El 14 de marzo del 2018, cerca de las 7pm, la vereadora1 brasileña y defensora de derechos humanos Marielle Franco llegaba a la simbólica Casa das Pretas, en el barrio carioca de Lapa. Con su distintiva frase “Ubuntu: ¡Soy porque nosotras somos!” comenzó a mediar el espacio “Mujeres Negras moviendo las Estructuras”, una iniciativa creada desde el movimiento negro y feminista para pensar alternativas a la crisis política, social y de seguridad en Brasil, y en particular en el estado de Rio de Janeiro. Una motivación especial del encuentro era la celebración de los 104 años de Carolina de Jesus, mujer negra y favelada, prolífica escritora y poeta, ejemplo de resistencia ante la secular desigualdad y el racismo estructural en Brasil.
Afiliada al Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Marielle se había constituido en una leyenda de los movimientos sociales de izquierda al ser elegida en la Cámara Municipal de Rio de Janeiro (2017-2020) siendo la 5ta. mayor votada en la historia de las legislaturas. Nacida en el Complejo de Favelas de la Maré, mujer negra, lesbiana, socióloga, su activismo por los derechos de las minorías discriminadas, la denuncia de la intervención policial como fuente de la inseguridad pública en las comunidades periféricas, le ganaba afectos y desafectos. Aquella noche del 14 de marzo del 2018, luego de dos horas de debate, la “Cria da Maré” (como le gustaba identificarse) se despidió de sus compañeras con un “¡Vamos que vamos, vamos juntas a ocupar todo!” y abandonó el local, acompañada por su asesora Fernanda Chaves y el conductor Anderson Gomes.
Luego de diez minutos de camino, transitando el barrio Estácio en el centro de Rio de Janeiro, se les acerca un jet Cobalt color plata: “Una ráfaga. Una sola ráfaga de un segundo. […] Me envolví y bajé en un movimiento inmediato, como un caracol, junto a las piernas de Marielle. Un silencio absoluto, interrumpido por un ¡Ay! de Anderson”. Recuerda Fernanda Chaves, única sobreviviente del atentado. De acuerdo con la investigación en el lugar de los hechos, Marielle fue alcanzada por cuatro balas en la cabeza, y algunos de los disparos, en diagonal, terminaron golpeando a Anderson.2
A cuatro años de tal vil asesinato político por encargo, este 14 de marzo volvieron a movilizarse miles de activistas feministas, antirracistas y por los derechos humanos en Brasil, para interpelar una vez más la incompetencia judicial e institucional, con una sola pregunta: ¿Quién mandó a matar a Marielle Franco?
Los intereses sombríos que se mueven alrededor de figuras políticas de renombre, así como su asociación con milicias paramilitares, el crimen organizado y grupos del narcotráfico3 , justifican el mutis vergonzoso en ese intento (fallido) de apagar la voz de esa extraordinaria lideresa social y política. Marielle tenía convicción de la maquinaria de tristeza y muerte a la que se enfrentaba, era firme al decir: “Las rosas de la resistencia nacen en el asfalto. Recibimos rosas, pero vamos a estar con el puño cerrado hablando de nuestra existencia contra los mandos y desmandos que afectan nuestras vidas”.
Y fueron los desmanes estructurales que afectan la vida de la mujer negra brasileña, especialmente en las comunidades marginalizadas, los que motivaron a escribir a Carolina de Jesus, aquella otra rosa negra que homenajeaban Marielle y sus compañeras el fatídico 14 de marzo del 2018. En su primera novela publicada en 1960 “Quarto de despejo” 4 la escritora de alma y de profesión, catadora de basura en la megalópolis de São Paulo, retrata su cruda realidad, sufrimientos y valores humanos, en el día a día de una mujer negra, viviendo en las periferias de la suntuosa ciudad. En uno de esos atribulados días escribe Carolina: “Me levanté nerviosa. Con ganas de morir. Ya que los pobres están mal colocados, para qué vivir? Los pobres de otro país sufren igual que los pobres de Brasil? Yo estaba tan descontenta que hasta llegué a pelear con mi hijo José Carlos sin motivo”.
A la pregunta: “¿De dónde vino la idea para el título de su libro?” narraba Carolina cómo, en 1948, había sido desalojada del lugar donde vivía junto a otras muchas familias. Entonces pasó a vivir debajo de puentes, por las dinámicas constructivas de la emergente modernización citadina. Por eso ella identificaba a la favela como el cuarto de desalojo de la ciudad, y a los pobres como sus trastes viejos. Creo que, de haber leído los textos de Carolina de Jesus, quizás Oscar Lewis se habría replanteado sus conclusiones elitistas sobre la cultura de la pobreza. En otro fragmento conmovedor del relato, Carolina cuenta que, para no ver a sus hijos pasando hambre, pide auxilio al Servicio Social y “[…] Fue allí donde vi las lágrimas deslizar de los ojos de los pobres. Qué conmovedor es ver los dramas que allí se desarrollan. La ironía con la que se trata a los pobres. Lo único que quieren saber son los nombres y las direcciones de los pobres”.
Las consecuencias seculares y estructurales del fomento de la pobreza y la inseguridad como (in) cultura de Estado, visibles en la literatura de Carolina, son identificadas medio siglo después (2014) en la disertación de maestría de la socióloga Marielle Franco. En su investigación, articulada con su activismo social y experiencias de vida, Marielle llama la atención a cómo la pobreza “[…] exige de un Estado con capacidad de presentar programas sociales con una mano y la policía, con el aparato penal, con la otra”.
Señala, también, cómo el modelo que el neoliberalismo presenta como modernidad apunta a: “Aislar, en la periferia, en las formas represivas y en las cárceles, al conjunto de pobres”, por lo cual el prejuicio y la discriminación crecen, y junto al énfasis en la criminalización de la pobreza, ganan predominancia en la subjetividad colectiva. Evalúa la “Cria da Maré” que “[…] con la ‘guerra al tráfico’, se legitima la guerra a los espacios populares, lo que justifica las incursiones militaristas que derraman de forma permanente la sangre de los habitantes de las favelas y acaban por imponer una pena de muerte fuera de la institucionalidad del Estado de Derecho”.5
La naturalización de la muerte y las discriminaciones hacia los barrios pobres se percibe a través de la cruda historia de Carolina de Jesus, convertida en bestseller por el mercado capitalista que estructura esas mismas exclusiones. Cuenta cómo un día al llegar a la Comisaría con una queja sobre un vecino maltratador “El soldado que estaba de guardia dice: ¡Favela es de muerte!”. O cómo en otra jornada infeliz llega a escuchar de una señora de clase media: “Podría dar una inundación y arrasar la favela y matar a estos pobres imbéciles. Hay horas en que le reclamo a Dios por haber puesto gente pobre en el mundo, que sólo sirve para cansar a los otros”.
“¿Cuántos aún deben morir para que acabe la guerra a los pobres?”, reiteraba en su discurso militante Marielle Franco. En palabras de Abdias do Nascimento6 es un proceso que va desde “[…] la clasificación grosera de los negros como salvajes e inferiores, al enaltecimiento de las virtudes de la mezcla de sangre como intento de erradicación de la mancha negra”. Pero el “[…] hecho concreto, ninguna retórica académica lo puede borrar: el negro en Brasil está siendo rápidamente liquidado en las mallas difusas, disimuladas, sutiles y paternalistas del genocidio más cruel de nuestros tiempos”.7
Sí, “¡La carne más barata del mercado es la carne negra!” es el grito de dolor que junto a la leyenda afrobrasileira Elsa Soares lanzamos, y como Carolina de Jesus: “¡Hay días que uno tiene envidia de las aves!” Pero, aunque algún revólver ya esté engatillado, el pueblo negro brasileño continúa brigando bravamente por justicia y por respeto. Por Marielle, por Carolina, por cada una de las rosas que han nacido y resistido en lo más áspero del asfalto, este pueblo increíble está presente, y son capaces de continuar construyendo presentes, futuros, alternativas que abonen tierras fértiles, de vida, alegrías, amor y paz donde nazcan las nuevas generaciones.
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Notas:
1 Este cargo político profesional pudiera ser similar a lo que en otros países latinoamericanos se le conoce como concejal, o en alguna medida al delegado municipal en el sistema político cubano.
2 Otavio, Chico; Araújo, Vera. Mataram Marielle: Como o Assassinato de Marielle Franco e Anderson Gomes Escancarou o Submundo do Crime Carioca (Locais do Kindle 61-64). Intrínseca. Edição do Kindle.
3 Nascimento, Abdias do. O genocídio do negro brasileiro: processo de um racismo mascarado. São Paulo: Perspectivas, 2016.
4 Fue traducido al inglés y publicado en EE. UU. en 1962 con el título Child of the dark: the diary of Carolina Maria de Jesus. Trad. David St. Clair. Nova York: New American Library. En Cuba es publicado en español en 1965 bajo el título La favela: casa de desahogo. Habana: Casa de las Américas.
5 La presencia de esta tendencia que señala Marielle Franco puede ser corroborada con informes e investigaciones anteriores y/o posteriores al año 2014, ver: Segurança, tráfico e milícia no Rio de Janeiro. Fundação Heinrich Böll, Rio de Janeiro, 2008; Corrêa, Hudson; Brito, Diana. Rio sem lei (História Agora), Geração Editorial, Edição do Kindle, 2018; Marinho, Glaucia. Democracia e crime organizado: os poderes fáticos das organizações criminosas e sua relação com o Estado, 2019; Bruno Paes Manso. A república das milícias: Dos esquadrões da morte à era Bolsonaro. Editora Todavia, 2020.
6 Coincidentemente el intelectual y activista por los derechos humanos afrobrasileño nació también un 14 de marzo de 1914.
7 Ver segunda referencia.
* Los textos originales de las citas utilizadas son en portugués, reproducimos una traducción libre del autor.