La ciudad de Venecia conmemora los 1.600 años de su hipotética y legendaria fundación con una mirada inquietante a un futuro sin habitantes, que la abandonan a razón de unos mil cada año, y con una vista atrás sobre un pasado glorioso, pero repleto de desastres.
La pandemia del coronavirus, que dejó a la humanidad imágenes sin precedentes documentados visualmente de una ciudad abandonada por el turismo —su riqueza reciente y, en parte, explicación de su declive— y las graves inundaciones de 2019, son testimonio de sus debilidades.
El rico pasado de la República de Venecia, que una exposición (“Venetia 1600”) en el Palacio Ducal se encarga de recordar desde este fin de semana, se conjuga con la mirada en blanco y negro del arquitecto, galerista y fotógrafo Mario Peliti, que documenta desde 2006 una visión de la ciudad que puede ser posible: sin gente.
La del Palacio Ducal repasa la brillante historia de la ciudad que dominó el Mediterráneo y que desde el comienzo, con una fundación ligada a la divinidad como protectora del cristianismo y heredera de los imperios romano y bizantino, estaba abocada a un destino excepcional.
Las leyendas originales de la fundación de la ciudad y la magnífica herencia artística, con obras de Tiziano, Veronese, Canaletto, Tiepolo, Guardi, Verdi o Vivaldi, son la materia de la que se enorgullece la muestra en el Palacio de los Dogos.
Los organizadores matizan, sin embargo, que el objetivo no es tanto el de conmemorar el nacimiento de la ciudad lagunar sino más bien “sus múltiples renacimientos”.
“Venecia ha sobrevivido así durante largo tiempo, superando muchas amenazas, porque ha sabido reinventarse, adaptándose al cambio de los tiempos”, alegan desde la Fundación de los Museos Cívicos de Venecia.
Para ello no hay más que recordar los incendios, como los que destrozaron el propio Palacio que alberga la exposición o el Teatro La Fenice, renacida de sus cenizas como su Fénix referente, y las pestes e inundaciones, así como las invasiones extranjeras; por mencionar dos de estas: la de Napoleón y otra quizás no menos trágica, la del turismo.
“Hypervenezia” documenta una ciudad sin gente
El contrapunto y complemento a tanta belleza, pero también tanta desgracia, lo pone la muestra que alberga el Palazzo Grassi, la casa veneciana de la colección del mecenas francés François Pinault, que con el título “Hypervenezia” exhibe una chocante exposición de fotografías del arquitecto y editor Mario Peliti.
Como un auténtico entomólogo, Peliti (Roma, 1958) se propuso documentar la ciudad que confiesa le conquistó y, desde 2006, la fotografía con una pauta estricta: con la misma luz fría matinal, sin sombras, sin habitantes. Desde entonces ha acumulado 12.000, muchas de las cuales se exhiben en Palazzo Grassi.
Dice Peliti a la agencia EFE: “No creo que sea una Venecia relajante, es una Venecia sola. Es una Venecia que hay que observar. Si se habla de Venecia como una mujer se podría decir que es una Venecia preocupada, con toda su belleza. Es una Venecia que se muestra como es”.
Y, ¿por qué no hay personas en sus fotografías? “Por miedo a que se quede sin gente, que se quede sin habitantes. Venecia está llena de gente, pero no de habitantes”, lamenta sobre una ciudad que ya apenas cuenta con cincuenta mil residentes.
“Todos hablan de preservar el patrimonio cultural de la ciudad y nadie considera a los habitantes, tanto nosotros los venecianos como los que no lo son, como patrimonio de la ciudad. Cuando una ciudad ya no tiene guarderías, ni lavanderías, no tiene periódicos, es una ciudad que sufre, esto es evidente”, advierte Peliti.
“Hypervenezia” es un trabajo documental que enlaza con la gran tradición fotográfica de los siglos XIX y XX y que se enmarca en la iniciativa “Venice Urban Photo Project”, con la que Peliti se propone acabar su minuciosa captura de la esencia veneciana antes de 2030.
El Palazzo Grassi exhibe una línea continua de fotografías que va recorriendo los barrios venecianos —sus “sestieri”— y tiene como epílogo un gran mapa confeccionado como un mosaico que coloca en el lugar que le corresponde las instantáneas captadas por Peliti.
Ambas muestras venecianas, rodeadas —ahora y de momento, sí— de nuevo con miles de visitantes y del glamur del Festival de Cine que devuelve al Lido un cierto brillo del pasado, conviven con la incertidumbre de en qué se basará ahora el renacimiento de una ciudad a la que ha dejado exhausta el turismo de masas.
“Históricamente Venecia tiene una capacidad de regenerarse. Se regeneró tras la peste. Creo que al final Venecia lo conseguirá”, dice Peliti, quien asegura que cuando toma sus fotografías solo retira quizás algún resto de basura para no dejar esa imagen para la posteridad y porque luego, recuerda, alguien hará limpieza.
Javier Alonso / EFE