Transcurría la década de 1920, cuando la hoy céntrica calle 23 del habanero barrio de el Vedado vio erguirse, en solo 204 días, una de sus más representativas construcciones: la casa marcada con el número 664, entre las calles D y E.
La mansión fue el regalo del comerciante Manuel Campa a su hija Ángela por su matrimonio. El que hasta 1998 fue el hogar de Ángela, quien murió sin herederos, ha sido convertido por iniciativa de la Oficina del Historiador de la Ciudad en una peculiar institución: la Casa del Vedado.
Su singularidad radica en la estructura, que no responde a un diseño propiamente museográfico, pues en esta residencia ambientada no hay espacios delimitados ni vitrinas. Abrió sus puertas al público en julio de 2007 como parte del proyecto turístico Rutas y Andares, con el objetivo de mostrar la cotidianidad de una familia de clase media alta de la época, como si la casa aún estuviera habitada.
Hace unos años el inmueble era recordado por su deplorable estado constructivo. Es en el 2000 cuando la Empresa Constructora Puerto Carenas asume el trabajo de restauración capital cuyo objetivo era recuperar la estructura original del edificio, manteniendo la tipología, morfología y expresión artística de la fachada, así como su funcionalidad. Esta impresionante faena culminó exitosamente en el 2005, lo que pueden constatar quienes visiten el museo.
La atmósfera recreada es eficaz gracias a la labor de los especialistas, que lograron revivir una época mediante una estrategia sustentada en el rescate de las rutinas decorativas de esos años y de sus tendencias estilísticas.
Sobre el interés de la Oficina del Historiador de la Ciudad en rescatar una vivienda cuya ubicación se aleja del Centro Histórico, María Elena Roche, directora de la institución, explicó que “durante la segunda mitad del siglo XIX, las familias más pudientes abandonaron La Habana de intramuros por la falta de espacio y el ambiente derivado de la actividad comercial y el asentamiento de humildes pobladores, para instalarse en las inmediaciones de la Zanja Real del Cerro, donde establecen sus casas quintas y en la zona conocida como El Carmelo. Más tarde se inició la urbanización del Vedado, con un trazado regular de sus calles y avenidas, por lo que esta zona se convierte en la de mayor interés social por sus características y comienza a poblarse vertiginosamente”.
Aunque sin lugar a dudas la Habana Vieja conserva y atesora en gran medida el más antiguo legado de la ciudad. Otorgándole un encanto especial, los excepcionales valores ambientales y urbanos presentes en el Vedado han convertido a esta céntrica barriada habanera, al oeste de la ciudad, en una de las más codiciadas y atractivas como sitio de residencia hacia donde comenzaron a trasladarse las familias más distinguidas de la sociedad capitalina desde aquellos años.
El arquitecto Mario Coyula ha definido el Vedado como “la pieza mayor y más importante del urbanismo republicano, en tamaño y en posición de vanguardia en su momento, a la par con lo mejor del mundo”, la cual “guarda muchas pautas para los profesionales de la arquitectura y el urbanismo, no para copiarlo, sino para reinterpretarlo”.
En este típico exponente de la arquitectura ecléctica se aprecian el excelente y conservado mobiliario perteneciente a acaudaladas familias cubanas del pasado siglo, piezas únicas, raras y valiosas, obras de importantes retratistas y hasta vestimentas femeninas de aquellos años.
soy venezolano,he estado dos veces en la bella Cuba y por supuesto con deseos de ir de nuevo ya que el tiempo ha sido breve y no he podido conocer tantas maravillas que ella tiene…soy ademas furibundo admirador de la dignidad del pueblo Cubano y de su ejemplar revolucion !!! Viva Fidel y Viva CHavez !!!