré bailando en la primera fila!
—¿Y cómo vas a regresar? Cuando esa cantidad de gente diga a salir del concierto no va a haber guaguas para todo el mundo. Vas a llegar a las tantas de la noche.
—Ay, Niurka, por favor, que el concierto no es en Oriente. Ya llegaré, a la hora que sea. Adelanta la comida y no te preocupes por mí.
—¡Cuando se te mete una cosa en la cabeza! ¡Allá tú! ¡Después no te quejes cuando te duelan las piernas! ¡Tú ya no estás para esos bretes!
—Ay Niurka, mira que te pones pesada. ¡Vive y deja vivir! ¿Qué tiene de malo que una quiera divertirse un poco? Bastante trabajo pasa una ya en esta vida para vivir tan amargada.
—Trabajo vas a pasar tú bajo ese sol. Pero ya no te digo más nada. Haz lo que te dé la gana. Parezco yo la madre y tú la hija.
—Así mismo, yo no sé a quién saliste tú tan pazguata…
En eso llegó la guagua y la señora se subió encantada de la vida. Desde la ventanilla les lanzó un beso a la hija y a su amiga.
Niurka se encogió de hombros.
—Ay niña, alégrate —dijo por fin la amiga—; ojalá que mi mamá fuera como la tuya. ¿La quieres cambiar?
E, ahí el error de los jóvenes, subestimar a las generaciones que les anteceden y, en Cuba más. Recuerdo algunas señoras mucho más mmayores que yo, se unían para bailar en las discotembas, que felices al otro día con sus nietos rumbo a la escuela, a la copa del pan, o charlando de un portal sl otro con la vicina. Mientras hay vida hay que vivir. Imagino la señora disfruto de lo lindo
JAJAJA, PARECE UNA ESTAMPA DE ENRIQUE NÚÑEZ RODRÍGUEZ…
jaja
jajaja, está buenísimo!
como siempre tus escritos son sobre las cosas del dia dia, me gusto mucho,emociona leerlo,la hija cuidando a su mama , muy bonito eso.
En el Video que acompañan al final: “Olga Tañón emocionó a Cuba”, en el minuto 1:20, se ve la imagen de un trasvesti, que parece no se emocionó mucho. Ni se mueve, ni se ve muy contento.
Buenísimo, si mi mamá y yo viviéramos en la capital también hubiéramos bailado en primera fila, tanto como lo hicimos en casa.