En un fenómeno sin precedentes en México, la fronteriza Ciudad Juárez acoge estos días a miles de migrantes cubanos que esperan para pedir o resolver su solicitud de asilo en Estados Unidos.
“Aquí nos han acogido bastante bien. La comida nos la dan con poquito chile, pero eso no es culpa de ellos”, dijo este miércoles a la agencia Efe con una sonrisa en su rostro Juan Carlos Flores, un migrante cubano que, junto a su esposa, tiene más de un mes en esta ciudad del norteño estado mexicano de Chihuahua.
Flores dijo haber elegido este cruce fronterizo –que estos días padece colas tras la amenaza de cierre de fronteras del presidente Donald Trump– al enterarse que los solicitantes de asilo cruzaban, en apariencia, rápidamente y sin riesgos.
La pareja decidió migrar por no congeniar con el sistema actual de Cuba, del que comentaron que tenía “sus pros y sus contras”, y prefirió dejar su país en busca de un mejor empleo en Estados Unidos, la tierra soñada para muchos.
De acuerdo con cifras oficiales, el 70 % de los más de 3,300 migrantes que se encuentran actualmente en tránsito en esta localidad mexicana son cubanos.
“Juárez incluso venía de ser una ciudad donde ya no era muy importante para los flujos migratorios a Estados Unidos. Vernos de nuevo como en el centro de los flujos migratorios fue algo muy sorprendente”, explicó a Efe el investigador del Departamento de Estudios de Población del Colegio de la Frontera Norte (Colef) Jesús Peña.
De acuerdo con el experto en migración, la situación actual fue in crescendo tras la llegada de 100 migrantes cubanos a esta frontera en octubre del año pasado.
A este primer centenar de migrantes se les permitió la entrada a Estados Unidos en menos de 24 horas tras haber pisado territorio juarense.
“Esas personas salieron de Brasil para Ciudad Juárez porque en Tijuana estaba la primera caravana migrante. Yo creo que se les hizo más fácil que llegar a otras fronteras, inclusive había más conexiones de vuelos y rutas de autobuses a Ciudad Juárez”, comentó Peña.
A partir de esta primera llegada de migrantes de origen cubano, se empezó a correr la voz entre sus familiares y amigos, que por la frontera Ciudad Juárez-El Paso el acceso era rápido y sencillo.
La población migrante cubana aprovechó que ese mismo año Panamá abrió visado libre y se juntaron con otros flujos migratorios de Centroamérica.
En autobuses o incluso en aviones, comenzaron a llegar a esta frontera y formaron parte de los más de 10,200 migrantes que el Consejo Estatal de Población (Coespo) contabilizó a partir de los últimos días de octubre de 2018.
“Mientras que en otros lados reciben personas de otras nacionalidades, aquí estamos recibiendo sobre todo a cubanos”, dijo recientemente el coordinador general del Coespo, Enrique Valenzuela, en rueda de prensa.
Asimismo, declaró que por las altas cifras de migrantes en tránsito, se han tenido que acondicionar diez albergues en la ciudad para poder atender de forma digna y ordenada a esta población.
En febrero del presente año se instaló un albergue provisional en el Gimnasio de Bachilleres, en donde se llegó alojar a más de 500 migrantes. Ello, después de que la Casa del Migrante –asociación civil que tradicionalmente ha brindado albergue a las personas migrantes– llegara a su máxima capacidad.
Ahora, en el gimnasio que antes tenía sobre su suelo a cientos de colchonetas utilizadas para dormir, solamente quedan 90 migrantes, todos de nacionalidad cubana, quienes duermen en cinco salones.
Adriel, que como Juan Carlos pernocta en el gimnasio y se declara opositor al gobierno, decidió dejar la provincia de Villa Clara en el centro de Cuba para encontrar en el país del ‘sueño americano’, seguridad y libertad.
“Uno lo siente porque es cubano, tiene a su familia, a su madre, a sus hermanos, y nadie quiere abandonar su patria. Pero bueno, cuando hay que hacerlo, hay que hacerlo”, dijo entre lágrimas.
Cubanos en Ciudad Juárez a merced de las mafias del narcotráfico
Para el investigador del Colef, la realidad de Adriel es la de muchos otros migrantes quien, a la dureza de alejarse de sus familias, se les suma la dura realidad del país al que anhelan llegar.
“Esta migración que viene ya no es una migración laboral, ya no es simplemente la idea del ‘sueño americano’. Tiene que ver con la descomposición socioeconómica de muchos países que ya no son viables para cierto tipo de población”, explicó Peña, en referencia no solo a Cuba, sino sobre todo a las caravanas migrantes, en su mayoría conformada por centroamericanos.
Desde la perspectiva del investigador, las políticas públicas actuales fueron diseñadas para otra generación de migrantes, por lo que se debe hacer una “reingeniería de las políticas públicas para que coincidan con la nueva realidad”.
La situación que viven desde hace meses los migrantes en Ciudad Juárez coincide estos días con los últimos exabruptos del presidente Donald Trump, quien ha amenazado en cerrar la frontera y acusado a México de no hacer “nada” para frenar el fenómeno.