Humilde filosofía de la jaba

Someramente, una jaba sirve para llevar cosas. Pero no repare en la simplicidad de esa afirmación. El ser cubano siente la necesidad ingente de llevar cosas; por tanto, de llevar jabas. Nótese que digo ser cubano y no cubano a secas. Servirá acaso para establecer mi punto de partida. 

Una jaba vacía es un cuerpo con el alma anulada. También sépase que la jaba encarna prosperidad simbólica, incluso real, a la vez que puede representar todo lo contrario. Este punto depende del nivel de llenado de la jaba o las jabas. Para explicarme mejor: Una persona con una jaba rebosante en su nivel de llenado despertará la envidia de sus observadores; en cambio, la jaba vacía no animará a más que al desdén. Aclaro que la mencionada prosperidad simbólica o real dependerá asimismo del costo en dinero del contenido de la jaba; es decir, aquel que posea una jaba colmada de fruslerías de merolico será un hazmerreír en caso de pararse al lado de aquel que tenga en su poder una jaba cargada a medias de chucherías del mercado de los pesos convertibles; aun siendo el primero un caballero de pies a cabeza y el segundo un íntegro patán; aun siendo la utilidad del contenido de la primera superior a la de la segunda.

De acuerdo con lo referido, somos capaces, entonces, de establecer la próxima relación: La prosperidad simbólica o real encarnada por la jaba es directamente proporcional al costo de su contenido, asumiendo inevitablemente que el costo significa una magnitud regente con respecto al nivel de llenado. Quien desee plantearse una fórmula deberá considerar que si se toman a la prosperidad y al costo como variables independientes, la última variable es la única cuantificable en la relación esbozada, por lo que un cálculo en términos numéricos resultará imposible. Aunque declaro que de mí saldría menos que un pésimo matemático. A duras penas, de mí saldría un hombre sensato en determinados momentos. Pero a pesar de mi condición de sensatez momentánea, exijo que se acojan mis palabras con seriedad. Creo que hasta un mentecato a tiempo completo disfruta del derecho de expresarse y de que sus simplezas se acojan con seriedad. Recordemos que muchos políticos o gente de instancias superiores han sido o son mentecatos excepcionales.

Perdóneseme el extravío, recuerdo que mi sensatez opera por momentos. ¡Qué fatalidad la mía! La fatalidad —volviendo al tema en que debiera centrarme—se parece al malhadado instante en que no se tiene una jaba. Pensemos en el pedazo de cake depuesto en un cumpleaños, en los regalos postergados o dejados, en la comida de los restaurantes abandonada sobre la mesa. Quién duda de la pertinencia de una jaba. La jaba sintetiza la utilidad en sí, y la utilidad es una creación humana. En toda creación humana se transfieren propiedades humanas. Si la jaba es, de alguna manera, utilidad sintetizada, habrá en ella, de modo indefectible, propiedades humanas transferidas. De otra forma, la jaba no existiría. ¿Cómo trasladar a la sencillez a un objeto con propiedades humanas?

Ríase de mí el que quiera; llámenme zafio, loco, necio. Crea si así lo desea, que soy autor exclusivo de despropósitos. Pero antes, por favor, realice la siguiente operación. Tome una jaba y extienda los brazos adelante, aproximadamente a la altura de sus ojos; ábrala. De todo lo que alcance a ver, note cuánto cabe en ella. Me entenderá mejor si ejecuta este ejercicio mirando al horizonte, cuando advierta el gran pedazo del mismo que abarca su jaba abierta. Espero con ansias que, después de eso, no se atreva usted a amonestarme porque la cota de mi furia iguala al Everest al negárseme una jaba en una tienda, al adormecérseme las manos por traer un producto congelado luego de comprarlo y que el dependiente me diga con una indiferencia monstruosa, provocativa, en resumen, con una indiferencia de dependiente, que se acabaron las jabas. Esmirriada es mi riada, sí, comparada con la dimensión que debiera alcanzar mi insulto. Por último, sepa que escribo remitiendo en cada letra el máximo de mi respeto.

Carta ficticia dirigida la autoridad de una tienda

*En las tiendas cubanas hay actualmente una escasez de jabas para envolver los productos en venta

 Por: Maykel González

Foto tomada de CL

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