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El pasado 2 de mayo, Granma publicó una nota sobre el impacto de las temperaturas extremas en el verano que recién comienza. Hasta hace poco, era común entre los especialistas considerar que la condición insular de Cuba la protegía de las llamadas olas de calor, gracias a las brisas marinas que proporcionaban ventilación natural y atenuaban este fenómeno.
Sin embargo, según el doctor en Ciencias Geográficas Luis Lecha Estela —investigador de mérito y experto consultante del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA)—, desde 2015 se han registrado de forma constante episodios de calor extremo. Esta tendencia se acentuó entre 2017 y 2020, y entre junio de 2023 y febrero de 2025 las temperaturas medias en el país mostraron anomalías mensuales, situándose 1,5 °C por encima del promedio de la etapa preindustrial.
De acuerdo con Lecha, existen altas probabilidades de que este verano los cubanos experimenten “periodos persistentes de intenso calor”. Estos estarían asociados con la influencia de altas presiones oceánicas, lo que favorecería la escasa nubosidad, una intensa radiación solar y una posible disminución relativa de las precipitaciones.
Estas condiciones propiciarían la presencia de olas de calor, entendidas como períodos de tres o más días con temperaturas del aire superiores a los 28 °C y máximas por encima de los 33 °C, con sensaciones térmicas extremas. Este fenómeno representa un riesgo considerable, especialmente para los grupos más vulnerables.
No es la primera vez que abordamos el impacto del calor extremo en la salud humana. Ya lo hicimos en agosto de 2023 y, por su gravedad y la proximidad del verano, volvemos sobre el tema.
El impacto global del calor extremo
Según un artículo de la OMS publicado en mayo de 2023, los golpes de calor son la primera causa de muerte relacionada con el clima. Desde inicios del siglo XXI, la mortalidad por esta causa ha aumentado un 85 % entre personas mayores de 65 años. Se estima que, cada año, fallecen unas 489 mil personas por golpes de calor, siendo Asia y Europa las regiones más afectadas, con el 45 % y 36 % de las muertes, respectivamente. Solo en el verano de 2022, Europa registró más de 61 mil fallecimientos por esta causa.
Como ya habíamos señalado, las consecuencias del calor van desde calambres y agotamiento hasta golpes de calor, que ocurren cuando la temperatura corporal supera los 40 °C. En ese punto, el centro termorregulador del cuerpo se ve sobrepasado, lo que constituye una verdadera emergencia médica. Estos golpes pueden provocar muerte súbita, incluso en personas con buena condición física —como deportistas, bomberos o soldados—, así como daños orgánicos temporales o permanentes, especialmente si la temperatura corporal excede los 41 °C.

No es solo el calor: frío, sobremortalidad y desigualdad climática
Un aspecto particularmente interesante del trabajo del Dr. Lecha es la relación entre temperaturas extremas y sobremortalidad, que mencionó de forma incidental en su entrevista a Granma. En un artículo publicado en junio de 2024 en la Revista Cubana de Meteorología, titulado “Los extremos del régimen térmico y la mortalidad en exceso en Cuba”, Lecha y su equipo profundizan en esta cuestión.
El estudio tuvo como objetivo establecer una línea base de mortalidad diaria en Cuba, por provincias y municipios, para diferentes épocas del año. A partir de esa base, calcularon el exceso de mortalidad, es decir, la diferencia entre los fallecimientos observados y los esperados si no existiera un fenómeno que los explicara, según la definición de la OMS.
Este indicador fue ampliamente utilizado durante la pandemia de COVID-19. En Vida Saludable abordamos en su momento cómo la sobremortalidad en 2021 fue de casi 50 mil muertes, asociadas a la crisis sanitaria.
Lecha y su equipo analizaron un período de 20 años (2001–2020), y hallaron que desde 2010 los días de calor extremo han aumentado progresivamente, especialmente en las provincias orientales. Curiosamente, esto ha favorecido cierta adaptación al calor en esas zonas. En contraste, los días de frío intenso son menos frecuentes, pero mucho más letales, ya que la población cubana está menos preparada, tanto biológica como socioeconómicamente, para enfrentarlos.
En el estudio se analizaron más de 1,7 millones de muertes, excluyendo los accidentes, y se identificaron más de 25 mil fallecimientos en exceso asociados a eventos térmicos. Se encontraron seis días con más de 100 muertes en exceso, principalmente en los meses de enero y marzo. Otros 59 días presentaron entre 60 y 100 muertes adicionales, concentrando casi el 20 % de la sobremortalidad total en menos del 1 % del tiempo analizado.
Un dato alarmante es que la sobremortalidad fue 8,7 veces mayor en la década 2011–2020 con respecto a la anterior. Además, mientras que el 70 % de los días con mayor exceso de muertes ocurrieron en invierno, el 30 % restante —todos a partir de 2017— tuvieron lugar en verano, lo que confirma una clara tendencia al aumento térmico.
Curiosamente, los días de frío extremo (temperaturas máximas por debajo de 21 °C y mínimas por debajo de 12 °C) se asociaron con mayores niveles de sobremortalidad (> 40 muertes diarias) que los días de calor extremo. Esto se debe a una mayor adaptación al calor, tanto fisiológica como social (viviendas, vestimenta, hábitos). Además, basta un solo día de frío intenso para provocar más de 100 muertes, mientras que el calor necesita acumularse durante varios días para generar efectos comparables, aunque con cifras menores.
Prepararse para el verano
El hecho de que estemos más preparados para el calor no debe llevarnos a subestimarlo. En Cuba mueren muchas más personas por calor extremo que por ciclones, y sin embargo, la percepción de riesgo es muy inferior.
Por ello, es importante reiterar algunas recomendaciones esenciales para evitar golpes de calor y otras consecuencias asociadas:
- Usar ropa liviana y holgada.
- Protegerse del sol con sombreros, gorras y protector solar. Las quemaduras disminuyen la capacidad del cuerpo para enfriarse.
- Beber abundante agua para mantener una buena hidratación.
- Tener precaución con ciertos medicamentos (betabloqueadores, diuréticos, antihistamínicos, antipsicóticos), ya que pueden agravar los efectos del calor.
- No permanecer en vehículos estacionados, ni siquiera a la sombra (causa común de muerte en niños).
- Evitar actividades extenuantes en las horas más calurosas del día; preferir las primeras horas de la mañana o la noche.