On-Décimas: Mijaín López, leyenda

Aplaude la Mona Lisa / desde el Museo del Louvre. / La Torre Eiffel se descubre. / El Sena corre de prisa. / Recuperamos la risa, el orgullo, la emoción. / Felicidades, campeón. / Bien conseguido. Bien hecho. / Medalla de oro en tu pecho. / Lágrimas en el colchón.

Foto: Ricardo López Hevia.

Mijaín López, leyenda.

Mijaín López, campeón.

Es decir, pentacampeón.

Es decir, una tremenda 

figura. Un ser que refrenda 

lo grande del ser humano.

Llegó como veterano 

y, sin alardes ni ruido,

cumplió con lo prometido 

a todo el pueblo cubano. 

 

 

Dedicó el oro a Bartolo, 

a su papá, a su memoria. 

(“Que Dios lo tenga en la gloria”:

Mijaín no luchó solo).

Desde el cielo, un protocolo 

inédito. Colchón, ring,

tamiz… Y todo, por fin,

sube al podio. Y Cuba estalla.

¿Quién exhibe la medalla?

La Leyenda, Mijaín.

 

 

Aplaude la Mona Lisa

desde el Museo del Louvre.

La Torre Eiffel se descubre.

El Sena corre deprisa. 

Recuperamos la risa,

el orgullo, la emoción.

Felicidades, campeón.

Bien conseguido. Bien hecho.

Medalla de oro en tu pecho. 

Lágrimas en el colchón.

 

 

Mijaín, medalla en mano.

El gigante del caimán. 

El de Herradura, el titán,

guajiro grecorromano.

Este fenómeno humano 

nos llevó a nuevos extremos.

Hoy, nuevamente, sabemos 

a lo largo del país 

que se puede ser feliz, 

¡y que nos lo merecemos!

 

 

¡Qué grandeza, Mijaín! 

¡Qué histórico lo que has hecho!

Alza el puño. Saca pecho.

Lúcete. Ríe sin fin.

Un genio y un paladín.

Un gladiador ejemplar.

Negro. Humilde. De Pinar.

De las vegas de Herradura.

Has llegado a tanta altura 

que nadie te va a alcanzar.

 

 

Este cubano ejemplar

con deportivo heroísmo

logró lo que, en olimpismo, 

nadie más podrá igualar.

¡Cinco oros! ¡Alto altar!

¡Cinco oros! ¡Cuba a escena!

Sports Illustrated: ¡qué pena 

el bronce pronosticado!

Mijaín ha demostrado 

que solo el oro lo llena.

 

 

Desde el cielo su papá 

aplaude, sonríe, suda. 

Mijaín triunfa y saluda,

le hace un guiño al más allá. 

Mijain es y será 

ejemplo de quien se agranda.

Si alguien de pronto se ablanda

o lo vence la fatiga,

siempre habrá otro que le diga:

“Tú, ¡mijaínate y anda!”. 

 

 

De Herradura hasta París

y de París hasta Olimpia.

No hay trayectoria más limpia

que la tuya. Qué feliz

 has hecho a todo un país.

¡Qué regalo! ¡Qué grandeza! 

¡Qué humildad! ¡Qué fortaleza!

¡Qué ejemplo de ser humano!

¡Qué campeón este cubano!

¡Qué cubana esta proeza!

 

 

Tus manos, tus grandes manos,

Mijaín López, tan duras,

tan olímpicas y oscuras,

hoy tocan a los cubanos

estén donde estén: “Hermanos,

laten con mi corazón”;

“Hermanos, una ovación 

y un pentaabrazo insular”.

El atleta de Pinar 

(de Cuba) ¡es pentacampeón!”.

 

 

Acabo de presenciar

una proeza, una hazaña.

Y en Cuba, en Chile, en España,

en Rusia, en Madagascar,

en la Florida, en Qatar,

en Inglaterra, en Benín…

De un confín a otro confín 

(para que Zeus se asombre)

se repite un solo nombre 

con voz de oro: ¡Mijaín!

 

 

Es una hazaña total 

lo que ha hecho nuestro paisano:

para el deporte cubano, 

para el deporte mundial. 

Tras el asalto final,

el podio ya tuvo dueño.

El mundo ahora es más pequeño.

Se acabó el “susto” preolímpico:

el pentacampeón olímpico 

¡es cubano, es pinareño!

 

 

Mijaín López consiguió 

su quinta medalla de oro

olímpica. ¡Qué tesoro!

¡Qué proeza! ¡Lo logró!

Soñó, se cuidó, entrenó

y consiguió ante otras gentes

un récord sin precedentes: 

el único deportista 

que cinco oros conquista

en Olimpos diferentes.

 

 

Fue su última pelea 

contra el cubano-chileno

Yasmani Acosta… Bueno,

Cuba con doble presea. 

Dos héroes y una Odisea.

Dos héroes de piel yoruba.

Un podio… “Suba quien suba 

—me dijo alguien de La Habana—

en lucha grecorromana,

oro y plata para Cuba”.

 

 

Qué carrera tu carrera

llena de triunfos y retos.

Cuántos kilogramos netos 

de amor por nuestra bandera.

Qué madera tu madera. 

Qué humano excepcional.

Nada sobrenatural.

Eres, por tu gran aporte,

un gigante del deporte

cubano y universal.

 

 

El campeón de las Antillas

tomó el podio por asalto.

Se despidió en lo más alto.

Se quitó las zapatillas.

Cuba hoy besa sus mejillas.

Cuba en sus brazos avanza.

Luz. Emoción. Esperanza.

Y él dice, humilde, señero:

“Ya ni zapatillas quiero,

con una media me alcanza”.

 

 

Lágrimas sobre el colchón.

Simbología de un reto. 

Con olímpico respeto,

con humildad de campeón.

Grecorromana lección.

Maestría y fortaleza.

Sabia es la naturaleza:

en Cuba hoy todos pesamos 

130 kilogramos 

de humildad y de grandeza.

 

 

¿Pekín 2008? ¡Sí!

¿Londres 2012? Igual. 

¿Río’16? ¡Total!

¿Tokio 2020? Y… 

¡París ’24! Ouiiiiii!!!

Cinco Olimpiadas seguidas.

Cinco medallas unidas.

Mijaín, con sus medidas

(un puro en áurea vitola)

logró en una vida sola 

lo que otros ni en cinco vidas.

 

 

El Jordan del baloncesto;

el Messi del balompié

o el Maradona, el Pelé,

el Bolt de atlético gesto;

Qué GOAT tan manifiesto.

Qué deportiva estatura.

Vaya ejemplo. Qué figura.

Lógico que esté pletórico.

Ha conseguido algo histórico 

“El Gigante de Herradura”. 

 

 

Paso lento. Traje rojo.

Maillot apretado… ¡Él!,

cerca de la Torre Eiffel

el Sena le guiña un ojo.

Excelente trampantojo

de preseas amarillas.

La Mayor de las Antillas

cuán orgullosa se ve.

Mijaín está de pie;

la Torre Eiffel, de rodillas.

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