Las latinoamericanas tomaron las calles este viernes 8 de marzo para gritar más fuerte que nunca contra la violencia machista y mostrar su determinación a conquistar el aborto libre, seguro y gratuito, entre otros derechos que consideran impostergables.
En coincidencia con una nueva conmemoración del Día de la Mujer y como corolario de una huelga de mujeres, varias decenas de miles caminaban desde el Congreso rumbo a la histórica Plaza de Mayo de Buenos Aires, Argentina, en otra muestra del poder de movilización del feminismo local.
Al frente de la marcha se encontraban las militantes de la campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, un colectivo feminista que ha puesto a la despenalización del aborto como un eje central de la agenda política en Argentina.
“Ni una muerte más por aborto clandestino”, rezaba una gran bandera verde, el color que identifica a la campaña, detrás de la cual se extendía una fila interminable de activistas de distintas edades, desde ancianas hasta pequeñas de la mano de sus madres, todas ellas con el pañuelo verde en el cuello o las muñecas.
Esta conquista se truncó el año pasado cuando una ley aprobada por la Cámara de Diputados terminó siendo rechazada en el Senado por pocos votos.
El movimiento feminista de Argentina es de larga data, pero en los últimos cuatro años tomó una fuerza sin precedentes a partir de multitudinarias manifestaciones callejeras bajo la consigna de “Ni una menos” contra la violencia machista y que empujaron a cambios profundos en la sociedad argentina en materia de género.
“Hemos logrado un cambio de época. Ya no se naturaliza más la violencia machista, no se naturalizan los abusos, ni el acoso callejero… hay muchas cosas que han cambiado”, destacó Marta Dillon, activista y una de las fundadoras de Ni una Menos.
Las adolescentes y jóvenes, consideradas el combustible fundamental del movimiento feminista argentino, resaltaban en la movilización con carteles escritos a mano con consignas tales como “mi cuerpo no quiere tu opinión” o “no soy histérica ni estoy menstruando, grito porque nos están asesinado”.
La jornada de protesta también está teñida por el descontento de las organizaciones feministas con la precarización laboral que, a su entender, sufren más dramáticamente las mujeres en un contexto de ajuste, recesión e incremento del desempleo y la inflación.
Según el Centro de Economía Política Argentina las mujeres de este país “transitaron un 2018 entre la organización por la conquista de derechos y la profundización de las inequidades económicas”.
Señaló que el año pasado “las mujeres registraron tasas de desempleo de 10,8% frente a 8,9% de los varones”. Por otro lado, “37,1% de las mujeres en relación de dependencia trabaja sin registración laboral” lo que supone “un incremento de casi un punto porcentual con relación a 2017 y 2,1 puntos respecto de 2015. En cambio, para los varones el porcentaje se sostiene en 31,8%”.
Las manifestaciones también se sucedieron en otros países latinoamericanos.
En Brasil, miles de personas marcharon al centro de Río de Janeiro en un acto que tuvo al presidente Jair Bolsonaro, quien posee un robusto historial de ofensas a las mujeres, como principal blanco de críticas. La marcha también estuvo guiada por el reclamo del fin de la desigualdad de género y la violencia contra la mujer en un país donde en 2018 hubo 1173 víctimas de feminicidios, según datos oficiales del Forum Brasileño de Seguridad Pública.
“Este año es especialmente importante estar acá porque nos gobierna un presidente machista”, dijo Juliana Lopez, psicóloga de 46 años. “Brasil es campeón en feminicidios. Debemos estar en la calle para ser respetadas”.
Bolsonaro dijo el mismo día que su gobierno hará mucho para que las “joyas raras” —como llamó a las mujeres— puedan sentirse más representadas hacia el final de su mandato.
También se reclamó el esclarecimiento del asesinato de la concejal y activista por los derechos humanos Marielle Franco, acribillada el 14 de marzo del año pasado luego de haber participado de una actividad de mujeres negras.
Las manifestaciones se replicaron en Sao Paulo y Brasilia, donde también se exigió la libertad del ex presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva.
En México, un país donde 66 de cada 100 mujeres ha sufrido algún tipo de violencia y en 2018 mataron a 3,580 adultas o niñas, las marchas tuvieron lugar en medio de un debate parlamentario sobre el aborto. Esto ocurrió porque el estado norteño de Nuevo León acaba de reformar su constitución para garantizar el derecho a la vida del no nacido mientras en el Congreso han ocurrido acalorados debates entre defensores y detractores de la interrupción voluntaria del embarazo.
La gran desigualdad en materia de género que hay en el país quedó en evidencia en una misma manifestación en la que la primera mujer secretaria de Gobernación de México, Olga Sánchez Cordero, se jactaba de sus logros mientras la síndica Marta López, oriunda de la localidad indígena de Chiapas denunciaba que el alcalde no la deja laborar en el ayuntamiento porque, según él, “no conviene trabajar con las mujeres”.
Paralelamente, miles de mujeres desfilaron por el centro de Montevideo, en Uruguay, reclamando el fin de la violencia de género y los feminicidios y la equiparación salarial para las mujeres, además de otros reclamos. Entre las manifestantes se hizo presente la vicepresidenta Lucía Topolanksy, que caminó acompañada de su marido, el expresidente José Mujica.
“Hay una consigna prioritaria que es la violencia doméstica”, dijo Topolansky.
Horas antes, cientos de bolivianas salieron a marchar por las calles de las principales ciudades del país. Las marchas comenzaron en La Paz, donde mujeres llevaron calzoncillos gigantes en los que se podían leer mensajes como: “calzoncillo de padre irresponsable y maltratador” y “calzoncillo de caudillo pederasta”, entre otros mensajes.
En los últimos años se produjeron avances en Bolivia, como la paridad de escaños de hombres y mujeres en el Parlamento y gobiernos regionales. Pero la violencia de género se incrementó a 19 feminicidios en los primeros dos meses de este año.
En Perú las mujeres también tomaron las calles para reclamar que se detenga la violencia de género y en Chile exigireron que la educación pública esté exenta de contenidos sexistas, que cesen los maltratos a las mujeres y aborto libre y seguro.
En el caso de Argentina, el Instituto Nacional de Estadística y Censos informó la víspera que más de medio millón de episodios de violencia de género fueron denunciados entre 2013 y 2018.
El año pasado se produjeron en el país 273 feminicidios, lo que significa que una mujer fue asesinada cada 32 horas, según el último informe de la asociación La Casa del Encuentro, especializada en violencia de género. Se produjo así una leve mejoría respecto al promedio de feminicidios ocurridos en 2017, cuando una mujer fue asesinada cada 30 horas.
El gobierno argentino reglamentó el viernes la Ley de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política, que establece que las listas de candidatos para las elecciones de legisladores nacionales “deben integrarse ubicando de manera intercalada a mujeres y varones de modo tal que no haya dos personas continuas del mismo género” en una misma boleta.