Una casa de estilo californiano de los años cincuenta puede convertirse en algo más que un hogar. De la mano de una familia emprendedora y el toque secreto de sensibilidad necesaria una casa puede ser algo más que paredes, pasillos y habitaciones, puede convertirse en La Casa, uno de los restaurantes más reconocidos de La Habana.
En aquellos años noventa, en los que la creatividad del cubano fue puesta a prueba, los Robaina se lanzaron a concebir su hogar de Nuevo Vedado como un espacio para el disfrute de la comida. “En él se conjugan la auténtica comida cubana, preparada a partir de recetas nacionales -muchas de ellas patrimonio familiar-, con la riqueza de tapas españolas, pastas italianas, sushi japonés, pastelería francesa y otros platos de la cocina internacional.”, se puede leer en los sitios que hablan del lugar. Y es absolutamente cierto. La Casa es de esas paladares clásicas, a medio camino entre restaurante y cocina doméstica, en las que el visitante no solo degusta elaborados platos sino que recibe el trato cálido que solo se obtiene estando en familia.
En la tarde en la que nos asomamos a su puerta, en la pequeña saleta de espera, reposaban en el centro de mesa tarjetas, volantes promocionales por los 18 años del restaurante, cartas de menú en ruso e inglés, y una hoja marcada con reservaciones donde se puede leer:
Yoel / 2 personas / 1:30 pm – OK
Luis / 3 personas / 12:30 pm – OK
Alain / 5 personas / 1:00 pm – OK
La enumeración seguía, hasta conformar una extensa lista que nos hace sospechar que tienen bien merecida la fama por la que el sitio TripAdvisor la ubica entre los mejores 5 restaurantes de La Habana.
En La Casa existe un caos agradable en el que se mezclan los elementos del hogar con los detalles de un restaurante tradicional. Así conviven la pared de agua y la tarima del sushi, la cotorra del vestíbulo y la pared galería, las fotografías de los famosos que han visitado el lugar (en una mirada apresurada reconozco a Maradona, Clive Owen, Martín Torrijos, Pancho Céspedes, Jimmy Page, Jude Law) con una colección de billetes de diversas nacionalidades. Y es que así son las casas, en las que uno acomoda trofeos, adornos y memorias sin demasiado orden.
Ante la avalancha de nuevos negocios, con emprendedores ingeniosos y con recursos, La Casa apuesta por nuevos espacios pero sin dejar de anclarse en su tradicional punto fuerte, la esencia de un negocio familiar. Así incorporaron un atractivo bar de tapas en su planta alta, una parrilla, su popular jueves de sushi, y modernizaron el salón reservado.
En reconocimiento a su deliciosa actividad por dieciocho años La Casa, como representante del sector no estatal, estuvo invitada a participar en mayo de este año en el V Festival Internacional Varadero Gourmet, donde incluso ganó el premio por el diseño de stand. Sabedores de que para mantenerse entre la preferencia de los clientes deben ampliar sus horizontes y conocer lo que se cocina en el negocio a nivel internacional, La Casa participó en MISTURA 2013, la feria gastronómica internacional más grande de Latinoamérica, y en su Encuentro Gastronómico Internacional, celebrada en Lima, Perú, en septiembre último.
Pero a pesar de los cambios ahí está en la sala la eterna mesa familiar, en la que confluyen en continua y pintoresca sobremesa la abuela María Sánchez, Manuel Robaina, los hermanos Alejandro y Karina, así como esa parentela infaltable de primos, nietos y sobrinos de toda casa que se respeta. Un recordatorio de que a pesar del menú variado y exquisito, a pesar de los uniformes y las mesas minuciosamente montadas, esto no es más, -y sobre todo no es menos-, que una casa.
Fotos: Pedro G. Suárez Marty
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