El título de este artículo es más un deseo que una premonición. Nadie sabe si será este el año de la nueva constitución cubana, pero debería serlo, no por los anuncios oficiales entrecortados sino por la necesidad del pueblo de Cuba de contar con un magno texto, que si no nos resolverá todos los problemas –cosa que el Derecho nunca puede hacer– sí nos mostrará las reglas del juego para las próximas décadas.
La constitución que vendrá es un misterio, su posible contenido parece protegido por un dragón mítico como en las leyendas antiguas, pero la sociedad que regulará e intentará organizar es real: es la nuestra, es la vida que tenemos por delante.
Espero ansioso el anuncio de que se abrirá un diálogo nacional para discutir los pormenores de la constitución. Si es casi imposible que se convoque una asamblea constituyente, como algunos preferiríamos, sí es razonable que se realicen reuniones democráticas en barrios, fábricas y escuelas, para que la gente proponga el proyecto de país y de Estado que nos daremos.
No es justo que la constitución venga a nosotros nacida y criada, hecha y derecha, como decimos de las mujeres florecidas. Es el momento ideal para que el pueblo –es decir todos nosotros– participe en la formación del contrato social, pacto nacional del nuevo país.
Tal vez algunos piensen que exagero, que no habrá nada nuevo –que nada ha cambiado tanto ni lo hará–, pero lo que exclamo al viento es que deberíamos aprovechar este momento para resolver todos y todas juntos los asuntos acuciantes de la patria.
Una constitución no es solo una ley. Quizás lo más importante es su programa para el futuro, el testamento de una clase o varias para el futuro, el diseño de sociedad para nuestros hijos y nietos. Después vendrá lo más difícil, hacer que la letra de este documento histórico no muera en la cuna o la gaveta de un burócrata enemigo de la libertad.
La discusión sobre la constitución puede ser la circunstancia perfecta para preguntarnos qué república será la cubana, qué Estado edificaremos para cuidarnos, mostrarnos y dejarnos vivir, cómo salvaremos los valores supremos que desde 1976 nos guían, cómo conservaremos nuestros recursos naturales, nuestras playas para todos, nuestros hospitales y escuelas para toda la gente y no solo para alguna de ella.
Si alguien piensa que la nueva constitución es otro asunto para saltarse y ser sustituido por la novela brasileña yo le propongo que piense; puede ser que el nuevo texto deje una puerta abierta a una sociedad y una economía donde los canales de televisión que transmitan novelas deban ser pagados para ser vistos.
Nadie debe alarmarse demasiado, no basta con no desear el capitalismo, se trata de hacer el socialismo viable, vivible y disfrutable. La irreversibilidad del socialismo que aparece en nuestra constitución desde 2002 no basta, hace falta que la juventud crea en esto, luche por esto, y funde un país mejor.
El socialismo democrático, la república con todos y para el bien de todos pueden ser esperables si los amasamos nosotros, también con una constitución que los contenga. Para esto es necesario que la propiedad privada, que ya nos han dejado ver tras el telón del suspenso, no venga sola sino acompañada con un régimen de fortalecimiento de la propiedad social, de las cosas comunes y públicas, de la propiedad comunal y de la protección a las cooperativas, que hoy son más difíciles de fundar que un negocio privado.
La democracia es un dibujo de un niño o una niña de primaria, que tal vez padezca de casas inclinadas y chimeneas en peligro de derrumbe; pero este dibujo debe ser coloreado por el empeño colectivo para convertir la casa en un hogar y el fuego en esperanza. Esto quiere decir que el diseño democrático no basta, no se puede aspirar solo a una formal institucionalidad; hay que hacer que la pobreza desaparezca no solo en la ley sino antes que nada en la casa familiar.
La constitución puede trazarnos una nueva vida, donde participemos de los datos de la administración, donde los impuestos que paguemos sean seguidos hasta sus últimas consecuencias, donde los derechos crezcan y desborden las páginas escritas para convertirse en realidad cotidiana.
Cuba merece una constitución moderna, hija de lo más avanzado del pensamiento y la acción política y jurídica, en América Latina y todo el mundo. Ya hemos sido faro mucho tiempo, hemos alumbrado, mostrado caminos, dado ejemplos de dignidad y sacrificio, hemos sido la esperanza de muchos, el asidero de otros tantos. Ahora es el momento de ser humildes y orgullosos, de disfrutar con valentía de todo lo que la Revolución cubana ha dejado, de no olvidar a los que murieron por más libertad y más justicia, de superar con creces todos sus sueños juveniles, con nuestro arrojo y nuestro conocimiento.
Pero hay que aprender de los que han seguido luchando por cambiar sociedades desiguales, de los que han logrado organizar instituciones exitosas, derechos para nuevos problemas, garantías para esos novísimos derechos, formas de participación que superan una reunión de factores.
Para que la opción socialista quede intacta, como opción y como esperanza, debemos engordarla con argumentos y soluciones a los problemas nacionales, y esto solo puede hacerlo el pueblo. Una constitución no es un documento cualquiera, en ella se dirá qué Estado y qué administración pública tendremos, se dejará en blanco y negro quién tendrá el control de las riquezas del país y quién decidirá cómo compartirlas o enajenarlas. Una constitución deberá decidir si nuestro Estado seguirá llamándose poder popular, si haremos algo por darle el poder al pueblo para salvar el socialismo.
La nueva constitución, que ojalá discutamos este 2017, debe traer más derechos, más instituciones para defenderlos y acrecentarlos. Deberá ser un texto ejemplar sobre la protección del medio ambiente, que haga justicia a la historia de la Revolución y a la historia de sacrificio de nuestro pueblo.
Vamos a alzar los brazos para que nos vean aunque estemos al final del teatro, vamos a pedir participar en esta fiesta de refundación nacional, para que lo que logremos merezca al final la mayúscula de Constitución.
Es claro que con los cambios que han venido y lo que deben venir Cuba requiere de una nueva constitución pensada por todos los cubanos.
Si se hace, ojalá no quede sin aplicarse como muchos de los artículos de la que hoy tenemos. Por ejemplo, la constitución dice que un cubano debe ser atendido en cualquier hospital cubano. Alguien a tratado de ir a atenderse al CIMEQ o al Cira García??
Genial!!!!! Ojala podamos todos hacer la nueva constitución, de abajo a arriba y no de arriba a abajo como nos tienen acostumbrado. Por desgracia estoy casi seguro que lo que vamos a recibir es un documento ya elaborado por una Comisión, super especializada, super secreta y super poderosa que sabe mejor que el pueblo que es lo mejor para él. Después vendrán discusiones y debates en los centros de trabajo y en las cuadras, estadisticas de cuantos participaron, los artículos que se modificaron por las propuestas presentadas, por supuesto ningún cambio trascendental al proyecto original hecho por la Super Comisión. Aprobación unanime por la ANPP, pa no perder la costumbre, pero resulta que esta si tiene que ir a referendo y no creo que sea aprobada por el 97,7% de los votos como fue la Constitución actual si se hace de esa forma. La única forma para alcanzar un alto nivel de aprobación es que todos podamos hacer la nueva constitución y se realice un debate público sobre este tema, con posiciones diferentes y contradictorias.
Felizmente soñar no cuesta nada, desgraciadamente, los sueños sueños son.
Yo sueño con una Constitución que devuelva la esperanza.
Basta leer los comentarios para darse cuenta de la incredulidad, del pueblo cubano. Hay que tener en cuenta, que nuestro pueblo NO tiene una cultura política que le permite ejercer sus derechos. Véase solo el comportamiento de los Diputados, que como se dice, aprueban todo lo que las supercomiesiones piensan por ellos, y las enmiendas a los documentos que se presentan, siempre son arreglos de comas, punto y seguidos, etc. Nadia, Nunca se ha siquiera propuesto una modificación de fondo. Quien no ha ejercido nunca la democracia, no tiene las habilidades y conocimientos para hacerlo de repente.
Cosas a tener en cuenta si se discutiera una nueva constitución (pura fantasía) el pepel único del partido. El sistema de Elecciones del PP, Las formas de propiedad, la doble ciudadanía (que es negada a priori, mientras existe en la práctica) La prensa y libertad de expresión, y así muchas otras cosas. Todos estos cambios, son realmente impensables.
“sí nos mostrará las reglas del juego para las próximas décadas”.
¿Décadas?!!!!!!! ¿Cuantas mas? ¿Seis mas? ¿Una Constitución redactada solamente por el partido comunistas?
“¿Quousque tandem abutere, ‘Catilina’, patientia nostra?”
Cuba, simple y llanamente necesita una Constitución de los cubanos y para los cubanos, y más que una Constitución necesita de un vero e proprio proceso constituyente en el que participen todos – toditos – los cubanos y en cuyo proceso de votación y aprobación participen los más de 3,000,000 de cubanos – nacidos en Cuba – que se encuentran en la “diáspora”, y que perfectamente conforman más del 15% del “cuerpo electoral” , que actualmente en su inmensa mayoría se encuentran despojados de derechos electorales por no ser residentes en el territorio nacional – vaciamiento de la institución política del concepto de ciudadanía – como resultado y obra del socialismo de la “revolución cubana ” – en letra minúscula-. (…) No puede existir modernidad constitucional con la obra sostenida de discriminación ideológica y apartheid de la “revolución cubana”. Que pena que a José Antonio se le haya olvidado abordar esta arista de la democracia “socialista” con el necesario apellido propio de la postmodernidad y del carácter clasista del discurso.
Una Constitución es la ley suprema de un pais. Podrá ser ley primera mientras exista el Partido Comunista como fuerza rectora de la siciedad, Estado y Gobierno en Cuba? Claro que no. Pues entonces no es una Constitución!
Una Constitución es además, una expresión de la modernidad y ya estamos en la posmodernidad. Por tanto es extemporanea.
Cuba nunca ha vivido bajo el imperio de una constitucion. Ni siquiera bajo la constitucion del cuarenta. Fue letra muerta. Los países que más avanzan en estos tiempos son los que estan bajo el sistema jurídico del derecho comunicado, que no tienen Constitución. Las constituciones tienen mucho de dogmas, como ley que es. Incluso, la Constitución norteamericana, que tiene muchas instituciones propias de la posmodernidad- La carta de Derechos- Ya hay estudiosos que la consideran un estorbo par el desarrollo dinámico que exige el Estado Nación y sus territorios.
Por tanto Cuba no necesita ahora algo que nunca ha tenido y que además no es propio de la Era Posmoderna. Cuba lo que necesita es que se caiga el régimen totalitario y se haga soberano al ciudadano y al Estado como un instrumento a su servicio
Soñador: hermoso articulo. Dicen que de los sueños nacen ideas y de ellas acciones. Una vez, alla’ por 1940 el pueblo cubano se sentó junto a sus representantes e hizo realidad ese sueño haciendo que naciera una de las constituciones ma’s avanzadas de su ‘época. Dicen que en su sesio’n inaugural, ante intentos de impedirla, uno de los constituyentes exclamo’: ” Los partidos fuera, Cuba dentro”. Mis respetos a todos los comentaristas.
Bueno, Julio, tú tienes tu concepto como jurista y como persona de como deberá ser la Constitución, mi pregunta, ¿Y si el pueblo decide diferente a lo que piensas que dirías?
Una nueva constitución será dificil de lograr en este año, pero es una bella idea. La ley primera de nuestra República debe ser el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre, de todos los hombres, independientemente de sus ideas. El pueblo debería poder decidir los ocho puntos siguientes:
1. Debe ser un estado constitucional, democrático, unitario, organizado con todos y para el bien de todos. Su soberanía debe radicar en el pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la autoridad, y ejercerse a través de los órganos del poder público y de las formas de participación directa. A ninguna organización política se le atribuirá una fuerza dirigente superior a la constitución y al estado. La nacionalidad se debe obtener por nacimiento o por naturalización y no se perderá por el matrimonio o su disolución, ni por la adquisición de otra nacionalidad.
2. Los ciudadanos, en forma individual o colectiva, deben tener derecho a recibir, producir y difundir información veraz, oportuna, contextualizada, plural, sin censura previa acerca de los hechos, acontecimientos y procesos de interés general. También deben de acceder libremente a la información de las entidades públicas y las privadas que realicen funciones públicas. No se permitirá el monopolio, directo ni indirecto, de la propiedad de los medios de comunicación.
3. Los ciudadanos deben de tener el derecho de elegir y ser elegidos, participar en los asuntos de interés público, presentar proyectos de iniciativa popular, ser consultados y poder fiscalizar los actos del poder público, y poder revocar el mandato que hayan conferido a las autoridades de elección popular. También deben poder desempeñar empleos y funciones públicas con base en méritos y capacidades, y un sistema de selección y designación transparente, incluyente, equitativo, pluralista y democrático, que garantice su participación, con criterios de equidad y paridad de género, edad y discapacidades.
4. Los ciudadanos deben tener el derecho de conformar partidos y movimientos políticos, afiliarse o desafiliarse libremente de ellos y participar en todas las decisiones que éstos adopten. Los partidos y movimientos políticos deben ser organizaciones públicas no estatales, que constituyen expresiones de la pluralidad política del pueblo y sustentarán concepciones filosóficas-políticas-ideológicas incluyentes, no discriminatorias y respetuosas de la constitución. Los partidos deben ser de carácter nacional, se regirán por sus principios y estatutos, propondrán un programa de gobierno y llevarán el registro de sus afiliados (mínimo 5% de los electores).
5. La vida debe ser inviolable. No debe de haber la pena de muerte. Se prohibirá la represión política, la tortura, la desaparición forzada y los tratos y penas crueles, inhumanos o degradantes. El ciudadano debe tener el derecho a opinar y expresar su pensamiento libremente y en todas sus formas y manifestaciones. Toda persona agraviada por informaciones sin pruebas o inexactas, emitidas por medios de comunicación social, debe poder brindar la correspondiente rectificación, réplica o respuesta. Debe de existir el derecho a guardar reserva sobre sus convicciones. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre las mismas.
6. El presidente de la república debe ejercer la función ejecutiva y ser elegido por mayoría absoluta de votos válidos emitidos directamente por los ciudadanos. La función legislativa debe ejercerse de manera continuada (no por periodos) por la Asamblea Nacional, que debe ser unicameral, e integrarse por asambleístas nacionales y provinciales elegidos para un periodo de cuatro años. Los asambleístas provinciales deben de haber residido en la provincia a la que representan en el año previo. El presidente y vicepresidente de la república y la asamblea nacional no podrán ser reelegidos luego de dos periodos consecutivos. Las fuerzas armadas y la policía nacional deben ser obedientes y no deliberantes, y cumplirán su misión con estricta sujeción al poder civil y a la constitución. Se prohibirá el nepotismo y las acciones discriminatorias.
7. La economía se regirá por la propiedad del pueblo sobre los medios fundamentales de producción y la supresión de toda forma de explotación del hombre. La remuneración comprenderá toda forma de pago o salario que se le otorgue al trabajador, será justa, con un salario digno que cubra al menos las necesidades básicas de la persona trabajadora, así como las de su familia. El estado debe fijar y revisar anualmente el salario básico, de aplicación general y obligatoria. El salario básico tenderá a ser equivalente al costo de la canasta familiar. Se debe prohibir la precarización, la intermediación laboral y la tercerización en las actividades propias y habituales de la empresa o persona empleadora.
8. Se hará reconocimiento jurídico y político del ejercicio de la ciudadanía cubana, lo cual implica el amparo del estado a la movilización de cualquier persona, con la intención de circular y permanecer en el lugar de destino de manera temporal o definitiva. Ninguna persona será sujeta de sanciones por su condición migratoria. Se garantizará a los ciudadanos en el exterior el efectivo reconocimiento y respeto de los derechos humanos, independientemente de su condición migratoria.
ese proyecto de Constitucion que deseo tanto al igual que el escribidor de este articulo, no puede nacer en la sombra y a espaldas de la ciudadania, sino como consecuencia de las necesidades y aspiraciones de nuestro pueblo
Dr. Fernández, aprovecho que me ha dado el pie para expresar humildemente algo que aunque ha sido tocado en otros comentarios, se debe insistir sin descanso: existe una necesidad imperativa de luchar para que haya algún espacio en esa nuestra Ley Primera o Carta Magna donde quedara plasmado—en un lenguaje directo y sin necesidad de abarcar una gran extensión—el derecho al acceso a la información en un breve articulado que sea coherente y que determine sujetos, situaciones y excepciones, tal como han hecho otras naciones. Yo dudo que algúien de las personas que se que podrían hacerlo haga una sugerencia así en la Asamblea Nacional, yo tampoco puedo hacerlo de manera alguna máxime residiendo en los Estados Unidos, pero como cubano que no voy a dejar de serlo nunca debo expresarlo y a ello me asiste la experiencia de haber trabajado por veinte años en la esfera de la información y haber sido testigo de tantas historias de Cuba escritas pero incompletas -varias las he podido leer este último año-, que pudieron haber llegado mucho más cerca de esa verdad histórica, cuyas evidencias yacen en Archivos Centrales e institucionales, un problema que golpea tanto a los investigadores e historiadores tanto cubanos como extranjeros dentro y fuera del país.
Acorde a ello, Cuba deberá tener también su Ley de libertad de aceso a la información -como la tiene una gran cantidad de países-, coherente con la actualización de su Ley de Archivos -actual Decreto Ley 265/2009, aprobado hace ocho años y aun sin un Reglamento- y será de especial importancia la creación de un órgano independiente o una institución independiente, para garantizar la correcta aplicación de esa ley de acceso a la información, un ente de verdadera orientación para todos los poderes y las personas, el referente para la Administración y la herramienta para dirimir esas fronteras muchas veces difusas o a conveniencias de determinados decisores, de lo público, el secreto o la confidencialidad.
Creo que así Cuba se vería reflejada entonces en la Declaración Conjunta de los mandatos especiales de la ONU sobre la libertad de expresión del año 2004 que promulga: “El derecho a acceder a la información que está en manos de autoridades públicas es un derecho humano fundamental que debe darse vigencia a nivel nacional mediante legislación integral […] en base al principio de transparencia máxima, estableciendo la suposición de que toda información está accesible, con sujeción apenas a un sistema escueto de excepciones”, donde por supuesto, esto último no puede ser la regla.