Portugal se convirtió en el primer país del mundo que logra vacunar el 85% de la población contra la COVID-19. El 15 % que falta incluye a los menores de edad, de 15 a 18 años, según fuentes oficiales.
Tal hito fue posible siete meses después de que el presidente Marcelo Rebelo de Sousa nombrara como coordinador de la campaña de vacunación al vicealmirante Henrique Gouveia e Melo. El oficial submarinista se rodeó de un equipo castrense que puso en cintura a la maquinaria burocrática que el sistema público de salud había creado en medio de una confusión generalizada y que llevó a Portugal a tener uno de los índices de casos de coronavirus más altos de Europa.
Aunque no militarizó el sistema sanitario, el vicealmirante impuso una disciplina que molestó a muchos, con la imposición de multas muy duras, algunas superiores a 1.500 dólares, por el incumplimiento de medidas públicas de protección como el uso de mascarillas, el distanciamiento social y el cierre de restaurantes, bares y centros nocturnos, en un plan más amplio de confinamiento.
“Tolerancia no habrá, pero alguna compresión la tendremos para aquellos casos particulares”, explicó Gouveia e Melo cuando logró que el gobierno aprobara una limitación en el desplazamiento del público fuera de su municipalidad de residencia.
El oficial de la Armada se retiró de sus funciones este miércoles, tal como había indicado cuando asumió la responsabilidad.
“Llegamos al 85 %, me toca ahora regresar a puerto”, indicó en una entrevista televisada. “Los que quedan por vacunar pueden serlo sin nuestra presencia. Pido a los padres que lleven a sus hijos a vacunar, pero con el 85 % ya logrado podemos decir que estamos al borde de una nueva vida normal. Me queda agradecer la disciplina pública”.
La semana pasada Gouveia e Melo fue blanco de un “acto de repudio” por parte de un grupo de manifestantes que llegaron a amenazarlo físicamente. Según contó a OnCuba un periodista lusitano, “cuando vio la gente que no quería que entrara a un centro de vacunación, no se amedrentó. En vez de dar la vuelta al grupo decidió cruzarlo, sin contestar a las increpaciones. Solo decía ‘permiso, permiso’ y entró al centro de salud. A la salida, su grupo de trabajo quiso sacarlo por la puerta de atrás, pero dijo que no. Volvió a hacer el camino por donde vino y se montó al carro. La gente no dijo ni hizo nada. A lo mejor fue porque iba vestido con el uniforme de combate”.
Ahora, se habla que podría ser nombrado jefe del Estado Mayor de la Armada, pero Gouveia e Melo ya dijo que si hace falta volverá a un nuevo encuentro con su último adversario, la COVID-19.
Lo mejor que logró fue llevar a cabo la vacunación con reglas muy duras, llamando a la disciplina de la gente y dándole confianza. Era un desconocido, vivió su vida militar bajo agua, salió a la superficie y puso a todos los portugueses a nadar con la marea rumbo a la inmunidad a la pandemia.