Para moverse a gusto la mejor velocidad es la de una bicicleta. Supera la lentitud de andar a pie, y a la vez no sacrifica la experiencia de vivir un lugar, de mirar alrededor sin vértigo. La velocidad del carro se traga los detalles, ante la vista todo pasa pronto, el paisaje es fugaz. “Ente dócil y de conducta modesta”, la describió Julio Cortázar, que celebraba la “sencilla espontaneidad de las bicicletas”.
En la capital de Cuba hay algunos convencidos de todo esto, y quieren convencer a muchos más. Hace dos años comenzaron a “Bicicletear La Habana”. Así han nombrado al evento que convoca el primer domingo de cada mes a todo el que quiera dar un paseo por la ciudad, libre de costo, con bicicleta propia o ajena.
Con la crisis de los 90, la bicicleta se convirtió en el medio de transporte más socorrido por los cubanos (para grandes mayorías, el único). Los nacidos a finales de los 80 o en la última década del siglo XX, tuvimos una sillita adaptada en las bicicletas de nuestros padres, quienes con poquísimas reservas de energía en sus cuerpos recorrían con ellas largas distancias, lo mismo para trabajar que para conseguir los escasos insumos de la dura vida cotidiana. A veces fuimos a la playa, es cierto, y eventualmente algunos tuvimos nuestras propias pequeñas bicicletas.
A medida que el transporte remontó el peor momento de su colapso, al menos en la capital, su uso se redujo muchísimo. En los últimos tiempos, además, usarla supondría un triunfo sobre la tiranía de los almendrones, que trazan su propia ruta y fijan sus propios precios, y la insufrible precariedad de las guaguas. Sin dejar de mencionar la adrenalina incomparable de bajar una loma, brisa en rostro, pelo al aire, y ojalá que poco sol.
La bicicleta está volviendo, esta vez no como último recurso para moverse y ahorrar dinero, sino como parte de un estilo de vida alternativo al vehículo automotor, una movida ambiental y cultural para la ciudad, que supone también inventar un ritmo para vivirla, una velocidad y un tempo.
“Hacen falta más bicicletas”, dice Yasser González, promotor del paseo mensual y ciclista desde hace nueve años. “Me decían que estaba loco, que el calor, que los carros amenazando”, cuenta, evocando dos de las razones principales que hacen que la gente se abstenga: el clima tropical y la falta de garantías para la seguridad del ciclista en la vía. Las estadísticas demuestran que la mayoría de las víctimas fatales de los accidentes no son otros que los ciclistas.
Bicicletear La Habana propone impulsar “un transporte socialista y revolucionario”: colectivo, democrático y alternativo. No es un activismo propiamente dicho ni sus participantes lo declaran como tal, pero sugiere una práctica espontánea y colectiva, convocada y organizada por ciudadanos comunes que proponen una opción.
“Ven con tu propia bici o pide una prestada para dar una vuelta divertida por La Habana, hacer actividad física y promover el uso de la bicicleta junto a tus amigos, gente rara, ciclistas pro, vendedores de pasteles de guayaba y aburridos en casa”, invita Yasser.
El recorrido seguirá “una ruta a veces planeada, otras veces improvisada”, siempre partiendo del parque de los Mártires en calle San Lázaro, esquina a Infanta. El primer tramo puede atravesar Centro Habana, donde hay baches que castigan a todos por igual y los ciclistas sortearán no sin diversión (otra ventaja del paseo en grupo). En las calles estrechas de la ciudad vieja las aceras son muy pequeñas y la gente acostumbra caminar por la vía o permanecer sentados a la entrada de sus casas. La caravana tendrá siempre público copioso, de todas las edades y pintas, un público cubano. Por La Habana Vieja se puede llegar a la Terminal de Trenes, y desde ahí comenzar el recorrido por el litoral, todo a lo largo del malecón, tramo preferido del paseo por la mayoría de los bicicleteros de este evento, que ya son varias decenas.
A quienes no tengan una bicicleta y no consigan que su “vecino tacaño la preste”, sugieren una lista de puntos de renta. Al menos siete negocios en La Habana se dedican al alquiler de bicicletas. Un par de ellos hacen una oferta especial de precios para el evento, que es gratuito, y que promociona también estas tiendas o puntos de renta.
¿De dónde salen? ¿Cómo se enteran? Bicicletear La Habana ha creado una red de contactos a través de Facebook. Cada edición tiene su convocatoria, cuyo impacto ha ido en ascenso mes tras mes. Al final de cada recorrido las fotografías que se hayan tomado en los ratos robados al pedal se publicarán en Habana Pedalea/Bikes. El acompañamiento virtual permanece antes, durante y después de cada domingo.
“La patrulla de policía dice en el altavoz que usemos solo el carril derecho”, reza la descripción de una foto del recorrido del 5 de noviembre.
“En la capital de Cuba hay algunos convencidos de todo esto, y quieren convencer a muchos más.”
No me parece mala idea, solo que estoy curioso en saber quienes son esos “algunos”. “¿Algunas” personas pueden por su cuenta organizar un movimiento de este tipo sin que el Estado este detrás? ¿Es espontaneo? ¿Es realmente una iniciativa civil y libre que nace del pueblo?
Muy buen articulo! Por cierto, les faltaron los creditos en la ultima foto, la de Yasser en el muro del malecon. Esa foto fue tomada tambien por Luis Manuel Azua Torres / MountainCuba.
Feliz Año Nuevo 2018! Felices Bicicletadas!
Tony, te lo aseguro, es completamente libre y espontaneo. Es simplemente el gusto por bicicletear, y pensando mas seriamente en eso, la magia que tiene la bicicleta para resolver nuestros problemas de movilidad en cualquier ciudad y a la vez hacernos sentir suuuuuper bien. Los ciclistas deben ser tomados en cuenta en las calles, y los que montamos bici a diario (yo lo hago), sabemos lo que se siente. Te invitamos a la proxima bicicletada en Enero 2018!
Recuerda, la bici es una gran fuente de diversion, salud, ahorro, transporte, empleo, y te lleva sin saberlo a lugares que jamas hubieras visitado.
Entendimos 50 pesos la hora?
Será sostenible?