Hace un año, el 13 de marzo, confirmé que Nina se gestaba en mi panza. Con la gestación mi vida no cambió mucho: ajetreo total, las viejas batallas… Algo que sí tuve que modificar fue mi dieta. Acostumbrada a hacer una comida al día, me enfrentaba al nuevo reto de alimentarnos a las dos: 2,300 kcal diarias, repartidas en al menos seis comidas, según la norma cubana.
No tuve antojos ni vómitos. Mi hambre nunca fue rica durante el embarazo. Cada más o menos 2 horas sentía como si algo me tirara del estómago hacia detrás, doloroso, y automáticamente un mareo con mi campo visual que comenzaba a cerrarse.
Este fue mi primer paso: no saltarme ninguna comida. Aprendí, además, que las madres que comen al menos 5 veces por día son más propensas a dar a luz en el tiempo indicado, según investigaciones citadas en Qué esperar cuando se está esperando.
Como no me preparé para el embarazo (no me alimenté bien desde que iba a la universidad ni tomé prenatales al menos un año antes, como recomiendan los expertos), tenía solo nueve meses para darle a mi bebé la mejor vida.
Segundo paso: decidir entre calorías buenas y calorías malas, bajo el principio de que la criatura se beneficiará más de 2000 calorías ricas en nutrientes que de 4000 vacías en su mayor parte.
Me hice una dieta, adecuada al contexto habanero y a mi presupuesto, con puntos diarios que traté de no violar, a pesar de las agotadoras cacerías (aquí comprar se convirtió en una suerte de caza con todo lo azaroso que estas expediciones entrañan).
Proteínas (3 raciones para un total de entre 60 y 75 gramos diarios).
3 vasos de leche entera, descremada o semidescremada (proporcionan 3 raciones de calcio y 1 de proteína).
1 ¾ tazas de yogur bajo en grasas.
5 claras de huevos grandes. (Los huevos no estaban perdidos, entonces).
2 huevos enteros grandes más 2 claras de huevo.
100 gramos de carnero magro.
120 gramos de carne de res o puerco, semigraso.
1 ración de proteína vegetal ¾ de tazas de semillas calabaza o ajonjolí, 1 taza de garbanzo, 2/3 taza de lentejas, 1 ½ taza de cereales, ½ de taza de maní, ½ taza de quinoa*).
*La quinoa ha empezado a aparecer en tiendas en CUC de la capital, mezclada con copos de avena.
Alimentos ricos en vitamina C (3 raciones diarias)
2 naranjas pequeñas.
½ taza de jugo de naranja.
½ mango mediano. (Nos salvamos porque era temporada).
½ taza de frutabomba cortada en dados. (Recomiendo cortar la cáscara con una buena porción de fruta para evitar los productos químicos con los que los intermediarios la maduran, o comprar verde y dejar madurar en casa)
½ melón pequeño.
½ tomate grande.
3 tazas de espinaca crudas.
1 taza de hojas verdes de berza**.
½ pimiento rojo o verde (preferible el verde).
2/3 de taza de brócoli hervido**.
**ambos vegetales están apareciendo en los agromercados del Ejército Juvenil del Trabajo.
Alimentos ricos en calcio: 4 dosis para 1.200 miligramos diarios
3 vasos de leche (citados arriba).
1/3 de taza de leche en polvo sin grasa.
170 gramos de jugo de naranja.
2 o 3 cucharadas de semillas de ajonjolí.
Hortalizas, frutas amarillas y de hoja verde (3 raciones diarias. No repetí las frutas amarillas que incluí arriba)
½ zanahoria cruda o 1/3 de taza de zanahoria hervida.
1/3 de taza de hojas verdes de remolacha cocidas.
8 a 10 hojas de lechuga de color verde oscuro.
1 boniato o ñame pequeño.
1/3 de taza de acelga.
Otras frutas y hortalizas (2 raciones diarias)
1 plátano pequeño o ½ plátano grande.
1 rodaja de piña.
½ taza de perejil.
1 papa mediana.
Cereales integrales y legumbres (6-7 raciones diarias)
1 rebanada de pan integral de trigo.
½ taza de copos de avena.
½ taza de arroz.
Grasas y alimentos ricos en grasa
¼ de aguacate pequeño (también nos tocó su época).
200 gramos de pollo de carne blanca, sin piel.
100 gramos de pollo de carne oscura, sin piel.
1 cucharada sopera de aceite vegetal.
1 cucharada sopera de salsa mayonesa.
Alimentos ricos en hierro (algunos cada día)
Calabaza.
Papa con piel.
Espinaca.
Spirulina.
Legumbres.
A todo esto, se suma comer sal con moderación y preferiblemente yodada (en Cuba toda la sal que nos venden es yodada), poca grasa (cociné todo lo posible al vapor) tomar al menos 8 vasos grandes de agua al día, y suplementos vitamínicos, para la salud adicional.
Mi organismo reaccionó bien a esta dieta que no escribo como fórmula para ninguna mujer gestante.Es solo una idea de alimentos que estaban en el mercado cubano y que se ajustan más a mis gustos que la dieta de 2300 kcal que me indicaron los doctores al inicio de mi embarazo.
No tuve ni hipertensión ni diabetes gestacional. Mi hemoglobina se mantuvo entre 12.5 y 13, hasta después del parto. Y, aunque molestaron mucho con mi bajo peso, gané lo suficiente para mantenernos con salud a Nina y a mí, para parir bien y estar en inmejorable forma en los inicios del puerperio.
En próximo Martazos compartiré cómo ha variado mi dieta durante la lactancia.