“Me acaban de matar una de mis mayores ilusiones. La inmensa alegría que sentí el 17 de diciembre de 2014, no se compara con la inmensa tristeza que he sentido ahora. Yo puedo decirte, sin duda alguna, que este es uno de los días más tristes de mi vida”.
Este es Julio César Hernández Labastida, a las 11 de la noche el 12 de enero pasado, a pocas horas de anunciado el cese de la política “pies secos pies mojados” por el presidente estadounidense Barack Obama.
Mientras navegaba en la zona wifi de La Rampa habanera, Hernández Labastida encontró la nota de prensa con la información. Sin creer lo que leía, el ingeniero industrial de 28 años siguió los comentarios de sus amigos en Facebook para asegurarse.
“Yo ya tenía planes y las coordinaciones necesarias para estar en marzo, a más tardar, en los Estados Unidos. Por supuesto que a través de la frontera con México, porque por el visado es imposible: ya lo he intentado tres veces y nada. Ahora no sé qué voy a hacer, no sé qué va a pasar”.
Dayron Díaz Jiménez, cuentapropista de 24 años, también ve truncado sus planes. “El 10 de enero me dieron la visa a México por diez años. Menos de 48 horas después, me entero de esta decisión política que me cambió el futuro. ¿Ahora qué hago? Yo pensaba cruzar para arriba. ¿Cómo recupero el dinero que he gastado en los trámites?”, se cuestiona insistiendo en las preguntas como si eso fuera a acercarle alguna respuesta.
La noticia corrió como pólvora entre los cubanos. Lázaro Valdés, cibernético de 25 años, se enteró por el SMS de una amiga. “Mi reacción fue de incredulidad, de sospecha. ¿Quién realmente pedía en Cuba la eliminación de pies secos, pies mojados? Parecía que eso nunca iba a cambiar”.
El ingeniero en Telecomunicaciones David Rivera Urrutia, de 34 años, tiene emociones encontradas. Aunque considera que la decisión “priva a muchos cubanos de perseguir el sueño americano y alcanzar una mejora económica”, comprende que “disminuirán los riesgos para llegar a los Estados Unidos y, por lo tanto, se reducirán muertes innecesarias de emigrantes”.
Al otro lado del Estrecho de La Florida, no pocos suspiran con alivio al haber eludido, in extremis, esta situación. “Yo me salvé por un pelo”, explica Jorge Fernández Germán, quien hace menos de un mes llegó a la Florida.
“Me preocupa la gente de allá [de Cuba]. Hay muchos que están en camino, que han vendido sus casas, sus pertenencias, todo, y si los regresan tienen que empezar desde cero, y seguramente debiéndole a las once mil vírgenes”, comenta.
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La derogación de esta medida, que llegó apenas a ocho días de concluir el mandato presidencial de Barack Obama, tomó a muchos por sorpresa: consideran que el mandatario saliente se adelantó a una decisión que se esperaba fuera tomada por Donald Trump.
“No pensé que Obama fuera a hacer eso en este momento. ¿Por qué ahora, cuando le faltaba tan poco para irse? Aunque digan que es para mejorar, me parece que el acuerdo provocará más peligro entre los cubanos: el que está decidido a irse, lo hará de cualquier manera. Puede que la cantidad disminuya, pero los riesgos, las dificultades y las muertes de cubanos cruzando la frontera sí van aumentar”, augura Díaz Jiménez.
A partir de la elección de Donald Trump como presidente, el 8 de noviembre pasado, muchos cubanos temieron una decisión de este tipo. Se basaban en los rumores y en las declaraciones antiinmigrantes de la campaña del magnate neoyorquino. Por eso algunos decidieron apurar el viaje antes del 20 de enero próximo, fecha de toma de posesión del nuevo inquilino de la Casa Blanca.
“A mí me sorprende la noticia profundamente. Desde el restablecimiento de las relaciones bilaterales se comentaba la posibilidad, pero pensábamos que era facultad del Congreso estadounidense tomar la decisión. ¿Por qué el Presidente no puede quitar el bloqueo y sí limitar la emigración? ¿En qué posición nos deja a los cubanos de a pie?”, se cuestiona el cibernético Valdés Gutiérrez.
A propósito de este tema, Arturo López-Levy, profesor de política estadounidense y latinoamericana en la Universidad de Texas – Rio Grande Valley, asegura a OnCuba que “es un paso más en la normalización de relaciones entre Cuba y EE.UU., recogiendo los resultados de importantes procesos de negociaciones que han tenido lugar entre los dos países desde el 17 de diciembre de 2014. Deja un legado importante para la administración Trump, que convirtió el tema migratorio en la piedra angular de su política y en el contexto del interés de la derecha cubano-americana de poner fin al tipo de emigración que venía en los últimos años desde Cuba, que le es adversa a su programa de cambio de régimen por asfixia económica e implosión”.
“Se trata –añade– de un alineamiento de posiciones políticas, el interés del gobierno cubano y el de Obama de culminar el proceso negociador y hacer tan irreversible como sea posible la apertura de EE.UU. a Cuba”.
López-Levy considera que será “difícil para Trump echar atrás esta derogación porque no se justificaría que restaurase un trato privilegiado para los cubanos, cuando ha proclamado un interés en promover el orden y la coherencia en ese aspecto de la política exterior norteamericana. También surgiría el peligro de provocar una estampida migratoria desde Cuba, algo considerado una pesadilla para el Departamento de Seguridad Interna”.
Algunas cuentas
La repentina eliminación de la política de pies secos / pies mojados puede repercutir notablemente en la dinámica migratoria entre Cuba y su vecino del norte. Durante el año fiscal 2015, más de 45 mil cubanos alcanzaron territorio estadounidense. El 80 por ciento de ellos gracias a esta facilidad.
A pesar de las numerosas dificultades, la tendencia al incremento del flujo se había disparado. Baste señalar que en 2014 la cifra no superaba los 25 mil 500, y en 2013 apenas rebasó los 13 mil emigrados.
Esa enorme masa poblacional, a pesar de abandonar la Isla, mantenía nexos familiares y económicos con su país de origen. Así lo revelan los 3 mil 354 millones de dólares en remesas durante el año 2015 (récord histórico), según revela en un artículo la consultora estadounidense The Havana Consulting Group. La economía cubana, que este año se contrajo un 0,9 por ciento, verá así limitada una de sus principales vías de ingreso.
Otra repercusión en la economía podría evidenciarse en el sector turístico, que poseía en el segmento cubano-americano uno de los más dinámicos del mercado. De los 3,5 millones de visitantes extranjeros en 2015, casi 540 mil pertenecían a esta comunidad. El freno en el crecimiento de esta población –resultado intrínseco de la derogación de la política pies secos / pies mojados–, podría congelar la expansión de este grupo turístico en la Isla.
Durante 2016, el flujo de visitantes extranjeros en la Isla creció hasta los 4 millones, y se espera que para los próximos años la cifra continúe en aumento. El país de origen con mayor incremento resultó Estados Unidos, con un 74 por ciento de alza respecto al año anterior, lo que se traduce en la visita de casi 290 mil norteamericanos en estos doce meses.
Y por fin..quien se pone las botas?
Se agradece siempre los artículos que son objetivos. Pero si Aylen, ¿Quien se pone las botas?. Yo diría que quienes se las ponen son los que no quieren mojarse.
Siempre Leo los artcelos de oncuba en la procura de un periodismo menos parcializada. ..Me gustaría en algún momento ver algo más amplio sobre estas negociaciones que comenzaron el 17 de diciembre y donde solo veo noticias de las decisiones y cambios de EUA…Y no veo los cambios o acuerdos de la contraparte…
No sé por qué son tan criticones aquí.
Sucell, la gente son criticonas porque hay mucho que criticar y muy pocos lugares donde permitan hacerlo.