La crisis política en Bolivia ha generado preocupación en toda América Latina, pero también distintas percepciones sobre si lo ocurrido puede considerarse o no un golpe de Estado.
La Organización de Estados Americanos (OEA) eludió referirse a un golpe en un comunicado emitido el lunes en el que rechazó “cualquier salida inconstitucional a la situación” en el país andino.
Asimismo, lanzó un llamamiento “a la pacificación y al respeto al Estado de Derecho” y pidió “de forma urgente” que se reúna la Asamblea Legislativa boliviana para garantizar el funcionamiento del país y nombrar nuevas autoridades que garanticen un nuevo proceso electoral.
Bolivia entró el lunes en un vacío de poder e incertidumbre política tras la renuncia de Evo Morales a la presidencia presionado por el ejército y después de semanas de protestas masivas y denuncias de un supuetso fraude en las últimas elecciones. También renunciaron todas las autoridades que, según la Constitución, estaban llamadas a sucederlo.
Más allá de los aliados incondicionales del gobierno de Morales como Venezuela y Cuba, países como México y Uruguay no dudaron en calificar lo sucedido como un golpe de Estado, postura a la que también se unió el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, que asumirá el poder el próximo 10 de diciembre.
Pero como ha ocurrido en las últimas crisis políticas de la región, aunque todos los gobiernos se manifestaron preocupados y abogaron por la no violencia, los Ejecutivos de tinte conservador evitaron hablar de golpe y recordaron que los comicios presidenciales en Bolivia estuvieron marcados por las irregularidades –que la OEA pidió que se sigan investigando–, mientras los gobiernos de izquierda defendieron a Morales y pidieron que se garantice su seguridad.
“El ejército de Bolivia pidió la renuncia del presidente y el presidente Evo Morales resolvió presentar su renuncia para evitar una guerra civil, por consiguiente es un golpe porque el ejército pidió la renuncia del presidente y eso violenta el orden constitucional”, dijo Marcelo Ebrard, el canciller mexicano.
Según explicó, en el país andino no existe previsión constitucional para el caso de que el ejército exija la dimisión del mandatario y por eso México considera a Morales el líder legítimo de ese país aunque haya renunciado tras convocar nuevas elecciones. En este sentido, Ebrard dijo que las puertas de México están abiertas a darle asilo político aunque todavía no hay una propuesta formal al respecto.
“México no aceptaría un gobierno de carácter militar… Lo que ayer ocurrió es un retroceso para todo el continente”, agregó el secretario de Relaciones Exteriores. “Estamos muy preocupados”.
Aquí versión escrita en torno a la posición de México frente al golpe en Bolivia https://t.co/aLMIu6W7wU
— Marcelo Ebrard C. (@m_ebrard) November 11, 2019
Uruguay fue igual de contundente al expresar “su consternación por el quiebre del Estado de Derecho producido en el Estado Plurinacional de Bolivia, que forzó la salida del poder del presidente Evo Morales y sumió al país en el caos y la violencia”.
También se pronunciaron en esta línea el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, quien aseguró que “se quebró la legalidad y se debe velar por la integridad física de Evo, otros líderes y pueblo boliviano” y el venezolano Nicolás Maduro, que llamó a una movilización internacional contra el “golpe de Estado”.
En el extremo opuesto, el más contundente fue el brasileño Jair Bolsonaro en sus declaraciones al diario O Globo del domingo. “La palabra golpe se usa mucho cuando pierde la izquierda, ¿verdad? Cuando ganan, es legítimo. Cuando pierden, es un golpe. No entraré en esta narrativa”.
Desde Argentina, el conservador presidente Mauricio Macri se limitó a mostrar su preocupación mientras su canciller, Jorge Faurie, indicó el lunes que “en este momento y siguiéndolo paso a paso, no están los elementos para considerar esto como un golpe de Estado” porque el ejército no ha asumido el poder. Agregó que el papel de las fuerzas armadas “es muy importante” para “garantizar la continuidad de la vida institucional de Bolivia y no asumir un rol más protagónico que el que marcan las leyes” ya que nadie quiere “reeditar” los golpes de Estado de la historia latinoamericana que tuvieron “trágicas consecuencias para todas nuestras naciones”.
Perú, Guatemala, Paraguay y Ecuador apostaron por un llamamiento al respeto de los derechos humanos, la constitución boliviana, a la no violencia y que haya elecciones limpias con observación internacional.
Mientras, el gobierno de Estados Unidos celebró la renuncia de Morales como “un momento significativo para la democracia en el hemisferio occidental”.
“Después de casi 14 años y su reciente intento de anular la constitución boliviana y la voluntad del pueblo, la partida de Morales preserva la democracia y allana el camino para que el pueblo boliviano haga escuchar sus voces”, dice una declaración de la Casa Blanca, que, además, aplaudió “al ejército boliviano por acatar su juramento de proteger no solo a una persona, sino a la constitución de Bolivia” .
En una mención directa a otros gobiernos izquierdistas, también dijo que “estos eventos envían una fuerte señal a los regímenes ilegítimos en Venezuela y Nicaragua de que la democracia y la voluntad del pueblo siempre prevalecerán”.
Al otro lado del Atlántico, el jefe electo de la diplomacia europea y ministro de Asuntos Exteriores español Josep Borrell, alabó la nueva convocatoria de elecciones pero mostró su preocupación por el hecho de que haya sido el ejército quien “haya provocado una situación que hoy es de vacío de poder”.
“Esperamos que se restauren los marcos constitucionales que sean los adecuados en el país, que se convoquen de nuevo elecciones y pedimos a todos los actores que garanticen la seguridad de todos los bolivianos, pero también del presidente Morales y de los miembros de su gobierno”, declaró.