Son esas fibras del espíritu, esa esencia que llena y no se ve, que se siente y es intangible, las que brotan de un Caribe real maravilloso, descrito con originalidad y de un modo veraz en El reino de este mundo, del gran Alejo Carpentier.
Pero esas páginas, intensas por la riqueza de sus personajes, su religiosidad y las descripciones minuciosas de parajes increíbles, se salen del texto para convertirse en historia veraz en esta ciudad cuando la Fiesta del Fuego se enseñorea por sus calles.
El lector dudará del hombre que hace cirugías con cuchillos, o de que en la Mayor de las Antillas se hablan otros idiomas, además del Español.
“Ver para creer”, dirían los menos crédulos. “Hay de todo en la viña del Señor”, asegurarían con fe los devotos. Lo cierto es que en Santiago de Cuba, durante el Festival del Caribe, pueden suceder las cosas más insólitas.
Un momento para apreciarlo es durante el Taller de religiosidad popular, del coloquio El Caribe que nos une. Es allí donde practicantes y estudiosos confluyen e intercambian visiones sobre un fenómeno que inevitablemente marca sus vidas. Ellos coinciden en que los pueblos bañados por el Mar Caribe tienen una creencia auténtica, que la conecta a África y Europa, pero que ya es genuina, porque se enriquece por los aportes que se agolpan en el imaginario popular.
El Doctor Jesús Guanche, antropólogo e investigador de la Fundación Fernando Ortiz y coordinador del Comité Cubano del Proyecto de la Unesco La ruta del esclavo, sostiene que en este espacio se sistematiza el conocimiento acumulado por los investigadores con la práctica de quienes a diario mantienen viva las religiones.
Guanche, en exclusiva para OnCuba, evalúa cómo en el contexto nacional se pueden integrar los resultados de estos estudios. “Las diferentes ponencias que se presentan en estos talleres dejan asignaturas pendientes como aquella de incluir en los indicadores de estudio del Censo Nacional de Población y Vivienda, no solo el de la diversidad religiosa, sino el de los idiomas que actualmente coexisten en la Isla.
“En Cuba, aunque la mayoría somos hablantes de la variante nacional del Español, se mueven diferentes lenguas como el inglés, el francés, el creole y el yiddish -por los practicantes de la religión judía-, entre otras. Sin embargo, el Censo no recoge esa variedad lingüística, que es un recurso para reconocer no solo la diversidad étnica, sino cultural del país.
“Es una paradoja porque, si bien Cuba forma parte de los países firmantes de la Convención de la Diversidad Cultural del 2005, no siempre se es consecuente con ese proceso”.
¿Qué religiones predominan en Cuba?
Partiendo de un muestreo que se hizo una vez en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas de La Habana, el 85 por ciento de nuestra población es practicante de una de las expresiones religiosas que tiene connotado estirpe africano.
¿Por qué razón? Estas religiones para nada son idénticas a las practicadas en África. Se mutaron en tiempo, espacio y nueva capacidad simbólica. No se puede decir que son prácticas religiosas africanas, sino prácticas actuales cubanas que se pueden identificar con las apreciadas en África.
Son raíces de origen Congo, Arará, o las de presencia más tardía aquí: las yorubas, cuya entrada masiva ocurrió cuando se eliminó la trata esclava.
Estas religiones se mezclan entre sí. También con el espiritismo y con muchos elementos simbólicos del catolicismo, que se quiera ver o no, pasan a formar parte, en muchos aspectos, del imaginario y de los espacios de la religiosidad.
Lo más interesante es que esas religiones no son excluyentes. Tienen la maravillosa cualidad de incluirse mutuamente en cuanto a imaginario, prácticas, credos y rezos. Y si bien en los espacios teóricos están juntas pero no revueltas, en la mente de los seres humanos inevitablemente tienen vínculos y relaciones. Porque allí se establecen analogías y este fenómeno se enriquece.
“En Cuba observamos que este elemento está muy asociado a la identidad nacional, porque se percibe en el idioma Español a través palabras netamente religiosas, sobre todo en la variante más arcaica del Yoruba, que es el Oyó, y como asociado a la práctica de la Regla de Ocha y el Ifá. Sucede también con la lengua funk, en las casas identificadas como Arará”.
Guanche insta a hacer más estudios para identificar otras lenguas que se hablan en el país, a las cuales considera lenguas vivas “con su limitación de alcance y han trascendido al lenguaje común”.
Explica que hay investigadores como Gema Valdés, que estudian estos fenómenos en la Isla y tiene la esperanza de “que otros se incorporen para que hagan sus contribuciones”.
¿Qué publicaciones visibilizan los estudios sobre nuestra religiosidad africana de un modo integral?
-Hay que decir que la revista de la Casa del Caribe es la que más se ha dedicado a tratar la problemática del legado africano en el área. Cuando uno hace un monitoreo de muchas revistas lo constata al momento y sin mucho esfuerzo.
¿Existen otros espacios para socializar estas investigaciones?
-A parte del Festival del Caribe, en Cuba hemos logrado un conjunto de eventos que durante todo el año dan continuidad a la visibilidad de estos estudios sobre la religiosidad popular.
“Iniciamos en enero con el evento de la Casa de África, de la Oficina del Historiador de La Habana. Luego se desarrolla otro en abril y es coordinado por el Centro Cultural Africano Fernando Ortiz, aquí en Santiago de Cuba. Un mes después, el Instituto Cubano de Antropología, realiza un evento que ha tomado el nombre de su recién fallecido director Jesús Lobaina Jaramillo, quien además era babalawo. En julio nos vemos en el Festival del Caribe y en La Habana, en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, institución que tiene un departamento dedicado a estudiar la religiosidad popular.
“Lo interesante de estos eventos es que hemos logrado sistematizar tanto la presencia de académicos que estudian la temática como la de los practicantes”.
¿Qué aportan estos talleres de religiosidad popular?
-Pueden ayudar a generar políticas culturales que no solo se limiten a tratar los elementos músico-danzarios en estas religiones. Nos servirían para que los Ministerios de Cultura no tengan una visión limitada, como esa del siglo XVIII que tenía solo en cuenta lo artístico-literario, y vean este fenómeno de un modo más integral, desde el punto de vista de la cosmovisión, de las influencias que ello puede tener en el idioma, así como desde las muestras de plástica que acompañan estos fenómenos”.
El académico cubano considera que una de las instituciones que más ha avanzado en ello en nuestro país, es el Consejo Nacional de Casas de Cultura, aunque, afirma, se está involucrando cada vez más el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural.
“De modo que este Taller de religiosidad popular que se desarrolla en Santiago de Cuba, puede contribuir a perfeccionar, de manera permanente, la política cultural. En el Festival del Caribe, ya son 34 ediciones en las que han ido creciendo en visibilidad estudios relacionados con este tópico y que proceden no solo en el área del Caribe, sino de otras regiones del mundo”, sentencia Jesús Guanche.
“Partiendo de un muestreo que se hizo una vez en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas de La Habana, el 85 por ciento de nuestra población es practicante de una de las expresiones religiosas que tiene connotado estirpe africano” – A partir de un muestreo afirmar que el 85% de la población cubana es practicante, que no solo creyente, no de una expresión religiosa afrocubana sino de cualquier expresión es, cuando menos, estadísticamente cuestionable.
Cuando hablan del 85 % de la población ¿se refieren a todo el país? Me parece un poco alto porque eso dejaría sólo un 15% de la población para distribuir entre personas que no tienen práctica o relación con ningun tipo de religiosidad, católico-romanos, evangélicos y protestantes, ortodoxos, judíos, bahai, etc. Coincido en que es cuestionable y no sólo estadísticamente. Ciertamente, la población cubana que practica o se vincula con religiones de origen africano o como quieran llamarlas desde el punto de vista formal, es alto pero 85% me parece un porciento irreal.