Javier desgrana buena parte de sus noches ante la pantalla de su teléfono celular. Luego, durante las mañanas y las tardes, concreta las operaciones acordadas mediante grupos de intercambio de divisas en Telegram o Facebook. “En otros tiempos, un día bueno para mí era cuando vendía 100 o 200 CUC, y ‘pescaba’ algunos dólares; ahora, esa cantidad de ‘verdes’ me pasa por las manos en una mañana cualquiera, lo mismo en transferencias que como efectivo”, confiesa.
Un esquema que se excusa de describir le tributa los fondos necesarios para mantenerse en el mercado. “Con los precios que tiene el dólar en Cuba, sale rentable traerlo casi desde cualquier lugar”. La única preocupación de Javier es no haber acumulado más efectivo en las semanas que antecedieron al recién implementado cierre de aeropuertos. Desde su punto de vista, el dinero “al cash” siempre valdrá más que el virtual, sobre todo a medida que pase tiempo sin reanudarse el flujo de viajeros debido a la situación sanitaria generada por la COVID-19.
De resultar acertadas sus predicciones, la tasa de cambio de los dólares en tarjeta no demorará en sobrepasar los 50 CUP, y no sorprendería que los dólares y euros “físicos” se acercaran a la frontera de los 60 CUP.
Es la preocupación de muchos, acrecentada por la progresiva disminución de las ofertas en CUC y CUP en el mercado. Alberto, un ganadero camagüeyano, ha apelado a remesas de su hija residente en México y a compras de dólares en Cuba para engrosar los fondos de su tarjeta bancaria, a la espera de que en la tienda de GELMA (el Grupo Logístico del Ministerio de la Agricultura) de su provincia pongan a disposición algunos de los recursos que necesita.
“Años atrás esas compras se hacían con los pagos en moneda nacional y divisa (en realidad, CUC) que daban por la leche entregada a la ECIL (la empresa láctea), pero aquellas tiendas se fueron desabasteciendo y después terminaron por cerrar. Ahora toca comprar en MLC hasta el alambre para cercas, aunque todavía no esté claro cómo pagarán nuestras producciones”, comenta.
A comienzos de enero el Ministerio de la Agricultura de Cuba (MINAG) reveló que la venta de insumos y equipamientos agrícolas a través del Grupo empresarial de Logística del Minag (GELMA) había reportado cerca de 300 mil dólares en los primeros cuatro meses de la implementación de esta modalidad en Cuba. Antes de que termine febrero las tres tiendas abiertas inicialmente por GELMA serán complementadas por otras trece para disponer de una en cada provincia y en la Isla de la Juventud.
De sus similares destinadas al resto de la población se sabe menos. Luego de enfatizar que solo un número limitado de establecimientos pasaría a esa modalidad de ventas, durante el segundo semestre de 2020 el Gobierno cubano dolarizó un porciento considerable de la infraestructura comercial del país. Ni CIMEX ni Tiendas Caribe han brindado detalles sobre el proceso, en particular sobre el monto de las operaciones y el destino de sus ingresos, que dada la difícil situación que afronta el país, seguramente resultan fundamentales para mantener funcionando la maquinaria estatal.
Poniéndole precio a la incertidumbre
“Las dos monedas nacionales (CUC y CUP) han mostrado una tendencia a la devaluación en el mercado negro […] la tasa de cambio más frecuentemente observada en el mercado informal gira en alrededor de 1,60 CUC=1 USD, lo que equivaldría a que serían necesarios 38.4 CUP para comprar 1 USD [… Esta devaluación del CUP] produciría una pérdida del poder de compra de los ciudadanos […] Tal pérdida pudiera anular otras acciones del gobierno que se adoptarían como parte de la ‘Tarea Ordenamiento’”.
Así reflexionaba, a mediados de octubre, el economista y asesor de la UNESCO Pedro Monreal, en un post para su blog El estado como tal. Condicionado por la insuficiente oferta de bienes y servicios, y de las propias divisas, el mercado cambiario de Cuba ya se veía lastrado por un divorcio entre la tasa oficial y la pautada por el mercado negro.
A juicio del experto, esa distorsión seguiría creciendo si no se autorizaba el cambio de moneda por parte de privados o se flexibilizaba “la formación de la tasa de cambio oficial, introduciendo la posibilidad de cambios frecuentes en su nivel”. Ninguna de esas posibilidades está en la agenda de las autoridades. Al particularizar sobre el tema en el programa Mesa Redonda, en diciembre, el presidente de la Comisión de Implementación de los Lineamientos, Marino Murillo, defendió la pertinencia de que el tipo de cambio del CUP sea variable —“si lo dejamos estático, ese proceso nos pudiera llevar a seguir conduciendo la economía administrativamente y se convertiría en un freno”—, pero ratificó que la política monetaria será regida, en exclusiva, por el Estado. Por demás, desde el comienzo de enero el discurso oficial viene poniendo su énfasis en el incremento de la productividad y no en la gestión de divisas.
El también economista y profesor Pavel Vidal, de la Universidad Javeriana de Cali, en Colombia, coincide con esa interpretación. “Parece preferible dar un tiempo para que el sistema empresarial estatal y no estatal, los diferentes mercados y la población, procesen y se ajusten al nuevo entorno monetario. Lo que
toca ahora es acelerar y profundizar los cambios en el sistema productivo. Al menos empezar por las cosas que se anunciaron hace unos meses: flexibilización del trabajo por cuenta propia y autorización de las pequeñas y medianas empresas privadas. No propondría en el corto plazo mayores devaluaciones de la tasa de cambio oficial. Ello aceleraría aún más la inflación y añadiría confusión y desconfianza”, comentó para esta nota a través de correo electrónico.
Las señales de los últimos días son, sin embargo, contradictorias. Al concluir la primera semana de febrero fue anunciado el nuevo catálogo de actividades por cuenta propia, con la inédita cifra de 2 000 posibles ocupaciones.
Pero por las mismas fechas el presidente Miguel Díaz-Canel reconoció que durante 2021 el país enfrentará una situación particularmente difícil en sectores como el de la producción agropecuaria, que deberá salir adelante casi sin fertilizantes, plaguicidas y otros recursos.
En la perspectiva más inmediata, ni las remesas, ni el turismo, ni la exportación de servicios se perfilan como sostenes probables para una economía “tocada” por la pandemia y las duras sanciones del gobierno estadounidense, y donde se sigue sin promover la pequeña y mediana empresa privada.
Desde la experiencia de sus años cambiando CUC, Javier sabe que en tiempos de crisis la gente suele buscar en las “monedas fuertes” un amparo ante la incertidumbre. “Y más ahora, que se necesitan hasta para comprar jabón”. Como en la primera mitad de los años 90, el dólar ha vuelto a ser la referencia para los balances de cuentas de los cubanos, lo mismo en la gran corporación que en el más modesto presupuesto familiar.
Aquel loco q este vendiendo usd a 38cup q me contacte q lo compro todo . El artículo es bastante bueno pero es necesario tener en cuenta q la devaluacion de la moneda nacional nunca se va a concretar si no se devalua respecto al usd. Una moneda devaluada beneficia las exportaciones, ademas de la exportaciones dentro de frontera. Ejemplo de eso pues soy yo mismo, antes con una remesa de 25usd semanales yo pidia ir con mi pareja a un bar y pasar una buena noche, actualmente con 25usd (q al llegar como remesa siempre tendrá la tasa de cambio de 24) apenas podria pagar las entradas y 1 bebida en un bar. En esta revista ya han sacado temas parecido con las exportaciones de las cooperativas, las cuales ahora enfrentan mayores costos y sus exportaciones siguen siendo multiplicadas por 24. Es cierto q devaluar el cup tendria costo político, pero ya los cubanos enfrentan una inflación considerable considero q lo peor ya pasó