Científicos de Cuba y China quieren adelantarse a futuras pandemias mediante la investigación de una potencial vacuna genérica que proteja contra diferentes tipos de coronavirus y posibles variantes emergentes.
El proyecto Pan-Corona tiene su base en un centro de investigación y desarrollo biotecnológico conjuntos que funciona desde 2019 en la ciudad de Yongzhou (provincia de Hunan, centro) y lo lideran expertos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de la isla caribeña.
“Todas las predicciones y la racionalidad científica apuntan a que desgraciadamente tendremos que sufrir nuevas epidemias como resultado lógico del incremento de la población mundial, la producción animal y el movimiento de las personas”, explicó en una entrevista con Efe el doctor Gerardo Guillén, director de Investigaciones Biomédicas del CIGB.
BREAKING. #Cuba & #China team up on #PANCORONA, new #COVID19 #vaccine, especially designed to offer cross protection against existing and future strains. Developing in joint biotech innovation center in Yongzhou, Hunan Province, staffed by Cuban scientists, equipped by China. pic.twitter.com/PMZIfXYIhJ
— GailReedMEDICC (@MediccGail) March 21, 2021
La iniciativa pone el foco en los coronavirus no solo debido a la crisis global causada por el SARS-CoV-2, sino teniendo en cuenta que esa familia de virus es una de las más propensas a saltar de animales a humanos (fenómeno denominado zoonosis), con antecedentes como el MERS en oriente medio o el SARS-CoV-1.
¿Cómo se hace una vacuna genérica?
“Hemos aprendido de lo que ha estado sucediendo en los últimos años y seríamos ingenuos si no nos preparáramos para posibles nuevas emergencias. Esto lo sabe China también”, indicó.
Así, en febrero del año pasado, con la pandemia de COVID-19 en sus inicios, el CIGB presentó este proyecto a una convocatoria del Ministerio chino de Ciencia y Tecnología y logró financiación para comenzar a investigar “algo diferente”, dado que “todo el mundo” estaba ya trabajando en vacunas contra el SARS-CoV-2.
Pan-Corona es un antígeno de tipo recombinante, que es la plataforma de desarrollo de vacunas en la que el CIGB tiene mayor experiencia, con antecedentes exitosos como la de la hepatitis B, además de dos de los candidatos contra la COVID-19, uno de ellos (Abdala) en última fase de ensayos clínicos.
“No estamos partiendo de cero ni probando algo inédito, por tanto confiamos en que vamos a avanzar rápido”, afirmó, y recordó que la institución tiene más de 50 proyectos de investigación no solo en vacunas, sino también en oncología, enfermedades infecciosas, cardioprotección o autoinmunidad.
Cuba y China desarrollarán vacuna contra nuevas cepas del coronavirus
El candidato vacunal -explicó el científico- combina dos mecanismos de respuesta inmune: la humoral, que es la respuesta de anticuerpos, y la celular, que son células activadas para combatir al virus.
“Buscamos, entre los diferentes coronavirus, regiones conservadas tanto para respuesta de anticuerpos como celular”, agregó.
En otras palabras: se está diseñando una vacuna que combina artificialmente fragmentos comunes de distintos tipos de coronavirus ya conocidos, con el objetivo de inducir en el organismo una respuesta de anticuerpos.
Globalización científica
En el diseño han trabajado grupos de bioinformática y modelación del CIGB cuya labor ha sido estudiar y seleccionar las “regiones” que se conservan en muestras tanto humanas como animales del virus, para poder combinarlas en una sola vacuna.
La ingente cantidad de información que ha compartido la comunidad científica internacional a raíz de la pandemia actual ha sido clave para avanzar rápido en esta iniciativa. “Ojalá esto se mantenga”, confió Guillén.
El hecho de que haya más de 300 candidatos vacunales desarrollándose a la vez en el mundo, más de 80 de ellos en estudios clínicos y trece vacunas ya autorizadas “es algo inédito en la humanidad”, subrayó el experto.
Pero irónicamente la pandemia del nuevo coronavirus, determinante en la concepción de este proyecto, es también el factor que lo está lastrando.
Los conocimientos acumulados en los últimos meses han propulsado el trabajo, pero los científicos cubanos que lideran la investigación de Pan-Corona todavía no han podido viajar a China debido a los cierres de fronteras y estrictos requerimientos de entrada.
Investigar bajo embargo
Poder investigar in situ en Yongzhou es crucial en este caso por el acceso a tecnología avanzada, materiales y otros recursos, algo que en Cuba es imposible por la aguda crisis económica que vive el país y los obstáculos que impone el embargo de Estados Unidos, reforzado además en los últimos años.
“El bloqueo (como se llama en Cuba al embargo) es una limitación enorme, incluso el encarecimiento de las materias primas que para Cuba es doble, triple, cuádruple porque no podemos traerlas directamente de EE.UU. que es el mercado más cercano y donde más se producen estos insumos que necesitamos. También la limitación con los equipos, las piezas de repuesto…”, enumeró Guillén.
Estas trabas, sin embargo, también han hecho más creativos a los científicos de la Isla: “sin duda el bloqueo nos ha obligado a innovar, porque otros pudieran contar con las cosas que necesitan y nosotros tenemos que buscar otras vías para llegar al mismo resultado”.
“No hay tal reactivo, bueno, cómo podemos sustituirlo, cómo podemos cambiar el proceso”, acotó.