El cineasta Ernesto Daranas, director de filmes como Los dioses rotos (2008), Conducta (2014) o Sergio y Serguéi (2017) ha respondido públicamente al artículo publicado en el diario Granma que hace referencia a una de sus películas.
A raíz de las medidas contra los llamados coleros, y a su tratamiento desde los medios estatales, Daranas abre la puerta a lo que representa otra de esas polémicas donde una vez más se discierne sobre el arte y sus repercusiones, sobre la realidad, la interpretación, el conocimiento y la manipulación.
Su punto de vista se ha conocido en Facebook, en un post al que ha titulado “No has entendido nada”, respuesta al veterano periodista Elson Concepción, quien desde Granma ha echado mano al filme Conducta, estrenado por Daranas en 2014.
El periodista y Premio Nacional, valiéndose del filme, fustiga no solo a los coleros, sino también que la emprende contra “revendedores, acaparadores, corruptos y ladrones” —¿dónde están los corruptos y ladrones?, como cantaba Shakira— que, según sus palabras: “todavía aparecen pegados a los malos hábitos, como la hiedra a la pared”.
Concepción dice no pretender una crítica profesional del filme que conmovió a toda Cuba desde su estreno, pero tira de los pelos de él para apoyar la tesis de su opinión, y de ese modo ha dicho: “La película de Ernesto Daranas refleja males que están presentes en la sociedad que construimos”, lo cual es verdad.
De lo que no habla el artículo es de otro mal que de la misma manera y con el mismo pegamento está adherido a la pared nacional, y es lo que Daranas subraya ahora en el texto que, más que una defensa a su obra, es una toma de posición ético-moral ante la realidad que se vive en la Isla.
“Los coleros no son el verdadero problema. Criminalizarlos no pondrá fin a la escasez, del mismo modo en que televisar solo a los acaparadores deja intacta la raíz de la corrupción que nos agobia. Eludir las causas reales de nuestras dificultades y fabricar un enemigo frente a cada problema es parte de un modus operandi agotado, que solo sirve a quienes intentan que apartemos la mirada de los cambios que todos sabemos necesarios.”
De este modo ha sido planteado un conflicto que vuelve a poner sobre la mesa la vieja pregunta sobre la utilidad del arte y el uso que se haga de su interpretación para determinadas campañas de mediano o colosal alcance.
Lo deja claro el cineasta, “cada espectador tiene el derecho de hacer suya una película e interpretarla a su manera”; sin embargo, resulta que la idea tomada por cualquier articulista desde una obra de arte para apoyar sus ideas muchas veces no concuerda con la visión del creador o, incluso, con la hipótesis general de la obra en sí misma.
“Con esa aula intenté la parábola de una Cuba inclusiva, tolerante y diversa. Mi prioridad fue nuestra autoestima, el recordatorio de lo que realmente somos como cultura y como pueblo, mucho más allá de esos símbolos y consignas entre los que el significado de “Patria” se extravía”, escribe Daranas.
También se evidencia en esta breve pero útil polémica, que gran parte del problema sigue siendo moral. Con su criterio, Concepción, al subrayar solo lo visible de una cuestión profunda, repite solo una operación de propaganda centrada en la superficie de un problema mayor.
Su criterio queda como el de aquel que acepta seguirle la corriente a la campaña de marras, ejemplificando que ha sido estafada por los coleros. Esa persona se queja ante un periodista para que use su caso en el reportaje a escribir, acción en la que deja ver una doble moral, pues omite lo otro: por qué acude a los “servicios” de un colero, y por qué lo seguirá haciendo.
La película va por más, va por visibilizar sin culpar; por humanizar lo que muchas veces se quiere presentar sin humanidad alguna.
A su manera, Conducta habla de esa Cuba posible. De esa Cuba compleja que ha sabido plantar cara a la pandemia evidenciando el talento de su pueblo y de su ciencia. Una Cuba con todos y para el bien de todos. Una Cuba en la que cada ciudadano pueda aportar todo lo que su iniciativa y esfuerzo generen. Una Cuba en la que no serían necesarios policías, militares ni movilizados para cuidar de una cola. Pero insisto, cada cual tiene el derecho de interpretar una película a su manera, escribe el realizador cubano.
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Carta pública de Ernesto Daranas
“No has entendido nada”
Cada espectador tiene el derecho de hacer suya una película e interpretarla a su manera. En ese sentido, debo respetar la apropiación que el periodista Elson Concepción hace de “Conducta” en las páginas de Granma, respaldando las medidas que se han tomado contra los coleros y la importancia que él les atribuye frente a la pandemia. No voy a hablar entonces en nombre de Chala o de Carmela para no interferir en su idea de lo que estos personajes representan.
Prefiero referirme al aula que comparten. Una pequeña aula con un mural de la patria en el que una alumna “palestina” ha colocado una estampa de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. Un aula en la que estudia el hijo de un preso político que es el mejor amigo de Chala. Un aula repleta de muchachos que podrían ser hijos de coleros y coleras, o de padres que no tienen dólares para comprar en las nuevas tiendas. Con esa aula intenté la parábola de una Cuba inclusiva, tolerante y diversa. Mi prioridad fue nuestra autoestima, el recordatorio de lo que realmente somos como cultura y como pueblo, mucho más allá de esos símbolos y consignas entre los que el significado de “Patria” se extravía.
Los coleros no son el verdadero problema. Criminalizarlos no pondrá fin a la escasez, del mismo modo en que televisar solo a los acaparadores deja intacta la raíz de la corrupción que nos agobia. Eludir las causas reales de nuestras dificultades y fabricar un enemigo frente a cada problema es parte de un modus operandi agotado, que solo sirve a quienes intentan que apartemos la mirada de los cambios que todos sabemos necesarios. Las crisis son, también, excelentes oportunidades de transformación y crecimiento.
A su manera, “Conducta” habla de esa Cuba posible. De esa Cuba compleja que ha sabido plantar cara a la pandemia evidenciando el talento de su pueblo y de su ciencia. Una Cuba con todos y para el bien de todos. Una Cuba en la que cada ciudadano pueda aportar todo lo que su iniciativa y esfuerzo generen. Una Cuba en la que no serían necesarios policías, militares ni movilizados para cuidar de una cola. Pero insisto, cada cual tiene el derecho de interpretar una película a su manera.
Ernesto Daranas
*Publicada en facebook el 12 de agosto de 2020
En la obra cinematográfica conducta realmente se refleja una realidad presente en la sociedad cubana, eso es incuestionable, como lo es también que coleros, revendedores y acaparadadores no son Causa de nada, son un efecto de la precariedad de nuestra economía, tanto por el bloqueo norteamericano, como por nuestras deficiencias e insuficiencias.
Y los cambios necesarios que todos sabemos acabarán con la pobreza que empezó hace 500 años, que no 60? Es tan fácil construir una sociedad justa? No será que los cambios necesarios que todos sabemos terminarán en una élite viviendo con los patrones del primer mundo y una gran masa jodida, cómo ocurre en Guatemala, Honduras o Dominicana (que es con quién nos toca compararnos)?
Tampoco dejar impunes a coleros y sus anexos contribuyen a mejorar la situacion.
Como alguien dijo en algún momento no se puede pèrmitir que los coleros, revendedores, acaparadores, especuladores y sus aliados se constituyan en una mafia y se hagan dueños de las callesy las colas
Es molesto ,muy molesto hacer una cola y que ,de repente, aparezcan personas de la nada, y se planten delante de ti, faltandote el respeto y el de los que, disciplinada mente, tuvieron la misma paciencia tuya. Realmente no se si hay que criminalizar a los coleros o no , lo que si me queda bien claro es ,que tendremos desabastecimiento y colas por largo tiempo ,pero de alguna forma hay que hacer desaparecer estas molestas, indignantes e irritantes conductas ,y digo conductas , no personas para que nadie se sienta ofendido. Quien tiene la casi cotidianidad decente, respetuosa , pacienzuda y perentoria de tener que hacer colas para sustentar su familia, solicita , pide y exige que se le respete. Y alguien debe hacernos valer ese derecho.