Ya sabía del poder de mis tetas. Quizá por eso no las apresé nunca con incómodos sostenes y fueron libres o se creyeron la libertad, como yo. Otrora pirámides, mis tetas se han convertido en montes Fujis, citando los símiles con los que mi amigo Robertiko Ramos se refería a ellas hace una década y ahora que amamanto (podría ser ese mi #10YearsChallenger, si las redes sociales como Facebook no censuraran imágenes en las que aparecen pezones femeninos).
Nina me confirma ese poder con su crecimiento y su felicidad, al alimentarse exclusivamente de la leche que ellas producen. Lo certifico después de unos cuantos Martazos desde su nacimiento.
He confesado que no solo he empleado mis tetas con el fin de alimentarla e inmunizarla, sino que ellas han sido y son y serán, consuelo, recompensa y una manera de comunicarnos muy íntima, tanto que la imagino inquebrantable.
Sin embargo, hoy quiero escribir de otro poder sobre el que he leído recién: la teta analgésica o la teta anestésica.
Según la Asociación Española de Pediatría, “consiste en aprovechar el efecto de alivio del dolor (analgesia) y de consuelo que tiene el amamantamiento, cuando se realizan pruebas o maniobras médicas dolorosas en los bebés, como la prueba de talón en los recién nacidos, vacunaciones, extracciones sanguíneas para análisis, etc.”
No lo conocía hace unas semanas, cuando a Nina la vacunaron por tercera vez, con la pentavalente. (Ya había pasado la prueba del talón y su primera tanda de vacunas). En ese instante, solo imaginé mis tetas poderosas como consuelo posterior al pinchazo –Nina lloró al extraer la jeringuilla de su muslito– y como refugio para paliar las molestas reacciones adversas de los tres días siguientes.
Doy argumentos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que, en octubre de 2015, divulgaba en su sitio web oficial varias medidas Por una vacunación más agradable, frente a la preocupación ante las posiciones antivacunas.
El asesor superior del Departamento de Inmunización, Vacunas y Productos Biológicos de la organización que dicta medidas de salud a nivel planetario, Dr. Philippe Duclos, advertía que “los estudios están empezando a mostrar que el dolor en el momento de la vacunación es la principal fuente de ansiedad para los cuidadores de los niños…”.
La OMS admitía en su nota el trabajo que por más de tres décadas había realizado en este sentido la Dra. Noni MacDonald, profesora de la Universidad Dalhousie y pediatra del Centro de Salud IWK en Nueva Escocia (Canadá). Para MacDonald “la vacunación debe ser una intervención más agradable para todo el mundo” (mundo referido a bebé, mamás y papás, y personal sanitario). Y resumía sus directrices para la práctica clínica específica en lactantes y niños pequeños su Grupo de Expertos en asesoramiento estratégico en materia de inmunización (SAGE), en documento de posición Reducción del dolor que causa la vacunación:
-Es importante tener en cuenta la edad del paciente para colocarlo correctamente. Si se trata de un lactante o niño pequeño, es conveniente que les sostenga la persona que lo cuida.
-No se recomienda la aspiración (tirar hacia atrás del émbolo de la jeringa) durante las inyecciones intramusculares, ya que se puede aumentar el dolor.
-Cuando se inyecten varias vacunas de forma secuencial en la misma visita, deben administrarse de menor a mayor posibilidad de causar dolor.
-La persona que cuida del niño debe estar siempre presente durante y después de la inyección.
–Es conveniente dar el pecho a los lactantes durante la vacunación o inmediatamente después, siempre que no resulte contrario a las costumbres locales. (La conocida tetanalgésica o tetanestésica, punto condicionado por las culturas donde mostrar la teta en público está incluso penada por ley. Sí, todavía sucede en algunos países).
-Se recomienda distraer a los niños menores de 6 años con un juguete, un vídeo o música.
Aunque existen otras razones para los padres antivacunas, como la preocupación sobre la seguridad de las inoculaciones y la desconfianza en el sistema sanitario, los especialistas de OMS creen que conocer la opción para consolar a nuestros hijos en el proceso de vacunación, disipará muchas de las dudas.
La OMS no recomienda los anestésicos locales por su “alto costo, las dificultades de suministro en algunos países y el tiempo adicional necesario para aplicarlos” y sobre todo porque nuestras tetas son más poderosas y son naturales.
Así que me iré con este documento de OMS y quizá este Martazos para la próxima vacuna de Nina, dispuesta a hacer valer el poder de mis tetas anestésicas o analgésicas, dispuesta a que sufra menos. Luego les cuento de mi batalla y mis resultados.