El panorama de la música cubana está muy interesante. Hay mucha gente, sobre todo jóvenes, haciendo cosas buenas y arriesgadas. El país se ha abierto mucho a la información. Y lo ha hecho desde fuera hacia adentro, pero también desde Cuba hacia el mundo.
Estamos en una época de muchas necesidades, sobre todo económicas, y algunos quieren llegar al mercado, dar el golpe de efecto, el paletazo y pegarse. Así adquieren otro nivel de entrada económica. En ello, hay gente que no se preocupa tanto por la propuesta artística como por los números –los views, los likes.
Hay un grupo pendiente de ese tipo de dinámica, pero hay otro grupo interesado en utilizar esas herramientas de Internet para mostrar los valores que tiene nuestra música y nuestra cultura. Si me preguntas a mí, a Roberto Fonseca, estoy convencido de que este último es el camino.
El cliché de lo cubano
La cultura cubana es muy rica y respetada en el mundo. No hay cosa que me moleste más que estando fuera me digan: “¿Cuba? Qué rico, eso es mujeres, tabaco y ron”. Pues mira, yo no tomo ron. Alguien en broma siempre me dice “ah, entonces, tú no eres cubano”.
Alguna gente nos trata como “bárbaros”, porque existe un mercado interesado en mostrar solo las posiciones contrarias a lo que pasó en Cuba después de 1959. Muchas veces ese mercado hace cosas burdas. No estoy hablando sobre si es mala música. Estoy hablando del interés al que responde.
Por ir en otra dirección, estoy muy implicado en los festivales cubanos de jazz. Soy el Director Musical del Jazz Plaza y el presidente del Festival de Jazz de Santiago de Cuba. Mi interés no es solo que el público escuche a los artistas globales invitados sino que ellos escuchen a los cubanos y vean todo lo que se produce aquí en géneros y estilos.
No es solo mi empeño. Chucho Valdés es el máximo exponente que tenemos del jazz latino. Él tuvo todas las herramientas, las puso en el mercado y fue decisivo para poner a Cuba en el lugar en el que estamos. Tenemos a Chano Pozo y a Dizzy Gillespie en la creación del jazz latino, pero Chucho lo llevó al nivel de decir “yo soy cubano y en Cuba pasan todas estas cosas, tenemos este jazz, y esta historia musical”.
El reguetón, y cómo conversar en materia de cultura
Soy de los que están en contra de criticar el reguetón. Como también sucede con el trap, este género tiene, desde el punto de vista sonoro, un ritmo increíble, súper contagioso.
El problema, es cierto, está en sus letras y en sus videoclips. Pero es importante notar que la popularidad de este género responde a un público.
No es un tema solo para la crítica del reguetón. Es más bien sobre cómo conversamos en materia de cultura. Si tú vives en la casa del rock, y yo quiero conversar contigo, no te puedo decir “el rock es una basura, la verdad es la música tradicional cubana”. Al contrario, si quiero conversar contigo, debo decirte: “Mira, voy a traerte algo del rock que tú escuchas, pero desde mi punto de vista.”
Todas las músicas son interesantes. Yo no tengo ningún problema con hacer trap, pero no pienso perder la esencia de la que parto. La cuestión es que no podemos conversar con la mano cerrada. Es imprescindible conversar con la mano abierta.
Las raíces y la tradición
Hay músicos, entre los cuales me encuentro, que estamos trabajando nuestras raíces. Un tema como “Afro Mambo” es un ejemplo. Si pones un mambo todo el mundo lo baila, pero no se toca con frecuencia. Mi objetivo no es rescatar esa música, que no se ha perdido, pero sí traerla hasta el presente con mi forma de ver la cultura cubana, y el mundo de hoy.
Mi suerte fue entrar a una verdadera escuela de la música tradicional. Me refiero a todos los músicos que se agruparon en torno al proyecto Buena Vista Social Club. Tú me has recordado las polémicas sobre y cómo algunos autores han argumentado que el Buena Vista hizo parte de la explotación de cierto mercado de la nostalgia de la Cuba pre 1959, pero te voy a decir lo que viví allí desde adentro.
Te soy sincero. Es verdad que para hacer un producto que quieres vender en el mercado, tienes que montarle una historia. Siempre hay que hacerle marketing, y existen mercados que explotan la Cuba de antes, como también otros que lo hacen con la Cuba de después.
Las tendencias llegan, y desplazan a otras, por más que hayan tenido momentos buenos y duraderos. Sin embargo, esa no fue una historia inventada. Ellos estaban haciendo lo que les gustaba hacer. Nunca los vi en la cuestión de la Cuba nostálgica. Nada de eso. En los conciertos nunca se habló de política. Salíamos al escenario y aquello era una fiesta, con lo que ellos sabían hacer, pues en buena parte era lo que habían creado.
Aunque no entré en la época del boom del Buena Vista, cada concierto seguía siendo un acontecimiento. Los shows se vendían completos con más de seis meses de antelación. Ibrahim Ferrer, en específico, no sabía “bailar” como normalmente se entiende que se baila aquí. Él tiraba su pasillito, tenía sus movimientos, su estilo, pero te lo juro: cuando cantaba y actuaba era un Michael Jackson ante aquel público.
Yo me alimenté de eso. Eran muy jodedores, pero vivían para la música todo el tiempo. Lo que escuché allí eran sus historias, que me permitieron comprender por qué ellos pensaban así y por qué hacían lo que hacían. Te digo más: es toda una filosofía. Ellos tocaban así, porque pensaban de una manera.
La cultura popular y la académica: la cultura
La música popular es una etiqueta. Al mencionarla, corremos el riesgo que Chaplin resumía así: “donde hay un jurado hay una injusticia”.
La música clásica puede ser también popular. No es sencillo definir algo como música popular. Ahora mismo el reguetón y el trap son músicas muy populares. Ahora, si me estás hablando de la música tradicional –de María Teresa Vera, Miguel Matamoros o Arsenio Rodríguez– es una música muy compleja.
Su complejidad radica en la transparencia con que se interpreta. Parece fácil, pero no es así. Yo cometí ese error de interpretación. Cuando estaba en la escuela, me gustaba, pero decía “eso es fácil”. Parecían dos tumbaítos y yo estaba buscando otras profundidades.
A propósito, cuando estaba entrando al Buena Vista, íbamos a grabar un disco de El Guajiro Mirabal. Cuando llegamos al tema “No me llores más”, de Arsenio Rodríguez, dicen: “Vamos a escuchar primero el tema”. En ese momento fue que me dieron las partituras. Las miro y pienso “ná, esto está fácil”. De pronto, en la grabación original, alguien dice “Arriba Lilí”. Y vino el solo de Lilí Martínez.
Es el solo más descomunal que tú puedas escuchar en la historia de la música tradicional cubana. Yo, simplemente, recé por que no me pusieran a hacerlo.
Llámenle como quieran llamarle, pero hay una ciencia que te escucha. A mí me escucharon. Estaba convencido de que iba hacer el ridículo más grande de mi vida si tenía que hacer ese solo. Pero, fíjate, la cosa es que yo venía de la escuela, graduado de música clásica, era un profesional, me había batido de tú a tú con muchos en Cuba y en el mundo, tocando jazz. Y escucho ese tema, que eran dos acordes, interpretado por un pianista descomunal, y ahí estaba yo rezando para no tener que hacerlo en ese momento.
La música popular se encarga de un problema muy importante que tiene, siempre, un fondo de filosofía. Es comprender esto: yo tengo esto adentro, es hermoso, te lo voy a decir y te va ir directo al corazón. Se dice fácil, pero lograrlo es otra cosa.
La música cubana y la herencia afrocubana
Para mí, música cubana es todo. El jazz que hacemos es jazz cubano. Pero se le llama música cubana a lo que tiene clave y tumbao. El cliché con la música cubana es que es el bailable o el son montuno.
Hay muchas maneras de hacer que algo suene cubano. Para mí todo lo que viene de Cuba, se hace en Cuba o se hace por cubanos, es música cubana.
Para mí, reconocerme como negro es todo. Gracias a Dios soy negro. Esa conciencia te da muchas cosas. Se han cometido muchos errores con las personas que tenemos este color de piel. También tenemos que reconocer que hemos cometido errores. No solo hemos sido víctimas. Por ejemplo, existe un racismo ejercido por los propios negros.
Pero no soy de los que dicen “si no eres negro, no eres capaz de entender esto”. Todos somos iguales, somos seres humanos por igual, pensemos diferente o no, pero yo no hago de mi color de piel una bandera. Para mí es una conciencia, un tema de derechos y una cultura. No es una bandera para aplastar a alguien y decirle “tú no puedes entender la rumba porque tú no eres negro, porque tú no la llevas”.
Lo mismo, por el contrario, ese tipo de frases como la que escuchaba en la escuela respecto a mí. Me decían que yo era negro por fuera pero blanco por dentro. En cambio, me siento súper orgulloso de ser negro y trato de que toda esa cultura, todo lo afro que hay en mí, esté en mi música. La palabra afrocubano explica lo que soy. No la considero copia ni de los Estados Unidos ni de ningún otro lugar. Mi música es música afrocubana.
La creación y la innovación
Cuando creas algo puedes pasar por todo. Puedes estar años tocando en un lugar “perdido” en alguna parte, como le pasó a Bebo Valdés, pero siempre suenas como la primera vez. Por eso es que la música tradicional, como la tocaba Bebo, siempre suena pura. Fue algo que él creó. No hay copia en ella.
Bebo tiene su sello. Lo tienen Chucho, Lilí Martínez, Rubén González, Peruchín, Emiliano Salvador. Ellos crearon un estilo. En el jazz, pasa con Miles Davis. Puede moverse de un estilo a otro, pero siempre sabes que es él. En Cuba nos pasa también con Manuel Galván.
Innovar es muy difícil. La música tiene una enorme historia y tiene patrones. No se trata de componer algo y decir “yo soy el creador de tal cosa”. Para hacerlo, necesitas mucha preparación y conocimiento. Tienes que dominar lo que estás haciendo y conocer mucho sobre lo que tú piensas que vas a innovar.
Ahora, hay quien nace con un don, que sin tener toda la información, todo el conocimiento, es capaz de crear. Tiene el talento para hacer algo diferente. En cualquier caso, es imprescindible el atrevimiento, el riesgo de romper con esquemas. No basta tampoco solo con la preparación, el conocimiento, el talento. También es necesario el valor para encarar todos los riesgos que supone el proceso.
Cuando Astor Piazzolla empezó a hacer lo suyo decían que estaba destruyendo la música. Lo mismo pasó con Miles Davis y Thelonious Monk. Ahora Monk es considerado un pianista muy revolucionario. Pasó con Arturo Sandoval. Es que estaban avanzando sobre códigos que la gente no estaba acostumbrada a escuchar. El ser humano cuando se enfrenta a algo que no conoce tiende a sentir miedo. Y la respuesta normal es la crítica.
El mercado genera muchos problemas con la calidad y con la tradición. Desgraciadamente, es el que se ha ocupado de hacer tocar a la gente de determinada manera. La gente quiere comer y no se faja todos los días tratando de poner una cosa nueva.
Las cosas en las que creo
No me gustan las injusticias. Ni me gusta que el ser humano trate de destruir a otro ser humano. Es algo que desprecio. Tampoco me gusta imponer las cosas. Siempre y cuando algo no te afecte, no te falte el respeto, no te agreda, todo el mundo debe dejar que el resto de las personas haga lo suyo. Yo respeto a todo aquel que lucha por crear algo en lo que cree.
Siento un profundo orgullo por la cultura de este país. Yo creo que la fábrica de músicos es de esas que aún funcionan bien en Cuba. No estoy hablando de la logística, de infraestructura, me refiero a la propia creación artística. La creación cultural debe ser libre, pero también creo que hay que tener cuidado con no herir sensibilidades. Es un tema que depende de los intereses, la espiritualidad, la información, la cultura, de quienes deben juzgar sobre esa creación.
Ser músico me hace un privilegiado. El mundo en que vivimos surgió a partir de vibraciones. Lo que yo hago produce vibraciones en varios planos. Una muy importante es en los estados de ánimo: te hace sufrir, llorar, alegrarte, produce sensaciones. Sin embargo, no todo es alegría. El músico que decide no estar detrás de un atril, sino que pretende ser “punta de lanza”, casi siempre va a estar jodido.
No se trata de que te hagas esclavo del mercado. Si tú crees en lo que tú haces, y lo que haces es puro, siempre vas a llegar. Estoy hablando de la “pureza” del lugar de donde nace lo que haces, de la calidad de tus emociones y de tu empeño. Es como la vida, con sus altas y sus bajas. Hay que ser inteligente: cuando estés en la bajada, tienes que aprender de la caída, de las cosas que te hacen bajar, y entonces cargarte bien de información, de emociones, para luego, cuando llegue el momento de la subida, caminar con ese bagaje.
Pero es importante recordar siempre esto: el que decide tener voz propia casi siempre está jodido. Es tu decisión y son tus consecuencias.
DISCOGRAFÍA EN SOLITARIO
Tiene que ver (1999); Temperamento: En el comienzo (1999); Roberto Fonseca: No Limit (2001); Roberto Fonseca: Elengo (2001); Roberto Fonseca: Zamazu (2007); Roberto Fonseca: Akokan (2009); Enja Records Roberto Fonseca: Live in Marciac (2010); Roberto Fonseca: Yo (2012) –Nominado a los Grammy 2014 en la categoría de Mejor Álbum Jazz Latino–; Roberto Fonseca: Abuc (2016).
COLABORACIONES
Black P. Marabal Bandasonora (2000); Cuando yo sea grande –Augusto Enríquez– 1998 (Egrem); Cachaíto –Orlando Cachaíto López– 2001 (World Circuit Records); Felicidad –Asa Feeston– 2002 (Inter Records Co Ltd); Buenos hermanos –Ibrahim Ferrer– 2003 (World Circuit Records); Guajiro Mirabal –Guajiro Mirabal– 2004 (World Circuit Records); Flor de amor –Omara Portuondo– 2004 (World Circuit Records); Angá Echumingua –Angá Díaz– 2005 (World Circuit Records); Javier Zalba –Javier Zalba– 2006 (Colibrí); Timbalada –Carlinhos Brown– 2006 (Candyall Music); Mi sueño –Ibrahim Ferrer– 2007 (World Circuit Records); Absolument Latino song Zamazamazu 2007; Gracias –Omara Portuondo– 2008 (Montuno / Harmonia Mundi), Premio Grammy Latino; Omara & Maria Bethânia– 2008 (Biscoito Fino); Etxea –Kepa Junkera– 2008 (Warner Music Spain); Gilles Peterson presents Havana Cultura New Cuban Sound– 2009 (Brownswood Recordings); Gilles Peterson presents Havana Cultura Remixed– 2010 (Brownswood Recordings).
Este texto pertenece a la edición 51 de la revista OnCuba Travel: