El puerto cubano de “Con mis hijos no te metas”

Los neoconservadurismos en toda su línea, y especialmente los religiosos como el programa “Con mis hijos no te metas" están volviendo a probar su pulso y capacidades de movilización y presión política. Ahora, en Cuba.

Marcha "Con mis hijos no te metas en Perú". Foto: Exitosa Noticias.

Cuba modificó su Constitución a inicios de 2019. En diciembre de ese mismo año, la Asamblea Nacional del Poder Popular anunció el cronograma de las leyes o decretos que, como consecuencia del cambio de la carta magna o como necesidad previa, se modificarían o crearían en las dos próximas legislaturas: 2020-2028. Hasta el momento, serán 107. Un proceso de tal horma no es usual. Más bien, es excepcional.

Durante el cambio constituyente, fueron varios los asuntos debatidos. Se discutió sobre el alcance de los sistemas de salud pública y educación, las formas de propiedad, la relación entre Estado y Partido, los derechos de asociación y mucho más. Sin embargo, la manzana de la discordia fue el artículo que proponía abrir la puerta al reconocimiento del matrimonio igualitario. Este reveló la existencia y el pulso de un actor político hasta entonces marginal: el neoconservadurismo religioso, incluso fundamentalista. Ese sector logró movilizar a una ciudadanía de base religiosa y torcer temporalmente el camino del reconocimiento de derechos para personas y familias diversas. La confrontación al respecto se aplazó hasta el momento, ya próximo (2021), en que se discuta y apruebe el nuevo Código de las Familias.

Lo anterior es un hecho. Pero no hay que dar la parte por el todo. El matrimonio igualitario no es el único contenido de la agenda neoconservadora. Hay más y ya los han ido colando en la conversación ciudadana: militan contra la interrupción voluntaria de los embarazos, la educación sexual, la adopción por parejas del mismo sexo y la reproducción asistida para ellas, entre otros asuntos.

Su programa está claramente definido y resulta imprescindible apreciarlo en su totalidad. Hace unos días, por ejemplo, arremetieron en las redes sociales contra productos comunicativos publicados por el Centro Nacional de Educación Sexual. Los argumentos utilizados fueron diversos, pero consistentes, y plantearon una novedad: reafirmaron como voz coral el lema “Con mis hijos no te metas” en el país y, con ello, se integran al referente organizativo del movimiento regional con el mismo nombre. Así dan continuidad y mayor organicidad a uno de los focos de los neoconservadurismos: la educación moral a niños, niñas y adolescentes como patrimonio de la familia tradicional. 

“Con mis hijos no te metas”

Las llamadas campañas antigénero, que embisten contra contenidos de educación sexual e igualdad de género, no empezaron con “Con mis hijos…”. La acción antiderechos de matriz religiosa es de largo aliento y tiene periodizaciones diferentes para cada caso nacional, pero en las últimas décadas ese programa se ha orquestado por fuera de los predios religiosos, para intervenir con mucha más fuerza y a través de más actores en la vida política.

Fuente: Cuba por mi familia, 16 de enero de 2019.

La Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) planteó un clivaje importante. El avance de derechos en clave de género propició reacciones de alta intensidad en el sector más conservador de la Iglesia católica. El espectro de los actores se ha ido ampliando y hoy los evangelismos juegan un papel principal; la estrategia antiderechos es mucho más ecuménica que en los años 90.

En 2007 en Croacia y en 2008 en Austria hay registro de campañas contra los contenidos de educación en sexualidad (Croacia), y contra el matrimonio por parte de parejas del mismo sexo (Austria). Luego, en Francia, España, Polonia y, en cascada, en todos los países de América Latina.

“Con mis hijos no te metas” es el nombre y la consigna de organizaciones de la sociedad civil que desde 2016 comenzaron a operar en la región. Su primer puerto institucional fue Perú. También desembarcaron en Ecuador, Brasil, Argentina, Bolivia, México, Uruguay y el resto de los países. “Con mis hijos…” no es un bloque homogéneo. Se trata de un espacio de articulación de grupos y móviles religiosos y conservadores diversos. A esa diversidad es necesario discernirla y analizarla, para poder medir su fuerza y sus pliegues.

Uno de sus referentes es la Declaración de Manhattan (2009), documento que verificó una alianza entre líderes católicos, protestantes y ortodoxos, a través de la cual expresaron su rechazo a la inclusión del aborto en la reforma de salud del entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

El programa de “Con mis hijos…” es amplio. Han logrado frenar leyes, normas de menor jerarquía y políticas de educación sexual en todos los países. Se activan en las redes sociales y movilizan con mucha potencia a grupos que comulgan con su agenda, no necesariamente religiosos, pero sí conservadores en toda la línea.

En Perú, “Con mis hijos…” surge a partir de la la firma de la Declaración de Lima, donde se forjaron alianzas entre pastores de diferentes iglesias evangélicas para luchar contra la implementación de un nuevo Currículo Nacional de la Educación Básica del Ministerio de Educación. Quienes organizaron la campaña adujeron que con ese programa de estudios se introducía en las escuelas la “ideología de género”, que califican como falsa y peligrosa. En el discurso fundacional de “Con mis hijos…” en Perú, el pastor a cargo, Christian Rosas, definió la “ideología de género” como un pensamiento único que pretende influir en los menores de edad para que crean que pueden elegir su sexualidad, cuando esta ya está definida por la biología. Ese molde general es muy variopinto cuando se analiza para los diferentes contextos: en el saco “ideología de género” caben contenidos muy diversos que traen a colación estratégicamente. La “ideología de género” no es un concepto; es una estrategia.

El currículo escolar peruano en cuestión tenía una sección sobre igualdad de género y señalaba que debe haber una “igual valoración de los diferentes comportamientos, aspiraciones y necesidades de mujeres y varones”, y que “si bien aquello que consideramos ‘femenino’ o ‘masculino’ se basa en una diferencia biológica-sexual, estas son nociones que vamos construyendo día a día, en nuestras interacciones”. Esa era la afrenta.

En Perú y otros países de la región, los neoconservadurismos religiosos han asociado esa “ideología de género” con lo que llaman “marxismo cultural”. La asociación interesada tuvo un peso fuerte y en varios sentidos determinante durante el proceso de discusión del referendo por la paz en Colombia. Ello se encadenó con la movilización contra la adopción de parejas del mismo sexo y la educación en sexualidad que se promovía a través de cartillas del Ministerio de Salud Pública.

En Argentina organizan marchas y hacen lobby político desde 2018, también para rechazar la “ideología de género” en las escuelas y el Programa Nacional de Educación Sexual Integral en ese país.  

En Ecuador, “Con mis hijos…” se movilizó en 2017 contra la aprobación del Código Orgánico de Salud y la Ley Orgánica para la Erradicación de la Violencia de Género. Han seguido trabajando y expandiéndose.

En Chile hubo un nuevo pico de la disputa este año, en junio, a propósito del proyecto de Ley de Garantías de la Niñez. La vocera del movimiento, Ingrid Bohn, se pronunció sobre el texto legal que, a su juicio “viene a relegar el rol protagónico y el derecho preferente de los padres a ser las personas que pueden educar a los niños en temas valóricos”. Ese juicio se refiere a que el proyecto de Ley en cuestión incluyó como uno de sus contenidos la autonomía progresiva de niños y niñas y se refirió a la perspectiva de género y al derecho a una educación sexual integral.

En toda la región, estos actores conforman alianzas y se aglutinan en plataformas de amplia audiencia. El espacio más importante de esas conexiones es el Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia, organización creada por el pastor y periodista mexicano Aarón Lara en 2017. La plataforma reúne a políticos y activistas cristianos que construyen una narrativa común y replican estrategias para impedir el aborto, la eutanasia y el reconocimiento de los derechos de la población LGTBIQ+.

La campaña “Con mis hijos…” también ha abierto las puertas para que sectores protestantes y otros neoconservadurismos incursionen en el ámbito político. Se están midiendo en áreas de derechos que no tienen que ver necesariamente con su agenda de moral sexual. En Paraguay, por ejemplo, ya han se han manifestado contra la Ley de Paridad de Género en órganos políticos. En Brasil fueron definitivos en las elecciones que llevaron a Bolsonaro al poder, y otro tanto en Colombia, como se dijo antes, respecto al proceso de paz. 

“Con mis hijos…” y el puerto cubano

El matrimonio igualitario no es la única diana de los neoconservadurismos religiosos cubanos ni el Código de las Familias su único objetivo. Por lo visto, “Con mis hijos…” ya está en Cuba.

La mencionada publicación del Centro Nacional de Educación Sexual, en su página de Facebook, el 8 de septiembre, habló de los derechos de niños, niñas y adolescentes respecto a su cuerpo y su sexualidad.

Catorce días después, tenía 441 comentarios, la mayoría de ellos, de furibundo desacuerdo. Aquí un botón de muestra:

Otros pronunciamientos tuvieron lugar en las redes sociales, con los mismos argumentos.

Que haya una referencia cubana explícita y coral a “Con mis hijos…” no es menor. Que sea en una publicación de Facebook, tampoco. La acción pastoral digital ha sido una de las novedades de la acción de los neoconservadurismos religiosos en toda la región y también en Cuba. Otra de sus características es que se activan en coyunturas legislativas y Cuba está en una de ellas, ahora más que nunca.

Al menos 107 leyes y decretos leyes están o estarán bajo creación o reforma. Varias de esas normas deberán incluir, con paso firme y pies de plomo, contenidos sobre igualdad de género, paridad y educación sexual. Los neoconservadurismos en toda su línea, y especialmente los religiosos (dentro de ellos “Con mis hijos…”) están volviendo a probar su pulso y capacidades de movilización y presión política. A la vez, no estamos solo frente a un programa de moral sexual. Son hoy una fuerza con una agenda propiamente política, en toda su extensión.

Como sociedad política, ciudadanía y sociedad civil con vocación de justicia social integral necesitamos analizar, paso a paso, ese escenario y sus actores. Y actuar en consecuencia.

Cuba no es una excepción para el marco de acción de “Con mis hijos…”. Tenemos la experiencia latinoamericana y global, a la cual es imprescindible mirar. Resulta imprudente conformarnos con la explicación fácil: la de la política polar, que se explica retóricamente a sí misma y que se acota a temas puntuales desconectados entre sí. Hacer eso es irnos por la tangente de un problema mucho más denso, que requiere explicaciones también complejas.

Necesitamos producir investigaciones serias y análisis sobre las formas de socialización, construcción de comunidad y necesidades que se satisfacen en esos espacios y redes. Las crisis, la precariedad y la escasez generan riesgos, miedo y tienen consecuencias des-democratizadoras. Eso pesa para Cuba, como mismo ha sucedido en otros territorios.

La explicación de que quienes escribieron los comentarios referidos arriba son personas malas que no merecen o que no tienen agencia y que están siendo manipuladas no va a conducir a ningún lugar fértil para los derechos. Después de que terminemos de clasificar a quienes escribieron esas líneas, sus subjetividades densamente articuladas seguirán ahí y expandiéndose.

Frente a “Con mis hijos…”, es necesaria más y mejor educación sexual. La que existe en el país resulta insuficiente y tiene poco impacto. Esa es la realidad que necesitamos transformar dentro de un marco integral de justicia. Sería sabio producir una conversación sistemática e informada entre quienes estamos disputando, desde distintos espacios, la arremetida antiderechos. Podemos empezar por reconocer que “Con mis hijos…” es un programa presente y actuante, no una cortina de humo.

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