El secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Ulises Guilarte, reconoció que los bajos salarios del sector estatal son la mayor preocupación de los trabajadores de la Isla y abogó por una reforma salarial en lugar de “poner parches”, informaron este lunes medios de prensa cubanos.
Guilarte abordó el problema de los salarios durante un acto sindical en Santiago de Cuba, uno de los plenos provinciales previos al próximo congreso de la CTC, según publicó el sitio Cubadebate.
El salario promedio en un empleo estatal, sector que agrupa a la mayoría de la población activa en la Isla de economía planificada, apenas llega a los 30 dólares mensuales, del todo insuficientes frente a los altos precios de los productos en el mercado minorista –también controlado por el Estado–, según admitió el líder sindical.
Para Guilarte, detalla Cubadebate, “la solución radica en acabar de aprobar una reforma general del salario y no seguir poniendo parches en determinados sectores, que complejizan (complican) y dotan de desmotivaciones a otras ramas de la economía”.
“Resolver este problema no es dar mayor papel moneda a los trabajadores. Si hiciéramos esto al momento se acabarían los bienes y servicios que hay en el mercado, y por ende aumentarían nuevamente los precios. O sea, se tendría mayor cantidad de dinero, pero igual capacidad de compra”, afirmó.
Esa reforma salarial está condicionada, dijo, por tres variables: la reunificación monetaria y cambiaria, asegurar “la canasta básica de bienes y servicios” aplicando el subsidio “a personas y no a productos” y “definir el valor de esta canasta, que condiciona el salario mínimo del país”.
También aseguró que los insuficientes salarios repercuten negativamente en la sociedad, ya que los trabajadores más cualificados se marchan “hacia sectores emergentes y no estatales” (en especial el turístico) mientras otros sufren “desmotivaciones” y “apatías laborales”.
Por esto, pidió a los trabajadores “resistir un poquito más para acabar de solucionar este problema” y recordó que en Cuba hay también 1,7 millones de pensionistas que cobran una media de 280 pesos mensuales (11,2 dólares), “cifra que no permite solucionar los problemas ante los precios del mercado minorista”.
La dificultad de los trabajadores cubanos para subsistir con los bajos salarios estatales frente a los elevados precios de los productos básicos en la Isla, la mayoría importados, es uno de los temas más recurrentes que salen estos días a colación en los debates populares sobre la reforma de la Constitución que será llevada a referendo en febrero de 2019.
En agosto pasado, el propio presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, reconoció que los “salarios insuficientes” son una de las causas principales de la “inconformidad de los trabajadores”.
La salud y la educación son de acceso universal y gratuito en Cuba, y sus ciudadanos reciben algunos alimentos básicos del Estado mediante la “libreta de abastecimiento”.
Pero esa cartilla, que hace décadas llegó a cubrir gran parte de las necesidades de la población –incluso la ropa interior, los zapatos y los juguetes infantiles–, ha ido reduciendo la cantidad y tipo de productos subsidiados.
60 años mas..??
Entonces que desinflen las plantillas en las empresas…hay muchas empresas donde la relación entre personal no productivo y productivo es alta y eso hay q eliminarlo.
Ojalá y se concreten estos deseos en realidad. Muchos de los mal pensionados lucharon por la independencia alcanzada en el 1959, otros entregaron su vida al sector estatal, y unos como otros han sido víctimas durante muchos años de la política económica que estableció las pensiones. No se limiten con sus pensiones, y que permitan dotarlos de una alimentación “responsable” y costear todos las necesidades básicas de un ciudadano (vestuario, medicamentos normados o no, servicios de cualquier tipo, …). Para lograr esto deben reformar la economía, y está en fase con ser ejecutada luego de una reforma constitucional. Una economía, resultado de la opinión y experiencia de los disímiles graduados del sector en nuestro país y que, por ser igual testigos y vivientes de sus efectos negativos, podrán aportar las ideas para una economía funcional, aceptada y equilibrada.
Hay que darle valor al trabajo que se realiza a diario y que éste pueda resolver por lo menos las necesidades básicas.